Por Rubén Weinsteiner para Newsweek
En
el voto joven las conexiones entre personas, ya sea de forma horizontal y simétrica, o vertical y
asimétrica, se dan no tanto por los vínculos definidos por su calidad y
especificidad , sino por los temas disparadores de entornos de pertenencia y
pertinencia.
Los
jóvenes se conectan por las cosas que
les preocupan, que les impactan, que les duelen, que los emocionan, que
los apasionan.
Las
conexiones en el segmento joven se dan más por variables blandas que por
variables duras. La organicidad de esas conexiones- comunicaciones, se da más
por lo que sienten los jóvenes, lo que piensan, las creencias y valores que tienen,
que por quienes son, que por donde están y qué edad tienen.
Los
motores transaccionales en este segmento, tienen que ver con esas cosas que interesan
y que impactan, y son muchas los temas que impactan, por eso los jóvenes se van
relacionando con otros jóvenes muy diferentes a ellos. Esa heterogeneidad en
los vínculos es menos frecuente en los mayores.
La
renovación permanente de paradigmas conforma mapas de microsegmentos que se
cruzan e intersectan con patrones cada vez mas lábiles y volátiles.
Estos
cambios muy visibles desde el marco epistémico, determinan una relación inestable
entre palabras emitidas e imágenes evocadas, entre significados y
significantes, entre lo que decimos nosotros y lo que escucha el otro, determinando
nuevas realidades, nuevos sistemas de valoración y nuevos clivajes.
Una
de las dimensiones más importantes para la construcción de una marca política
poderosa, es la arquitectura de un discurso de poder sólido, en función de un clivaje eficaz.
El
clivaje es la división traducida en competencia política, que construye las singularidades y
particularidades de un marca política, permitiendo plantearle a la sociedad en
ese discurso de poder, los cambios
propuestos, construir el debate y
estructurar la competencia con los demás jugadores políticos.
El
clivaje permite presentar lo que uno es,
reforzado por lo que uno no es, simplificando en un esquema binario, si-no, blanco-negro, un planteo
fácil de asumir, del tipo “de que
lado estás” a los electores.
Los
radicales clivan con institucionalidad-clientelismo, el peronismo con justicia
social-desigualdad Carrió con honestidad-corrupción, el Pro con eficiencia en
gestión-militantes sin profesionalismo en gestión.
Organizar
el debate y definir un clivaje
Plantear
el eje divisorio, el clivaje, es organizar el debate, y el que organiza
el debate acumula poder. Los comentaristas, los que opinan y reaccionan sobre
lo que hace el que organiza el debate y el clivaje, resignan poder. Gana el que instala, dirige y por lo
tanto controla debate y clivaje.
Ser
Gato
Se
va transformando en insumo de construcción de todo discurso políticamente
significativo, el proceso de sobredeterminación de ciertas palabras que
condensan en torno de sí, múltiples significados.
Gato
es prostituta, es alguien servil en lenguaje carcelario, es alguien que se
presume gay, pero fundamentalmente en los focus groups de segmentos jóvenes, de
tercer, cuarto y quinto decil de ingresos, gato es alguien falso, no
transparente, trucho.
Desde la emergencia, la organización del debate para el voto joven se da en torno al clivaje “gato”-autentico. Los otros son la impostura, los que dicen una cosa pero son otra, contra eso, se plantea un modelo normativo de autenticidad, sencillez y transparencia.
No ser “careta”, no ser “gato”, no ser “trucho”, ser o en realidad parecer verdadero, transparente.
Desde la emergencia, la organización del debate para el voto joven se da en torno al clivaje “gato”-autentico. Los otros son la impostura, los que dicen una cosa pero son otra, contra eso, se plantea un modelo normativo de autenticidad, sencillez y transparencia.
No ser “careta”, no ser “gato”, no ser “trucho”, ser o en realidad parecer verdadero, transparente.
La
marca política sufre de entropía, se gasta, y requiere de homeostasis, dotarla de nuevos significados e
imágenes para ser disparados a la cabeza de los votantes.
Sergio
Massa planteo un clivaje dinámico a futuro, nuevo y amigable-viejo y
conflictivo, desde una marca política nueva y sin desgaste; “subite al micro no
te pedimos nada”.
Insaurralde
jugó dos partidos, hasta las PASO, planteó “en la vida hay que elegir”, estas
con nosotros o no, y no le funcionó frente al clivaje planteado por Massa. El replanteo
comunicacional post PASO mas allá del MI, jugando con las iniciales de Martín
Insaurralde, y proponiendo votar por lo propio, por lo “mio” restándole
dimensión colectiva a la promesa de la marca política Martín Insaurralde, construyó
el peor posivionamiento en un clivaje que Insaurralde no diseño. Puso un
noviazgo con Jessica Cirio en el centro de la escena. Una relación con una
modelo frívola, y el anuncio de unas vacaciones en Miami para descansar de la
campaña, puso a Insaurralde en el lugar de gato, el peor lugar en el clivaje
central del voto joven.
En
los papeles Massa tenía una clara desventaja a la hora de interpelar al
segmento joven, el gato a priori
podía ser el, sin embargo gano en el segmento.
En
el enfrentamiento entre Massa e Insaurralde pesó más la instalación del
clivaje gestión=seguridad/cámaras=
ondas de amor y paz, instalado por
parte de la campaña de Massa, que el clivaje inicial de Insaurralde K no K y el
replanteo donde se puso el solo en el lugar de la impostura.
Rubén Weinsteiner
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