domingo, noviembre 03, 2013

Twitter- cracia




Por Cristian H. Savio

"Tanto lío por unas calzas?". El domingo 22 de septiembre, @CFKArgentina respondía a las críticas sobre su vestuario en un acto público en Ezeiza, y aprovechaba para criticar nuevamente a Clarín y La Nación. "Antes que me ponía ropa de marca. Ahora calzas y el protocolo", escribía en uno de los 25 tuits de ese día. Dos días antes habían sido 32. El tema, y sus tuits, generaron rebote. Y tendencia en la red de los 140 caracteres. Como siempre. Más de 1.100 retuits y de 320 marcas
como "favorito". "¿Siguen hablando de las calzas? Que se ponga lo que quiera, el problema es que avale a Granados", escribió @vikidonda. Con más de 2,3 millones de seguidores, la cuenta de Cristina Fernández de Kirchner es, por lejos, la más popular en la arena política, y para los expertos se trata del caso más exitoso. En un escenario en el que todos parecen de acuerdo en la necesidad de "estar" en las redes, son muy pocos los que han advertido la mejor manera de "hacer", y en ocasiones parecen naufragar en el intento.

"Más que nunca, las redes sociales visibilizan al candidato y provocan una ilusión de cercanía que antes solo se daba con el que te tocaba el timbre y te daba la mano", advierte Silvia Ramírez Gelbes, directora de la Licenciatura de Comunicación y de la Maestría de Periodismo de la Universidad de San Andrés (UdeSA). "En algún sentido, el político parece estar hablando con su seguidor sin intermediarios. Tener actividad en Twitter permite al político estar accesible en la mente del seguidor –quien se presume que es, además, votante", señala.

La cancha fue marcada por Barack Obama, quien aprovechó las redes sociales para su campaña presidencial de 2008. En la Argentina, la creciente cobertura que los medios tradicionales hacían del universo 2.0 llevó al especialista en estrategias digitales Darío Diament a crear, a principios de 2011, el sitio PolíticosOnline, para evaluar el impacto que los políticos iban a tener en este nuevo espacio. "Luego de casi 3 años, pude ver cómo los políticos y sus equipos han recorrido un proceso de exploración", dice Diament a Newsweek. "Algunos incrementaron su participación, otros han cambiado y algunos, como el Canciller Héctor Timerman, decidieron salirse del todo".

El sitio ordena las cuentas de políticos argentinos en base a dos variables principales: una es la cantidad de seguidores, en la que @CFKArgentina (2.363.879 al cierre de esta nota) domina con total amplitud (hay que sumar las 8 cuentas que le siguen en la tabla para acercársele, y ni así la alcanzan). La otra variable es la influencia online a nivel global, una evaluación que mide "audiencia, participación y repercusión", es decir: el número de seguidores que están activos, la actividad en las redes, el impacto que sus intervenciones tienen en la comunidad y otras, incluso su perfil en Wikipedia. "Si aún no hay nada escrito, recomiendo crear su página", dice Diament.

No alcanza con "estar", pues la lógica de estos medios es la interacción. Ramírez Gelbes realizó un trabajo en torno a la actividad de los candidatos en las PASO de agosto. Su conclusión es que no cumplen con lo que se espera de Twitter: no responden, apenas retuitean, mucho menos realizan propuestas, evitan confrontar con sus adversarios y solo difunden eslóganes de campaña y fotos de actos. Por caso, Gabriela Michetti había abandonado su cuenta el 11 de mayo y la reactivó el 10 de julio advirtiendo que "había olvidado la clave"; desde entonces está un poco más activa. Elisa Carrió y Martín Insaurralde son claros ejemplos de relación interna (sus escasos retuits son de compañeros del espacio). Esa descripción, que los postulantes a cargos legislativos mantenían de cara a las elecciones de octubre, se replica en el resto de los políticos. En general, tienden a ser autorreferenciales.

@BarackObama, el precursor, es también el más popular entre los líderes globales, con más de 37 millones de followers, seguido por @Pontifex, la cuenta oficial del Papa que abrió Benedicto XVI en 2012 y se revitalizó con Francisco, que sólo en su versión en español tiene más de 3,8 millones de seguidores. Pero el Sumo Pontífice demuestra su influencia en el dato de que sus mensajes tienen un promedio de 11.000 retuits diarios, según "Twiplomacia 2013", el último informe de la consultora Burson-Marsteller. El estudio muestra que más de tres cuartas partes de los líderes mundiales poseen su cuenta en Twitter y el 68 % establece conexiones mutuas con sus pares, un claro indicador del nivel de influencia. Un caso destacado es el de @AmamaMbabazi, primer ministro de Uganda, con poco más de 17.000 seguidores, pero que responde al 96% de los tuits que lo mencionan. No obstante, el informe aclara que aún la mayoría utiliza la red en forma unidireccional.

@CFKArgentina figura en el top-ten de los más populares líderes mundiales. Con sus habituales "cataratas de tuits", domina la escena local. Pero "ser activo es diferente que ser influyente", advierte Diament. "El tipo de contenido y el impacto que este genere serán los principales signos de influencia". Así, la tabla de "Influencia" de PolíticosOnline la lidera @mauriciomacri, segundo detrás de Cristina Kirchner entre los más populares (605 mil seguidores).

Aunque tengan pretensiones de autonomía y, para algunos, vayan camino a lograrla, las redes sociales todavía están atravesadas por algunas reglas y lógicas propias de los medios tradicionales, en especial de la televisión. "Muchas veces Twitter funciona en interacción con el medio televisivo, como por ejemplo en una entrevista a un político o en la transmisión de un acto de gobierno o de campaña", señala a Newsweek la becaria doctoral del CONICET y docente de la UBA Ana Slimovich. "Son entonces los candidatos –o sus asesores- los que deciden qué quieren destacar de sus discursos, si aquellos rasgos más pasionales o los más racionales; si las partes menos políticas, o la mención al opositor. Y esta selección convive y dialoga con los tweets de los usuarios que también pudieron haber visto el discurso en la televisión".

Los medios tradicionales no solo masifican, sino que también legitiman el capital simbólico de los actores. Un claro ejemplo lo marcó el ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich, que en tres semanas (entre el 12 y el 30 de septiembre) subió dos escalones en la tabla de Influencia, del octavo al sexto lugar, en consonancia con las repercusiones y continua difusión televisiva del conflicto por las tomas de secundarios.

A la hora de expresarse, Twitter obliga a reformular el discurso político habitual. "Si bien hay apelaciones a las pasiones de los usuarios (las exageraciones, las ironías y los agravios son comunes en esta red social), también en Twitter se construyen microrrelatos y microargumentaciones que en algunos casos funcionan como cadena de tuits", opina Slimovich.

Desde su lugar de lingüista, también Ramírez Gelbes pone el acento en el discurso de cada uno. Mientras Sergio Massa habla siempre de "nosotros" ("como los viejos políticos"), Carrió les habla mucho "a ustedes", Sturzenegger "a vos", Iván Petrella habla en primera persona del singular y Claudio Lozano "escribe frases como si fueran títulos, sin verbo". Y destaca que "el caso más atractivo es el de Cristina Fernández. Cuando habla de su nieto o cuando se expresa en general con un lenguaje oral y cotidiano (‘qué tul?’, ‘very grosso!’), parece capturar el espíritu de las redes sociales y alejarse a la vez del lenguaje que se esperaría de un mandatario". Diament coincide: "Cristina ha sido bastante exitosa en humanizar su comentario, logrando generar conversación y varias tapas de diarios por sus dichos en Twitter".

Claro que valores como la velocidad y la hiperconectividad pueden devenir inconvenientes como el apuro y la confusión. La ex diputada radical Silvana Giudice tuiteó un pedido de "la leche en la cama" creyendo que le enviaba un mensaje de texto a su hija. Las repercusiones fueron lapidarias, como las que debió afrontar Daniel Filmus, ex ministro de Educación, cuando escribió en su cuenta "atrazo". Otros supieron capitalizar un descuido y usarlo en su favor, como el inexplicable "Obvñzfhnhxds" de Hermes Binner, convertido en trending topic. Fuera de la Argentina, el premier español Mariano Rajoy levantó polémica cuando se negó a contestar una pregunta programática a un adolescente.

"15 años? Qué le parece si esperamos un poquito para debatir sobre política? Gracias", respondió el líder del Partido Popular. Eso le pasó a Rajoy, en parte, por salir del entorno de sus propios seguidores. Diament no está convencido de que el político haya logrado hacer trascender su mensaje más allá de los círculos que lo siguen fuera de Internet.

"Los políticos usan las redes como un medio más, como la TV o la radio, solo para difundir su lógica personalista y objetivos marketineros", critica el emprendedor y autor Santiago Siri, uno de los fundadores del flamante Partido de la Red, que se presenta a las elecciones para la Legislatura porteña. "Lo que no entienden, porque son paradigmas que no corresponden a su generación, es que no es un medio más, un ámbito de consumo. Es un ámbito interactivo. La sociedad de consumo va hacia una economía y sociedad del conocimiento. El paradigma central que propone Internet es una sociedad que va de muchos a muchos". Si, como dice Siri, Internet significa una revolución cultural más drástica que la imprenta porque "vino a cambiar la forma en que pensamos y nos relacionamos como sociedad" y reemplazará a la "Galaxia Gutenberg" descrita por Marshall McLuhan (algo que Noam Chomsky desestimó semanas atrás, al considerar que el telégrafo y las bibliotecas públicas tuvieron un impacto mucho mayor en las comunicaciones y el acceso a la información que Internet), es algo que está por verse. Mientras tanto, los políticos deben seguir su aprendizaje en las redes sociales. "Si a mí me tocara asesorar a un político, le diría que no conviene producir una catarata de tuits, pero sí es bueno tuitear algunas veces al día, ofreciendo contenido relevante, estando atento a lo que pasa en el ambiente, retuiteando lo que merece ser retuiteado", dice Ramírez Gelbes. Diament cree que el político debería usar las redes para "escuchar todo lo que se dice en relación a los problemas del día a día de la gente, encontrar quiénes son agentes de cambio exitosos en las redes y amplificarlos, porque las redes ofrecen una oportunidad única para acelerar la concreción de objetivos con el poder de la comunicación y la gente". Mientras tanto, seguiremos leyéndolos en sus cataratas de tuits o en su mutis por los foros. 

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