El notable aumento de los precios de los bienes alimenticios que se ha experimentado en todo el mundo durante el último año y medio tiene diversas causas relacionadas con los cambios en el panorama económico internacional.
China propone hacer frente a la crisis adquiriendo terrenos cultivables en el extranjero que puedan suministrar alimentos a su población; una operación que podría alterar los equilibrios económicos mundiales.
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sábado, junio 07, 2008
China: estrategias para afrontar el encarecimiento de los alimentos
El notable aumento de los precios de los bienes alimenticios que se ha experimentado en todo el mundo durante el último año y medio tiene diversas causas relacionadas con los cambios en el panorama económico internacional.
China propone hacer frente a la crisis adquiriendo terrenos cultivables en el extranjero que puedan suministrar alimentos a su población; una operación que podría alterar los equilibrios económicos mundiales.
China propone hacer frente a la crisis adquiriendo terrenos cultivables en el extranjero que puedan suministrar alimentos a su población; una operación que podría alterar los equilibrios económicos mundiales.
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alimentacion,
China,
comercio internacional,
Commodities
martes, junio 03, 2008
Cumbre FAO: comenzó el debate sobre la crisis alimentaria
El líder de la ONU, el de la FAO y el Presidente brasileño tomaron la posta durante el primer día del cónclave en Roma. En particular, fueron abordados los siguientes temas: producción de alimentos, biocombustibles, subsidios agrícolas, políticas comerciales y proteccionismo.
El Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, llamó hoy a los países a "no dejarse tentar por políticas alimentarias que empobrecen a sus vecinos". De esta manera, resumió uno de los objetivos fundamentales de la cumbre de la FAO, que comenzó hoy en Roma y culminará el jueves: eliminar las barreras proteccionistas a la exportación de productos básicos, cuyos precios han registrado una dramática escalada, la mayor de los últimos 30 años, sembrando un panorama de crisis alimentaria que amenaza con poner al borde del hambre a millones de personas.
Para contener el avance inflacionario, el titular de la ONU propuso aumentar un 50% la producción de alimentos de aquí a 2030, para lo que se necesitan inversiones de entre 15.000 y 20.000 millones de dólares anuales.
Las causas del fenómeno que asusta incluso a los países más ricos del mundo están identificadas, aunque hay discrepancias sobre el nivel de injerencia que cada una de ellas tiene en el espiral de precios. Las alzas del petróleo y de la demanda mundial, junto con una reducción de la oferta debida a malas cosechas, con la ayuda de la especulación con productos agrícolas y el aumento de cultivos para biocombustibles, conforman un cóctel explosivo que impacta directamente en los mercados.
Ante este preocupante escenario, más de 50 jefes de Estado y Gobierno, 150 ministros de Agricultura y decenas de representantes organizaciones internacionales se reunieron en Roma, sede de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en la búsqueda de una solución del problema.
El Presidente italiano, Giorgio Napolitano, fue el encargado de inaugurar el cónclave. Terminada su presentación, fue el turno del líder de la ONU, que hizo un llamado para eliminar las barreras proteccionistas y tomar medidas a largo plazo, de forma que no se repitan crisis como la actual. De esta manera, instó a las naciones a "no dejarse tentar por políticas alimentarias que empobrecen a los vecinos" y a "actuar en el largo plazo para reforzar la seguridad alimentaria mundial". Además. solicitó "compromisos firmes para avanzar" y "apoyos financieros" para los países pobres, no meros préstamos.
Ban destacó que en el mundo existen 850 millones de personas hambrientas y que el Banco Mundial ha previsto que en los próximos años aumente en otros 100 millones si no se toman medidas para paliar la crisis alimentaria. "Nada es más degradante que el hambre, especialmente cuando es producido por el hombre", arremetió el funcionario, quien se dirigió a los presentes al afirmar que "todos ustedes conocen la severidad y la escala de la actual crisis mundial". Frente a ello, la cumbre es "una oportunidad para revisar las políticas", para el corto y el largo plazo.
En concreto, el titular del organismo propuso "aumentar la asistencia a través de la ayuda en comida, vales o dinero" y "ajustar el comercio y las políticas de fiscalización para minimizar las restricciones y las tarifas a la importación", así como las "limitaciones impuestas a la exportación" por algunos países, que pueden "distorsionar los mercados y subir los precios".
Duplicar la producción
Ban se refirió también a la falta de alimentos, otra de las causas del alza de precios. La población mundial aumenta y el desarrollo de países como India o China incrementa el número de personas con capacidad de consumir. Sin embargo, la producción agrícola global está en niveles bajos. Por ello, el líder de la ONU remarcó la necesidad de incrementar la producción de alimentos un 50% de aquí al año 2030, algo que, según calcula, costará entre 15.000 y 20.000 millones de dólares anuales a los países en desarrollo y donantes. "Tenemos una oportunidad histórica para revitalizar la agricultura", sentenció.
No obstante, no todos coincidieron en que la producción agrícola sea el problema. La Presidenta de Argentina, Cristina Férnandez de Kirchner, dijo que la causa de esta crisis es más bien de distribución, debido al oligopolio en el sector y al proteccionismo agrícola de los países ricos. Siguiendo esta tendencia, el Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo que "la actual crisis mundial de alimentos es, antes que nada, una crisis de distribución y de proteccionismo”. “Uno de los factores decisivos es el intolerable proteccionismo con el que los países ricos circundan su agricultura, atrofiando y desorganizando la producción en otros países, especialmente los más pobres”, agregó el brasileño.
El Director General de la FAO, el senegalés Jacques Diouf, dijo que los países ricos gastan miles de millones de dólares en subsidios agrícolas, en derroche de comida y en armas. "El exceso de consumo por parte del mundo obeso cuesta anualmente 20.000 millones de dólares, a los que hay que agregar costes indirectos por valor de 100.000 millones resultantes de muertes prematuras y enfermedades relacionadas", estimó el africano, quien considera que “el problema de la inseguridad alimentaria es puramente político”. “Nadie entiende cómo subsidios anuales de entre 11.000 y 12.000 millones de dólares y políticas tarifarias restricitvas tienen el efecto de trasladar 100 millones de toneladas de cereales para consumo humano hacia un tercio de los combustibles para vehículos”, amplió. “Nadie entiende cómo los países ricos han creado una distorsión del mercado mundial mediante el gasto de 272.000 millones de dólares en concepto de subvenciones agrícolas”, concluyó.
El Primer Ministro japonés, Yasuo Fukuda, pidió que todos los países pongan a disposición del mercado internacional "sus reservas de alimentos" y aseguró que Japón está dispuesto a desbloquear "más de 300.000 toneladas de arroz importado".
Tampoco faltaron las palabras del Papa Benedicto XVI, quien indicó en un mensaje dirigido a la cumbre que el hambre y la malnutrición "son inaceptables" en un mundo que dispone de niveles de producción, recursos y conocimientos suficientes para poner final "a tal drama y a sus consecuencias".
Defensa y ataque a los biocombustibles
"Muchos de los que responsabilizan al etanol de los altos precios de los alimentos son los mismos que hace décadas mantienen políticas proteccionistas, en perjuicio de los agricultores de los países más pobres y de los consumidores de todo el mundo", dijo Lula.
En efecto, el etanol y el resto de los biocombustibles es una de las causas que algunos consideran clave en el alza de los precios en los alimentos. Entre ellos estuvo el Vicepresidente de Cuba, José Ramón Machado Ventura, que explicó que el "funesto consumismo" ha llevado a "la siniestra estrategia de convertir granos y cereales en combustibles".
El mandatario de Egipto, Hosni Mubarak, pidió por ese motivo la creación de un "código de conducta internacional", que "reconsidere la actual expansión de la producción de los biocombustibles" y "establezca las normas para el uso responsable de las cosechas, como alimento para los seres humanos, no como combustible para los motores".
Lula no estuvo de acuerdo con quienes ven en los biocombustibles una causa de la inflación en los precios de los alimentos y afirmó que "los biocombustibles no son el villano", algo en lo que coincidieron el Presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y el Primer Ministro español, José Luis Rodríguez Zapatero. El mandatario galo dijo que la prioridad en los biocarburantes debe ser el desarrollo de los de "segunda generación", que en la misma hectárea puede producir cinco veces más. El español, por su parte, señaló que su efecto en el alza de los precios es "limitado" y apostó por "un debate abierto y permanente".
Con respecto a las soluciones a la crisis, Francia y España comprometieron importantes cantidades de dinero en ayuda al desarrollo agrícola. Sarkozy dijo que en los próximos cinco años dedicará 1.000 millones de euros al África subsahariana, mientras Zapatero comprometió 500 en cuatro años para luchar contra la crisis alimentaria mundial. "No queremos que se quede en una Cumbre de meras palabras", señaló Zapatero.
El Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, llamó hoy a los países a "no dejarse tentar por políticas alimentarias que empobrecen a sus vecinos". De esta manera, resumió uno de los objetivos fundamentales de la cumbre de la FAO, que comenzó hoy en Roma y culminará el jueves: eliminar las barreras proteccionistas a la exportación de productos básicos, cuyos precios han registrado una dramática escalada, la mayor de los últimos 30 años, sembrando un panorama de crisis alimentaria que amenaza con poner al borde del hambre a millones de personas.
Para contener el avance inflacionario, el titular de la ONU propuso aumentar un 50% la producción de alimentos de aquí a 2030, para lo que se necesitan inversiones de entre 15.000 y 20.000 millones de dólares anuales.
Las causas del fenómeno que asusta incluso a los países más ricos del mundo están identificadas, aunque hay discrepancias sobre el nivel de injerencia que cada una de ellas tiene en el espiral de precios. Las alzas del petróleo y de la demanda mundial, junto con una reducción de la oferta debida a malas cosechas, con la ayuda de la especulación con productos agrícolas y el aumento de cultivos para biocombustibles, conforman un cóctel explosivo que impacta directamente en los mercados.
Ante este preocupante escenario, más de 50 jefes de Estado y Gobierno, 150 ministros de Agricultura y decenas de representantes organizaciones internacionales se reunieron en Roma, sede de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en la búsqueda de una solución del problema.
El Presidente italiano, Giorgio Napolitano, fue el encargado de inaugurar el cónclave. Terminada su presentación, fue el turno del líder de la ONU, que hizo un llamado para eliminar las barreras proteccionistas y tomar medidas a largo plazo, de forma que no se repitan crisis como la actual. De esta manera, instó a las naciones a "no dejarse tentar por políticas alimentarias que empobrecen a los vecinos" y a "actuar en el largo plazo para reforzar la seguridad alimentaria mundial". Además. solicitó "compromisos firmes para avanzar" y "apoyos financieros" para los países pobres, no meros préstamos.
Ban destacó que en el mundo existen 850 millones de personas hambrientas y que el Banco Mundial ha previsto que en los próximos años aumente en otros 100 millones si no se toman medidas para paliar la crisis alimentaria. "Nada es más degradante que el hambre, especialmente cuando es producido por el hombre", arremetió el funcionario, quien se dirigió a los presentes al afirmar que "todos ustedes conocen la severidad y la escala de la actual crisis mundial". Frente a ello, la cumbre es "una oportunidad para revisar las políticas", para el corto y el largo plazo.
En concreto, el titular del organismo propuso "aumentar la asistencia a través de la ayuda en comida, vales o dinero" y "ajustar el comercio y las políticas de fiscalización para minimizar las restricciones y las tarifas a la importación", así como las "limitaciones impuestas a la exportación" por algunos países, que pueden "distorsionar los mercados y subir los precios".
Duplicar la producción
Ban se refirió también a la falta de alimentos, otra de las causas del alza de precios. La población mundial aumenta y el desarrollo de países como India o China incrementa el número de personas con capacidad de consumir. Sin embargo, la producción agrícola global está en niveles bajos. Por ello, el líder de la ONU remarcó la necesidad de incrementar la producción de alimentos un 50% de aquí al año 2030, algo que, según calcula, costará entre 15.000 y 20.000 millones de dólares anuales a los países en desarrollo y donantes. "Tenemos una oportunidad histórica para revitalizar la agricultura", sentenció.
No obstante, no todos coincidieron en que la producción agrícola sea el problema. La Presidenta de Argentina, Cristina Férnandez de Kirchner, dijo que la causa de esta crisis es más bien de distribución, debido al oligopolio en el sector y al proteccionismo agrícola de los países ricos. Siguiendo esta tendencia, el Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo que "la actual crisis mundial de alimentos es, antes que nada, una crisis de distribución y de proteccionismo”. “Uno de los factores decisivos es el intolerable proteccionismo con el que los países ricos circundan su agricultura, atrofiando y desorganizando la producción en otros países, especialmente los más pobres”, agregó el brasileño.
El Director General de la FAO, el senegalés Jacques Diouf, dijo que los países ricos gastan miles de millones de dólares en subsidios agrícolas, en derroche de comida y en armas. "El exceso de consumo por parte del mundo obeso cuesta anualmente 20.000 millones de dólares, a los que hay que agregar costes indirectos por valor de 100.000 millones resultantes de muertes prematuras y enfermedades relacionadas", estimó el africano, quien considera que “el problema de la inseguridad alimentaria es puramente político”. “Nadie entiende cómo subsidios anuales de entre 11.000 y 12.000 millones de dólares y políticas tarifarias restricitvas tienen el efecto de trasladar 100 millones de toneladas de cereales para consumo humano hacia un tercio de los combustibles para vehículos”, amplió. “Nadie entiende cómo los países ricos han creado una distorsión del mercado mundial mediante el gasto de 272.000 millones de dólares en concepto de subvenciones agrícolas”, concluyó.
El Primer Ministro japonés, Yasuo Fukuda, pidió que todos los países pongan a disposición del mercado internacional "sus reservas de alimentos" y aseguró que Japón está dispuesto a desbloquear "más de 300.000 toneladas de arroz importado".
Tampoco faltaron las palabras del Papa Benedicto XVI, quien indicó en un mensaje dirigido a la cumbre que el hambre y la malnutrición "son inaceptables" en un mundo que dispone de niveles de producción, recursos y conocimientos suficientes para poner final "a tal drama y a sus consecuencias".
Defensa y ataque a los biocombustibles
"Muchos de los que responsabilizan al etanol de los altos precios de los alimentos son los mismos que hace décadas mantienen políticas proteccionistas, en perjuicio de los agricultores de los países más pobres y de los consumidores de todo el mundo", dijo Lula.
En efecto, el etanol y el resto de los biocombustibles es una de las causas que algunos consideran clave en el alza de los precios en los alimentos. Entre ellos estuvo el Vicepresidente de Cuba, José Ramón Machado Ventura, que explicó que el "funesto consumismo" ha llevado a "la siniestra estrategia de convertir granos y cereales en combustibles".
El mandatario de Egipto, Hosni Mubarak, pidió por ese motivo la creación de un "código de conducta internacional", que "reconsidere la actual expansión de la producción de los biocombustibles" y "establezca las normas para el uso responsable de las cosechas, como alimento para los seres humanos, no como combustible para los motores".
Lula no estuvo de acuerdo con quienes ven en los biocombustibles una causa de la inflación en los precios de los alimentos y afirmó que "los biocombustibles no son el villano", algo en lo que coincidieron el Presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y el Primer Ministro español, José Luis Rodríguez Zapatero. El mandatario galo dijo que la prioridad en los biocarburantes debe ser el desarrollo de los de "segunda generación", que en la misma hectárea puede producir cinco veces más. El español, por su parte, señaló que su efecto en el alza de los precios es "limitado" y apostó por "un debate abierto y permanente".
Con respecto a las soluciones a la crisis, Francia y España comprometieron importantes cantidades de dinero en ayuda al desarrollo agrícola. Sarkozy dijo que en los próximos cinco años dedicará 1.000 millones de euros al África subsahariana, mientras Zapatero comprometió 500 en cuatro años para luchar contra la crisis alimentaria mundial. "No queremos que se quede en una Cumbre de meras palabras", señaló Zapatero.
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Cumbre FAO: comenzó el debate sobre la crisis alimentaria
El líder de la ONU, el de la FAO y el Presidente brasileño tomaron la posta durante el primer día del cónclave en Roma. En particular, fueron abordados los siguientes temas: producción de alimentos, biocombustibles, subsidios agrícolas, políticas comerciales y proteccionismo.
El Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, llamó hoy a los países a "no dejarse tentar por políticas alimentarias que empobrecen a sus vecinos". De esta manera, resumió uno de los objetivos fundamentales de la cumbre de la FAO, que comenzó hoy en Roma y culminará el jueves: eliminar las barreras proteccionistas a la exportación de productos básicos, cuyos precios han registrado una dramática escalada, la mayor de los últimos 30 años, sembrando un panorama de crisis alimentaria que amenaza con poner al borde del hambre a millones de personas.
Para contener el avance inflacionario, el titular de la ONU propuso aumentar un 50% la producción de alimentos de aquí a 2030, para lo que se necesitan inversiones de entre 15.000 y 20.000 millones de dólares anuales.
Las causas del fenómeno que asusta incluso a los países más ricos del mundo están identificadas, aunque hay discrepancias sobre el nivel de injerencia que cada una de ellas tiene en el espiral de precios. Las alzas del petróleo y de la demanda mundial, junto con una reducción de la oferta debida a malas cosechas, con la ayuda de la especulación con productos agrícolas y el aumento de cultivos para biocombustibles, conforman un cóctel explosivo que impacta directamente en los mercados.
Ante este preocupante escenario, más de 50 jefes de Estado y Gobierno, 150 ministros de Agricultura y decenas de representantes organizaciones internacionales se reunieron en Roma, sede de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en la búsqueda de una solución del problema.
El Presidente italiano, Giorgio Napolitano, fue el encargado de inaugurar el cónclave. Terminada su presentación, fue el turno del líder de la ONU, que hizo un llamado para eliminar las barreras proteccionistas y tomar medidas a largo plazo, de forma que no se repitan crisis como la actual. De esta manera, instó a las naciones a "no dejarse tentar por políticas alimentarias que empobrecen a los vecinos" y a "actuar en el largo plazo para reforzar la seguridad alimentaria mundial". Además. solicitó "compromisos firmes para avanzar" y "apoyos financieros" para los países pobres, no meros préstamos.
Ban destacó que en el mundo existen 850 millones de personas hambrientas y que el Banco Mundial ha previsto que en los próximos años aumente en otros 100 millones si no se toman medidas para paliar la crisis alimentaria. "Nada es más degradante que el hambre, especialmente cuando es producido por el hombre", arremetió el funcionario, quien se dirigió a los presentes al afirmar que "todos ustedes conocen la severidad y la escala de la actual crisis mundial". Frente a ello, la cumbre es "una oportunidad para revisar las políticas", para el corto y el largo plazo.
En concreto, el titular del organismo propuso "aumentar la asistencia a través de la ayuda en comida, vales o dinero" y "ajustar el comercio y las políticas de fiscalización para minimizar las restricciones y las tarifas a la importación", así como las "limitaciones impuestas a la exportación" por algunos países, que pueden "distorsionar los mercados y subir los precios".
Duplicar la producción
Ban se refirió también a la falta de alimentos, otra de las causas del alza de precios. La población mundial aumenta y el desarrollo de países como India o China incrementa el número de personas con capacidad de consumir. Sin embargo, la producción agrícola global está en niveles bajos. Por ello, el líder de la ONU remarcó la necesidad de incrementar la producción de alimentos un 50% de aquí al año 2030, algo que, según calcula, costará entre 15.000 y 20.000 millones de dólares anuales a los países en desarrollo y donantes. "Tenemos una oportunidad histórica para revitalizar la agricultura", sentenció.
No obstante, no todos coincidieron en que la producción agrícola sea el problema. La Presidenta de Argentina, Cristina Férnandez de Kirchner, dijo que la causa de esta crisis es más bien de distribución, debido al oligopolio en el sector y al proteccionismo agrícola de los países ricos. Siguiendo esta tendencia, el Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo que "la actual crisis mundial de alimentos es, antes que nada, una crisis de distribución y de proteccionismo”. “Uno de los factores decisivos es el intolerable proteccionismo con el que los países ricos circundan su agricultura, atrofiando y desorganizando la producción en otros países, especialmente los más pobres”, agregó el brasileño.
El Director General de la FAO, el senegalés Jacques Diouf, dijo que los países ricos gastan miles de millones de dólares en subsidios agrícolas, en derroche de comida y en armas. "El exceso de consumo por parte del mundo obeso cuesta anualmente 20.000 millones de dólares, a los que hay que agregar costes indirectos por valor de 100.000 millones resultantes de muertes prematuras y enfermedades relacionadas", estimó el africano, quien considera que “el problema de la inseguridad alimentaria es puramente político”. “Nadie entiende cómo subsidios anuales de entre 11.000 y 12.000 millones de dólares y políticas tarifarias restricitvas tienen el efecto de trasladar 100 millones de toneladas de cereales para consumo humano hacia un tercio de los combustibles para vehículos”, amplió. “Nadie entiende cómo los países ricos han creado una distorsión del mercado mundial mediante el gasto de 272.000 millones de dólares en concepto de subvenciones agrícolas”, concluyó.
El Primer Ministro japonés, Yasuo Fukuda, pidió que todos los países pongan a disposición del mercado internacional "sus reservas de alimentos" y aseguró que Japón está dispuesto a desbloquear "más de 300.000 toneladas de arroz importado".
Tampoco faltaron las palabras del Papa Benedicto XVI, quien indicó en un mensaje dirigido a la cumbre que el hambre y la malnutrición "son inaceptables" en un mundo que dispone de niveles de producción, recursos y conocimientos suficientes para poner final "a tal drama y a sus consecuencias".
Defensa y ataque a los biocombustibles
"Muchos de los que responsabilizan al etanol de los altos precios de los alimentos son los mismos que hace décadas mantienen políticas proteccionistas, en perjuicio de los agricultores de los países más pobres y de los consumidores de todo el mundo", dijo Lula.
En efecto, el etanol y el resto de los biocombustibles es una de las causas que algunos consideran clave en el alza de los precios en los alimentos. Entre ellos estuvo el Vicepresidente de Cuba, José Ramón Machado Ventura, que explicó que el "funesto consumismo" ha llevado a "la siniestra estrategia de convertir granos y cereales en combustibles".
El mandatario de Egipto, Hosni Mubarak, pidió por ese motivo la creación de un "código de conducta internacional", que "reconsidere la actual expansión de la producción de los biocombustibles" y "establezca las normas para el uso responsable de las cosechas, como alimento para los seres humanos, no como combustible para los motores".
Lula no estuvo de acuerdo con quienes ven en los biocombustibles una causa de la inflación en los precios de los alimentos y afirmó que "los biocombustibles no son el villano", algo en lo que coincidieron el Presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y el Primer Ministro español, José Luis Rodríguez Zapatero. El mandatario galo dijo que la prioridad en los biocarburantes debe ser el desarrollo de los de "segunda generación", que en la misma hectárea puede producir cinco veces más. El español, por su parte, señaló que su efecto en el alza de los precios es "limitado" y apostó por "un debate abierto y permanente".
Con respecto a las soluciones a la crisis, Francia y España comprometieron importantes cantidades de dinero en ayuda al desarrollo agrícola. Sarkozy dijo que en los próximos cinco años dedicará 1.000 millones de euros al África subsahariana, mientras Zapatero comprometió 500 en cuatro años para luchar contra la crisis alimentaria mundial. "No queremos que se quede en una Cumbre de meras palabras", señaló Zapatero.
El Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, llamó hoy a los países a "no dejarse tentar por políticas alimentarias que empobrecen a sus vecinos". De esta manera, resumió uno de los objetivos fundamentales de la cumbre de la FAO, que comenzó hoy en Roma y culminará el jueves: eliminar las barreras proteccionistas a la exportación de productos básicos, cuyos precios han registrado una dramática escalada, la mayor de los últimos 30 años, sembrando un panorama de crisis alimentaria que amenaza con poner al borde del hambre a millones de personas.
Para contener el avance inflacionario, el titular de la ONU propuso aumentar un 50% la producción de alimentos de aquí a 2030, para lo que se necesitan inversiones de entre 15.000 y 20.000 millones de dólares anuales.
Las causas del fenómeno que asusta incluso a los países más ricos del mundo están identificadas, aunque hay discrepancias sobre el nivel de injerencia que cada una de ellas tiene en el espiral de precios. Las alzas del petróleo y de la demanda mundial, junto con una reducción de la oferta debida a malas cosechas, con la ayuda de la especulación con productos agrícolas y el aumento de cultivos para biocombustibles, conforman un cóctel explosivo que impacta directamente en los mercados.
Ante este preocupante escenario, más de 50 jefes de Estado y Gobierno, 150 ministros de Agricultura y decenas de representantes organizaciones internacionales se reunieron en Roma, sede de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en la búsqueda de una solución del problema.
El Presidente italiano, Giorgio Napolitano, fue el encargado de inaugurar el cónclave. Terminada su presentación, fue el turno del líder de la ONU, que hizo un llamado para eliminar las barreras proteccionistas y tomar medidas a largo plazo, de forma que no se repitan crisis como la actual. De esta manera, instó a las naciones a "no dejarse tentar por políticas alimentarias que empobrecen a los vecinos" y a "actuar en el largo plazo para reforzar la seguridad alimentaria mundial". Además. solicitó "compromisos firmes para avanzar" y "apoyos financieros" para los países pobres, no meros préstamos.
Ban destacó que en el mundo existen 850 millones de personas hambrientas y que el Banco Mundial ha previsto que en los próximos años aumente en otros 100 millones si no se toman medidas para paliar la crisis alimentaria. "Nada es más degradante que el hambre, especialmente cuando es producido por el hombre", arremetió el funcionario, quien se dirigió a los presentes al afirmar que "todos ustedes conocen la severidad y la escala de la actual crisis mundial". Frente a ello, la cumbre es "una oportunidad para revisar las políticas", para el corto y el largo plazo.
En concreto, el titular del organismo propuso "aumentar la asistencia a través de la ayuda en comida, vales o dinero" y "ajustar el comercio y las políticas de fiscalización para minimizar las restricciones y las tarifas a la importación", así como las "limitaciones impuestas a la exportación" por algunos países, que pueden "distorsionar los mercados y subir los precios".
Duplicar la producción
Ban se refirió también a la falta de alimentos, otra de las causas del alza de precios. La población mundial aumenta y el desarrollo de países como India o China incrementa el número de personas con capacidad de consumir. Sin embargo, la producción agrícola global está en niveles bajos. Por ello, el líder de la ONU remarcó la necesidad de incrementar la producción de alimentos un 50% de aquí al año 2030, algo que, según calcula, costará entre 15.000 y 20.000 millones de dólares anuales a los países en desarrollo y donantes. "Tenemos una oportunidad histórica para revitalizar la agricultura", sentenció.
No obstante, no todos coincidieron en que la producción agrícola sea el problema. La Presidenta de Argentina, Cristina Férnandez de Kirchner, dijo que la causa de esta crisis es más bien de distribución, debido al oligopolio en el sector y al proteccionismo agrícola de los países ricos. Siguiendo esta tendencia, el Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo que "la actual crisis mundial de alimentos es, antes que nada, una crisis de distribución y de proteccionismo”. “Uno de los factores decisivos es el intolerable proteccionismo con el que los países ricos circundan su agricultura, atrofiando y desorganizando la producción en otros países, especialmente los más pobres”, agregó el brasileño.
El Director General de la FAO, el senegalés Jacques Diouf, dijo que los países ricos gastan miles de millones de dólares en subsidios agrícolas, en derroche de comida y en armas. "El exceso de consumo por parte del mundo obeso cuesta anualmente 20.000 millones de dólares, a los que hay que agregar costes indirectos por valor de 100.000 millones resultantes de muertes prematuras y enfermedades relacionadas", estimó el africano, quien considera que “el problema de la inseguridad alimentaria es puramente político”. “Nadie entiende cómo subsidios anuales de entre 11.000 y 12.000 millones de dólares y políticas tarifarias restricitvas tienen el efecto de trasladar 100 millones de toneladas de cereales para consumo humano hacia un tercio de los combustibles para vehículos”, amplió. “Nadie entiende cómo los países ricos han creado una distorsión del mercado mundial mediante el gasto de 272.000 millones de dólares en concepto de subvenciones agrícolas”, concluyó.
El Primer Ministro japonés, Yasuo Fukuda, pidió que todos los países pongan a disposición del mercado internacional "sus reservas de alimentos" y aseguró que Japón está dispuesto a desbloquear "más de 300.000 toneladas de arroz importado".
Tampoco faltaron las palabras del Papa Benedicto XVI, quien indicó en un mensaje dirigido a la cumbre que el hambre y la malnutrición "son inaceptables" en un mundo que dispone de niveles de producción, recursos y conocimientos suficientes para poner final "a tal drama y a sus consecuencias".
Defensa y ataque a los biocombustibles
"Muchos de los que responsabilizan al etanol de los altos precios de los alimentos son los mismos que hace décadas mantienen políticas proteccionistas, en perjuicio de los agricultores de los países más pobres y de los consumidores de todo el mundo", dijo Lula.
En efecto, el etanol y el resto de los biocombustibles es una de las causas que algunos consideran clave en el alza de los precios en los alimentos. Entre ellos estuvo el Vicepresidente de Cuba, José Ramón Machado Ventura, que explicó que el "funesto consumismo" ha llevado a "la siniestra estrategia de convertir granos y cereales en combustibles".
El mandatario de Egipto, Hosni Mubarak, pidió por ese motivo la creación de un "código de conducta internacional", que "reconsidere la actual expansión de la producción de los biocombustibles" y "establezca las normas para el uso responsable de las cosechas, como alimento para los seres humanos, no como combustible para los motores".
Lula no estuvo de acuerdo con quienes ven en los biocombustibles una causa de la inflación en los precios de los alimentos y afirmó que "los biocombustibles no son el villano", algo en lo que coincidieron el Presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y el Primer Ministro español, José Luis Rodríguez Zapatero. El mandatario galo dijo que la prioridad en los biocarburantes debe ser el desarrollo de los de "segunda generación", que en la misma hectárea puede producir cinco veces más. El español, por su parte, señaló que su efecto en el alza de los precios es "limitado" y apostó por "un debate abierto y permanente".
Con respecto a las soluciones a la crisis, Francia y España comprometieron importantes cantidades de dinero en ayuda al desarrollo agrícola. Sarkozy dijo que en los próximos cinco años dedicará 1.000 millones de euros al África subsahariana, mientras Zapatero comprometió 500 en cuatro años para luchar contra la crisis alimentaria mundial. "No queremos que se quede en una Cumbre de meras palabras", señaló Zapatero.
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viernes, abril 18, 2008
Strauss-Kahn: “Lo peor está por venir en la crisis de los alimentos”
Para el titular del FMI, la situación es "extremadamente grave". Llamó a reconsiderar la conveniencia de los biocombustibles y dijo que este tipo de problemas han desembocado en guerras.
El Director General del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, teme que “lo peor” esté por venir en los disturbios causados por la crisis alimentaria en países pobres y pide que se replantee la producción de biocombustibles en base a productos agrícolas que sirven para la alimentación.
“En las revueltas del hambre, lo peor, por desgracia, está quizás por delante de nosotros”, dijo Strauss-Kahn, y añadió que “cientos de miles de personas van a ser afectadas”.
El responsable del FMI explicó que más allá del hambre y los riesgos de hambruna, se encuentra “la malnutrición” y recalcó que los niños mal alimentados llevan las secuelas durante “toda su vida”. “Es extremadamente grave. El planeta debe afrontar eso”, se lamentó Strauss-Kahn, quien reiteró su reciente afirmación de que la crisis actual puede conducir a guerras.
“No se trata de asustar, sino de ver la realidad”, explicó, y agregó que cuando hay situaciones “tan dramáticas”, la población critica a sus gobiernos, aunque hayan hecho lo que han podido, y pueden llegar a tumbar ejecutivos democráticamente elegidos. “La historia está llena de guerras que han comenzado a causa de problemas de este tipo”, subrayó.
Por otra parte, el titular del FMI consideró que los biocombustibles producidos con productos agrícolas alimentarios plantean “un verdadero problema moral”.
Mandelson: las retenciones podrían agravar el déficit alimentario
Los países en desarrollo se arriesgan a causar una "espiral de proteccionismo" y a agravar la escasez alimentaria cuando tratan de combatir los precios de los alimentos por medio del bloqueo de sus exportaciones, afirmó Peter Mandelson, Comisario europeo de Comercio.
Varios países en desarrollo han aplicado medidas como gravámenes a las exportaciones para mantener la mayoría de su producción agrícola en los mercados nacionales y enfriar la fuerte inflación de los precios de los alimentos.
"Persiguiendo una ilusión de seguridad alimentaria, estas políticas estrangulan la producción nacional, obstruyen los suministros a otros y el riesgo conlleva a una espiral de proteccionismo y disminuye la producción", sentenció Mandelson.
Kazajstán suspendió esta semana las exportaciones de trigo hasta septiembre y Rusia y Ucrania han limitado las exportaciones de trigo y cebada. Por su parte, Argentina ha extendido el cierre de sus exportaciones de trigo.
"Como regla general, los impuestos a las exportaciones, cuotas o prohibiciones no tienen sentido económico o de desarrollo. En el caso de las materias primas agrícolas básicas, tienen incluso menos sentido", arremetió el funcionario europeo.
Mandelson también cuestionó la lógica a largo plazo de países ricos que subsidian sus producciones y exportaciones agrícolas. Francia, el mayor beneficiario de los 70.000 millones de dólares anuales pagados por la UE en concepto de subsidios agrícolas, y otros países europeos acusan a Mandelson de hacer demasiadas concesiones agrícolas para garantizar un acuerdo de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El Director General del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, teme que “lo peor” esté por venir en los disturbios causados por la crisis alimentaria en países pobres y pide que se replantee la producción de biocombustibles en base a productos agrícolas que sirven para la alimentación.
“En las revueltas del hambre, lo peor, por desgracia, está quizás por delante de nosotros”, dijo Strauss-Kahn, y añadió que “cientos de miles de personas van a ser afectadas”.
El responsable del FMI explicó que más allá del hambre y los riesgos de hambruna, se encuentra “la malnutrición” y recalcó que los niños mal alimentados llevan las secuelas durante “toda su vida”. “Es extremadamente grave. El planeta debe afrontar eso”, se lamentó Strauss-Kahn, quien reiteró su reciente afirmación de que la crisis actual puede conducir a guerras.
“No se trata de asustar, sino de ver la realidad”, explicó, y agregó que cuando hay situaciones “tan dramáticas”, la población critica a sus gobiernos, aunque hayan hecho lo que han podido, y pueden llegar a tumbar ejecutivos democráticamente elegidos. “La historia está llena de guerras que han comenzado a causa de problemas de este tipo”, subrayó.
Por otra parte, el titular del FMI consideró que los biocombustibles producidos con productos agrícolas alimentarios plantean “un verdadero problema moral”.
Mandelson: las retenciones podrían agravar el déficit alimentario
Los países en desarrollo se arriesgan a causar una "espiral de proteccionismo" y a agravar la escasez alimentaria cuando tratan de combatir los precios de los alimentos por medio del bloqueo de sus exportaciones, afirmó Peter Mandelson, Comisario europeo de Comercio.
Varios países en desarrollo han aplicado medidas como gravámenes a las exportaciones para mantener la mayoría de su producción agrícola en los mercados nacionales y enfriar la fuerte inflación de los precios de los alimentos.
"Persiguiendo una ilusión de seguridad alimentaria, estas políticas estrangulan la producción nacional, obstruyen los suministros a otros y el riesgo conlleva a una espiral de proteccionismo y disminuye la producción", sentenció Mandelson.
Kazajstán suspendió esta semana las exportaciones de trigo hasta septiembre y Rusia y Ucrania han limitado las exportaciones de trigo y cebada. Por su parte, Argentina ha extendido el cierre de sus exportaciones de trigo.
"Como regla general, los impuestos a las exportaciones, cuotas o prohibiciones no tienen sentido económico o de desarrollo. En el caso de las materias primas agrícolas básicas, tienen incluso menos sentido", arremetió el funcionario europeo.
Mandelson también cuestionó la lógica a largo plazo de países ricos que subsidian sus producciones y exportaciones agrícolas. Francia, el mayor beneficiario de los 70.000 millones de dólares anuales pagados por la UE en concepto de subsidios agrícolas, y otros países europeos acusan a Mandelson de hacer demasiadas concesiones agrícolas para garantizar un acuerdo de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
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Strauss-Kahn: “Lo peor está por venir en la crisis de los alimentos”
Para el titular del FMI, la situación es "extremadamente grave". Llamó a reconsiderar la conveniencia de los biocombustibles y dijo que este tipo de problemas han desembocado en guerras.
El Director General del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, teme que “lo peor” esté por venir en los disturbios causados por la crisis alimentaria en países pobres y pide que se replantee la producción de biocombustibles en base a productos agrícolas que sirven para la alimentación.
“En las revueltas del hambre, lo peor, por desgracia, está quizás por delante de nosotros”, dijo Strauss-Kahn, y añadió que “cientos de miles de personas van a ser afectadas”.
El responsable del FMI explicó que más allá del hambre y los riesgos de hambruna, se encuentra “la malnutrición” y recalcó que los niños mal alimentados llevan las secuelas durante “toda su vida”. “Es extremadamente grave. El planeta debe afrontar eso”, se lamentó Strauss-Kahn, quien reiteró su reciente afirmación de que la crisis actual puede conducir a guerras.
“No se trata de asustar, sino de ver la realidad”, explicó, y agregó que cuando hay situaciones “tan dramáticas”, la población critica a sus gobiernos, aunque hayan hecho lo que han podido, y pueden llegar a tumbar ejecutivos democráticamente elegidos. “La historia está llena de guerras que han comenzado a causa de problemas de este tipo”, subrayó.
Por otra parte, el titular del FMI consideró que los biocombustibles producidos con productos agrícolas alimentarios plantean “un verdadero problema moral”.
Mandelson: las retenciones podrían agravar el déficit alimentario
Los países en desarrollo se arriesgan a causar una "espiral de proteccionismo" y a agravar la escasez alimentaria cuando tratan de combatir los precios de los alimentos por medio del bloqueo de sus exportaciones, afirmó Peter Mandelson, Comisario europeo de Comercio.
Varios países en desarrollo han aplicado medidas como gravámenes a las exportaciones para mantener la mayoría de su producción agrícola en los mercados nacionales y enfriar la fuerte inflación de los precios de los alimentos.
"Persiguiendo una ilusión de seguridad alimentaria, estas políticas estrangulan la producción nacional, obstruyen los suministros a otros y el riesgo conlleva a una espiral de proteccionismo y disminuye la producción", sentenció Mandelson.
Kazajstán suspendió esta semana las exportaciones de trigo hasta septiembre y Rusia y Ucrania han limitado las exportaciones de trigo y cebada. Por su parte, Argentina ha extendido el cierre de sus exportaciones de trigo.
"Como regla general, los impuestos a las exportaciones, cuotas o prohibiciones no tienen sentido económico o de desarrollo. En el caso de las materias primas agrícolas básicas, tienen incluso menos sentido", arremetió el funcionario europeo.
Mandelson también cuestionó la lógica a largo plazo de países ricos que subsidian sus producciones y exportaciones agrícolas. Francia, el mayor beneficiario de los 70.000 millones de dólares anuales pagados por la UE en concepto de subsidios agrícolas, y otros países europeos acusan a Mandelson de hacer demasiadas concesiones agrícolas para garantizar un acuerdo de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El Director General del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, teme que “lo peor” esté por venir en los disturbios causados por la crisis alimentaria en países pobres y pide que se replantee la producción de biocombustibles en base a productos agrícolas que sirven para la alimentación.
“En las revueltas del hambre, lo peor, por desgracia, está quizás por delante de nosotros”, dijo Strauss-Kahn, y añadió que “cientos de miles de personas van a ser afectadas”.
El responsable del FMI explicó que más allá del hambre y los riesgos de hambruna, se encuentra “la malnutrición” y recalcó que los niños mal alimentados llevan las secuelas durante “toda su vida”. “Es extremadamente grave. El planeta debe afrontar eso”, se lamentó Strauss-Kahn, quien reiteró su reciente afirmación de que la crisis actual puede conducir a guerras.
“No se trata de asustar, sino de ver la realidad”, explicó, y agregó que cuando hay situaciones “tan dramáticas”, la población critica a sus gobiernos, aunque hayan hecho lo que han podido, y pueden llegar a tumbar ejecutivos democráticamente elegidos. “La historia está llena de guerras que han comenzado a causa de problemas de este tipo”, subrayó.
Por otra parte, el titular del FMI consideró que los biocombustibles producidos con productos agrícolas alimentarios plantean “un verdadero problema moral”.
Mandelson: las retenciones podrían agravar el déficit alimentario
Los países en desarrollo se arriesgan a causar una "espiral de proteccionismo" y a agravar la escasez alimentaria cuando tratan de combatir los precios de los alimentos por medio del bloqueo de sus exportaciones, afirmó Peter Mandelson, Comisario europeo de Comercio.
Varios países en desarrollo han aplicado medidas como gravámenes a las exportaciones para mantener la mayoría de su producción agrícola en los mercados nacionales y enfriar la fuerte inflación de los precios de los alimentos.
"Persiguiendo una ilusión de seguridad alimentaria, estas políticas estrangulan la producción nacional, obstruyen los suministros a otros y el riesgo conlleva a una espiral de proteccionismo y disminuye la producción", sentenció Mandelson.
Kazajstán suspendió esta semana las exportaciones de trigo hasta septiembre y Rusia y Ucrania han limitado las exportaciones de trigo y cebada. Por su parte, Argentina ha extendido el cierre de sus exportaciones de trigo.
"Como regla general, los impuestos a las exportaciones, cuotas o prohibiciones no tienen sentido económico o de desarrollo. En el caso de las materias primas agrícolas básicas, tienen incluso menos sentido", arremetió el funcionario europeo.
Mandelson también cuestionó la lógica a largo plazo de países ricos que subsidian sus producciones y exportaciones agrícolas. Francia, el mayor beneficiario de los 70.000 millones de dólares anuales pagados por la UE en concepto de subsidios agrícolas, y otros países europeos acusan a Mandelson de hacer demasiadas concesiones agrícolas para garantizar un acuerdo de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
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Aumenta la cantidad de pobres con la suba de las commodities
Según un informe de Cepal, el fuerte avance de los precios de los alimentos "está castigando con especial dureza a los más pobres de América latina"; un alza del 15% en la inflación eleva tres puntos la indigencia
El fuerte avance en los precios internacionales de los alimentos está castigando con especial dureza a los más pobres de América latina y el Caribe, que podrían aumentar en número si los Gobiernos no toman medidas, advirtió hoy la Cepal.
El secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), José Luis Machinea, dijo que el aumento en los precios de alimentos se aceleró en los últimos 12 meses y es especialmente preocupante en el caso del maíz, el trigo, el arroz y las oleaginosas, que son la base de la dieta de millones de latinoamericanos.
Partiendo de las proyecciones de indigencia realizadas para el 2007, la Cepal calcula que un incremento del 15 por ciento en el precio de los alimentos eleva la incidencia de la indigencia en casi tres puntos, de 12,7 por ciento a 15,9 por ciento, dijo Machinea.
Lo anterior implica que esa alteración de los precios provocaría que 15,7 millones más de latinoamericanos caigan en la indigencia.
"Esto representa una situación dramática para un vasto contingente de personas", dijo Machinea.
Según una nota publicada en abril último por LA NACION, el aumento en los precios de los alimentos impactó con más fuerza en el costo de vida de los hogares más pobres, un fenómeno que puede arrastrar a más familias a la pobreza o a la indigencia y que empeorará aún más en los próximos meses si, tal como sugieren las últimas encuestas sobre las expectativas de la población, la inflación sube otro par de escalones este año.
La inflación para los de menores recursos llegará a 25% este año, contra un 15% para la población más rica, según cálculos privados.
Políticas públicas. Cepal recomendó que las políticas públicas debieran incluir acciones que disminuyan las alzas de los precios de los alimentos en los mercados internos y/o mejoren los ingresos de la población, especialmente de los sectores de bajos recursos.
Entre ellas, la institución destacó las reducciones de aranceles e impuestos al consumo, asi como subsidios focalizados a ciertos sectores.
El fuerte avance en los precios internacionales de los alimentos está castigando con especial dureza a los más pobres de América latina y el Caribe, que podrían aumentar en número si los Gobiernos no toman medidas, advirtió hoy la Cepal.
El secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), José Luis Machinea, dijo que el aumento en los precios de alimentos se aceleró en los últimos 12 meses y es especialmente preocupante en el caso del maíz, el trigo, el arroz y las oleaginosas, que son la base de la dieta de millones de latinoamericanos.
Partiendo de las proyecciones de indigencia realizadas para el 2007, la Cepal calcula que un incremento del 15 por ciento en el precio de los alimentos eleva la incidencia de la indigencia en casi tres puntos, de 12,7 por ciento a 15,9 por ciento, dijo Machinea.
Lo anterior implica que esa alteración de los precios provocaría que 15,7 millones más de latinoamericanos caigan en la indigencia.
"Esto representa una situación dramática para un vasto contingente de personas", dijo Machinea.
Según una nota publicada en abril último por LA NACION, el aumento en los precios de los alimentos impactó con más fuerza en el costo de vida de los hogares más pobres, un fenómeno que puede arrastrar a más familias a la pobreza o a la indigencia y que empeorará aún más en los próximos meses si, tal como sugieren las últimas encuestas sobre las expectativas de la población, la inflación sube otro par de escalones este año.
La inflación para los de menores recursos llegará a 25% este año, contra un 15% para la población más rica, según cálculos privados.
Políticas públicas. Cepal recomendó que las políticas públicas debieran incluir acciones que disminuyan las alzas de los precios de los alimentos en los mercados internos y/o mejoren los ingresos de la población, especialmente de los sectores de bajos recursos.
Entre ellas, la institución destacó las reducciones de aranceles e impuestos al consumo, asi como subsidios focalizados a ciertos sectores.
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Aumenta la cantidad de pobres con la suba de las commodities
Según un informe de Cepal, el fuerte avance de los precios de los alimentos "está castigando con especial dureza a los más pobres de América latina"; un alza del 15% en la inflación eleva tres puntos la indigencia
El fuerte avance en los precios internacionales de los alimentos está castigando con especial dureza a los más pobres de América latina y el Caribe, que podrían aumentar en número si los Gobiernos no toman medidas, advirtió hoy la Cepal.
El secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), José Luis Machinea, dijo que el aumento en los precios de alimentos se aceleró en los últimos 12 meses y es especialmente preocupante en el caso del maíz, el trigo, el arroz y las oleaginosas, que son la base de la dieta de millones de latinoamericanos.
Partiendo de las proyecciones de indigencia realizadas para el 2007, la Cepal calcula que un incremento del 15 por ciento en el precio de los alimentos eleva la incidencia de la indigencia en casi tres puntos, de 12,7 por ciento a 15,9 por ciento, dijo Machinea.
Lo anterior implica que esa alteración de los precios provocaría que 15,7 millones más de latinoamericanos caigan en la indigencia.
"Esto representa una situación dramática para un vasto contingente de personas", dijo Machinea.
Según una nota publicada en abril último por LA NACION, el aumento en los precios de los alimentos impactó con más fuerza en el costo de vida de los hogares más pobres, un fenómeno que puede arrastrar a más familias a la pobreza o a la indigencia y que empeorará aún más en los próximos meses si, tal como sugieren las últimas encuestas sobre las expectativas de la población, la inflación sube otro par de escalones este año.
La inflación para los de menores recursos llegará a 25% este año, contra un 15% para la población más rica, según cálculos privados.
Políticas públicas. Cepal recomendó que las políticas públicas debieran incluir acciones que disminuyan las alzas de los precios de los alimentos en los mercados internos y/o mejoren los ingresos de la población, especialmente de los sectores de bajos recursos.
Entre ellas, la institución destacó las reducciones de aranceles e impuestos al consumo, asi como subsidios focalizados a ciertos sectores.
El fuerte avance en los precios internacionales de los alimentos está castigando con especial dureza a los más pobres de América latina y el Caribe, que podrían aumentar en número si los Gobiernos no toman medidas, advirtió hoy la Cepal.
El secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), José Luis Machinea, dijo que el aumento en los precios de alimentos se aceleró en los últimos 12 meses y es especialmente preocupante en el caso del maíz, el trigo, el arroz y las oleaginosas, que son la base de la dieta de millones de latinoamericanos.
Partiendo de las proyecciones de indigencia realizadas para el 2007, la Cepal calcula que un incremento del 15 por ciento en el precio de los alimentos eleva la incidencia de la indigencia en casi tres puntos, de 12,7 por ciento a 15,9 por ciento, dijo Machinea.
Lo anterior implica que esa alteración de los precios provocaría que 15,7 millones más de latinoamericanos caigan en la indigencia.
"Esto representa una situación dramática para un vasto contingente de personas", dijo Machinea.
Según una nota publicada en abril último por LA NACION, el aumento en los precios de los alimentos impactó con más fuerza en el costo de vida de los hogares más pobres, un fenómeno que puede arrastrar a más familias a la pobreza o a la indigencia y que empeorará aún más en los próximos meses si, tal como sugieren las últimas encuestas sobre las expectativas de la población, la inflación sube otro par de escalones este año.
La inflación para los de menores recursos llegará a 25% este año, contra un 15% para la población más rica, según cálculos privados.
Políticas públicas. Cepal recomendó que las políticas públicas debieran incluir acciones que disminuyan las alzas de los precios de los alimentos en los mercados internos y/o mejoren los ingresos de la población, especialmente de los sectores de bajos recursos.
Entre ellas, la institución destacó las reducciones de aranceles e impuestos al consumo, asi como subsidios focalizados a ciertos sectores.
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lunes, abril 07, 2008
La suba de la commodities golpea en las zonas pobres en todo el mundo
La suba de los precios de los alimentos en el mundo no parece, desgraciadamente, un fenómeno coyuntural, sino estructural, que puede tener graves consecuencias y generar más conflictos sociales. Se vio en México hace unos meses con el maíz; o posteriormente en Argentina.
Ya ha provocado disturbios en varias partes de África. En Etiopía, ya aquejada por hambrunas hace 25 años, el Gobierno ha tenido que instalar centros de distribución de cereales. Ahora llega la subida del arroz de un 42% en un trimestre, y en algunos casos de un 50% en dos semanas. A diferencia de hace décadas, estas subidas afectan directamente a los llamados nuevos pobres urbanos, en las barriadas del Tercer Mundo que, con el éxodo del campo a las ciudades, ya no disponen de ningún terruño en el que cultivar (lo que no quita para que la mayoría, dos terceras partes, de los 1.000 millones de más pobres de la Tierra sigan estando en zonas rurales). La situación se agrava con la cantidad de jóvenes africanos urbanos y en paro. El crecimiento, no equivale a la equidad. En África no se ha traducido en una mayor distribución de esta riqueza que hubiera puesto en manos de más gente más dinero para pagar estos alimentos.
El encarecimiento del petróleo y el aumento de la población, algunas malas cosechas en Asia y en África, el cambio climático, las sequías en África y las inundaciones en Asia, o la dedicación de algunas cosechas de cereales a los biocombustible, entre otros factores, han contribuido a esta tragedia que alimenta una inflación que afecta más a los más pobres, ya sean países o capas de población, y que en buena parte ha anulado el impacto de la ayuda exterior en África.
El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, por su parte, ha propuesto "un nuevo pacto [new deal] para la política alimentaria global" y un fondo de emergencia de los donantes, una inyección urgente de dinero de los países ricos a las poblaciones más afectadas de los pobres para que puedan comprar alimentos, sin esperar al lento goteo de la ayuda oficial.
Para el ex primer ministro portugués y actual presidente de la agencia de refugiados de la ONU (ACNUR), António Guterres, la mayoría de los países más afectados no tiene la capacidad de financiar un subsidio de estos alimentos. Donald Kaberuka, presidente del Banco de Desarrollo Africano, considera que si hay una crisis financiera internacional, "para muchos lo que hay es una crisis en el mercado alimentario", agravada por las migraciones internas en esos países. En el año 2007, por primera vez en la historia, vivían más personas en las urbes que en zonas rurales. En África subsahariana esta proporción se sitúa entre un 35% y un 50% y sigue creciendo rápidamente. En las actuales condiciones, es una garantía para el desastre y los disturbios sociales y geográficos.
Para garantizar el suministro interno, Vietnam, India, China y Egipto, entre otros, han recortado sus exportaciones de alimentos, con lo que supone de merma de ingresos. Y mientras, se sigue hablando de la necesidad de liberalizar el comercio. Los países africanos están rebajando los aranceles a la importación de estos productos, y endeudándose más para pagar los cereales u otros alimentos que importan (cuya factura se ha doblado para los Estados más pobres en los últimos cinco años), según la FAO (organización de la ONU para los alimentos y la agricultura). Si la ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio tuviera el éxito que se busca, y que podría estar cercano, y si por ejemplo, Estados Unidos suprimiera las subvenciones a su agricultura, los precios de los alimentos subirían, como recordaba Financial Times, que añadía que la supresión general de los subsidios y los aranceles podría incluso ser negativa para los países más pobres de África subsahariana, importadores netos de alimentos.
Una vez más ha fallado la prevención, y no hay cura a la vista. Esta crisis alimentaria global castiga a los más castigados, y requiere soluciones de urgencia. Eso realmente sería política progresista. Mientras, el espectro de las hambrunas vuelve a África y a otros lugares del mundo, esta vez de la mano de la subida de precios de los alimentos, no de la falta de ellos, aunque algo tiene de regreso a la escasez.
Ya ha provocado disturbios en varias partes de África. En Etiopía, ya aquejada por hambrunas hace 25 años, el Gobierno ha tenido que instalar centros de distribución de cereales. Ahora llega la subida del arroz de un 42% en un trimestre, y en algunos casos de un 50% en dos semanas. A diferencia de hace décadas, estas subidas afectan directamente a los llamados nuevos pobres urbanos, en las barriadas del Tercer Mundo que, con el éxodo del campo a las ciudades, ya no disponen de ningún terruño en el que cultivar (lo que no quita para que la mayoría, dos terceras partes, de los 1.000 millones de más pobres de la Tierra sigan estando en zonas rurales). La situación se agrava con la cantidad de jóvenes africanos urbanos y en paro. El crecimiento, no equivale a la equidad. En África no se ha traducido en una mayor distribución de esta riqueza que hubiera puesto en manos de más gente más dinero para pagar estos alimentos.
El encarecimiento del petróleo y el aumento de la población, algunas malas cosechas en Asia y en África, el cambio climático, las sequías en África y las inundaciones en Asia, o la dedicación de algunas cosechas de cereales a los biocombustible, entre otros factores, han contribuido a esta tragedia que alimenta una inflación que afecta más a los más pobres, ya sean países o capas de población, y que en buena parte ha anulado el impacto de la ayuda exterior en África.
El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, por su parte, ha propuesto "un nuevo pacto [new deal] para la política alimentaria global" y un fondo de emergencia de los donantes, una inyección urgente de dinero de los países ricos a las poblaciones más afectadas de los pobres para que puedan comprar alimentos, sin esperar al lento goteo de la ayuda oficial.
Para el ex primer ministro portugués y actual presidente de la agencia de refugiados de la ONU (ACNUR), António Guterres, la mayoría de los países más afectados no tiene la capacidad de financiar un subsidio de estos alimentos. Donald Kaberuka, presidente del Banco de Desarrollo Africano, considera que si hay una crisis financiera internacional, "para muchos lo que hay es una crisis en el mercado alimentario", agravada por las migraciones internas en esos países. En el año 2007, por primera vez en la historia, vivían más personas en las urbes que en zonas rurales. En África subsahariana esta proporción se sitúa entre un 35% y un 50% y sigue creciendo rápidamente. En las actuales condiciones, es una garantía para el desastre y los disturbios sociales y geográficos.
Para garantizar el suministro interno, Vietnam, India, China y Egipto, entre otros, han recortado sus exportaciones de alimentos, con lo que supone de merma de ingresos. Y mientras, se sigue hablando de la necesidad de liberalizar el comercio. Los países africanos están rebajando los aranceles a la importación de estos productos, y endeudándose más para pagar los cereales u otros alimentos que importan (cuya factura se ha doblado para los Estados más pobres en los últimos cinco años), según la FAO (organización de la ONU para los alimentos y la agricultura). Si la ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio tuviera el éxito que se busca, y que podría estar cercano, y si por ejemplo, Estados Unidos suprimiera las subvenciones a su agricultura, los precios de los alimentos subirían, como recordaba Financial Times, que añadía que la supresión general de los subsidios y los aranceles podría incluso ser negativa para los países más pobres de África subsahariana, importadores netos de alimentos.
Una vez más ha fallado la prevención, y no hay cura a la vista. Esta crisis alimentaria global castiga a los más castigados, y requiere soluciones de urgencia. Eso realmente sería política progresista. Mientras, el espectro de las hambrunas vuelve a África y a otros lugares del mundo, esta vez de la mano de la subida de precios de los alimentos, no de la falta de ellos, aunque algo tiene de regreso a la escasez.
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La suba de la commodities golpea en las zonas pobres en todo el mundo
La suba de los precios de los alimentos en el mundo no parece, desgraciadamente, un fenómeno coyuntural, sino estructural, que puede tener graves consecuencias y generar más conflictos sociales. Se vio en México hace unos meses con el maíz; o posteriormente en Argentina.
Ya ha provocado disturbios en varias partes de África. En Etiopía, ya aquejada por hambrunas hace 25 años, el Gobierno ha tenido que instalar centros de distribución de cereales. Ahora llega la subida del arroz de un 42% en un trimestre, y en algunos casos de un 50% en dos semanas. A diferencia de hace décadas, estas subidas afectan directamente a los llamados nuevos pobres urbanos, en las barriadas del Tercer Mundo que, con el éxodo del campo a las ciudades, ya no disponen de ningún terruño en el que cultivar (lo que no quita para que la mayoría, dos terceras partes, de los 1.000 millones de más pobres de la Tierra sigan estando en zonas rurales). La situación se agrava con la cantidad de jóvenes africanos urbanos y en paro. El crecimiento, no equivale a la equidad. En África no se ha traducido en una mayor distribución de esta riqueza que hubiera puesto en manos de más gente más dinero para pagar estos alimentos.
El encarecimiento del petróleo y el aumento de la población, algunas malas cosechas en Asia y en África, el cambio climático, las sequías en África y las inundaciones en Asia, o la dedicación de algunas cosechas de cereales a los biocombustible, entre otros factores, han contribuido a esta tragedia que alimenta una inflación que afecta más a los más pobres, ya sean países o capas de población, y que en buena parte ha anulado el impacto de la ayuda exterior en África.
El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, por su parte, ha propuesto "un nuevo pacto [new deal] para la política alimentaria global" y un fondo de emergencia de los donantes, una inyección urgente de dinero de los países ricos a las poblaciones más afectadas de los pobres para que puedan comprar alimentos, sin esperar al lento goteo de la ayuda oficial.
Para el ex primer ministro portugués y actual presidente de la agencia de refugiados de la ONU (ACNUR), António Guterres, la mayoría de los países más afectados no tiene la capacidad de financiar un subsidio de estos alimentos. Donald Kaberuka, presidente del Banco de Desarrollo Africano, considera que si hay una crisis financiera internacional, "para muchos lo que hay es una crisis en el mercado alimentario", agravada por las migraciones internas en esos países. En el año 2007, por primera vez en la historia, vivían más personas en las urbes que en zonas rurales. En África subsahariana esta proporción se sitúa entre un 35% y un 50% y sigue creciendo rápidamente. En las actuales condiciones, es una garantía para el desastre y los disturbios sociales y geográficos.
Para garantizar el suministro interno, Vietnam, India, China y Egipto, entre otros, han recortado sus exportaciones de alimentos, con lo que supone de merma de ingresos. Y mientras, se sigue hablando de la necesidad de liberalizar el comercio. Los países africanos están rebajando los aranceles a la importación de estos productos, y endeudándose más para pagar los cereales u otros alimentos que importan (cuya factura se ha doblado para los Estados más pobres en los últimos cinco años), según la FAO (organización de la ONU para los alimentos y la agricultura). Si la ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio tuviera el éxito que se busca, y que podría estar cercano, y si por ejemplo, Estados Unidos suprimiera las subvenciones a su agricultura, los precios de los alimentos subirían, como recordaba Financial Times, que añadía que la supresión general de los subsidios y los aranceles podría incluso ser negativa para los países más pobres de África subsahariana, importadores netos de alimentos.
Una vez más ha fallado la prevención, y no hay cura a la vista. Esta crisis alimentaria global castiga a los más castigados, y requiere soluciones de urgencia. Eso realmente sería política progresista. Mientras, el espectro de las hambrunas vuelve a África y a otros lugares del mundo, esta vez de la mano de la subida de precios de los alimentos, no de la falta de ellos, aunque algo tiene de regreso a la escasez.
Ya ha provocado disturbios en varias partes de África. En Etiopía, ya aquejada por hambrunas hace 25 años, el Gobierno ha tenido que instalar centros de distribución de cereales. Ahora llega la subida del arroz de un 42% en un trimestre, y en algunos casos de un 50% en dos semanas. A diferencia de hace décadas, estas subidas afectan directamente a los llamados nuevos pobres urbanos, en las barriadas del Tercer Mundo que, con el éxodo del campo a las ciudades, ya no disponen de ningún terruño en el que cultivar (lo que no quita para que la mayoría, dos terceras partes, de los 1.000 millones de más pobres de la Tierra sigan estando en zonas rurales). La situación se agrava con la cantidad de jóvenes africanos urbanos y en paro. El crecimiento, no equivale a la equidad. En África no se ha traducido en una mayor distribución de esta riqueza que hubiera puesto en manos de más gente más dinero para pagar estos alimentos.
El encarecimiento del petróleo y el aumento de la población, algunas malas cosechas en Asia y en África, el cambio climático, las sequías en África y las inundaciones en Asia, o la dedicación de algunas cosechas de cereales a los biocombustible, entre otros factores, han contribuido a esta tragedia que alimenta una inflación que afecta más a los más pobres, ya sean países o capas de población, y que en buena parte ha anulado el impacto de la ayuda exterior en África.
El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, por su parte, ha propuesto "un nuevo pacto [new deal] para la política alimentaria global" y un fondo de emergencia de los donantes, una inyección urgente de dinero de los países ricos a las poblaciones más afectadas de los pobres para que puedan comprar alimentos, sin esperar al lento goteo de la ayuda oficial.
Para el ex primer ministro portugués y actual presidente de la agencia de refugiados de la ONU (ACNUR), António Guterres, la mayoría de los países más afectados no tiene la capacidad de financiar un subsidio de estos alimentos. Donald Kaberuka, presidente del Banco de Desarrollo Africano, considera que si hay una crisis financiera internacional, "para muchos lo que hay es una crisis en el mercado alimentario", agravada por las migraciones internas en esos países. En el año 2007, por primera vez en la historia, vivían más personas en las urbes que en zonas rurales. En África subsahariana esta proporción se sitúa entre un 35% y un 50% y sigue creciendo rápidamente. En las actuales condiciones, es una garantía para el desastre y los disturbios sociales y geográficos.
Para garantizar el suministro interno, Vietnam, India, China y Egipto, entre otros, han recortado sus exportaciones de alimentos, con lo que supone de merma de ingresos. Y mientras, se sigue hablando de la necesidad de liberalizar el comercio. Los países africanos están rebajando los aranceles a la importación de estos productos, y endeudándose más para pagar los cereales u otros alimentos que importan (cuya factura se ha doblado para los Estados más pobres en los últimos cinco años), según la FAO (organización de la ONU para los alimentos y la agricultura). Si la ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio tuviera el éxito que se busca, y que podría estar cercano, y si por ejemplo, Estados Unidos suprimiera las subvenciones a su agricultura, los precios de los alimentos subirían, como recordaba Financial Times, que añadía que la supresión general de los subsidios y los aranceles podría incluso ser negativa para los países más pobres de África subsahariana, importadores netos de alimentos.
Una vez más ha fallado la prevención, y no hay cura a la vista. Esta crisis alimentaria global castiga a los más castigados, y requiere soluciones de urgencia. Eso realmente sería política progresista. Mientras, el espectro de las hambrunas vuelve a África y a otros lugares del mundo, esta vez de la mano de la subida de precios de los alimentos, no de la falta de ellos, aunque algo tiene de regreso a la escasez.
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viernes, marzo 28, 2008
El aumento de los alimentos y el margen de acción de la FAO
La canasta de las importaciones alimentarias cuesta actualmente un 90% más que en el año 2000. El precio internacional de los alimentos básicos ha aumentado en todo el mundo, y se ha traducido en un gran encarecimiento de los precios al por menor, provocando situaciones dramáticas para los países más pobres, que dependen en gran medida de las importaciones de cereales. En un año, el precio del trigo y del maíz se ha duplicado. De estos datos se desprende que la crisis no depende en absoluto de la producción, que nunca había sido tan alta.
Las causas
Los motivos principales de este aumento constante de los precios de los productos alimentarios pueden encontrarse en seis causas de fondo:
1- El desarrollo de la industria de los biocombustibles.
2- El aumento vertiginoso de los costos de envío y el consiguiente aumento de los costes de importación.
3- La desregulación del mercado solicitado por la OMC, hace que la producción, la transformación y la distribución de los productos alimentarios estén bajo el control de empresas multinacionales, generándose un monopolio de los mercados con la consiguiente subida de los costes de importación (un 5% anual).
4- La concentración de operadores alimentarios en manos de pocos que a menudo conlleva especulaciones de tipo financiero.
5- Las condiciones meteorológicas.
6- La incorparación de consumidores chinos que al pasar fel caapo a la cudad modifican su dieta
La situación actual demuestra que el gran proceso de liberalización del mercado alimentario, que ha hecho que los estados dependieran del mercado global, ha hecho aumentar el hambre y la pobreza. El caso de Indonesia es emblemático, hasta los años noventa era autosuficiente en la producción de soja, pero con la apertura de las fronteras y la invasión de soja americana a bajo precio vio como se hundía la producción nacional. Este gran proceso de desregulación del mercado a nivel global ha destruido los mecanismos de protección llevando a esta espiral de aumento de los precios. A esto hay que sumarle las grandes privatizaciones de las reservas nacionales de alimentos, ahora en manos de multinacionales del sector. Al eliminar los controles de los precios en todas partes y estando las provisiones de alimentos en manos de estas empresas multinacionales, la especulación financiera se ha convertido en la causa principal del aumento de los precios. Otras causas menores pueden atribuirse al desarrollo del mercado de los biocombustibles (como destaca un informe reciente OCDE-FAO). El constante aumento de los precios del petróleo ha impulsado enormemente la investigación de la diversificación de las fuentes energéticas mediante los biocombustibles, lo que ha provocado que muchas hectáreas de terreno se usen para la producción de biocombustibles y ya no se destinen a la producción alimentaria. Otros factores de incidencia son el aumento de los precios de los carburantes, que la capacidad de envío a carga completa ya no esté siempre garantizada, la congestión del tráfico portuario y el aumento de las vías comerciales también han repercutido en los costes de envío, haciendo que las tarifas de transporte aumentaran continuamente. Siempre hay que tener en cuenta la variable de las condiciones meteorológicas, aunque sea sólo como factor temporal, a pesar de que en los últimos años no se han registrado casos de crisis en la producción debidas a condiciones meteorológicas adversas.
¿Qué hacen la FAO y las otras organizaciones internacionales?
El objetivo que se ha propuesto la FAO de reducir la pobreza para el año 2015 (el primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio), no está teniendo los resultados esperados. Sin embargo, los líderes de la organización están convencidos de que todavía todo es posible si se aumentan las inversiones públicas en agricultura, en el desarrollo rural y, sobre todo, si se promueven políticas a favor de los pequeños agricultores. La FAO está exhortando a los gobiernos y a toda la Comunidad Internacional para que se tomen medidas inmediatas en el apoyo de países pobres que están siendo muy perjudicados por el dramático aumento de los precios alimentarios, además, se está poniendo mucho interés en los programas nacionales para la seguridad alimentaria.
Las acciones de estos programas se dirigen a la promoción del desarrollo de una agricultura comunitaria, es decir, un planteamiento a nivel local para el desarrollo rural. Actualmente, la dirección corresponde a los estados nacionales, y la FAO les proporciona asistencia y otros servicios técnicos especializados. Entre 2006 y 2007, Argelia, Chad, El Salvador, Gabón, Indonesia, Kenia, Nigeria, Madagascar, Mali y Pakistán se sumaron a otros seis países con programas ya activos, y hay otros 30 a punto de sumarse. El año 2010, el número de beneficiarios podría alcanzar los 80 millones. Las otras intervenciones de la FAO están orientadas a incrementar la producción agrícola local. El objetivo inmediato es proporcionar asistencia a medio plazo a las familias pobres de las zonas rurales para hacer que sean capaces de producir más alimentos y hacer frente al hambre y la desnutrición de manera más eficaz. Se pretende proporcionar fertilizantes, semillas y pesticidas para aumentar la producción local a los pequeños campesinos de los Países con Bajos Ingresos y con Déficit de Alimentos (PIBDA), que son muy dependientes de las importaciones de alimentos. Para asegurar el acceso a estos elementos productivos, se conceden bonos a los campesinos pobres para que compren el material necesario. Este tipo de medidas deberían hacer aumentar la producción alrededor de un 20%, mejorando la autosuficiencia. Éstas son las intervenciones que pueden llevarse a cabo a medio plazo. Para las medidas a largo plazo, la FAO está exhortando a los gobiernos nacionales para que protejan la producción nacional, impulsando la mejora de las condiciones de acceso al mercado para otras empresas del sector. El objetivo es aligerar las presiones de los gobiernos debidas a las costosas importaciones alimentarias, introducir nuevas medidas para mejorar la fertilidad del suelo, garantizar el control de los recursos hídricos al estado y reforzar las infraestructuras rurales para garantizar la sostenibilidad de la producción agrícola a largo plazo. Pero el verdadero problema que hay que afrontar, del que la FAO es plenamente consciente, es el de un mercado de monopolio y distorsionado por la especulación financiera de las multinacionales. Incluso en la misma organización hay visiones opuestas entre los que creen que la eliminación de las barreras comerciales puede mejorar estas distorsiones y los que creen que la futura eliminación de las barreras puede suponer un deterioro de la situación, con futuras repercusiones negativas sobre los precios alimentarios. El mismo Diouf ha destacado recientemente la urgencia de una auténtica reforma comercial en el sector que permita la construcción de un mercado justo. La “Declaración del Milenio de la ONU” se ha comprometido a favor de un sistema comercial justo, basado en reglas, previsible y donde las negociaciones multilaterales proporcionen la manera más prometedora de alcanzar este objetivo.
Los escenarios
Según las estimaciones de la FAO, muchos países reducirán claramente las importaciones de bienes alimentarios de primera necesidad, pero no debido al aumento de la producción interior, sino por el constante aumento de los precios energéticos relacionados con el petróleo. Actualmente, todas las previsiones establecen que, incluso en estaciones con una cosecha excepcional, los precios continuarán con su tendencia al alza. Se prevé que para el año 2008, debido al aumento de los costes de transporte, los precios de las importaciones de los productos alimentarios puedan aumentar hasta un 14%. Esto demuestra que todas las políticas para aumentar la producción no servirán en absoluto para reducir los costes. Los países en vías de desarrollo no se beneficiarán de la liberalización del comercio, sino que más bien sufrirán sus graves efectos negativos tanto en la producción nacional como en la seguridad alimentaria. Con la reducción de las tarifas, los bienes importados representan una mayor competencia para los productos locales y para los sistemas productivos nacionales que contribuyen en gran medida a la disponibilidad alimentaria. La renta y la ocupación local podrían verse muy afectadas y no estar preparadas para resistir ante este reto. Estas consecuencias afectan y afectarán gravemente incluso a los consumidores de los países desarrollados, que durante los últimos años han visto como se reducían sus rentas debido al aumento descontrolado de los precios de los bienes alimentarios de primera necesidad.Según el análisis de la FAO, los elevados precios de la producción alimentaria continuarán caracterizando toda la cadena de abastecimiento, contribuyendo a la subida de los precios al por menor de alimentos básicos como pan, pasta, carne y leche. Sin una intervención decidida e inmediata con políticas públicas nacionales de intervención en el mercado, parece evidente que esta espiral no se parará, con la perspectiva de una completa desestabilización mundial.
Conclusiones
A pesar del aumento de la producción, los productores están en crisis, y los consumidores de los países desarrollados están sufriendo graves consecuencias por el aumento de los precios. La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de España, calcula que los consumidores españoles pagan hasta el 600% más de los precios pagados a los productores. Los países en vías de desarrollo están sufriendo el desmoronamiento de la producción nacional debido a la competencia de la producción global, y enormes franjas de población están sufriendo condiciones de insuficiencia alimentaria. Parece que los estados no tienen la fuerza suficiente para afrontar esta crisis con políticas públicas decididas, más bien parece que todos estén convencidos de que la única salida sea una mayor liberalización del mercado. El camino hacia un retorno a la soberanía alimentaria de los estados parece muy lejano. Ibrahim Coulibaly, presidente de la Coordinación Nacional de las Organizaciones Campesinas (CNOP) de Mali declaró que “ante el extraordinario aumento de los precios de los alimentos, el gobierno ha estado de acuerdo con las peticiones de las organizaciones de campesinos de desarrollar y proteger los mercados locales de alimentos, en lugar de aumentar las importaciones. El aumento de las importaciones de alimentos sólo nos hará más dependientes de las brutales fluctuaciones del mercado mundial”, un mercado alimentario globalizado que ha degenerado en condiciones de oligopolio. No ayuda a afrontar el problema la percepción global de que éste está relacionado con el desarrollo del mercado de los biocombustibles (como si para resolver la “cuestión ambiental” fuera necesario aceptar el aumento de la pobreza y la desnutrición) y la percepción de que hay escasez de bienes alimentarios (los datos sobre la producción son claramente positivos).
Las causas
Los motivos principales de este aumento constante de los precios de los productos alimentarios pueden encontrarse en seis causas de fondo:
1- El desarrollo de la industria de los biocombustibles.
2- El aumento vertiginoso de los costos de envío y el consiguiente aumento de los costes de importación.
3- La desregulación del mercado solicitado por la OMC, hace que la producción, la transformación y la distribución de los productos alimentarios estén bajo el control de empresas multinacionales, generándose un monopolio de los mercados con la consiguiente subida de los costes de importación (un 5% anual).
4- La concentración de operadores alimentarios en manos de pocos que a menudo conlleva especulaciones de tipo financiero.
5- Las condiciones meteorológicas.
6- La incorparación de consumidores chinos que al pasar fel caapo a la cudad modifican su dieta
La situación actual demuestra que el gran proceso de liberalización del mercado alimentario, que ha hecho que los estados dependieran del mercado global, ha hecho aumentar el hambre y la pobreza. El caso de Indonesia es emblemático, hasta los años noventa era autosuficiente en la producción de soja, pero con la apertura de las fronteras y la invasión de soja americana a bajo precio vio como se hundía la producción nacional. Este gran proceso de desregulación del mercado a nivel global ha destruido los mecanismos de protección llevando a esta espiral de aumento de los precios. A esto hay que sumarle las grandes privatizaciones de las reservas nacionales de alimentos, ahora en manos de multinacionales del sector. Al eliminar los controles de los precios en todas partes y estando las provisiones de alimentos en manos de estas empresas multinacionales, la especulación financiera se ha convertido en la causa principal del aumento de los precios. Otras causas menores pueden atribuirse al desarrollo del mercado de los biocombustibles (como destaca un informe reciente OCDE-FAO). El constante aumento de los precios del petróleo ha impulsado enormemente la investigación de la diversificación de las fuentes energéticas mediante los biocombustibles, lo que ha provocado que muchas hectáreas de terreno se usen para la producción de biocombustibles y ya no se destinen a la producción alimentaria. Otros factores de incidencia son el aumento de los precios de los carburantes, que la capacidad de envío a carga completa ya no esté siempre garantizada, la congestión del tráfico portuario y el aumento de las vías comerciales también han repercutido en los costes de envío, haciendo que las tarifas de transporte aumentaran continuamente. Siempre hay que tener en cuenta la variable de las condiciones meteorológicas, aunque sea sólo como factor temporal, a pesar de que en los últimos años no se han registrado casos de crisis en la producción debidas a condiciones meteorológicas adversas.
¿Qué hacen la FAO y las otras organizaciones internacionales?
El objetivo que se ha propuesto la FAO de reducir la pobreza para el año 2015 (el primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio), no está teniendo los resultados esperados. Sin embargo, los líderes de la organización están convencidos de que todavía todo es posible si se aumentan las inversiones públicas en agricultura, en el desarrollo rural y, sobre todo, si se promueven políticas a favor de los pequeños agricultores. La FAO está exhortando a los gobiernos y a toda la Comunidad Internacional para que se tomen medidas inmediatas en el apoyo de países pobres que están siendo muy perjudicados por el dramático aumento de los precios alimentarios, además, se está poniendo mucho interés en los programas nacionales para la seguridad alimentaria.
Las acciones de estos programas se dirigen a la promoción del desarrollo de una agricultura comunitaria, es decir, un planteamiento a nivel local para el desarrollo rural. Actualmente, la dirección corresponde a los estados nacionales, y la FAO les proporciona asistencia y otros servicios técnicos especializados. Entre 2006 y 2007, Argelia, Chad, El Salvador, Gabón, Indonesia, Kenia, Nigeria, Madagascar, Mali y Pakistán se sumaron a otros seis países con programas ya activos, y hay otros 30 a punto de sumarse. El año 2010, el número de beneficiarios podría alcanzar los 80 millones. Las otras intervenciones de la FAO están orientadas a incrementar la producción agrícola local. El objetivo inmediato es proporcionar asistencia a medio plazo a las familias pobres de las zonas rurales para hacer que sean capaces de producir más alimentos y hacer frente al hambre y la desnutrición de manera más eficaz. Se pretende proporcionar fertilizantes, semillas y pesticidas para aumentar la producción local a los pequeños campesinos de los Países con Bajos Ingresos y con Déficit de Alimentos (PIBDA), que son muy dependientes de las importaciones de alimentos. Para asegurar el acceso a estos elementos productivos, se conceden bonos a los campesinos pobres para que compren el material necesario. Este tipo de medidas deberían hacer aumentar la producción alrededor de un 20%, mejorando la autosuficiencia. Éstas son las intervenciones que pueden llevarse a cabo a medio plazo. Para las medidas a largo plazo, la FAO está exhortando a los gobiernos nacionales para que protejan la producción nacional, impulsando la mejora de las condiciones de acceso al mercado para otras empresas del sector. El objetivo es aligerar las presiones de los gobiernos debidas a las costosas importaciones alimentarias, introducir nuevas medidas para mejorar la fertilidad del suelo, garantizar el control de los recursos hídricos al estado y reforzar las infraestructuras rurales para garantizar la sostenibilidad de la producción agrícola a largo plazo. Pero el verdadero problema que hay que afrontar, del que la FAO es plenamente consciente, es el de un mercado de monopolio y distorsionado por la especulación financiera de las multinacionales. Incluso en la misma organización hay visiones opuestas entre los que creen que la eliminación de las barreras comerciales puede mejorar estas distorsiones y los que creen que la futura eliminación de las barreras puede suponer un deterioro de la situación, con futuras repercusiones negativas sobre los precios alimentarios. El mismo Diouf ha destacado recientemente la urgencia de una auténtica reforma comercial en el sector que permita la construcción de un mercado justo. La “Declaración del Milenio de la ONU” se ha comprometido a favor de un sistema comercial justo, basado en reglas, previsible y donde las negociaciones multilaterales proporcionen la manera más prometedora de alcanzar este objetivo.
Los escenarios
Según las estimaciones de la FAO, muchos países reducirán claramente las importaciones de bienes alimentarios de primera necesidad, pero no debido al aumento de la producción interior, sino por el constante aumento de los precios energéticos relacionados con el petróleo. Actualmente, todas las previsiones establecen que, incluso en estaciones con una cosecha excepcional, los precios continuarán con su tendencia al alza. Se prevé que para el año 2008, debido al aumento de los costes de transporte, los precios de las importaciones de los productos alimentarios puedan aumentar hasta un 14%. Esto demuestra que todas las políticas para aumentar la producción no servirán en absoluto para reducir los costes. Los países en vías de desarrollo no se beneficiarán de la liberalización del comercio, sino que más bien sufrirán sus graves efectos negativos tanto en la producción nacional como en la seguridad alimentaria. Con la reducción de las tarifas, los bienes importados representan una mayor competencia para los productos locales y para los sistemas productivos nacionales que contribuyen en gran medida a la disponibilidad alimentaria. La renta y la ocupación local podrían verse muy afectadas y no estar preparadas para resistir ante este reto. Estas consecuencias afectan y afectarán gravemente incluso a los consumidores de los países desarrollados, que durante los últimos años han visto como se reducían sus rentas debido al aumento descontrolado de los precios de los bienes alimentarios de primera necesidad.Según el análisis de la FAO, los elevados precios de la producción alimentaria continuarán caracterizando toda la cadena de abastecimiento, contribuyendo a la subida de los precios al por menor de alimentos básicos como pan, pasta, carne y leche. Sin una intervención decidida e inmediata con políticas públicas nacionales de intervención en el mercado, parece evidente que esta espiral no se parará, con la perspectiva de una completa desestabilización mundial.
Conclusiones
A pesar del aumento de la producción, los productores están en crisis, y los consumidores de los países desarrollados están sufriendo graves consecuencias por el aumento de los precios. La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de España, calcula que los consumidores españoles pagan hasta el 600% más de los precios pagados a los productores. Los países en vías de desarrollo están sufriendo el desmoronamiento de la producción nacional debido a la competencia de la producción global, y enormes franjas de población están sufriendo condiciones de insuficiencia alimentaria. Parece que los estados no tienen la fuerza suficiente para afrontar esta crisis con políticas públicas decididas, más bien parece que todos estén convencidos de que la única salida sea una mayor liberalización del mercado. El camino hacia un retorno a la soberanía alimentaria de los estados parece muy lejano. Ibrahim Coulibaly, presidente de la Coordinación Nacional de las Organizaciones Campesinas (CNOP) de Mali declaró que “ante el extraordinario aumento de los precios de los alimentos, el gobierno ha estado de acuerdo con las peticiones de las organizaciones de campesinos de desarrollar y proteger los mercados locales de alimentos, en lugar de aumentar las importaciones. El aumento de las importaciones de alimentos sólo nos hará más dependientes de las brutales fluctuaciones del mercado mundial”, un mercado alimentario globalizado que ha degenerado en condiciones de oligopolio. No ayuda a afrontar el problema la percepción global de que éste está relacionado con el desarrollo del mercado de los biocombustibles (como si para resolver la “cuestión ambiental” fuera necesario aceptar el aumento de la pobreza y la desnutrición) y la percepción de que hay escasez de bienes alimentarios (los datos sobre la producción son claramente positivos).
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El aumento de los alimentos y el margen de acción de la FAO
La canasta de las importaciones alimentarias cuesta actualmente un 90% más que en el año 2000. El precio internacional de los alimentos básicos ha aumentado en todo el mundo, y se ha traducido en un gran encarecimiento de los precios al por menor, provocando situaciones dramáticas para los países más pobres, que dependen en gran medida de las importaciones de cereales. En un año, el precio del trigo y del maíz se ha duplicado. De estos datos se desprende que la crisis no depende en absoluto de la producción, que nunca había sido tan alta.
Las causas
Los motivos principales de este aumento constante de los precios de los productos alimentarios pueden encontrarse en seis causas de fondo:
1- El desarrollo de la industria de los biocombustibles.
2- El aumento vertiginoso de los costos de envío y el consiguiente aumento de los costes de importación.
3- La desregulación del mercado solicitado por la OMC, hace que la producción, la transformación y la distribución de los productos alimentarios estén bajo el control de empresas multinacionales, generándose un monopolio de los mercados con la consiguiente subida de los costes de importación (un 5% anual).
4- La concentración de operadores alimentarios en manos de pocos que a menudo conlleva especulaciones de tipo financiero.
5- Las condiciones meteorológicas.
6- La incorparación de consumidores chinos que al pasar fel caapo a la cudad modifican su dieta
La situación actual demuestra que el gran proceso de liberalización del mercado alimentario, que ha hecho que los estados dependieran del mercado global, ha hecho aumentar el hambre y la pobreza. El caso de Indonesia es emblemático, hasta los años noventa era autosuficiente en la producción de soja, pero con la apertura de las fronteras y la invasión de soja americana a bajo precio vio como se hundía la producción nacional. Este gran proceso de desregulación del mercado a nivel global ha destruido los mecanismos de protección llevando a esta espiral de aumento de los precios. A esto hay que sumarle las grandes privatizaciones de las reservas nacionales de alimentos, ahora en manos de multinacionales del sector. Al eliminar los controles de los precios en todas partes y estando las provisiones de alimentos en manos de estas empresas multinacionales, la especulación financiera se ha convertido en la causa principal del aumento de los precios. Otras causas menores pueden atribuirse al desarrollo del mercado de los biocombustibles (como destaca un informe reciente OCDE-FAO). El constante aumento de los precios del petróleo ha impulsado enormemente la investigación de la diversificación de las fuentes energéticas mediante los biocombustibles, lo que ha provocado que muchas hectáreas de terreno se usen para la producción de biocombustibles y ya no se destinen a la producción alimentaria. Otros factores de incidencia son el aumento de los precios de los carburantes, que la capacidad de envío a carga completa ya no esté siempre garantizada, la congestión del tráfico portuario y el aumento de las vías comerciales también han repercutido en los costes de envío, haciendo que las tarifas de transporte aumentaran continuamente. Siempre hay que tener en cuenta la variable de las condiciones meteorológicas, aunque sea sólo como factor temporal, a pesar de que en los últimos años no se han registrado casos de crisis en la producción debidas a condiciones meteorológicas adversas.
¿Qué hacen la FAO y las otras organizaciones internacionales?
El objetivo que se ha propuesto la FAO de reducir la pobreza para el año 2015 (el primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio), no está teniendo los resultados esperados. Sin embargo, los líderes de la organización están convencidos de que todavía todo es posible si se aumentan las inversiones públicas en agricultura, en el desarrollo rural y, sobre todo, si se promueven políticas a favor de los pequeños agricultores. La FAO está exhortando a los gobiernos y a toda la Comunidad Internacional para que se tomen medidas inmediatas en el apoyo de países pobres que están siendo muy perjudicados por el dramático aumento de los precios alimentarios, además, se está poniendo mucho interés en los programas nacionales para la seguridad alimentaria.
Las acciones de estos programas se dirigen a la promoción del desarrollo de una agricultura comunitaria, es decir, un planteamiento a nivel local para el desarrollo rural. Actualmente, la dirección corresponde a los estados nacionales, y la FAO les proporciona asistencia y otros servicios técnicos especializados. Entre 2006 y 2007, Argelia, Chad, El Salvador, Gabón, Indonesia, Kenia, Nigeria, Madagascar, Mali y Pakistán se sumaron a otros seis países con programas ya activos, y hay otros 30 a punto de sumarse. El año 2010, el número de beneficiarios podría alcanzar los 80 millones. Las otras intervenciones de la FAO están orientadas a incrementar la producción agrícola local. El objetivo inmediato es proporcionar asistencia a medio plazo a las familias pobres de las zonas rurales para hacer que sean capaces de producir más alimentos y hacer frente al hambre y la desnutrición de manera más eficaz. Se pretende proporcionar fertilizantes, semillas y pesticidas para aumentar la producción local a los pequeños campesinos de los Países con Bajos Ingresos y con Déficit de Alimentos (PIBDA), que son muy dependientes de las importaciones de alimentos. Para asegurar el acceso a estos elementos productivos, se conceden bonos a los campesinos pobres para que compren el material necesario. Este tipo de medidas deberían hacer aumentar la producción alrededor de un 20%, mejorando la autosuficiencia. Éstas son las intervenciones que pueden llevarse a cabo a medio plazo. Para las medidas a largo plazo, la FAO está exhortando a los gobiernos nacionales para que protejan la producción nacional, impulsando la mejora de las condiciones de acceso al mercado para otras empresas del sector. El objetivo es aligerar las presiones de los gobiernos debidas a las costosas importaciones alimentarias, introducir nuevas medidas para mejorar la fertilidad del suelo, garantizar el control de los recursos hídricos al estado y reforzar las infraestructuras rurales para garantizar la sostenibilidad de la producción agrícola a largo plazo. Pero el verdadero problema que hay que afrontar, del que la FAO es plenamente consciente, es el de un mercado de monopolio y distorsionado por la especulación financiera de las multinacionales. Incluso en la misma organización hay visiones opuestas entre los que creen que la eliminación de las barreras comerciales puede mejorar estas distorsiones y los que creen que la futura eliminación de las barreras puede suponer un deterioro de la situación, con futuras repercusiones negativas sobre los precios alimentarios. El mismo Diouf ha destacado recientemente la urgencia de una auténtica reforma comercial en el sector que permita la construcción de un mercado justo. La “Declaración del Milenio de la ONU” se ha comprometido a favor de un sistema comercial justo, basado en reglas, previsible y donde las negociaciones multilaterales proporcionen la manera más prometedora de alcanzar este objetivo.
Los escenarios
Según las estimaciones de la FAO, muchos países reducirán claramente las importaciones de bienes alimentarios de primera necesidad, pero no debido al aumento de la producción interior, sino por el constante aumento de los precios energéticos relacionados con el petróleo. Actualmente, todas las previsiones establecen que, incluso en estaciones con una cosecha excepcional, los precios continuarán con su tendencia al alza. Se prevé que para el año 2008, debido al aumento de los costes de transporte, los precios de las importaciones de los productos alimentarios puedan aumentar hasta un 14%. Esto demuestra que todas las políticas para aumentar la producción no servirán en absoluto para reducir los costes. Los países en vías de desarrollo no se beneficiarán de la liberalización del comercio, sino que más bien sufrirán sus graves efectos negativos tanto en la producción nacional como en la seguridad alimentaria. Con la reducción de las tarifas, los bienes importados representan una mayor competencia para los productos locales y para los sistemas productivos nacionales que contribuyen en gran medida a la disponibilidad alimentaria. La renta y la ocupación local podrían verse muy afectadas y no estar preparadas para resistir ante este reto. Estas consecuencias afectan y afectarán gravemente incluso a los consumidores de los países desarrollados, que durante los últimos años han visto como se reducían sus rentas debido al aumento descontrolado de los precios de los bienes alimentarios de primera necesidad.Según el análisis de la FAO, los elevados precios de la producción alimentaria continuarán caracterizando toda la cadena de abastecimiento, contribuyendo a la subida de los precios al por menor de alimentos básicos como pan, pasta, carne y leche. Sin una intervención decidida e inmediata con políticas públicas nacionales de intervención en el mercado, parece evidente que esta espiral no se parará, con la perspectiva de una completa desestabilización mundial.
Conclusiones
A pesar del aumento de la producción, los productores están en crisis, y los consumidores de los países desarrollados están sufriendo graves consecuencias por el aumento de los precios. La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de España, calcula que los consumidores españoles pagan hasta el 600% más de los precios pagados a los productores. Los países en vías de desarrollo están sufriendo el desmoronamiento de la producción nacional debido a la competencia de la producción global, y enormes franjas de población están sufriendo condiciones de insuficiencia alimentaria. Parece que los estados no tienen la fuerza suficiente para afrontar esta crisis con políticas públicas decididas, más bien parece que todos estén convencidos de que la única salida sea una mayor liberalización del mercado. El camino hacia un retorno a la soberanía alimentaria de los estados parece muy lejano. Ibrahim Coulibaly, presidente de la Coordinación Nacional de las Organizaciones Campesinas (CNOP) de Mali declaró que “ante el extraordinario aumento de los precios de los alimentos, el gobierno ha estado de acuerdo con las peticiones de las organizaciones de campesinos de desarrollar y proteger los mercados locales de alimentos, en lugar de aumentar las importaciones. El aumento de las importaciones de alimentos sólo nos hará más dependientes de las brutales fluctuaciones del mercado mundial”, un mercado alimentario globalizado que ha degenerado en condiciones de oligopolio. No ayuda a afrontar el problema la percepción global de que éste está relacionado con el desarrollo del mercado de los biocombustibles (como si para resolver la “cuestión ambiental” fuera necesario aceptar el aumento de la pobreza y la desnutrición) y la percepción de que hay escasez de bienes alimentarios (los datos sobre la producción son claramente positivos).
Las causas
Los motivos principales de este aumento constante de los precios de los productos alimentarios pueden encontrarse en seis causas de fondo:
1- El desarrollo de la industria de los biocombustibles.
2- El aumento vertiginoso de los costos de envío y el consiguiente aumento de los costes de importación.
3- La desregulación del mercado solicitado por la OMC, hace que la producción, la transformación y la distribución de los productos alimentarios estén bajo el control de empresas multinacionales, generándose un monopolio de los mercados con la consiguiente subida de los costes de importación (un 5% anual).
4- La concentración de operadores alimentarios en manos de pocos que a menudo conlleva especulaciones de tipo financiero.
5- Las condiciones meteorológicas.
6- La incorparación de consumidores chinos que al pasar fel caapo a la cudad modifican su dieta
La situación actual demuestra que el gran proceso de liberalización del mercado alimentario, que ha hecho que los estados dependieran del mercado global, ha hecho aumentar el hambre y la pobreza. El caso de Indonesia es emblemático, hasta los años noventa era autosuficiente en la producción de soja, pero con la apertura de las fronteras y la invasión de soja americana a bajo precio vio como se hundía la producción nacional. Este gran proceso de desregulación del mercado a nivel global ha destruido los mecanismos de protección llevando a esta espiral de aumento de los precios. A esto hay que sumarle las grandes privatizaciones de las reservas nacionales de alimentos, ahora en manos de multinacionales del sector. Al eliminar los controles de los precios en todas partes y estando las provisiones de alimentos en manos de estas empresas multinacionales, la especulación financiera se ha convertido en la causa principal del aumento de los precios. Otras causas menores pueden atribuirse al desarrollo del mercado de los biocombustibles (como destaca un informe reciente OCDE-FAO). El constante aumento de los precios del petróleo ha impulsado enormemente la investigación de la diversificación de las fuentes energéticas mediante los biocombustibles, lo que ha provocado que muchas hectáreas de terreno se usen para la producción de biocombustibles y ya no se destinen a la producción alimentaria. Otros factores de incidencia son el aumento de los precios de los carburantes, que la capacidad de envío a carga completa ya no esté siempre garantizada, la congestión del tráfico portuario y el aumento de las vías comerciales también han repercutido en los costes de envío, haciendo que las tarifas de transporte aumentaran continuamente. Siempre hay que tener en cuenta la variable de las condiciones meteorológicas, aunque sea sólo como factor temporal, a pesar de que en los últimos años no se han registrado casos de crisis en la producción debidas a condiciones meteorológicas adversas.
¿Qué hacen la FAO y las otras organizaciones internacionales?
El objetivo que se ha propuesto la FAO de reducir la pobreza para el año 2015 (el primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio), no está teniendo los resultados esperados. Sin embargo, los líderes de la organización están convencidos de que todavía todo es posible si se aumentan las inversiones públicas en agricultura, en el desarrollo rural y, sobre todo, si se promueven políticas a favor de los pequeños agricultores. La FAO está exhortando a los gobiernos y a toda la Comunidad Internacional para que se tomen medidas inmediatas en el apoyo de países pobres que están siendo muy perjudicados por el dramático aumento de los precios alimentarios, además, se está poniendo mucho interés en los programas nacionales para la seguridad alimentaria.
Las acciones de estos programas se dirigen a la promoción del desarrollo de una agricultura comunitaria, es decir, un planteamiento a nivel local para el desarrollo rural. Actualmente, la dirección corresponde a los estados nacionales, y la FAO les proporciona asistencia y otros servicios técnicos especializados. Entre 2006 y 2007, Argelia, Chad, El Salvador, Gabón, Indonesia, Kenia, Nigeria, Madagascar, Mali y Pakistán se sumaron a otros seis países con programas ya activos, y hay otros 30 a punto de sumarse. El año 2010, el número de beneficiarios podría alcanzar los 80 millones. Las otras intervenciones de la FAO están orientadas a incrementar la producción agrícola local. El objetivo inmediato es proporcionar asistencia a medio plazo a las familias pobres de las zonas rurales para hacer que sean capaces de producir más alimentos y hacer frente al hambre y la desnutrición de manera más eficaz. Se pretende proporcionar fertilizantes, semillas y pesticidas para aumentar la producción local a los pequeños campesinos de los Países con Bajos Ingresos y con Déficit de Alimentos (PIBDA), que son muy dependientes de las importaciones de alimentos. Para asegurar el acceso a estos elementos productivos, se conceden bonos a los campesinos pobres para que compren el material necesario. Este tipo de medidas deberían hacer aumentar la producción alrededor de un 20%, mejorando la autosuficiencia. Éstas son las intervenciones que pueden llevarse a cabo a medio plazo. Para las medidas a largo plazo, la FAO está exhortando a los gobiernos nacionales para que protejan la producción nacional, impulsando la mejora de las condiciones de acceso al mercado para otras empresas del sector. El objetivo es aligerar las presiones de los gobiernos debidas a las costosas importaciones alimentarias, introducir nuevas medidas para mejorar la fertilidad del suelo, garantizar el control de los recursos hídricos al estado y reforzar las infraestructuras rurales para garantizar la sostenibilidad de la producción agrícola a largo plazo. Pero el verdadero problema que hay que afrontar, del que la FAO es plenamente consciente, es el de un mercado de monopolio y distorsionado por la especulación financiera de las multinacionales. Incluso en la misma organización hay visiones opuestas entre los que creen que la eliminación de las barreras comerciales puede mejorar estas distorsiones y los que creen que la futura eliminación de las barreras puede suponer un deterioro de la situación, con futuras repercusiones negativas sobre los precios alimentarios. El mismo Diouf ha destacado recientemente la urgencia de una auténtica reforma comercial en el sector que permita la construcción de un mercado justo. La “Declaración del Milenio de la ONU” se ha comprometido a favor de un sistema comercial justo, basado en reglas, previsible y donde las negociaciones multilaterales proporcionen la manera más prometedora de alcanzar este objetivo.
Los escenarios
Según las estimaciones de la FAO, muchos países reducirán claramente las importaciones de bienes alimentarios de primera necesidad, pero no debido al aumento de la producción interior, sino por el constante aumento de los precios energéticos relacionados con el petróleo. Actualmente, todas las previsiones establecen que, incluso en estaciones con una cosecha excepcional, los precios continuarán con su tendencia al alza. Se prevé que para el año 2008, debido al aumento de los costes de transporte, los precios de las importaciones de los productos alimentarios puedan aumentar hasta un 14%. Esto demuestra que todas las políticas para aumentar la producción no servirán en absoluto para reducir los costes. Los países en vías de desarrollo no se beneficiarán de la liberalización del comercio, sino que más bien sufrirán sus graves efectos negativos tanto en la producción nacional como en la seguridad alimentaria. Con la reducción de las tarifas, los bienes importados representan una mayor competencia para los productos locales y para los sistemas productivos nacionales que contribuyen en gran medida a la disponibilidad alimentaria. La renta y la ocupación local podrían verse muy afectadas y no estar preparadas para resistir ante este reto. Estas consecuencias afectan y afectarán gravemente incluso a los consumidores de los países desarrollados, que durante los últimos años han visto como se reducían sus rentas debido al aumento descontrolado de los precios de los bienes alimentarios de primera necesidad.Según el análisis de la FAO, los elevados precios de la producción alimentaria continuarán caracterizando toda la cadena de abastecimiento, contribuyendo a la subida de los precios al por menor de alimentos básicos como pan, pasta, carne y leche. Sin una intervención decidida e inmediata con políticas públicas nacionales de intervención en el mercado, parece evidente que esta espiral no se parará, con la perspectiva de una completa desestabilización mundial.
Conclusiones
A pesar del aumento de la producción, los productores están en crisis, y los consumidores de los países desarrollados están sufriendo graves consecuencias por el aumento de los precios. La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de España, calcula que los consumidores españoles pagan hasta el 600% más de los precios pagados a los productores. Los países en vías de desarrollo están sufriendo el desmoronamiento de la producción nacional debido a la competencia de la producción global, y enormes franjas de población están sufriendo condiciones de insuficiencia alimentaria. Parece que los estados no tienen la fuerza suficiente para afrontar esta crisis con políticas públicas decididas, más bien parece que todos estén convencidos de que la única salida sea una mayor liberalización del mercado. El camino hacia un retorno a la soberanía alimentaria de los estados parece muy lejano. Ibrahim Coulibaly, presidente de la Coordinación Nacional de las Organizaciones Campesinas (CNOP) de Mali declaró que “ante el extraordinario aumento de los precios de los alimentos, el gobierno ha estado de acuerdo con las peticiones de las organizaciones de campesinos de desarrollar y proteger los mercados locales de alimentos, en lugar de aumentar las importaciones. El aumento de las importaciones de alimentos sólo nos hará más dependientes de las brutales fluctuaciones del mercado mundial”, un mercado alimentario globalizado que ha degenerado en condiciones de oligopolio. No ayuda a afrontar el problema la percepción global de que éste está relacionado con el desarrollo del mercado de los biocombustibles (como si para resolver la “cuestión ambiental” fuera necesario aceptar el aumento de la pobreza y la desnutrición) y la percepción de que hay escasez de bienes alimentarios (los datos sobre la producción son claramente positivos).
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