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miércoles, marzo 18, 2009

Para China el desafío y la oportunidad siempre vienen juntos

Keith Bradsher

La debacle económica global y los esfuerzos destinados a revertirla probablemente conviertan a China en un competidor económico más fuerte aún de lo que era antes de la crisis.

China, la tercera economía del mundo, después de Estados Unidos y Japón, ya se había vuelto más enérgica y segura. Y ahora está aprovechando su inusual posición como un país con gran cantidad de efectivo y un sistema bancario sólido, en un momento en que muchos países carecen de ambas cosas, para comprar recursos naturales y ganar nuevos amigos.

La semana pasada, el primer ministro, Wen Jiabao, incluso le recordó a Washington que, en su condición de uno de los mayores acreedores de Estados Unidos, China espera que Washington proteja sus inversiones. Los dirigentes de China están convirtiendo la crisis económica en una ventaja competitiva, según dijeron algunos analistas económicos.

El país está usando su paquete de estímulo de casi 600.000 millones de dólares para permitir que sus empresas tengan más competitividad en el mercado interno y en el exterior, para volver a adiestrar a los trabajadores golondrina en inmensa escala y para ampliar rápidamente los subsidios destinados a investigación y desarrollo. Ya se ha iniciado la construcción de nuevas autopistas y líneas férreas, que probablemente reduzcan de manera permanente los costos de transporte. Y mientras los líderes estadounidenses se esfuerzan por revivir el crédito, los bancos chinos han hecho más préstamos en el curso de los últimos tres meses que en los 12 meses precedentes.

"Los últimos retoques del paquete de estímulo revelan un especial interés por la competitividad a largo plazo de la industria china", dijo Eswar S. Prasad, un ex jefe de la división China del Fondo Monetario Internacional. "Un mayor gasto destinado a educación y desarrollo, junto con las cifras ya asignadas a inversión en infraestructura, estimulará la productividad de la economía."

Además, la recesión internacional está logrando cosas que las autoridades chinas intentaron hacer sin conseguirlo durante cuatro años: detener la inflación, revertir una creciente dependencia de las exportaciones y hacer estallar una burbuja inmobiliaria antes de que pudiera llegar a hacerse más grande.

La recesión de casi todas las grandes economías del mundo está infligiendo verdaderos daños en China: provocó una caída récord de las exportaciones, dejó sin empleo a 20 millones de trabajadores y aumentó la posibilidad de una constante agitación social. Pero tal como el presidente Hu Jintao dijo al Congreso Nacional del Pueblo la semana pasada: "El desafío y la oportunidad siempre vienen juntos" en ciertas situaciones, una cosa puede transformarse en la otra".

Con ese propósito, las empresas chinas buscan hacer negocios en el extranjero. El ministro de Comercio anunció el lunes que se estaba facilitando mucho el proceso de aprobación gubernamental para las empresas chinas que buscan el permiso para hacer adquisiciones en el exterior.

Beneficios
Las iniciativas del gobierno coinciden con algunos beneficios inmediatos de la recesión en el caso de China. Por ejemplo, los costos de envío aéreo y marítimo se han reducido dos tercios desde el verano pasado, con la caída de la demanda.

Los salarios de los obreros, que se habían duplicado en el transcurso de cuatro años en algunas ciudades costeras, se han reducido para muchos este invierno. Esto generó problemas personales pero revivió la ventaja de China en lo referido a los costos laborales.

Los administrativos calificados, que escaseaban un año atrás, ahora se consiguen inmediatamente, ya que hay muchos disponibles a causa de los despidos. Y posiblemente sigan desempleados? aunque la falta de trabajo a ese nivel podría plantear una amenaza de agitación social. La limitada oportunidad de empleo contribuyó a las protestas de hace 20 años en la plaza de Tiananmen.

Los obreros no especializados son los que tienen mayores dificultades para conseguir empleo. Pero con los subsidios de Pekín, los gobiernos provinciales se han embarcado en programas de entrenamiento vocacional en gran escala, similares a los propuestos en Estados Unidos, pero que jamás se han probado en la realidad.

Al incrementar la productividad, los programas de capacitación pueden reducir los costos laborales por unidad de producción durante los próximos años. Pero también pueden preservar la estabilidad social al mantener a los desempleados alejados de las calles, aunque los funcionarios chinos niegan que ésa sea su intención.

Para China el desafío y la oportunidad siempre vienen juntos

Keith Bradsher

La debacle económica global y los esfuerzos destinados a revertirla probablemente conviertan a China en un competidor económico más fuerte aún de lo que era antes de la crisis.

China, la tercera economía del mundo, después de Estados Unidos y Japón, ya se había vuelto más enérgica y segura. Y ahora está aprovechando su inusual posición como un país con gran cantidad de efectivo y un sistema bancario sólido, en un momento en que muchos países carecen de ambas cosas, para comprar recursos naturales y ganar nuevos amigos.

La semana pasada, el primer ministro, Wen Jiabao, incluso le recordó a Washington que, en su condición de uno de los mayores acreedores de Estados Unidos, China espera que Washington proteja sus inversiones. Los dirigentes de China están convirtiendo la crisis económica en una ventaja competitiva, según dijeron algunos analistas económicos.

El país está usando su paquete de estímulo de casi 600.000 millones de dólares para permitir que sus empresas tengan más competitividad en el mercado interno y en el exterior, para volver a adiestrar a los trabajadores golondrina en inmensa escala y para ampliar rápidamente los subsidios destinados a investigación y desarrollo. Ya se ha iniciado la construcción de nuevas autopistas y líneas férreas, que probablemente reduzcan de manera permanente los costos de transporte. Y mientras los líderes estadounidenses se esfuerzan por revivir el crédito, los bancos chinos han hecho más préstamos en el curso de los últimos tres meses que en los 12 meses precedentes.

"Los últimos retoques del paquete de estímulo revelan un especial interés por la competitividad a largo plazo de la industria china", dijo Eswar S. Prasad, un ex jefe de la división China del Fondo Monetario Internacional. "Un mayor gasto destinado a educación y desarrollo, junto con las cifras ya asignadas a inversión en infraestructura, estimulará la productividad de la economía."

Además, la recesión internacional está logrando cosas que las autoridades chinas intentaron hacer sin conseguirlo durante cuatro años: detener la inflación, revertir una creciente dependencia de las exportaciones y hacer estallar una burbuja inmobiliaria antes de que pudiera llegar a hacerse más grande.

La recesión de casi todas las grandes economías del mundo está infligiendo verdaderos daños en China: provocó una caída récord de las exportaciones, dejó sin empleo a 20 millones de trabajadores y aumentó la posibilidad de una constante agitación social. Pero tal como el presidente Hu Jintao dijo al Congreso Nacional del Pueblo la semana pasada: "El desafío y la oportunidad siempre vienen juntos" en ciertas situaciones, una cosa puede transformarse en la otra".

Con ese propósito, las empresas chinas buscan hacer negocios en el extranjero. El ministro de Comercio anunció el lunes que se estaba facilitando mucho el proceso de aprobación gubernamental para las empresas chinas que buscan el permiso para hacer adquisiciones en el exterior.

Beneficios
Las iniciativas del gobierno coinciden con algunos beneficios inmediatos de la recesión en el caso de China. Por ejemplo, los costos de envío aéreo y marítimo se han reducido dos tercios desde el verano pasado, con la caída de la demanda.

Los salarios de los obreros, que se habían duplicado en el transcurso de cuatro años en algunas ciudades costeras, se han reducido para muchos este invierno. Esto generó problemas personales pero revivió la ventaja de China en lo referido a los costos laborales.

Los administrativos calificados, que escaseaban un año atrás, ahora se consiguen inmediatamente, ya que hay muchos disponibles a causa de los despidos. Y posiblemente sigan desempleados? aunque la falta de trabajo a ese nivel podría plantear una amenaza de agitación social. La limitada oportunidad de empleo contribuyó a las protestas de hace 20 años en la plaza de Tiananmen.

Los obreros no especializados son los que tienen mayores dificultades para conseguir empleo. Pero con los subsidios de Pekín, los gobiernos provinciales se han embarcado en programas de entrenamiento vocacional en gran escala, similares a los propuestos en Estados Unidos, pero que jamás se han probado en la realidad.

Al incrementar la productividad, los programas de capacitación pueden reducir los costos laborales por unidad de producción durante los próximos años. Pero también pueden preservar la estabilidad social al mantener a los desempleados alejados de las calles, aunque los funcionarios chinos niegan que ésa sea su intención.

miércoles, noviembre 26, 2008

Brasil busca el auxilio de China para aceitar su maquinaria exportadora

“La mayor dificultad que tenemos es la logística”, aseguran desde el Ministerio brasileño de Agricultura. El plan del país sudamericano es atraer inversiones chinas para mejorar puertos y carreteras.

Brasil, el primer exportador mundial de aves de corral y el segundo de soja, pretende captar inversiones provenientes de China, su principal mercado para estos productos, para ser destinadas a infraestructura, en especial carreteras y puertos.

“La mayor dificultad que tenemos es la logística”, aseguró Celio B. Porto, Secretario de Agronegocios del Ministerio de Agricultura de Brasil. “Nuestro mayor problema en mejorar nuestra producción es la falta de capital”, agregó.

Brasil necesita una infraestructura mayor para transportar los bienes a exportar hasta los puertos, dijo Porto. La nación sudamericana provee a China de soja, carne congelada y tabaco, entre otros, por un valor de 11.000 millones de dólares, lo que representa un quinto de sus exportaciones agrícolas.

China, cuya población equivale a un quinto de la población mundial y posee el 7% de la tierra arable de todo el planeta, ha estado posando su mirada sobre Filipinas y África para que sean sus abastecedores de alimento. El gigante asiático es el primer importador de soja, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.

“Las inversiones chinas en Asia y África representan producción a futuro. La competitividad brasileña radica en la producción del presente”, señaló Porto. “Si bien África tiene mucha tierra disponible, no tiene la tecnología que Brasil posee” para satisfacer las necesidades de China, agregó.

Brasil está en la búsqueda de beneficiarse de los escándalos en los que China está envuelta, como la contaminación de la leche y sus derivados con melanina. “hay un incremento en la demanda de nuestros productos lácteos, en los que Australia y Nueva Zelanda son los mayores exportadores de Asia. Lo mismo está sucediendo con los huevos”, indicó Porto. “Esto es similar a lo que sucedió con las exportación de carne de Brasil cuando estalló un brote de vaca loca en Estados Unidos a fines de 2003”, explicó.

Mientras, la crisis crediticia y el declive de los precios de los granos podrían provocar el descenso de la inversión en agricultura, incrementando el temor por una futura escasez de alimentos. “Con este descenso en los precios agrícolas, la falta de inversión en estos productos se dará primero en aquellos lugares en que los costos de producción son elevados, y ese no es el caso de Brasil”, concluyó Porto.

Brasil busca el auxilio de China para aceitar su maquinaria exportadora

“La mayor dificultad que tenemos es la logística”, aseguran desde el Ministerio brasileño de Agricultura. El plan del país sudamericano es atraer inversiones chinas para mejorar puertos y carreteras.

Brasil, el primer exportador mundial de aves de corral y el segundo de soja, pretende captar inversiones provenientes de China, su principal mercado para estos productos, para ser destinadas a infraestructura, en especial carreteras y puertos.

“La mayor dificultad que tenemos es la logística”, aseguró Celio B. Porto, Secretario de Agronegocios del Ministerio de Agricultura de Brasil. “Nuestro mayor problema en mejorar nuestra producción es la falta de capital”, agregó.

Brasil necesita una infraestructura mayor para transportar los bienes a exportar hasta los puertos, dijo Porto. La nación sudamericana provee a China de soja, carne congelada y tabaco, entre otros, por un valor de 11.000 millones de dólares, lo que representa un quinto de sus exportaciones agrícolas.

China, cuya población equivale a un quinto de la población mundial y posee el 7% de la tierra arable de todo el planeta, ha estado posando su mirada sobre Filipinas y África para que sean sus abastecedores de alimento. El gigante asiático es el primer importador de soja, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.

“Las inversiones chinas en Asia y África representan producción a futuro. La competitividad brasileña radica en la producción del presente”, señaló Porto. “Si bien África tiene mucha tierra disponible, no tiene la tecnología que Brasil posee” para satisfacer las necesidades de China, agregó.

Brasil está en la búsqueda de beneficiarse de los escándalos en los que China está envuelta, como la contaminación de la leche y sus derivados con melanina. “hay un incremento en la demanda de nuestros productos lácteos, en los que Australia y Nueva Zelanda son los mayores exportadores de Asia. Lo mismo está sucediendo con los huevos”, indicó Porto. “Esto es similar a lo que sucedió con las exportación de carne de Brasil cuando estalló un brote de vaca loca en Estados Unidos a fines de 2003”, explicó.

Mientras, la crisis crediticia y el declive de los precios de los granos podrían provocar el descenso de la inversión en agricultura, incrementando el temor por una futura escasez de alimentos. “Con este descenso en los precios agrícolas, la falta de inversión en estos productos se dará primero en aquellos lugares en que los costos de producción son elevados, y ese no es el caso de Brasil”, concluyó Porto.

martes, noviembre 11, 2008

China lanza plan de medidas para impusar su economía

El Gobierno chino aprobó un plan de inversiones con un presupuesto de 4 billones de yuanes (unos 459.000 millones de euros) para impulsar la demanda interna y facilitar la recuperación de su economía, la cuarta más grande del mundo, informó la agencia de noticias Xinhua.

El plan, aprobado el pasado miércoles, pero hecho público hoy, incluye también un cambio para "relajar moderadamente" la política monetaria, es decir, una posible rebaja de las tasas de interés que se sumarían al descenso de mediados de septiembre.

El Banco de China ya rebajó su actitud oficial de "rigurosa" a "prudente y flexible" el pasado verano ante el aumento de la inflación y la desaceleración del crecimiento.

"Con el agravamiento de la crisis financiera global en los últimos dos meses, el Gobierno debe adoptar políticas macroeconómicas flexibles y prudentes para afrontar la compleja y cambiante situación", explica el comunicado publicado por Xinhua.

No se detalla ninguna fuente de financiación para la aplicación del plan, compuesto de diez puntos, aunque el presupuesto estatal cuenta con un superávit de más de 133.000 millones de euros sólo del primer semestre del año.

En lugar de crecer por encima del 10%, como lo ha hecho los últimos años, las previsiones apuntan que el gigante asiático registrará un PIB apenas cercano al 9%,. Aunque esta cifra es espectacular respecto a las economía de Occidente, para China es peligroso puesto que si crece por debajo del 7% tiene graves problemas de desempleo.

China lanza plan de medidas para impusar su economía

El Gobierno chino aprobó un plan de inversiones con un presupuesto de 4 billones de yuanes (unos 459.000 millones de euros) para impulsar la demanda interna y facilitar la recuperación de su economía, la cuarta más grande del mundo, informó la agencia de noticias Xinhua.

El plan, aprobado el pasado miércoles, pero hecho público hoy, incluye también un cambio para "relajar moderadamente" la política monetaria, es decir, una posible rebaja de las tasas de interés que se sumarían al descenso de mediados de septiembre.

El Banco de China ya rebajó su actitud oficial de "rigurosa" a "prudente y flexible" el pasado verano ante el aumento de la inflación y la desaceleración del crecimiento.

"Con el agravamiento de la crisis financiera global en los últimos dos meses, el Gobierno debe adoptar políticas macroeconómicas flexibles y prudentes para afrontar la compleja y cambiante situación", explica el comunicado publicado por Xinhua.

No se detalla ninguna fuente de financiación para la aplicación del plan, compuesto de diez puntos, aunque el presupuesto estatal cuenta con un superávit de más de 133.000 millones de euros sólo del primer semestre del año.

En lugar de crecer por encima del 10%, como lo ha hecho los últimos años, las previsiones apuntan que el gigante asiático registrará un PIB apenas cercano al 9%,. Aunque esta cifra es espectacular respecto a las economía de Occidente, para China es peligroso puesto que si crece por debajo del 7% tiene graves problemas de desempleo.

lunes, agosto 25, 2008

China PBI y medallas


Decepcionados, los atletas norteamericanos arrastraban los pies intentando encontrarle una explicación a lo inexplicable. "No sé qué pasó", confesó Tyson Gay, su estrella, minutos después. Estados Unidos, el histórico dominador del atletismo, prueba madre de los Juegos Olímpicos, coronó su estrepitoso fracaso en el Nido de Pájaro con la derrota en las semifinales de la posta 4x100m, un bastión de los velocistas norteamericanos. Tanto el cuarteto de varones como el de mujeres dejó caer el testimonio. Inexplicable.

Salvo, al parecer, para quienes creen que las victorias olímpicas de un país están vinculadas con el desempeño de su economía. No son pocos los que creen que el medallero, además de reflejar logros deportivos, es una evidencia del poder económico de los países que compiten. Un país rico, como Estados Unidos, Inglaterra o Alemania, tiene más chances de triunfar que uno pobre.

Estados Unidos es el país que más medallas logró hasta el momento en Pekín. Pero, aun así, derrotas como las del atletismo lo llevaron a ceder el trono que supo ocupar en los últimos tres Juegos. China obtuvo más medallas doradas y, gracias a ello y por primera vez en la historia, encabezó cómodamente el medallero. Un ascenso vertiginoso, si se tiene en cuenta un dato: finalizó 11° en Seúl 88. Cualquier similitud con el desempeño desde ese entonces de su economía no es, según esta visión, una casualidad. Pero ¿confirma el medallero la creciente supremacía china y el "declive del imperio norteamericano", tal como describió el gurú de la crisis financiera global, el economista Nouriel Roubini, la situación actual de Estados Unidos? No necesariamente.

David puede con Goliat
Un informe elaborado por la consultora PriceWaterhouseCoopers (PWC) enumera cinco factores "estadísticamente significativos" en la conquista de medallas olímpicas: la población del país, su nivel de ingresos (que surge de su producto bruto interno), si perteneció o no a la desaparecida Unión Soviética o a un bloque comunista, si es el anfitrión, y cómo fue su desempeño en los Juegos Olímpicos anteriores. Todos favorecen a China.

Hay algunas excepciones que muestran cómo el vínculo entre la economía y el resultado de los Juegos no es perfecto. "La conclusión es que el tamaño importa, pero no es todo. David puede en ocasiones vencer a Goliat", cierra el estudio de PWC.

Durante la Guerra Fría, el deporte se convirtió en una forma más de propaganda de los regímenes comunistas, que pusieron especial énfasis -en algunos casos, a través del uso de drogas- en el desarrollo de una elite de atletas. Así, los antiguos países comunistas lograron un desempeño mejor de lo que marcaba su economía o su población. Esto dura hasta estos días. Según un estudio del banco catalán La Caixa, "la caída del Muro de Berlín apenas ha menguado su capacidad competitiva, ya que las estructuras creadas se han mantenido en buena forma". Cuba es un emblema de este grupo.

Esa inversión pública -a la que se suma ahora la privada- hace otra diferencia. "En los Juegos no hay una disputa por poder, pero sí por prestigio. Los grandes tienen los recursos y los ponen porque está en juego el prestigio", explicó el director de la Maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella, Roberto Russell.

China, por ejemplo, desarrolló en los últimos años el llamado Proyecto 119, por el número de medallas que reparten la natación, el atletismo y el yachting, donde, hasta esta cita, no habían logrado mucho. Y además fue local, otro factor favorable para trepar a lo más alto del medallero.

El jamaiquino Usain Bolt es otra excepción, al igual que los fondistas etíopes y kenianos. Ellos cuentan con una diferencia biológica al tener más resistencia a la fatiga.

Australia se coló en el top ten sin tener una gran economía, aunque si una "cultura por el deporte", justificó Russell. Y la India, con una población superior a los 1000 millones de habitantes y un crecimiento tan vigoroso como el chino, capturó en Pekín sólo tres medallas. El estudio de PWC asocia las diferencias entre los gigantes asiáticos a la pasión india por el cricket, un deporte excluido, por el momento, de la máxima cita del deporte.

China PBI y medallas


Decepcionados, los atletas norteamericanos arrastraban los pies intentando encontrarle una explicación a lo inexplicable. "No sé qué pasó", confesó Tyson Gay, su estrella, minutos después. Estados Unidos, el histórico dominador del atletismo, prueba madre de los Juegos Olímpicos, coronó su estrepitoso fracaso en el Nido de Pájaro con la derrota en las semifinales de la posta 4x100m, un bastión de los velocistas norteamericanos. Tanto el cuarteto de varones como el de mujeres dejó caer el testimonio. Inexplicable.

Salvo, al parecer, para quienes creen que las victorias olímpicas de un país están vinculadas con el desempeño de su economía. No son pocos los que creen que el medallero, además de reflejar logros deportivos, es una evidencia del poder económico de los países que compiten. Un país rico, como Estados Unidos, Inglaterra o Alemania, tiene más chances de triunfar que uno pobre.

Estados Unidos es el país que más medallas logró hasta el momento en Pekín. Pero, aun así, derrotas como las del atletismo lo llevaron a ceder el trono que supo ocupar en los últimos tres Juegos. China obtuvo más medallas doradas y, gracias a ello y por primera vez en la historia, encabezó cómodamente el medallero. Un ascenso vertiginoso, si se tiene en cuenta un dato: finalizó 11° en Seúl 88. Cualquier similitud con el desempeño desde ese entonces de su economía no es, según esta visión, una casualidad. Pero ¿confirma el medallero la creciente supremacía china y el "declive del imperio norteamericano", tal como describió el gurú de la crisis financiera global, el economista Nouriel Roubini, la situación actual de Estados Unidos? No necesariamente.

David puede con Goliat
Un informe elaborado por la consultora PriceWaterhouseCoopers (PWC) enumera cinco factores "estadísticamente significativos" en la conquista de medallas olímpicas: la población del país, su nivel de ingresos (que surge de su producto bruto interno), si perteneció o no a la desaparecida Unión Soviética o a un bloque comunista, si es el anfitrión, y cómo fue su desempeño en los Juegos Olímpicos anteriores. Todos favorecen a China.

Hay algunas excepciones que muestran cómo el vínculo entre la economía y el resultado de los Juegos no es perfecto. "La conclusión es que el tamaño importa, pero no es todo. David puede en ocasiones vencer a Goliat", cierra el estudio de PWC.

Durante la Guerra Fría, el deporte se convirtió en una forma más de propaganda de los regímenes comunistas, que pusieron especial énfasis -en algunos casos, a través del uso de drogas- en el desarrollo de una elite de atletas. Así, los antiguos países comunistas lograron un desempeño mejor de lo que marcaba su economía o su población. Esto dura hasta estos días. Según un estudio del banco catalán La Caixa, "la caída del Muro de Berlín apenas ha menguado su capacidad competitiva, ya que las estructuras creadas se han mantenido en buena forma". Cuba es un emblema de este grupo.

Esa inversión pública -a la que se suma ahora la privada- hace otra diferencia. "En los Juegos no hay una disputa por poder, pero sí por prestigio. Los grandes tienen los recursos y los ponen porque está en juego el prestigio", explicó el director de la Maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella, Roberto Russell.

China, por ejemplo, desarrolló en los últimos años el llamado Proyecto 119, por el número de medallas que reparten la natación, el atletismo y el yachting, donde, hasta esta cita, no habían logrado mucho. Y además fue local, otro factor favorable para trepar a lo más alto del medallero.

El jamaiquino Usain Bolt es otra excepción, al igual que los fondistas etíopes y kenianos. Ellos cuentan con una diferencia biológica al tener más resistencia a la fatiga.

Australia se coló en el top ten sin tener una gran economía, aunque si una "cultura por el deporte", justificó Russell. Y la India, con una población superior a los 1000 millones de habitantes y un crecimiento tan vigoroso como el chino, capturó en Pekín sólo tres medallas. El estudio de PWC asocia las diferencias entre los gigantes asiáticos a la pasión india por el cricket, un deporte excluido, por el momento, de la máxima cita del deporte.

domingo, junio 15, 2008

China rumbo al Olimpo: deporte, política y orgullo nacional


Consolidada como superpotencia económica, China busca ahora ser reconocida como actor político por derecho propio. Los 40 mil millones de dólares invertidos en los preparativos para las olimpíadas muestran que el gobierno apostó fuerte para transformar el mayor encuentro deportivo del mundo en el escenario de su legitimación internacional

Por Adriana La Rotta


El país más populoso del mundo, el que tiene mayor número de internautas, el principal productor de acero, el que más óxido de carbono lanza a la atmósfera, el que ha sacado de la pobreza al mayor número de personas, el que más sentencias de muerte aplica...

China es el gigante de nuestros tiempos. Un gigante contradictorio, confinado a la pobreza y al aislamiento durante la mayor parte del último siglo -el siglo de la humillación, lo llaman ellos-, pero que ha recuperado su supremacía económica y está en camino de convertirse en una potencia geopolítica: un relevamiento del Banco Mundial la ubicó cuarta en el ranking de las principales potencias mundiales, detrás de Estados Unidos, Japón y Alemania, pero antes de Francia y Gran Bretaña; en 2006, con 974 mil millones de dólares, fue la tercera potencia exportadora mundial y el primer comprador mundial de cemento, carbón, acero, níquel y aluminio. Fue también el segundo importador de petróleo, detrás de los Estados Unidos. Así y todo, su balanza comercial arrojó un superávit de 200.000 millones de dólares.

Pero en la psicología del gobierno -y cada vez más en la del pueblo chino-, el estatus de primera línea le será concedido el próximo 8 de agosto, cuando se inauguren en Pekín los XXIX Juegos Olímpicos. El énfasis del gobierno en la construcción del mejor escenario para su lanzamiento internacional -la inversión total ya llegó a los 40 mil millones de dólares; se esperan 500.000 visitantes y una audiencia de 4000 millones de televidentes- permite anticipar un evento en el que habrá mucho más de epopeya nacional, de celebración patriótica, que de torneo deportivo. Y que las hazañas de los atletas, seguramente, pasarán a un segundo plano, comparadas con la proeza que China siente haber conseguido: volver a ser relevante para el mundo, tras un largo y oprobioso paréntesis.

"China ha sido siempre una de las grandes civilizaciones, pero en el último siglo estuvo subyugada a los poderes occidentales. Pekín ve los Juegos como un símbolo de su resurrección como potencia y como una oportunidad para que el resto del mundo reconozca ese poder", dice Baohui Zhang, profesor de ciencias políticas en la Universidad Lingnan de Hong Kong.

A menos de dos meses del inicio de los Juegos, el ambiente Olímpico se respira en las grandes ciudades chinas, incluyendo a Hong Kong que, once años después del traspaso del control británico al chino, está redescubriendo el orgullo de formar parte de la "madre patria".

Grandes carteles luminosos en plazas, avenidas céntricas y estaciones de tren, en todas las grandes ciudades, llevan la cuenta regresiva para el inicio del evento, mientras que los medios oficiales dedican buena parte de su espacio a mostrar los preparativos en las sedes olímpicas y a hacer perfiles de los deportistas con potencial de ganar oro para el país.

Ninguna encuesta independiente ha medido el respaldo que la población china da a los Olímpicos, pero parece ser un apoyo masivo que el gobierno interpreta -quizás con razón- como un referendo de su propio desempeño. Una buena medida de hasta qué punto se han vuelto populares estos juegos entre la población la da un hecho singular: al menos 4 mil recién nacidos en los últimos meses han sido bautizados con el nombre Aoyun, que significa nada, más y nada menos, que "Juegos Olímpicos". Muchas empresas chinas, incluso las que no son patrocinadoras oficiales del evento, han diseñado sus campañas en sintonía con los Juegos y adoptando el mismo tono épico e inflamado de fervor patrio que destila la propaganda gubernamental (ver recuadro).

Al contrario de lo que sucedió en otros continentes en donde el paso de la Antorcha Olímpica fue recibido con protestas, en el territorio chino el símbolo ha tenido recepciones multitudinarias. Inclusive en Hong Kong, cuyos habitantes solían pensar en China como un país aparte, la llama fue vitoreada por un público arropado con enormes banderas rojas.

Los Juegos Olímpicos han sometido a China a un escrutinio internacional que no sólo le ha cambiado la fisonomía a las ciudades sedes, y en especial a Pekín, sino que ha introducido elementos de democracia que antes no existían en el país, entre ellos -el más notable-, la forma abierta y transparente con que el gobierno ha manejado la emergencia producida por el terremoto en Sichuan.

Podría decirse que es un escenario parecido al de Japón en 1964, cuando los Olímpicos de Tokio simbolizaron el cierre del capítulo de la posguerra y el comienzo de la recuperación espectacular de la economía nipona. Aunque muchos preferirían que hubiera más paralelos con la Olimpiada de Seúl en 1988, la que sirvió como catalizador del movimiento democrático que acabó con cuarenta años de gobiernos autoritarios y ayudó a propulsar el desarrollo coreano.

Pero el surgimiento de China como potencia global encarnado en los Olímpicos de Pekín también podría traer cambios no tan bienvenidos por Occidente. "China y su población van a emerger de los Juegos más confiados y por lo tanto más dispuestos a dar pelea -imagina el profesor Zhang-. No van a dejarse doblegar en términos diplomáticos y serán menos cooperativos. Esa nueva confianza puede ser una invitación al conflicto."

Como el surgimiento de China no es una expectativa sino una realidad, lo que desvela a los sinólogos es cómo el gigante hará uso de su nuevo estatus. "La fuerza es apenas una parte de la ecuación. Las intenciones -cómo usará China su poder- harán la diferencia entre la guerra y la paz", escribió Susan Shrik, alta funcionaria del Departamento de Estado norteamericano para asuntos chinos, en un libro que se ha convertido en una especie de Biblia para entender ya no el "efecto" sino la "amenaza" del gigante asiático.

Shrik sostiene que el principal objetivo político de los dirigentes chinos es mantener la estabilidad social porque en ella radica la supervivencia del gobierno. Por tanto, sus decisiones de política exterior estarán determinadas por la necesidad de mantener el consenso interno.

En un país de dimensiones continentales con más de cincuenta grupos raciales y enormes disparidades económicas -se estima que hay en China 350 mil millonarios, unos 800 multimillonarios y 124 millones de personas que viven todavía con menos de un dólar por día-, la estabilidad social vive en estado de permanente fragilidad. En este momento de la historia, no obstante, a menos de dos meses de los Juegos Olímpicos, Pekín tiene más consenso interno del que muchas veces se cree en Occidente.

Vientos nacionalistas

Casi tres décadas de vigoroso crecimiento han puesto al alcance de millones de personas en China bienes y servicios antes impensables. Por eso, las nuevas generaciones de chinos -que han visto a su país pasar de la pobreza a ser la cuarta economía del globo- son más pragmáticas que las anteriores y profundamente nacionalistas.

"Los jóvenes chinos son diferentes ahora porque nacieron en una sociedad más próspera y menos controlada. Son más individualistas, más sofisticados y están mejor informados. Las recientes manifestaciones de nacionalismo mostraron que también les interesa la política", dice la escritora Lijia Zhang, quien fue operaria en los años 80 en una fábrica de misiles en Nanjing y organizó protestas en 1989 en apoyo al levantamiento de los jóvenes en la plaza Tiananmen.

Zhang, quien vive ahora en Pekín, admite que la dieta de propaganda nacionalista que se les da a los jóvenes chinos ha moldeado sus posiciones políticas, pero eso, señala, no es lo único que explica por qué, en lugar de lanzarse a las calles a respaldar la independencia del Tíbet en marzo pasado, la juventud salió en masa a defender al gobierno. "Los chinos tienen buenas razones para estar orgullosos de lo que han conseguido. La fuerte explosión de nacionalismo fue provocada, en parte, por lo que es visto como una visión parcializada de la prensa extranjera", dice.

Lo que China piensa de sí misma y lo que se piensa de China en Occidente son dos visiones totalmente distintas, pero están relacionadas. China se percibe como una víctima de la avaricia y la envidia del Primer Mundo, a pesar de lo cual ha logrado dar saltos gigantescos que la han colocado en la ruta hacia convertirse en la principal economía del globo.

Aunque el gobierno no lo expresa de manera totalmente clara, Pekín condena la doble moral de Occidente, que reclama la independencia del Tíbet y condena las violaciones a los derechos humanos del régimen comunista mientras mantiene con China una lucrativa relación comercial.

No sorprende entonces que la prensa internacional, acostumbrada a reforzar la dicotomía entre Gobierno y ciudadanía, haya visto sorprendida cómo la juventud china, más expuesta que nunca a las influencias externas, tiene una mayor desconfianza hacia Occidente que sus antecesores.

"Yo veo que mis estudiantes dudan de la propaganda del gobierno porque saben que no es equilibrada, pero son mucho más escépticos de la democracia al estilo Occidental de lo que eran los jóvenes hace veinte años. La democracia como modelo no los inspira", dice Daniel Bell, profesor canadiense que enseña teoría política en la Universidad Tsinghua, una de las más prestigiosas del país.

Originaria de la provincia de Hubei, Wu Yun, una joven de 26 años a punto de terminar su maestría de ética en Tsinghua, explica por qué, pese a que no participó en las protestas en contra de los extranjeros a propósito del conflicto con Tíbet, sí entiende por qué fueron motivadas. "La mayoría de los chinos, incluyendo los jóvenes, prefiere adoptar la opinión unificada o autorizada de los hechos. En el caso del Tíbet, esa mayoría cree que el gobierno ha mejorado mucho las condiciones de vida en la región, por lo tanto los tibetanos no tienen motivos para oponerse al gobierno", explica Yun.

Si bien legítimas, las preocupaciones de los jóvenes que tienen acceso a la educación en las grandes ciudades son muy diferentes de los problemas que aquejan al 56% de la población que vive todavía en áreas rurales o a los 150 millones de trabajadores migrantes que han abandonado el campo en busca de prosperidad en las líneas de ensamblaje de las fábricas.

La industrialización ha ocasionado a millones de agricultores la pérdida de sus tierras y ha creado problemas ambientales que deterioran aún más su calidad de vida. Entre tanto, las reformas al sistema de salud -para alinearlo con una economía de mercado- han convertido a los médicos y los hospitales en artículos de lujo a los que sólo una mínima parte de la población tiene acceso.

Aunque a finales del 2005 el gobierno chino decretó nueve años de educación gratuita para los habitantes de las áreas rurales, la calidad del profesorado y el estado de las instalaciones educativas han sido una constante preocupación de los padres. Y con buen fundamento, como lo corroboró trágicamente el terremoto de mayo en Sichuan, que destruyó o dejó en estado calamitoso más de 13 mil establecimientos educativos y mató a casi 5 mil estudiantes en esa provincia.

En el saldo siniestro del terremoto de Sichuan, como en miles de otros casos a lo largo y a lo ancho del país, la corrupción es un fenómeno cuyo control escapa al gobierno central.

La gran brecha

De acuerdo con un estudio del think-tank estadounidenseFondo Carnegie para la Paz Internacional publicado en octubre pasado, el 10% del valor de todos los contratos oficiales en China está reservado para pagos ilícitos y sólo uno de cada cien funcionarios corruptos acaba en la cárcel.

Las autoridades reconocen que el problema existe y lo atribuyen a los cambios estructurales que atraviesa la economía. En la práctica, es el resultado del sistema de partido único que no permite los mecanismos control que existen en las democracias.

Pero las placas tectónicas no son la única razón por la que en China se puedan producir fuertes sismos. Desde que reemplazó el planeamiento central por una economía de mercado y se abrió al mundo en los años 80, China ha empezado a figurar en la lista de los países con mayor desigualdad. Según la revista Hurun -una especie de Forbes china que le sigue la pista a la acumulación de riqueza-, el país tiene casi 350 mil millonarios y unos 800 multimillonarios. En contraste, 124 millones de chinos viven todavía con menos de un dólar por día.

Parte de esa nueva riqueza ha sido amasada a través de medios no legítimos y, como resultado, la inestabilidad social está en los primeros lugares de las listas de los sinólogos que estudian los factores de riesgo en el futuro inmediato chino.

"Los líderes centrales entienden los problemas sociales que el país está acumulando, pero no pueden sobre-reaccionar. El país no puede parar el crecimiento económico debido a las presiones sociales", dice el experto en China y consultor Michael Enright.

Para el gobierno, sin embargo, controlar el crecimiento económico para que no produzca más desequilibrios es una prioridad, y así lo confirmó el premier chino Wen Jiabao en marzo último, cuando indicó que el gobierno querría disminuir la tasa de crecimiento del 11,4 alcanzado el año pasado a no más del 8%. La principal preocupación hoy es que las asimetrías económicas pongan en peligro la continuidad del régimen.

En la historia reciente de China hay pocos ejemplos mejores del potencial desestabilizador de un hecho y de la forma como fue controlado que el terremoto de mayo en la provincia de Sichuan. Menos de dos horas después de ocurrido el sismo, el Premier Wen Jiabao se dirigió en helicóptero a la zona del desastre y comandó en persona las tareas de los cuerpos de rescate ante los ojos del país entero, que por primera vez pudo seguir un acontecimiento como ése por televisión.

Al abrir el flujo de información, el gobierno impulsó al pueblo chino a solidarizarse con la tragedia y creó oportunidades de participación a través de colectas de dinero y trabajo voluntario que no se habían visto en la era comunista. Ecos de esa apertura se oyeron más allá del continente chino. "Por primera vez en mi vida sentí que soy china y que son mis hermanos los que están sufriendo", dijo hace poco en Hong Kong Maggie M., una oficinista de 30 años, quien hasta antes del terremoto sentía que su única patria era la excolonia británica.

El movimiento ciudadano que parece haberse despertado con los temblores de Sichuan podría, sin embargo, traer nuevos desafíos a la nación china. "Levantarse e ir a ayudar a los demás no formó parte hasta ahora de la cultura china, que suele preocuparse por la familia pero no por la comunidad. Podría ser el nacimiento de la sociedad civil, algo que las autoridades han alentado en Sichuan pero que al mismo tiempo van a querer limitar por los riesgos que encierra", advierte el profesor Baohui Zhang.

Es posible, pero la rapidez y voluntad con que millones de chinos se unieron para rodear a sus compatriotas pueden ser síntoma de que la sociedad civil está lista para ejercer más democracia de la que se le permite, y negarle esa demanda puede llegar a ser un nuevo factor de inestabilidad social.

La China que llega a los Juegos Olímpicos es un país frágil y fuerte al mismo tiempo. Algunos analistas han advertido que después de los Juegos vendrá una resaca y sólo entonces la opinión pública se empezará a preguntar si se justificaba invertir 40 mil millones de dólares en un evento cuya llama se extinguiría en tres semanas.

Tal vez quienes presagian ese final olvidan que la Olimpíada para China no es un evento deportivo sino un acto político, una especie de entrega de credenciales a la comunidad internacional del más nuevo miembro del selecto club de las superpotencias.

Los juegos en cifras



Costo total incluyendo infraestructura: US$ 40.000 millones



Costo de los escenarios deportivos: US$ 1.800 millones



Total de escenarios en Pekín: 31; fuera de Pekín, 6



Desplazados por los escenarios según el gobierno: 6.000 familias; desplazados según ONGs, 1.5 millones de personas



Atletas participantes: 10.708



Voluntarios: 70.000



Televidentes previstos: 4 mil millones



Visitantes esperados: 500.000


Propaganda y disidencia

Con la Antorcha Olímpica aproximándose a suelo tibetano, el gobierno chino se prepara para enfrentar días de tensión que podrían recordar los violentos disturbios ocurridos en Lhasa en marzo pasado.

La independencia del Tíbet es un tema fuera de cuestión para la población china, 90% de la cual pertenece a la etnia Han, la predominante en el país. Para la inmensa mayoría de la opinión pública, los reclamos de los tibetanos son una muestra de ingratitud para con la nación, que ha hecho fuertes inversiones económicas y elevado el nivel de vida en la región autónoma.

Cincuenta años de propaganda de desprestigio contra la figura del Dalai Lama han calado hondo en la población, para la cual el líder de los tibetanos es visto no como un santo, sino como un político sagaz al servicio de los intereses de Occidente.

Nada indica que habrá avances en la situación del Tíbet antes o después de la Olimpíada, ni tampoco en relación con la suerte de los miles de prisioneros políticos -la cifra real se desconoce- confinados en las cárceles chinas por ejercer actividades que en otros sistemas serían consideradas normales.

De acuerdo con el disidente Wang Dan, líder de la revuelta de Tiananmen en 1989, quien desde hace una década vive exiliado en los Estados Unidos, más de 300 mil chinos en los últimos años han sido enviados a campos de reeducación como castigo por ejercer actividades políticas distintas de las aprobadas por el Partido Comunista.

Aun así, la disidencia sobrevive en China ayudada por la capacidad de diseminación de las ideas que permite Internet. En blogs y salas de chat que logran volar bajo el radar de la censura, voces aisladas continúan reclamando apertura democrática y defendiendo las causas de minorías que no tienen voz en el país.

China rumbo al Olimpo: deporte, política y orgullo nacional


Consolidada como superpotencia económica, China busca ahora ser reconocida como actor político por derecho propio. Los 40 mil millones de dólares invertidos en los preparativos para las olimpíadas muestran que el gobierno apostó fuerte para transformar el mayor encuentro deportivo del mundo en el escenario de su legitimación internacional

Por Adriana La Rotta


El país más populoso del mundo, el que tiene mayor número de internautas, el principal productor de acero, el que más óxido de carbono lanza a la atmósfera, el que ha sacado de la pobreza al mayor número de personas, el que más sentencias de muerte aplica...

China es el gigante de nuestros tiempos. Un gigante contradictorio, confinado a la pobreza y al aislamiento durante la mayor parte del último siglo -el siglo de la humillación, lo llaman ellos-, pero que ha recuperado su supremacía económica y está en camino de convertirse en una potencia geopolítica: un relevamiento del Banco Mundial la ubicó cuarta en el ranking de las principales potencias mundiales, detrás de Estados Unidos, Japón y Alemania, pero antes de Francia y Gran Bretaña; en 2006, con 974 mil millones de dólares, fue la tercera potencia exportadora mundial y el primer comprador mundial de cemento, carbón, acero, níquel y aluminio. Fue también el segundo importador de petróleo, detrás de los Estados Unidos. Así y todo, su balanza comercial arrojó un superávit de 200.000 millones de dólares.

Pero en la psicología del gobierno -y cada vez más en la del pueblo chino-, el estatus de primera línea le será concedido el próximo 8 de agosto, cuando se inauguren en Pekín los XXIX Juegos Olímpicos. El énfasis del gobierno en la construcción del mejor escenario para su lanzamiento internacional -la inversión total ya llegó a los 40 mil millones de dólares; se esperan 500.000 visitantes y una audiencia de 4000 millones de televidentes- permite anticipar un evento en el que habrá mucho más de epopeya nacional, de celebración patriótica, que de torneo deportivo. Y que las hazañas de los atletas, seguramente, pasarán a un segundo plano, comparadas con la proeza que China siente haber conseguido: volver a ser relevante para el mundo, tras un largo y oprobioso paréntesis.

"China ha sido siempre una de las grandes civilizaciones, pero en el último siglo estuvo subyugada a los poderes occidentales. Pekín ve los Juegos como un símbolo de su resurrección como potencia y como una oportunidad para que el resto del mundo reconozca ese poder", dice Baohui Zhang, profesor de ciencias políticas en la Universidad Lingnan de Hong Kong.

A menos de dos meses del inicio de los Juegos, el ambiente Olímpico se respira en las grandes ciudades chinas, incluyendo a Hong Kong que, once años después del traspaso del control británico al chino, está redescubriendo el orgullo de formar parte de la "madre patria".

Grandes carteles luminosos en plazas, avenidas céntricas y estaciones de tren, en todas las grandes ciudades, llevan la cuenta regresiva para el inicio del evento, mientras que los medios oficiales dedican buena parte de su espacio a mostrar los preparativos en las sedes olímpicas y a hacer perfiles de los deportistas con potencial de ganar oro para el país.

Ninguna encuesta independiente ha medido el respaldo que la población china da a los Olímpicos, pero parece ser un apoyo masivo que el gobierno interpreta -quizás con razón- como un referendo de su propio desempeño. Una buena medida de hasta qué punto se han vuelto populares estos juegos entre la población la da un hecho singular: al menos 4 mil recién nacidos en los últimos meses han sido bautizados con el nombre Aoyun, que significa nada, más y nada menos, que "Juegos Olímpicos". Muchas empresas chinas, incluso las que no son patrocinadoras oficiales del evento, han diseñado sus campañas en sintonía con los Juegos y adoptando el mismo tono épico e inflamado de fervor patrio que destila la propaganda gubernamental (ver recuadro).

Al contrario de lo que sucedió en otros continentes en donde el paso de la Antorcha Olímpica fue recibido con protestas, en el territorio chino el símbolo ha tenido recepciones multitudinarias. Inclusive en Hong Kong, cuyos habitantes solían pensar en China como un país aparte, la llama fue vitoreada por un público arropado con enormes banderas rojas.

Los Juegos Olímpicos han sometido a China a un escrutinio internacional que no sólo le ha cambiado la fisonomía a las ciudades sedes, y en especial a Pekín, sino que ha introducido elementos de democracia que antes no existían en el país, entre ellos -el más notable-, la forma abierta y transparente con que el gobierno ha manejado la emergencia producida por el terremoto en Sichuan.

Podría decirse que es un escenario parecido al de Japón en 1964, cuando los Olímpicos de Tokio simbolizaron el cierre del capítulo de la posguerra y el comienzo de la recuperación espectacular de la economía nipona. Aunque muchos preferirían que hubiera más paralelos con la Olimpiada de Seúl en 1988, la que sirvió como catalizador del movimiento democrático que acabó con cuarenta años de gobiernos autoritarios y ayudó a propulsar el desarrollo coreano.

Pero el surgimiento de China como potencia global encarnado en los Olímpicos de Pekín también podría traer cambios no tan bienvenidos por Occidente. "China y su población van a emerger de los Juegos más confiados y por lo tanto más dispuestos a dar pelea -imagina el profesor Zhang-. No van a dejarse doblegar en términos diplomáticos y serán menos cooperativos. Esa nueva confianza puede ser una invitación al conflicto."

Como el surgimiento de China no es una expectativa sino una realidad, lo que desvela a los sinólogos es cómo el gigante hará uso de su nuevo estatus. "La fuerza es apenas una parte de la ecuación. Las intenciones -cómo usará China su poder- harán la diferencia entre la guerra y la paz", escribió Susan Shrik, alta funcionaria del Departamento de Estado norteamericano para asuntos chinos, en un libro que se ha convertido en una especie de Biblia para entender ya no el "efecto" sino la "amenaza" del gigante asiático.

Shrik sostiene que el principal objetivo político de los dirigentes chinos es mantener la estabilidad social porque en ella radica la supervivencia del gobierno. Por tanto, sus decisiones de política exterior estarán determinadas por la necesidad de mantener el consenso interno.

En un país de dimensiones continentales con más de cincuenta grupos raciales y enormes disparidades económicas -se estima que hay en China 350 mil millonarios, unos 800 multimillonarios y 124 millones de personas que viven todavía con menos de un dólar por día-, la estabilidad social vive en estado de permanente fragilidad. En este momento de la historia, no obstante, a menos de dos meses de los Juegos Olímpicos, Pekín tiene más consenso interno del que muchas veces se cree en Occidente.

Vientos nacionalistas

Casi tres décadas de vigoroso crecimiento han puesto al alcance de millones de personas en China bienes y servicios antes impensables. Por eso, las nuevas generaciones de chinos -que han visto a su país pasar de la pobreza a ser la cuarta economía del globo- son más pragmáticas que las anteriores y profundamente nacionalistas.

"Los jóvenes chinos son diferentes ahora porque nacieron en una sociedad más próspera y menos controlada. Son más individualistas, más sofisticados y están mejor informados. Las recientes manifestaciones de nacionalismo mostraron que también les interesa la política", dice la escritora Lijia Zhang, quien fue operaria en los años 80 en una fábrica de misiles en Nanjing y organizó protestas en 1989 en apoyo al levantamiento de los jóvenes en la plaza Tiananmen.

Zhang, quien vive ahora en Pekín, admite que la dieta de propaganda nacionalista que se les da a los jóvenes chinos ha moldeado sus posiciones políticas, pero eso, señala, no es lo único que explica por qué, en lugar de lanzarse a las calles a respaldar la independencia del Tíbet en marzo pasado, la juventud salió en masa a defender al gobierno. "Los chinos tienen buenas razones para estar orgullosos de lo que han conseguido. La fuerte explosión de nacionalismo fue provocada, en parte, por lo que es visto como una visión parcializada de la prensa extranjera", dice.

Lo que China piensa de sí misma y lo que se piensa de China en Occidente son dos visiones totalmente distintas, pero están relacionadas. China se percibe como una víctima de la avaricia y la envidia del Primer Mundo, a pesar de lo cual ha logrado dar saltos gigantescos que la han colocado en la ruta hacia convertirse en la principal economía del globo.

Aunque el gobierno no lo expresa de manera totalmente clara, Pekín condena la doble moral de Occidente, que reclama la independencia del Tíbet y condena las violaciones a los derechos humanos del régimen comunista mientras mantiene con China una lucrativa relación comercial.

No sorprende entonces que la prensa internacional, acostumbrada a reforzar la dicotomía entre Gobierno y ciudadanía, haya visto sorprendida cómo la juventud china, más expuesta que nunca a las influencias externas, tiene una mayor desconfianza hacia Occidente que sus antecesores.

"Yo veo que mis estudiantes dudan de la propaganda del gobierno porque saben que no es equilibrada, pero son mucho más escépticos de la democracia al estilo Occidental de lo que eran los jóvenes hace veinte años. La democracia como modelo no los inspira", dice Daniel Bell, profesor canadiense que enseña teoría política en la Universidad Tsinghua, una de las más prestigiosas del país.

Originaria de la provincia de Hubei, Wu Yun, una joven de 26 años a punto de terminar su maestría de ética en Tsinghua, explica por qué, pese a que no participó en las protestas en contra de los extranjeros a propósito del conflicto con Tíbet, sí entiende por qué fueron motivadas. "La mayoría de los chinos, incluyendo los jóvenes, prefiere adoptar la opinión unificada o autorizada de los hechos. En el caso del Tíbet, esa mayoría cree que el gobierno ha mejorado mucho las condiciones de vida en la región, por lo tanto los tibetanos no tienen motivos para oponerse al gobierno", explica Yun.

Si bien legítimas, las preocupaciones de los jóvenes que tienen acceso a la educación en las grandes ciudades son muy diferentes de los problemas que aquejan al 56% de la población que vive todavía en áreas rurales o a los 150 millones de trabajadores migrantes que han abandonado el campo en busca de prosperidad en las líneas de ensamblaje de las fábricas.

La industrialización ha ocasionado a millones de agricultores la pérdida de sus tierras y ha creado problemas ambientales que deterioran aún más su calidad de vida. Entre tanto, las reformas al sistema de salud -para alinearlo con una economía de mercado- han convertido a los médicos y los hospitales en artículos de lujo a los que sólo una mínima parte de la población tiene acceso.

Aunque a finales del 2005 el gobierno chino decretó nueve años de educación gratuita para los habitantes de las áreas rurales, la calidad del profesorado y el estado de las instalaciones educativas han sido una constante preocupación de los padres. Y con buen fundamento, como lo corroboró trágicamente el terremoto de mayo en Sichuan, que destruyó o dejó en estado calamitoso más de 13 mil establecimientos educativos y mató a casi 5 mil estudiantes en esa provincia.

En el saldo siniestro del terremoto de Sichuan, como en miles de otros casos a lo largo y a lo ancho del país, la corrupción es un fenómeno cuyo control escapa al gobierno central.

La gran brecha

De acuerdo con un estudio del think-tank estadounidenseFondo Carnegie para la Paz Internacional publicado en octubre pasado, el 10% del valor de todos los contratos oficiales en China está reservado para pagos ilícitos y sólo uno de cada cien funcionarios corruptos acaba en la cárcel.

Las autoridades reconocen que el problema existe y lo atribuyen a los cambios estructurales que atraviesa la economía. En la práctica, es el resultado del sistema de partido único que no permite los mecanismos control que existen en las democracias.

Pero las placas tectónicas no son la única razón por la que en China se puedan producir fuertes sismos. Desde que reemplazó el planeamiento central por una economía de mercado y se abrió al mundo en los años 80, China ha empezado a figurar en la lista de los países con mayor desigualdad. Según la revista Hurun -una especie de Forbes china que le sigue la pista a la acumulación de riqueza-, el país tiene casi 350 mil millonarios y unos 800 multimillonarios. En contraste, 124 millones de chinos viven todavía con menos de un dólar por día.

Parte de esa nueva riqueza ha sido amasada a través de medios no legítimos y, como resultado, la inestabilidad social está en los primeros lugares de las listas de los sinólogos que estudian los factores de riesgo en el futuro inmediato chino.

"Los líderes centrales entienden los problemas sociales que el país está acumulando, pero no pueden sobre-reaccionar. El país no puede parar el crecimiento económico debido a las presiones sociales", dice el experto en China y consultor Michael Enright.

Para el gobierno, sin embargo, controlar el crecimiento económico para que no produzca más desequilibrios es una prioridad, y así lo confirmó el premier chino Wen Jiabao en marzo último, cuando indicó que el gobierno querría disminuir la tasa de crecimiento del 11,4 alcanzado el año pasado a no más del 8%. La principal preocupación hoy es que las asimetrías económicas pongan en peligro la continuidad del régimen.

En la historia reciente de China hay pocos ejemplos mejores del potencial desestabilizador de un hecho y de la forma como fue controlado que el terremoto de mayo en la provincia de Sichuan. Menos de dos horas después de ocurrido el sismo, el Premier Wen Jiabao se dirigió en helicóptero a la zona del desastre y comandó en persona las tareas de los cuerpos de rescate ante los ojos del país entero, que por primera vez pudo seguir un acontecimiento como ése por televisión.

Al abrir el flujo de información, el gobierno impulsó al pueblo chino a solidarizarse con la tragedia y creó oportunidades de participación a través de colectas de dinero y trabajo voluntario que no se habían visto en la era comunista. Ecos de esa apertura se oyeron más allá del continente chino. "Por primera vez en mi vida sentí que soy china y que son mis hermanos los que están sufriendo", dijo hace poco en Hong Kong Maggie M., una oficinista de 30 años, quien hasta antes del terremoto sentía que su única patria era la excolonia británica.

El movimiento ciudadano que parece haberse despertado con los temblores de Sichuan podría, sin embargo, traer nuevos desafíos a la nación china. "Levantarse e ir a ayudar a los demás no formó parte hasta ahora de la cultura china, que suele preocuparse por la familia pero no por la comunidad. Podría ser el nacimiento de la sociedad civil, algo que las autoridades han alentado en Sichuan pero que al mismo tiempo van a querer limitar por los riesgos que encierra", advierte el profesor Baohui Zhang.

Es posible, pero la rapidez y voluntad con que millones de chinos se unieron para rodear a sus compatriotas pueden ser síntoma de que la sociedad civil está lista para ejercer más democracia de la que se le permite, y negarle esa demanda puede llegar a ser un nuevo factor de inestabilidad social.

La China que llega a los Juegos Olímpicos es un país frágil y fuerte al mismo tiempo. Algunos analistas han advertido que después de los Juegos vendrá una resaca y sólo entonces la opinión pública se empezará a preguntar si se justificaba invertir 40 mil millones de dólares en un evento cuya llama se extinguiría en tres semanas.

Tal vez quienes presagian ese final olvidan que la Olimpíada para China no es un evento deportivo sino un acto político, una especie de entrega de credenciales a la comunidad internacional del más nuevo miembro del selecto club de las superpotencias.

Los juegos en cifras



Costo total incluyendo infraestructura: US$ 40.000 millones



Costo de los escenarios deportivos: US$ 1.800 millones



Total de escenarios en Pekín: 31; fuera de Pekín, 6



Desplazados por los escenarios según el gobierno: 6.000 familias; desplazados según ONGs, 1.5 millones de personas



Atletas participantes: 10.708



Voluntarios: 70.000



Televidentes previstos: 4 mil millones



Visitantes esperados: 500.000


Propaganda y disidencia

Con la Antorcha Olímpica aproximándose a suelo tibetano, el gobierno chino se prepara para enfrentar días de tensión que podrían recordar los violentos disturbios ocurridos en Lhasa en marzo pasado.

La independencia del Tíbet es un tema fuera de cuestión para la población china, 90% de la cual pertenece a la etnia Han, la predominante en el país. Para la inmensa mayoría de la opinión pública, los reclamos de los tibetanos son una muestra de ingratitud para con la nación, que ha hecho fuertes inversiones económicas y elevado el nivel de vida en la región autónoma.

Cincuenta años de propaganda de desprestigio contra la figura del Dalai Lama han calado hondo en la población, para la cual el líder de los tibetanos es visto no como un santo, sino como un político sagaz al servicio de los intereses de Occidente.

Nada indica que habrá avances en la situación del Tíbet antes o después de la Olimpíada, ni tampoco en relación con la suerte de los miles de prisioneros políticos -la cifra real se desconoce- confinados en las cárceles chinas por ejercer actividades que en otros sistemas serían consideradas normales.

De acuerdo con el disidente Wang Dan, líder de la revuelta de Tiananmen en 1989, quien desde hace una década vive exiliado en los Estados Unidos, más de 300 mil chinos en los últimos años han sido enviados a campos de reeducación como castigo por ejercer actividades políticas distintas de las aprobadas por el Partido Comunista.

Aun así, la disidencia sobrevive en China ayudada por la capacidad de diseminación de las ideas que permite Internet. En blogs y salas de chat que logran volar bajo el radar de la censura, voces aisladas continúan reclamando apertura democrática y defendiendo las causas de minorías que no tienen voz en el país.

sábado, junio 07, 2008

China: estrategias para afrontar el encarecimiento de los alimentos

El notable aumento de los precios de los bienes alimenticios que se ha experimentado en todo el mundo durante el último año y medio tiene diversas causas relacionadas con los cambios en el panorama económico internacional.
China propone hacer frente a la crisis adquiriendo terrenos cultivables en el extranjero que puedan suministrar alimentos a su población; una operación que podría alterar los equilibrios económicos mundiales.

China: estrategias para afrontar el encarecimiento de los alimentos

El notable aumento de los precios de los bienes alimenticios que se ha experimentado en todo el mundo durante el último año y medio tiene diversas causas relacionadas con los cambios en el panorama económico internacional.
China propone hacer frente a la crisis adquiriendo terrenos cultivables en el extranjero que puedan suministrar alimentos a su población; una operación que podría alterar los equilibrios económicos mundiales.

miércoles, abril 30, 2008

China, la Nº 1 en Internet


Alcanzó en febrero los 221 millones de internautas, superando a los EEUU y convirtiéndose en el país con más población de usuarios de la web en el mundo.

El número de usuarios de internet en China se situaba en 210 millones a finales del año pasado, sólo 5 millones menos que el número de estadounidenses de entonces, informó la agencia de noticias Xinhua, citando al Centro de Información de Redes de Internet de China.

"Pese al rápido incremento de la población que usa internet, la proporción de usuarios respecto al total de la población era aún menor que el nivel promedio mundial," dijo Xinhua, citando información del Ministerio de Industria.

La proporción era del 16 por ciento a finales del 2007, frente al 19,1% de promedio mundial.

La censura en internet es común en China, donde el Gobierno emplea un elaborado sistema de filtros y decenas de miles de monitores supervisan los hábitos de navegación, recortando el contenido considerado delicado.

Pero Internet se ha convertido más recientemente en una herramienta importante para contrarrestar las protestas anti China referentes al recorrido de la antorcha olímpica, con una efusión de nacionalismo e indignación.
Reuters

China, la Nº 1 en Internet


Alcanzó en febrero los 221 millones de internautas, superando a los EEUU y convirtiéndose en el país con más población de usuarios de la web en el mundo.

El número de usuarios de internet en China se situaba en 210 millones a finales del año pasado, sólo 5 millones menos que el número de estadounidenses de entonces, informó la agencia de noticias Xinhua, citando al Centro de Información de Redes de Internet de China.

"Pese al rápido incremento de la población que usa internet, la proporción de usuarios respecto al total de la población era aún menor que el nivel promedio mundial," dijo Xinhua, citando información del Ministerio de Industria.

La proporción era del 16 por ciento a finales del 2007, frente al 19,1% de promedio mundial.

La censura en internet es común en China, donde el Gobierno emplea un elaborado sistema de filtros y decenas de miles de monitores supervisan los hábitos de navegación, recortando el contenido considerado delicado.

Pero Internet se ha convertido más recientemente en una herramienta importante para contrarrestar las protestas anti China referentes al recorrido de la antorcha olímpica, con una efusión de nacionalismo e indignación.
Reuters

lunes, abril 14, 2008

Nueva Zelanda-China: acuerdo histórico de libre comercio

Después de tres años y 15 fases de negociación, Nueva Zelanda ha sido el primer país desarrollado que ha pactado un acuerdo de libre comercio con el gigante chino. Pekín, al que se ha reconocido el estatus de economía de mercado, comenzará a eliminar progresivamente las barreras aduaneras para permitir el crecimiento de las exportaciones e inversiones de Nueva Zelanda, a la que China reconoce como “nación privilegiada”. Los sindicatos de la isla se han mostrado preocupados por los sectores que se verán afectados por las importaciones de China

Nueva Zelanda-China: acuerdo histórico de libre comercio

Después de tres años y 15 fases de negociación, Nueva Zelanda ha sido el primer país desarrollado que ha pactado un acuerdo de libre comercio con el gigante chino. Pekín, al que se ha reconocido el estatus de economía de mercado, comenzará a eliminar progresivamente las barreras aduaneras para permitir el crecimiento de las exportaciones e inversiones de Nueva Zelanda, a la que China reconoce como “nación privilegiada”. Los sindicatos de la isla se han mostrado preocupados por los sectores que se verán afectados por las importaciones de China

viernes, marzo 28, 2008

El aumento de los alimentos y el margen de acción de la FAO

La canasta de las importaciones alimentarias cuesta actualmente un 90% más que en el año 2000. El precio internacional de los alimentos básicos ha aumentado en todo el mundo, y se ha traducido en un gran encarecimiento de los precios al por menor, provocando situaciones dramáticas para los países más pobres, que dependen en gran medida de las importaciones de cereales. En un año, el precio del trigo y del maíz se ha duplicado. De estos datos se desprende que la crisis no depende en absoluto de la producción, que nunca había sido tan alta.



Las causas

Los motivos principales de este aumento constante de los precios de los productos alimentarios pueden encontrarse en seis causas de fondo:
1- El desarrollo de la industria de los biocombustibles.
2- El aumento vertiginoso de los costos de envío y el consiguiente aumento de los costes de importación.
3- La desregulación del mercado solicitado por la OMC, hace que la producción, la transformación y la distribución de los productos alimentarios estén bajo el control de empresas multinacionales, generándose un monopolio de los mercados con la consiguiente subida de los costes de importación (un 5% anual).
4- La concentración de operadores alimentarios en manos de pocos que a menudo conlleva especulaciones de tipo financiero.
5- Las condiciones meteorológicas.
6- La incorparación de consumidores chinos que al pasar fel caapo a la cudad modifican su dieta

La situación actual demuestra que el gran proceso de liberalización del mercado alimentario, que ha hecho que los estados dependieran del mercado global, ha hecho aumentar el hambre y la pobreza. El caso de Indonesia es emblemático, hasta los años noventa era autosuficiente en la producción de soja, pero con la apertura de las fronteras y la invasión de soja americana a bajo precio vio como se hundía la producción nacional. Este gran proceso de desregulación del mercado a nivel global ha destruido los mecanismos de protección llevando a esta espiral de aumento de los precios. A esto hay que sumarle las grandes privatizaciones de las reservas nacionales de alimentos, ahora en manos de multinacionales del sector. Al eliminar los controles de los precios en todas partes y estando las provisiones de alimentos en manos de estas empresas multinacionales, la especulación financiera se ha convertido en la causa principal del aumento de los precios. Otras causas menores pueden atribuirse al desarrollo del mercado de los biocombustibles (como destaca un informe reciente OCDE-FAO). El constante aumento de los precios del petróleo ha impulsado enormemente la investigación de la diversificación de las fuentes energéticas mediante los biocombustibles, lo que ha provocado que muchas hectáreas de terreno se usen para la producción de biocombustibles y ya no se destinen a la producción alimentaria. Otros factores de incidencia son el aumento de los precios de los carburantes, que la capacidad de envío a carga completa ya no esté siempre garantizada, la congestión del tráfico portuario y el aumento de las vías comerciales también han repercutido en los costes de envío, haciendo que las tarifas de transporte aumentaran continuamente. Siempre hay que tener en cuenta la variable de las condiciones meteorológicas, aunque sea sólo como factor temporal, a pesar de que en los últimos años no se han registrado casos de crisis en la producción debidas a condiciones meteorológicas adversas.
¿Qué hacen la FAO y las otras organizaciones internacionales?

El objetivo que se ha propuesto la FAO de reducir la pobreza para el año 2015 (el primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio), no está teniendo los resultados esperados. Sin embargo, los líderes de la organización están convencidos de que todavía todo es posible si se aumentan las inversiones públicas en agricultura, en el desarrollo rural y, sobre todo, si se promueven políticas a favor de los pequeños agricultores. La FAO está exhortando a los gobiernos y a toda la Comunidad Internacional para que se tomen medidas inmediatas en el apoyo de países pobres que están siendo muy perjudicados por el dramático aumento de los precios alimentarios, además, se está poniendo mucho interés en los programas nacionales para la seguridad alimentaria.

Las acciones de estos programas se dirigen a la promoción del desarrollo de una agricultura comunitaria, es decir, un planteamiento a nivel local para el desarrollo rural. Actualmente, la dirección corresponde a los estados nacionales, y la FAO les proporciona asistencia y otros servicios técnicos especializados. Entre 2006 y 2007, Argelia, Chad, El Salvador, Gabón, Indonesia, Kenia, Nigeria, Madagascar, Mali y Pakistán se sumaron a otros seis países con programas ya activos, y hay otros 30 a punto de sumarse. El año 2010, el número de beneficiarios podría alcanzar los 80 millones. Las otras intervenciones de la FAO están orientadas a incrementar la producción agrícola local. El objetivo inmediato es proporcionar asistencia a medio plazo a las familias pobres de las zonas rurales para hacer que sean capaces de producir más alimentos y hacer frente al hambre y la desnutrición de manera más eficaz. Se pretende proporcionar fertilizantes, semillas y pesticidas para aumentar la producción local a los pequeños campesinos de los Países con Bajos Ingresos y con Déficit de Alimentos (PIBDA), que son muy dependientes de las importaciones de alimentos. Para asegurar el acceso a estos elementos productivos, se conceden bonos a los campesinos pobres para que compren el material necesario. Este tipo de medidas deberían hacer aumentar la producción alrededor de un 20%, mejorando la autosuficiencia. Éstas son las intervenciones que pueden llevarse a cabo a medio plazo. Para las medidas a largo plazo, la FAO está exhortando a los gobiernos nacionales para que protejan la producción nacional, impulsando la mejora de las condiciones de acceso al mercado para otras empresas del sector. El objetivo es aligerar las presiones de los gobiernos debidas a las costosas importaciones alimentarias, introducir nuevas medidas para mejorar la fertilidad del suelo, garantizar el control de los recursos hídricos al estado y reforzar las infraestructuras rurales para garantizar la sostenibilidad de la producción agrícola a largo plazo. Pero el verdadero problema que hay que afrontar, del que la FAO es plenamente consciente, es el de un mercado de monopolio y distorsionado por la especulación financiera de las multinacionales. Incluso en la misma organización hay visiones opuestas entre los que creen que la eliminación de las barreras comerciales puede mejorar estas distorsiones y los que creen que la futura eliminación de las barreras puede suponer un deterioro de la situación, con futuras repercusiones negativas sobre los precios alimentarios. El mismo Diouf ha destacado recientemente la urgencia de una auténtica reforma comercial en el sector que permita la construcción de un mercado justo. La “Declaración del Milenio de la ONU” se ha comprometido a favor de un sistema comercial justo, basado en reglas, previsible y donde las negociaciones multilaterales proporcionen la manera más prometedora de alcanzar este objetivo.
Los escenarios

Según las estimaciones de la FAO, muchos países reducirán claramente las importaciones de bienes alimentarios de primera necesidad, pero no debido al aumento de la producción interior, sino por el constante aumento de los precios energéticos relacionados con el petróleo. Actualmente, todas las previsiones establecen que, incluso en estaciones con una cosecha excepcional, los precios continuarán con su tendencia al alza. Se prevé que para el año 2008, debido al aumento de los costes de transporte, los precios de las importaciones de los productos alimentarios puedan aumentar hasta un 14%. Esto demuestra que todas las políticas para aumentar la producción no servirán en absoluto para reducir los costes. Los países en vías de desarrollo no se beneficiarán de la liberalización del comercio, sino que más bien sufrirán sus graves efectos negativos tanto en la producción nacional como en la seguridad alimentaria. Con la reducción de las tarifas, los bienes importados representan una mayor competencia para los productos locales y para los sistemas productivos nacionales que contribuyen en gran medida a la disponibilidad alimentaria. La renta y la ocupación local podrían verse muy afectadas y no estar preparadas para resistir ante este reto. Estas consecuencias afectan y afectarán gravemente incluso a los consumidores de los países desarrollados, que durante los últimos años han visto como se reducían sus rentas debido al aumento descontrolado de los precios de los bienes alimentarios de primera necesidad.Según el análisis de la FAO, los elevados precios de la producción alimentaria continuarán caracterizando toda la cadena de abastecimiento, contribuyendo a la subida de los precios al por menor de alimentos básicos como pan, pasta, carne y leche. Sin una intervención decidida e inmediata con políticas públicas nacionales de intervención en el mercado, parece evidente que esta espiral no se parará, con la perspectiva de una completa desestabilización mundial.
Conclusiones

A pesar del aumento de la producción, los productores están en crisis, y los consumidores de los países desarrollados están sufriendo graves consecuencias por el aumento de los precios. La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de España, calcula que los consumidores españoles pagan hasta el 600% más de los precios pagados a los productores. Los países en vías de desarrollo están sufriendo el desmoronamiento de la producción nacional debido a la competencia de la producción global, y enormes franjas de población están sufriendo condiciones de insuficiencia alimentaria. Parece que los estados no tienen la fuerza suficiente para afrontar esta crisis con políticas públicas decididas, más bien parece que todos estén convencidos de que la única salida sea una mayor liberalización del mercado. El camino hacia un retorno a la soberanía alimentaria de los estados parece muy lejano. Ibrahim Coulibaly, presidente de la Coordinación Nacional de las Organizaciones Campesinas (CNOP) de Mali declaró que “ante el extraordinario aumento de los precios de los alimentos, el gobierno ha estado de acuerdo con las peticiones de las organizaciones de campesinos de desarrollar y proteger los mercados locales de alimentos, en lugar de aumentar las importaciones. El aumento de las importaciones de alimentos sólo nos hará más dependientes de las brutales fluctuaciones del mercado mundial”, un mercado alimentario globalizado que ha degenerado en condiciones de oligopolio. No ayuda a afrontar el problema la percepción global de que éste está relacionado con el desarrollo del mercado de los biocombustibles (como si para resolver la “cuestión ambiental” fuera necesario aceptar el aumento de la pobreza y la desnutrición) y la percepción de que hay escasez de bienes alimentarios (los datos sobre la producción son claramente positivos).

El aumento de los alimentos y el margen de acción de la FAO

La canasta de las importaciones alimentarias cuesta actualmente un 90% más que en el año 2000. El precio internacional de los alimentos básicos ha aumentado en todo el mundo, y se ha traducido en un gran encarecimiento de los precios al por menor, provocando situaciones dramáticas para los países más pobres, que dependen en gran medida de las importaciones de cereales. En un año, el precio del trigo y del maíz se ha duplicado. De estos datos se desprende que la crisis no depende en absoluto de la producción, que nunca había sido tan alta.



Las causas

Los motivos principales de este aumento constante de los precios de los productos alimentarios pueden encontrarse en seis causas de fondo:
1- El desarrollo de la industria de los biocombustibles.
2- El aumento vertiginoso de los costos de envío y el consiguiente aumento de los costes de importación.
3- La desregulación del mercado solicitado por la OMC, hace que la producción, la transformación y la distribución de los productos alimentarios estén bajo el control de empresas multinacionales, generándose un monopolio de los mercados con la consiguiente subida de los costes de importación (un 5% anual).
4- La concentración de operadores alimentarios en manos de pocos que a menudo conlleva especulaciones de tipo financiero.
5- Las condiciones meteorológicas.
6- La incorparación de consumidores chinos que al pasar fel caapo a la cudad modifican su dieta

La situación actual demuestra que el gran proceso de liberalización del mercado alimentario, que ha hecho que los estados dependieran del mercado global, ha hecho aumentar el hambre y la pobreza. El caso de Indonesia es emblemático, hasta los años noventa era autosuficiente en la producción de soja, pero con la apertura de las fronteras y la invasión de soja americana a bajo precio vio como se hundía la producción nacional. Este gran proceso de desregulación del mercado a nivel global ha destruido los mecanismos de protección llevando a esta espiral de aumento de los precios. A esto hay que sumarle las grandes privatizaciones de las reservas nacionales de alimentos, ahora en manos de multinacionales del sector. Al eliminar los controles de los precios en todas partes y estando las provisiones de alimentos en manos de estas empresas multinacionales, la especulación financiera se ha convertido en la causa principal del aumento de los precios. Otras causas menores pueden atribuirse al desarrollo del mercado de los biocombustibles (como destaca un informe reciente OCDE-FAO). El constante aumento de los precios del petróleo ha impulsado enormemente la investigación de la diversificación de las fuentes energéticas mediante los biocombustibles, lo que ha provocado que muchas hectáreas de terreno se usen para la producción de biocombustibles y ya no se destinen a la producción alimentaria. Otros factores de incidencia son el aumento de los precios de los carburantes, que la capacidad de envío a carga completa ya no esté siempre garantizada, la congestión del tráfico portuario y el aumento de las vías comerciales también han repercutido en los costes de envío, haciendo que las tarifas de transporte aumentaran continuamente. Siempre hay que tener en cuenta la variable de las condiciones meteorológicas, aunque sea sólo como factor temporal, a pesar de que en los últimos años no se han registrado casos de crisis en la producción debidas a condiciones meteorológicas adversas.
¿Qué hacen la FAO y las otras organizaciones internacionales?

El objetivo que se ha propuesto la FAO de reducir la pobreza para el año 2015 (el primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio), no está teniendo los resultados esperados. Sin embargo, los líderes de la organización están convencidos de que todavía todo es posible si se aumentan las inversiones públicas en agricultura, en el desarrollo rural y, sobre todo, si se promueven políticas a favor de los pequeños agricultores. La FAO está exhortando a los gobiernos y a toda la Comunidad Internacional para que se tomen medidas inmediatas en el apoyo de países pobres que están siendo muy perjudicados por el dramático aumento de los precios alimentarios, además, se está poniendo mucho interés en los programas nacionales para la seguridad alimentaria.

Las acciones de estos programas se dirigen a la promoción del desarrollo de una agricultura comunitaria, es decir, un planteamiento a nivel local para el desarrollo rural. Actualmente, la dirección corresponde a los estados nacionales, y la FAO les proporciona asistencia y otros servicios técnicos especializados. Entre 2006 y 2007, Argelia, Chad, El Salvador, Gabón, Indonesia, Kenia, Nigeria, Madagascar, Mali y Pakistán se sumaron a otros seis países con programas ya activos, y hay otros 30 a punto de sumarse. El año 2010, el número de beneficiarios podría alcanzar los 80 millones. Las otras intervenciones de la FAO están orientadas a incrementar la producción agrícola local. El objetivo inmediato es proporcionar asistencia a medio plazo a las familias pobres de las zonas rurales para hacer que sean capaces de producir más alimentos y hacer frente al hambre y la desnutrición de manera más eficaz. Se pretende proporcionar fertilizantes, semillas y pesticidas para aumentar la producción local a los pequeños campesinos de los Países con Bajos Ingresos y con Déficit de Alimentos (PIBDA), que son muy dependientes de las importaciones de alimentos. Para asegurar el acceso a estos elementos productivos, se conceden bonos a los campesinos pobres para que compren el material necesario. Este tipo de medidas deberían hacer aumentar la producción alrededor de un 20%, mejorando la autosuficiencia. Éstas son las intervenciones que pueden llevarse a cabo a medio plazo. Para las medidas a largo plazo, la FAO está exhortando a los gobiernos nacionales para que protejan la producción nacional, impulsando la mejora de las condiciones de acceso al mercado para otras empresas del sector. El objetivo es aligerar las presiones de los gobiernos debidas a las costosas importaciones alimentarias, introducir nuevas medidas para mejorar la fertilidad del suelo, garantizar el control de los recursos hídricos al estado y reforzar las infraestructuras rurales para garantizar la sostenibilidad de la producción agrícola a largo plazo. Pero el verdadero problema que hay que afrontar, del que la FAO es plenamente consciente, es el de un mercado de monopolio y distorsionado por la especulación financiera de las multinacionales. Incluso en la misma organización hay visiones opuestas entre los que creen que la eliminación de las barreras comerciales puede mejorar estas distorsiones y los que creen que la futura eliminación de las barreras puede suponer un deterioro de la situación, con futuras repercusiones negativas sobre los precios alimentarios. El mismo Diouf ha destacado recientemente la urgencia de una auténtica reforma comercial en el sector que permita la construcción de un mercado justo. La “Declaración del Milenio de la ONU” se ha comprometido a favor de un sistema comercial justo, basado en reglas, previsible y donde las negociaciones multilaterales proporcionen la manera más prometedora de alcanzar este objetivo.
Los escenarios

Según las estimaciones de la FAO, muchos países reducirán claramente las importaciones de bienes alimentarios de primera necesidad, pero no debido al aumento de la producción interior, sino por el constante aumento de los precios energéticos relacionados con el petróleo. Actualmente, todas las previsiones establecen que, incluso en estaciones con una cosecha excepcional, los precios continuarán con su tendencia al alza. Se prevé que para el año 2008, debido al aumento de los costes de transporte, los precios de las importaciones de los productos alimentarios puedan aumentar hasta un 14%. Esto demuestra que todas las políticas para aumentar la producción no servirán en absoluto para reducir los costes. Los países en vías de desarrollo no se beneficiarán de la liberalización del comercio, sino que más bien sufrirán sus graves efectos negativos tanto en la producción nacional como en la seguridad alimentaria. Con la reducción de las tarifas, los bienes importados representan una mayor competencia para los productos locales y para los sistemas productivos nacionales que contribuyen en gran medida a la disponibilidad alimentaria. La renta y la ocupación local podrían verse muy afectadas y no estar preparadas para resistir ante este reto. Estas consecuencias afectan y afectarán gravemente incluso a los consumidores de los países desarrollados, que durante los últimos años han visto como se reducían sus rentas debido al aumento descontrolado de los precios de los bienes alimentarios de primera necesidad.Según el análisis de la FAO, los elevados precios de la producción alimentaria continuarán caracterizando toda la cadena de abastecimiento, contribuyendo a la subida de los precios al por menor de alimentos básicos como pan, pasta, carne y leche. Sin una intervención decidida e inmediata con políticas públicas nacionales de intervención en el mercado, parece evidente que esta espiral no se parará, con la perspectiva de una completa desestabilización mundial.
Conclusiones

A pesar del aumento de la producción, los productores están en crisis, y los consumidores de los países desarrollados están sufriendo graves consecuencias por el aumento de los precios. La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de España, calcula que los consumidores españoles pagan hasta el 600% más de los precios pagados a los productores. Los países en vías de desarrollo están sufriendo el desmoronamiento de la producción nacional debido a la competencia de la producción global, y enormes franjas de población están sufriendo condiciones de insuficiencia alimentaria. Parece que los estados no tienen la fuerza suficiente para afrontar esta crisis con políticas públicas decididas, más bien parece que todos estén convencidos de que la única salida sea una mayor liberalización del mercado. El camino hacia un retorno a la soberanía alimentaria de los estados parece muy lejano. Ibrahim Coulibaly, presidente de la Coordinación Nacional de las Organizaciones Campesinas (CNOP) de Mali declaró que “ante el extraordinario aumento de los precios de los alimentos, el gobierno ha estado de acuerdo con las peticiones de las organizaciones de campesinos de desarrollar y proteger los mercados locales de alimentos, en lugar de aumentar las importaciones. El aumento de las importaciones de alimentos sólo nos hará más dependientes de las brutales fluctuaciones del mercado mundial”, un mercado alimentario globalizado que ha degenerado en condiciones de oligopolio. No ayuda a afrontar el problema la percepción global de que éste está relacionado con el desarrollo del mercado de los biocombustibles (como si para resolver la “cuestión ambiental” fuera necesario aceptar el aumento de la pobreza y la desnutrición) y la percepción de que hay escasez de bienes alimentarios (los datos sobre la producción son claramente positivos).

martes, diciembre 18, 2007

Merkel trabaja en la relación con China

Desde su posición europea privilegiada en los intercambios comerciales con Pekín, la canciller alemana Angela Merkel mira a China con ojos desencantados. La tierra de las grandes oportunidades económicas representa en realidad un reto para los valores del sistema internacional. La defensa de los derechos humanos, la protección del medio ambiente y la responsabilidad global son algunas de las cuestiones que la Alemania dirigida por Merkel está tratando de introducir en el diálogo con China. La visita del Dalai Lama a comienzos de septiembre prueba el cambio de perspectiva de Berlín. Si esta nueva dirección recibiese el apoyo del resto de los países europeos, Alemania podría convertirse en la nación-guía de una política exterior europea.


El recibimiento del Dalai Lama y la irritación china

La visita privada del Dalai Lama en calidad de autoridad religiosa a Angela Merkel ha constituido una ofensa diplomática para China. En respuesta, se ha producido la anulación de la visita del ministro de las finanzas alemán Steinbrück y del ministro de medio ambiente Gabriel. Además, el programa cultural diseñado por ambos países no tendrá la repercusión prevista. El primer ministro chino Wen Jiabao ha pedido a la Canciller como forma de enmienda que considere el recibimiento dado al líder religioso como un error. Esta petición, sin embargo, no es ni conciliable ni realizable.

El Dalai Lama, la máxima autoridad religiosa del budismo, es considerado por el Gobierno chino como el máximo exponente del independentismo del Tibet, región que desde 1951 se encuentra ocupada por la República Popular China. Refugiado en India desde 1959 y galardonado con el premio Nobel de la paz en 1989, es una figura muy mal vista por las autoridades chinas que insisten en reforzar su presencia en la región tibetana. La última demostración de fuerza del Gobierno chino hacia el Tibet ha sido el intento de adjudicarse el derecho de investidura de los altos monjes tibetanos. Esta cuestión, aunque irritada en esta ocasión por la posición alemana, afecta a la diplomacia de la República Popular China desde hace tiempo; no en vano el Dalai Lama ha sido también recibido recientemente por los Gobiernos estadounidense, canadiense y austríaco. En cualquier caso, el recibimiento de dicha autoridad religiosa por parte de Merkel ha sido visto por los dirigentes chinos como un auténtico golpe bajo al que podrían seguir otros. La cuestión del Dalai Lama ha hecho visible un nuevo comportamiento de Alemania en las relaciones con su gran socio comercial. El comportamiento de Merkel parece perturbar las plácidas y cómodas relaciones económicas entre ambos países. Alemania está tratando de insertar en el diálogo con China algunos temas fundamentales como la defensa de los derechos humanos, la protección del medio ambiente o el respeto de la propiedad intelectual. Sobre todas estas cuestiones, sin embargo, China prefiere mantenerse en silencio.

Ampliando la perspectiva, la proximidad de las olimpiadas de Pekín 2008 juega un papel secundario en las relaciones chino-alemanas. Los juegos de agosto de 2008 están dirigiendo los focos de atención también sobre la política interna del país, que ahora es mucho más vulnerable de cara a la opinión pública internacional. Este es uno de los principales motivos por los que China está tratando de asegurarse la fidelidad incondicional de Estados Unidos y la UE y el apoyo de estas grandes potencias occidentales al principio de “una única China”, un principio que sirve tanto para Taiwan como para el Tibet.
Schröder y Merkel. El establecimiento de los intereses alemanes de cara a una China en ascenso

Las líneas de la política exterior alemana en dirección a China se encuentran en una fase dinámica y cambiante. El cambio de cancillería y el avance de China a nivel internacional se encuentran en la base de dicha transformación. Durante la cancillería de Schröder, el principal objetivo del líder alemán fue el de fomentar la aproximación entre ambos Estados para conseguir favorecer que las empresas alemanas alcanzasen una posición relevante en el mercado chino. Entre los actos políticos que trataron de fortalecer esta línea destaca el hecho de que el ex canciller alemán festejase el fin de año en Shangai en el año 2002 o que en el 2004 promoviese, junto con Chirac, la eliminación del embargo europeo de armas a China.

La canciller Merkel está tratando de construir una posición menos cómoda. El pasado 26 de octubre el grupo CDU/CSU presentó en Berlín un nuevo concepto estratégico en relación a Asia que lleva por nombre “China, una oportunidad y un reto para Alemania y Europa”. De forma sintética, establece que los temas a los que la agenda política alemana tiene que dar más importancia en referencia a China son la cuestión de los derechos humanos, la protección del medio ambiente y el respeto a la propiedad intelectual. Durante la visita que Angela Merkel realizó en mayo de 2006 se discutieron las ayudas al desarrollo destinadas a China. Pekín se ha convertido ya en un interlocutor clave para todas las potencias: posee la cantidad más grande de ahorros, es el segundo en emisión de carbón y defiende el yuan devaluado a pesar de las reclamaciones realizadas por los países occidentales. La influencia a escala mundial de China está cambiando y con ella la percepción que Alemania tiene del gigante asiático. Los intentos de reformular los intereses alemanes por parte de Angela Merkel responden, en consecuencia, a esta transformación estructural.

Entre 1997 y 2006 las exportaciones alemanas hacia China han aumentado de 5.800 millones de euros a 27.500 millones. También el valor de las exportaciones chinas ha aumentado, pasando de los 11.000 millones a los 48.800. Desde 1999, Alemania ha sido el principal inversor europeo en China, especialmente en el sector químico y automovilístico y las inversiones chinas en Alemania asciende a los 308.000 millones de euros. Estas cifras han convertido a Alemania en el principal socio de China. Sin embargo, China es cada vez más competitiva a nivel económico. Desde hace ya algunos años la prensa alemana está anunciando que China se encuentra apunto de adelantar a Alemania en materia de exportaciones. Aunque aún no se ha constatado dicho adelantamiento, es más que previsible. Mientras tanto, China exporta a Alemania mucho más de lo que importa, lo que está fomentando el déficit de la balanza comercial alemana respecto a China. China y Alemania compiten y seguirán compitiendo por definir las vías de distribución y el uso de los recursos energéticos. En el plano internacional, China es un interlocutor fundamental en cuestiones de ámbito regional. Además, es la portavoz de un modelo particular de Estado y de desarrollo que en numerosos aspectos difiere del modelo europeo. La posición mucho menos sumisa de Merkel hacia China trata de tener en cuenta qué es exactamente China hoy en día y, también, en qué se convertirá en un futuro próximo. En función de esta percepción está tratando de reformular su propia estrategia. La respuesta consecuente, de ser sostenida por el resto de los miembros de la UE, confirmaría a Alemania como el país-guía de una política exterior común y aumentaría su propio prestigio.
Los obstáculos

La afirmación de la posición alemana en Europa en la formulación de una política menos sumisa hacia China, una política que vaya más allá de la mejora del rendimiento comercial, no es tan inmediata como podría parecer. Desde el punto de vista de la política interna, la polémica entre la canciller Merkel y el ministro de exteriores Steinmeier que siguió a la visita del Dalai Lama, debilitó la posición alemana frente a la determinación china. El ministro de exteriores y desde hace poco también vice canciller, Frank-Walter Steinmeier, miembro del SPD y mano derecha del ex canciller Schröder, ha definido el comportamiento de Merkel como Schaufensterpolitik, es decir, como una actitud indiscreta y casi ingenua de inmiscuirse en los asuntos internos de un socio comercial. El presidente federal Horst Köhler, por su parte, ha defendido la decisión de Merkel. Sin embargo, en estos momentos, las diferencias en política exterior de la Canciller y del Ministro de Asuntos Exteriores podrían debilitar la credibilidad de este cambio de posición, antes incluso de que fuera afirmado internacionalmente.

Desde el punto de vista europeo, el éxito de la visita del presidente Sarkozy es interpretado por muchos alemanes como una ventaja relativa obtenida por parte de Francia a expensas de Berlín. Los veinte mil millones de euros en contratos acordados entre compañías chinas y francesas hacen ver de color de rosa las perspectivas de una asociación comercial entre ambos países. En Alemania, sin embargo, suscitan el temor de una posición desventajosa a la hora de competir como consecuencia del desarrollo de una política que opte por acomodarse y no interferir. Por su parte, China no cesa de especular sobre el escepticismo que rodea a las acciones de Merkel. Pekín está tratando de aprovechar una posible rivalidad entre Francia y Alemania. Aproximándose a la primera, intenta empujar a la segunda a ceder terreno en algunas de las cuestiones más desagradables. Por otro lado, una relación de amistad con Francia es especialmente cómoda, ya que el turno de presidencia europea gala coincide con las olimpiadas chinas. La maniobra asiática puede tener éxito en función de la coordinación que logren establecer ambos países entre sí.
Conclusiones

Frente a una China que ha adquirido un peso relevante sobre la escena internacional, Angela Merkel está probando una nueva estrategia en sus relaciones con Pekín que pueda ser apoyada también por el resto de los miembros de la Unión Europea. Este intento, sin embargo, se está viendo debilitado por la acción pragmática de Sarkozy y, por el momento, ha sido acogido con cierta cautela por parte de Europa. Esto no significa que la nueva línea germana no pueda obtener consenso a medio plazo. La capacidad de liderazgo que Alemania posee en Europa depende también de la voluntad de reconocimiento del resto de los países europeos y, ante todo, del consenso interno a la hora de seguir esta línea.