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sábado, junio 25, 2016

Aldo Ferrer . “Argentina no decidió aún si es un país agrario o industrial”




Por Rubén Weinsteiner

Esta entrevista fue realizada en 2008, y los temas siguen tan actuales y vigentes como hace 8 años.

R.W - Con la decisión de los bancos de reflejar en libros el monto de sus pérdidas en EEUU y en Europa se profundiza la crisis ............ , la pregunta es:
si solamente es una crisis financiera o si hay cosas de la economía real que hicieron crisis, y si los libros de historia por ejemplo lo van a reflejar como "la ley de Say que hizo agua el 29", si hay presupuestos de la economía real que hicieron agua en el 2008-

A.F - Si, pero no por motivos de esta crisis financiera porque esta conmoción está en el ámbito del mundo del dinero que funcionó desde la década del setenta bajo un marco sin regulaciones adecuadas...

R.W - Salir de la convertibilidad oro?

A.F - Bueno fue una... se desreguló una gran cantidad de dinero la dimensión financiera, la especulación financiera a adquirir un peso político creciente, incluso en los países centrales la ideología del mundo del dinero se impuso en EEUU y en Europa, por eso insistieron tanto en la desregulación de los mercados, la apertura, es decir los propios gobiernos de los países centrales fueron funcionales a este universo especulativo y esto es lo que acaba de estallar ahora en una dimensión mucho mayor de lo que había sucedido en episodios anteriores, en que los problemas eran focalizados en algunos puntos del mercado, pero acá abarcó incluso a la actividad bancaria, a los préstamos entre bancos, a las relaciones entre los bancos y la sociedad, y por lo tanto es un descalabro del orden financiero mundial de carácter global.
En 1er lugar, frente a este problema, ya está muy claro que los países centrales, EEUU, Europa y demás, van a reestablecer el orden con una intervención masiva tomando participación en los bancos, comprando las carteras tóxicas, imponiendo las reglas del juego. De tal manera que es previsible que antes de fin de año este desorden financiero haya tocado fin, y se digerirán las consecuencias. Y después viene el impacto de esto sobre la economía real, cómo esto va a influir, que ciertamente va a influir en el gasto de consumo de los EEUU, la gente está muy endeudada, está muy acostumbrada a funcionar con crédito. Acá se produjo toda una alteración, va a haber una baja de demanda, lo hay ya en la construcción, en los bienes de consumo durable, en la industria automotriz.
Y lo mismo está pasando en Europa, y allí lo que cabe esperar es también una intervención masiva dentro digamos de la ideología Keynesiana de usar al Estado y el gasto público como un elemento reactivador de la demanda efectiva para mantener el nivel de empleo, así que después de esta primera ola de intervenciones en el mercado financiero cabe esperar que en los países desarrollados hagan planes de obras públicas, programas sociales, que traten de contener la demanda.
Cuál va a ser el impacto en definitiva de la crisis financiera sobre la economía real, está por verse, va a depender mucho de la intensidad de las políticas de intervención, va a depender también de cómo se comportan los países de Asia, que tienen su propio dinamismo.
Yo me inclinaría a pensar que el efecto va a ser relativamente moderado, se va a sentir, pero no creo que altere el funcionamiento, desde luego no va a alterar las reglas de la Organización Mundial de Comercio, las reglas con las cuales funciona el sistema internacional, reglas en las cuales están interesados todos los pases, incluso los pases emergentes de mayor tamaño.
Ahora subsisten en ese escenario problemas que venían de antes de la crisis financiera, el problema de medio ambiente, el problema de las desigualdades, el problema de la concentración del ingreso, el hecho de que centenares de millones de personas todavía están fuera de la zona del bienestar, viviendo en condiciones paupérrimas. También es cierto que en algunos países, sobre todo China, y en alguna medida India, se están incorporando a la producción centenas de millones de seres humanos. Entonces yo diría que hay una serie de problemas del orden mundial, como éstos que acabo de recordar, que son anteriores a la crisis ésta financiera, y que se van seguramente a replantear en un nuevo escenario donde el Estado reaparece como un protagonista muy importante, y donde los países en desarrollo como los de América Latina, y en particular la Argentina, tienen que tomar sus decisiones.


R.W - En este punto, antes de llegar a la Argentina, el presidente Sarkozy planteó que hace falta un nuevo orden, un nuevo Breton Woods, en el cual Europa no tenga el papel que tuvo en el '44, de actor de reparto, sino que marque la cancha, que imponga sus reglas. Y ellos por ahí sí plantean un nuevo rol para el FMI, para el Banco Mundial, y nuevas reglas dentro de la OMC.
Ud. cómo ve este nuevo orden, con un EEUU más disminuido, menos potencia...?


A.F - Creo que hay una tendencia que es anterior a esto, éstos son episodios dentro de una tendencia donde el peso relativo que tuvo la economía norteamericana al salir de la 2da Guerra Mundial era absolutamente abrumador, tanto en términos reales de producción como de medios financieros. En la medida en la que se reconstruyó Europa, y sobre todo ahora en la medida en que están emergiendo nuevas potencias en Asia, el poder se va a repartir de otra manera. El Atlántico Norte fue el escenario de la hegemonía occidental. El Atlántico Norte lo comparten Europa, los países industriales de Europa y EEUU, ese fue el eje dominante, el centro dominante de la economía mundial. Esto se va a desplazar a Asia.
No porque el Atlántico Norte deje de tener importancia, simplemente porque van a aparecer otros lugares tanto o más importantes que el Atlántico Norte.
Entonces, la declinación Norteamericana es un hecho que estaba planteado de antes, y no porque le falte a la sociedad americana dinamismo y capacidad de adaptación a los cambios, sino simplemente porque otros países que estaban rezagados, y que tienen poblaciones inmensas (China e India representan el 40% de la población mundial), en la medida en que vayan elevando sus niveles de ingreso y de producción van a tener un peso relativo distinto, así que se plantea un nuevo mundo.


R.W – Y en el terreno cómo se materializa ese relegamiento de EEUU a un papel más llano...?


A.F - Bueno esto plantea una serie de problemas, no sólo desde el punto de vista de las transacciones económicas, . internacional, de las inversiones, incluso el problema de la seguridad y de defensa, cuáles son las amenazas a la paz, cómo se van a concertar las acciones para superar las zonas de conflicto en el medio oriente, todo el tema del fundamentalismo religioso. Es decir, hay una serie de desafíos, incluso ambientales, lo que habíamos hablado, las agresiones al medio ambiente, el calentamiento global, que son temas que habrá que abordar, y sobre todo estos elementos de la desigualdad manifiesta que es un factor de tensión internacional, y entonces cómo se van a encontrar los nuevos equilibrios cuando ya EEUU no tenga la última palabra, seguirá teniendo seguramente una opinión muy importante y un peso decisivo, incluso desde el punto de vista del poder militar, el monopolio de la fuerza, que prácticamente ejerció EEUU, sobre todo después de la caída de la Unión Soviética, esto va a dar lugar a un reparto distinto del equilibrio de fuerzas, y esperemos que sea pacífico, es decir que no haya confrontaciones de fuerza entre los principales centros del poder mundial.
Probablemente no porque ahora la competencia no se da en términos de apropiación de territorios, sino más bien de competencia de tecnología, de mercados, entonces no es previsible que se produzcan los acontecimientos que llevaron a la 1ra Guerra Mundial, ni en cierto sentido a la 2da, del imperialismo, de la ocupación de tierras que lleva a conflictos entre las grandes potencias, esto es una historia del pasado. Yo creo que no hay ningún país grande, China, EEUU, que se proponga ocupar ningún territorio ahora en ningún lado.
Puede haber algunos problemas focalizados como el de, éste que se planteó en Rusia con Georgia y demás...


R.W - China también tiene problemas de este tipo...



A.F - ...tiene algún problema de este tipo, por eso es muy focalizado, son problemas regionales, no son problemas globales.
Así que bueno, ésta es mi apreciación.



R.W - Cuando el 29 el 30 hizo agua el clasicismo y el liberalismo más salvaje, apareció el New Deal, el Keynesianismo como para estimular la demanda y en diferentes países hacer, salvar, crecer economía, hasta que en la década del 70, aproximadamente allá por la guerra de .... los países árabes se enojaron, subieron los precios del petróleo y eso complicó un poco ...


A.F - ... la primera crisis del petróleo ...


R.W - ... claro ... ¿qué puede haber aprendido el neokeynesianismo que vendría ahora, de ese keynesianismo que duró 40 años, salvó al mundo pero después tuvo una crisis profunda?


A.F - Bueno, yo creo que lo que seguramente va a haber que ajustar... es una muy buena pregunta... yo creo que lo que va a haber que ajustar es el hecho que este problema se da, la situación actual se ha dado en el marco de una interdependencia entre los principales países, que no existía en aquél entonces, todavía en la década del 30 2 tercios del comercio mundial eran productos primarios, en gran parte provenían de África, de Asia, América Latina y también de los propios países industriales que eran grandes productores como EEUU, de alimentos. Ahora 2 tercios es manufacturas, y hay una integración de las cadenas de valor a escala global, con inversiones norteamericanas en China, en EEUU... hay un grado de interdependencia hoy, incluso porque el comercio es mucho más importante que en aquél entonces. En la década del 30 el comercio con respecto del producto bruto interno mundial era relativamente bajo, sería el 10, 15 %, llegó a estar en el 30 por lo menos, o más.
Entonces hay un grado de interdependencia comercial, incluso desde el punto de vista comunicacional, es decir; acá ha habido una revolución de las comunicaciones en tiempo real, donde la informática, Internet, todo esto ha generado un escenario de una, en cierto sentido, de una aldea planetaria.
Entonces esto tiene una serie de condiciones que no se han dado en aquél entonces, y lo curioso es que a pesar de todo, sobre todo en el caso de los países en desarrollo, que todavía no completaron su proceso de transformación, la esfera nacional sigue siendo decisiva porque el desarrollo económico sigue siendo esencialmente un proceso de transformación de la sociedad que se ha dado dentro de un espacio y de un territorio a partir de las políticas públicas, de la educación, del apoyo a la ciencia y la tecnología, del apoyo a las empresas nacionales, el control de los recursos. Es decir que en los países en desarrollo, la dimensión nacional, como el paso del despliegue del potencial, es en cierto sentido más importante que en Europa o en Estados Unidos, porque esos países ya consumaron su transformación, entonces realmente tienen un grado de integración e interdependencia en el cual ninguno de ellos se plantea dilemas estratégicos acerca de si hay que tener tecnología, industria avanzada o no, eso está resuelto. El tema es cómo despliegan eso en el marco de relaciones muy estrechas entre ellos mismos.
Europa dio un paso trascendente en ese sentido generando la Unión Europea, con una moneda común, un grado de integración del mercado extraordinaria, así que este tema de lo nacional y de lo global se da de manera distinta en la periferia que en el Centro.
Con respecto a la pregunta yo creo que el keynesianismo, en su idea fundacional, que es el papel regulador del Estado, de las transacciones y el nivel de la actividad económica, vuelve, como se está viendo ahora. Esa vuelta se da ahora en un escenario muy distinto al de la década del 30 que era un mundo fracturado por la existencia del nazismo, del nazismo en Europa, del comunismo en Rusia, el imperio japonés, es decir, era un mundo que iba a la guerra.
Perdón, estaba fracturado, con conflictos, en primer lugar en el espacio europeo, pero también en el Pacífico, que culminaron en la guerra. Nada de esto es previsible ahora, las amenazas a la paz son de otra naturaleza. Se plantean en el medio oriente, la cuestión Palestina, son problemas regionales planteados en el fundamentalismo religioso, el terrorismo, son otro tipo de amenazas, desde luego el narcotráfico, el tráfico de armamentos, hay una serie de elementos de la inestabilidad en el sistema que son de naturaleza muy distinta a los que sucedieron en el pasado, y hay que ver en qué medida un nuevo reparto del poder mundial con la emergencia de nuevos actores con un peso decisivo como China e India va a influir en la construcción de un orden mundial más sensato, más racional, más equitativo. Esto está por verse todavía. Porque hasta ahora la verdad es que China se está comportando como una potencia industrial, establece con la periferia, por ejemplo en América Latina, la vieja relación centro periferia, exporta manufactura e importa materia prima, y este no es un tipo de vinculación que a nosotros nos interese, y es una realidad China, porque ellos necesitan materias primas, entonces hay una serie de temas estratégicos...
Y después desde luego las grandes culturas, la cultura China seguramente va a incorporar a su política exterior lo que es la sabiduría ancestral, es decir, acá hay problemas culturales profundos, los chinos tienen una visión del mundo, una forma de comportarse, una capacidad de esperar, distinta a las occidentales, así que estamos en un mundo cargado de interrogantes.



R.W - Con respecto a China y a esta realidad, y al tema ambiental que Ud. citaba, cómo se puede resolver el tema donde EEUU le dice a China: bueno Uds. firmen Kyoto porque Uds. contaminan tanto como nosotros, China le dice bueno, Uds. firmen porque Uds. son responsables 50 años de haber contaminado, y por ahora no hay forma de zanjar este conflicto, ósea, en este escenario donde EEUU no va ser el que tenga la última palabra, ¿cómo se resuelve esto?.



A.F - Se resuelve porque, no sé, con lucidez para encontrar soluciones que en definitiva son indispensables, o porque las tensiones se acumulan y en algún momento va a haber que tomar medidas...



R.W - ... pero no podemos seguir con este nivel de polución...



A.F - ... claro, si es que hay tiempo. Allí yo la verdad, cómo se resuelve no ... no sé, yo me inclino a pensar que en algún momento puede haber decisiones, probablemente el cambio de administración ahora, la administración demócrata eventualmente, si es que resulta así esta elección, puede introducir algún cambio en esto, no?
Estoy pensando por ejemplo en algo como Al Gore, que es un hombre muy motivado por el tema ambiental, y siendo una administración demócrata eventualmente tendrá... no sé, la verdad que no sé cómo se va a resolver el tema.



R.W - Lo llevo al ámbito nacional, un amigo una vez me dijo, un amigo americano periodista, me dijo: Argentina es como Estados Unidos si en la Guerra de Secesión hubiese ganado el Sur...
¿Usted comparte esta visión?¿no?



A.F - Sí, no porque nosotros nunca tuvimos un problema de esclavitud.



R.W - No, en cuanto al Norte industrial y moderno, y al sur agrario y...



A.F - Ah no, en ese sentido sí, en ese sentido, claro, la visión patriarcal, patricia de los propietarios territoriales, que eran esclavistas, cosa que acá no hubo. Tenían la visión de un país periférico, eran los grandes proveedores de algodón de las fábricas inglesas. El sur fue proveedor de materias primas, el algodón era el producto principal de exportación de los Estados Unidos en esa época.
Efectivamente, es una comparación interesante, lo que pasa es que son tan distintos los países... pero sí, el sur era el subdesarrollo, relativo, tenían una inserción en el mundo, centro periferia, digamos; estaban relacionados respecto de la potencia hegemónica que era Gran Bretaña, como proveedor de materias primas, pero tenían ya unos indicios de industrialización, pero claramente el triunfo del norte fue no sólo la resolución del tema de la esclavitud, sino además la modernidad industrial ...eh, así fue.


R.W - ¿Y ese conflicto Argentina lo puede zanjar de una manera pacífica en el terreno intelectual o en el terreno político?, ¿se va a dar eso?, ¿o vamos a seguir siendo... ?



A.F - No, nosotros hemos tenido, tenemos baja capacidad de ..., a lo largo de la historia, de encontrarle respuestas a dilemas como ese, qué tipo de país es éste, es un país agrario, es un país industrial, todo el tema de la discusión de las retenciones por ejemplo, es el resultado de una serie de interrogantes que están abiertos, acerca del futuro...
Es un país, Argentina, fue el país más atrapado por la globalización en el Siglo XIX, por muchos motivos, no sólo porque el país creció sobre la base de las exportaciones del producto agropecuario, sino porque lo hizo sobre la base de una gran entrada de capitales extranjeros y grandes corrientes inmigratorias, es decir, no ha habido ningún país tan abierto al mundo como la Argentina en términos de inmigrantes, capitales, comercio exterior.
Y esto ha dejado una impronta en el país de mirar demasiado hacia afuera y no mirar suficientemente hacia adentro, y encontrar dentro de las propias fronteras los impulsos al crecimiento abierto al mundo, y en los períodos en que lo hizo, básicamente bajo las administraciones peronistas, la del 1er Gobierno del Gral. Perón, lo hizo de manera que fracturó la cohesión de la sociedad generando, por su estilo escasamente democrático y la forma de conducir la gestión del Estado provocó la alienación de sectores de las clases medias que deberían haber formado parte del proceso de transformación que el peronismo implicaba en términos de inclusión social, de defensa a la industria, de proyección latinoamericana, pero esa debilidad congénita, digamos, la incapacidad de armar bases de sustentación amplias impidió que en los momentos que el viento cambió y se pudo haber construido un proceso nacional, realmente se crean las condiciones políticas, después una sociedad que conservaba, y con elementos de violencia que después estallaron con el terrorismo y después la represión, el terrorismo de Estado, es decir una sociedad con tensiones profundas de violencia y resolución de problemas fundamentales que hizo que el país viviera experiencias trágicas, incluyendo la Guerra y la derrota de Malvinas.
Entonces, hay en la historia Argentina episodios... es claro que tampoco es cuestión de rasgarse las vestiduras, porque no hay nadie en el mundo que pueda tirar la primera piedra, pero la Argentina tiene en su historia elementos de fractura y de conflicto graves, que hemos ido resolviendo, yo creo que la vuelta del país a la democracia en el ochenta y tres fue un paso fundamental, así que funciona, la economía está ahora razonablemente ordenada, y ha habido un progreso importante, esperanzador, pero nos quedan puntos pendientes de la agenda que todavía hay que resolverlos.



R.W - Y con una mirada retrospectiva como la que usted traía, no? Uno toma al peronismo que era una dictadura en algún sentido, era muy dura con sus opositores, encarcelaba a sus opositores, y por otro lado un factor de gran inclusión, de gran nivelación entre la masa de salarios, de ingresos empresarios, y uno tiene una dicotomía, por un lado uno veía que el peronismo perseguía a sus opositores, que imponía, por ahí un control muy férreo a la prensa, había un culto a la personalidad del presidente y la esposa...
Usted hoy, mirando para atrás y viendo lo que pasó por ejemplo, con el conflicto del campo, seguramente acá usted habrá escuchado cacerolazos en la puerta de su casa, ¿usted lo ve diferente a aquello que pasó hace cincuenta años?
Los gorilas son otros?

A.F - La sociedad es mucho más compleja que en aquél entonces, mire no sé, no sé qué decirle, yo creo que...es una pregunta interesante, me gustaría pensarla



R.W - Usted qué sintió cuando venía la gente acá, éste es un barrio, por decirlo de alguna manera, "cajetilla", digamos ... y caceroleaba, usted qué sentía cuando los escuchaba acá?



A.F - Es curioso porque, particularmente en esta calle no hubo muchos cacerolazos. Me sorprendió haber escuchado los cacerolazos allá por San Juan y Jujuy. La noche esa del ... me encontré con que escuchaba cacerolas andando por el barrio sur, es decir hubo, fue un proceso raro este de la, de cómo entorno de un conflicto puntual relativo a las retenciones, se armó una expresión de disgusto, de diversos orígenes en sectores muy diversos, que ahora que la cosa decantó se está viendo que fue una especie de convergencia temporaria, porque no se advierte ahora, incluso en las últimas manifestaciones del ruralismo, las que tratan de volver a darle mayor impulso a la protesta no están dadas las condiciones. Yo creo que fue un momento de que en torno de un conflicto se expresaron muchos disgustos que había en varios sectores, y este es el tema ahora, cómo se elaboran esos disgustos y en vez de llegar a situaciones de confrontación sin resultado, tratar de mejorar los espacios de diálogo, no?
Yo estoy recordando mucho a la presidencia dijo, la presidenta, cuando se hizo cargo de la función, en el discurso, que había que mejorar la calidad institucional de la República. Yo creo que hay mucho que hacer en ese sentido, ... de consulta, de diálogo; hay todavía, bueno al fin y al cabo es una democracia muy jóven la nuestra, tiene apenas 25 años, entonces carecemos de los mecanismos más afiatados que tienen sociedades más experimentadas, no? para resolver conflictos, nosotros somos poco propicios a respetar las reglas del juego si perdemos, esto nos pasó muchas veces si perdíamos se rompían las reglas del juego,



R.W - Hemos avanzado, porque esto hace treinta años terminaba en...



A.F - Exactamente, ahora eso nos pasó durante cincuenta años, ahora tenemos que resolver los temas dentro de las reglas del juego, y esto es muy importante, muy importante.



R.W - Y esto de la gente ... parecía de expresiones bastante peligrosas como "dejen de gobernar para los negros de la Matanza y gobiernen para los blancos de Barrio Norte", ... que se escuchaba en los cacerolazos, por ejemplo?



A.F - No bueno, esos son expresiones marginales ...



R.W - Pero no hay gente que piense así?



A.F - No sí, claro que hay gente que piensa así eh... en un país grande como éste hay gente que piensa cualquier cosa. Son expresiones marginales que no, que yo creo que no tienen peso político ni capacidad de expresar una corriente de opinión significativa ...



R.W - Pero no hay un quiebre? Una vez Sábato contaba que cuando fue la Revolución Libertadora él festejaba en el living y de repente fue a la cocina a buscar algo y vio que estaban las dos criadas que eran indias, llorando, y él entendió que había una distancia entre el living y la cocina muy grande.
Ese quiebre, está dado ahora... por ahí con otros actores, ósea ¿hay un quiebre profundo hoy todavía en ese sentido entre la Matanza y Belgrano?



A.F - Yo creo que no, yo creo que probablemente...
Lo que pasa es que se crean otros problemas, no?
Pero probablemente una de las herencias positivas del peronismo fue esa, no es cierto? fue la de acabar con esas ciertas barreras de clase aristocráticas, de los cabecitas negras y de los blancos de Barrio Norte. En ese sentido Argentina es una sociedad mucho más democrática que otras, sobre todo de América Latina.
Acá por ejemplo, uno lo advierte en el trato con, cuando viaja por América Latina en el trato con el personal por ejemplo doméstico, o en los restoranes, generalmente la gente que está en una posición superior suele tutear al de abajo. Acá lo más probable es que si uno no lo tutea al mozo el mozo lo tutea a usted. Es decir hay una... es decir, yo creo que ahí se ha avanzado bastante, pero los que quedan, más allá de los estilos y de estas conductas es desigualdades abismales, mucho mayores que en aquélla época, donde la distribución del ingreso era menos desigual que ahora.



R.W - Y en cuanto a masa de salario...



A.F - Claro!... el diez más alto el diez más bajo. En aquellos años la diferencia era diez doce veces entre el diez más alto y el diez más bajo, ahora está en treinta, entonces esto genera éstos... que es propio de América Latina, las evidencias del consumo conspicuo y del despilfarro junto a las evidencias de la pobreza, inaguantables. Entonces, está muy mezclada la cosa. En el ámbito de las relaciones sociales creo que hay, en la Argentina respecto de otros países de América Latina
Porque en realidad nosotros no tuvimos dos rasgos que son propios de América Latina en otras partes que fue la esclavitud, y la subsistencia de poblaciones indígenas sometidas, primitivos; pero en las sociedades andinas, en Brasil, el Caribe, donde la esclavitud fue la forma de organización social, y los pueblos originarios fueron sometidos a la dominación de los conquistadores subsistieron a lo largo del tiempo, mecanismos de dominación extremos que de alguna manera se reflejan en la realidad social actual, Argentina es distinta, no tuvo esclavos, o por lo menos los que hubo desaparecieron en el Siglo XIX, fueron absorbidos por la sociedad. La población, los pueblos originarios, digamos los que ocupaban el centro y el sur del país eran civilizaciones relativamente atrasadas respecto de las de mezo América y los Incas, un poco pasó como los Estados Unidos fueron expulsados y a veces exterminados, entonces no quedó la herencia masiva importante en la población de la conquista y de la esclavitud, y después vino la oleada inmigratoria que le dio bueno, una fluidez, un grado de apertura y demás, distinto de otros países, por eso, desde ese punto de vista, la sociedad Argentina es, tiene ciertos rasgos democráticos en el medio de la desigualdad, y es una cosa interesante



R.W - Gino Germani se preguntaba cuál es la diferencia entre el italiano que llegó en el año 20 y el salteño que vino en el 46, y básicamente decía que el italiano ha venido de un pueblo chico, con los niveles culturales más o menos como el salteño, por qué el italiano era capataz y el salteño era empleado y uno dijo "básicamente porque llegó antes nada más", y yo percibo como que hay un miedo del italiano hacia el salteño, hoy también, ósea, la clase media le tiene miedo a que esta gente de la Matanza ocupe su lugar por ahí, por este tipo de movilidad social, hay una especie de odio hacia abajo que yo no lo percibo en América Latina...



A.F - No, yo creo que lo que pasa es otra cosa, lo que pasa es que la desigualdad es un caldo de cultivo de la violencia y del delito en ciertos límites, y entonces ...



R.W - Cuando se expande mucho la brecha se expande la inseguridad



A.F - Está una cosa con la otra y entonces sectores medios se sienten agredidos por estas expresiones del delito que han adquirido... la verdad que es un hecho de alcance generalizado pero, en el mundo, y sobre todo en América Latina, pero ha alcanzado digamos, un nivel de conflicto...
Yo me acuerdo cuando yo era chico, la década del 30 y del 40 que muriera un delincuente en un episodio de violencia era muy raro, que muriera un civil porque lo mató un delincuente, más raro, y qué muriera un policía pasaba una vez cada varios años, y ahora pasa todos los días



R.W - Y sin embargo la brecha era grande en esa época.



A.F - Sí, pero tal vez no había una situación contestataria como la que vino después, pero en fin...



R.W - Y en términos de brecha, la educación que por ahí en esa época era de excelencia, que los ricos mandaban a sus hijos a la escuela pública, ¿Cuándo dejó se ser así?, digamos, que hoy la escuela pública es lo menos, lo peor, y los ricos mandan a sus hijos a las escuelas privadas.



A.F - Fue progresivo, yo creo que fue progresivo, es un problema que se da en otras partes también, y yo creo que es la desigualdad ... desigualdad que es un dato de América Latina.



R.W - Pero por qué digamos la escuela pública no es buena hoy, si era buena hace cincuenta años, era de excelencia?



A.F - Es una buena pregunta, porque se le dedicaba más recursos, Argentina tuvo en ese sentido una tradición muy buena con toda la política educativa desde el Siglo XIX ... figuras emblemáticas como Sarmiento, la escuela pública, educar al soberano, y realmente llegó a tener un nivel de excelencia la escuela pública importante, el maestro era, la maestra era una función jerarquizada



R.W - Se ganaba bien, digamos...



A.F - Y ganaban razonablemente bien, tenían estatus, había incluso maestros, yo me acuerdo que yo tuve un maestro de sexto grado que era abogado, un hombre distinguido, y era maestro, era abogado, era profesional y venía a dar clase a sexto grado



R.W - Es un tema de inversión, es un tema de presupuesto



A.F - No, y después sí, el deterioro progresivo, la insuficiencia de los presupuestos tal vez la ausencia también de programas suficientes de capacitación de los maestros, también la revolución tecnológica, es decir, el maestro, el desafío que tiene un maestro hoy no es el que tenía en la década del 30, tiene que tener un nivel de información y de manejo de la informática, por ejemplo, y de los programas, es decir, la enseñanza estaba, de alguna manera mucho más formalizada en textos clásicos, en prácticas muy arraigadas y en cierto sentido bien organizadas, y después vino la conmoción de lo social, lo político, la guerra, la revolución informática, la desigualdad social que se fue presentando en el país, y todo esto repercutió en la esfera de la enseñanza, y dio lugar a que los sectores medios y altos, incluso los sectores bajos, yo veo gente muy modesta que manda los chicos a la escuela privada, que quiere educar a los chicos y lo mandan a escuela privada, y este es un problema más serio, y yo creo que hay que rescatar la escuela pública y hay que hacer un gran esfuerzo en ese sentido, es un problema de toda América Latina eh... de toda América Latina.



R.W - Y en términos económicos la calidad, los países que han invertido como Corea o Japón, en educación para exportar, ¿cómo nos pone a nosotros en término de calidad?



A.F - Bueno, esos países han hecho políticas educativas y de ciencia y técnica muy agresivas no?, muy fuertes de capacitación, forman parte, pero no solamente de la política educativa porque esas políticas educativas adquirieron el sentido que tienen porque forman parte de una gran estrategia de desarrollo nacional, con el desarrollo de la industria, la defensa de las empresas nacionales, los polos de tecnología, entonces ahí la educación... pero si usted en un país subdesarrollado quiere tener una educación de avanzada no la puede tener, simplemente porque no tiene... en primer lugar no tiene quién enseñe
... y después salen los chicos a buscar y no tienen a dónde ir ...



R.W - Pero no se puede traducir cinco años de crecimiento...



A.F - Eso nos ha pasado en algún sentido, nosotros llegamos a tener un nivel de educación terciaria relativamente elevado, y la Universidad de Buenos Aires en algunas áreas produjo...



R.W - Premios Nobel...



A.F - Premio Nobel y gente de mucha capacidad. Pasa por ejemplo en un centro de excelencia como es el Instituto Balseiro en Bariloche que produce físico nuclear, ingenieros nucleares, primer nivel internacional, y muchos se van... se van porque... o se iban, yo espero que ahora esté... esté sucediendo una cosa distinta porque se está reactivando el programa nuclear.



R.W - Es una buena medida que genera el Ministerio de Ciencia y Tecnología?



A.F - Yo creo que fue una buena medida, yo creo que es una medida sensata, pero claro, tiene que formar parte de una estrategia de transformación, de industrialización, de cambio técnico...



R.W - Y cómo se traduce cinco años de crecer al ocho por ciento en desarrollo?



A.F - En un aumento de la masa salarial, el empleo...



R.W - Pero no creció la masa salarial



A.F - Si si, creció, cómo no...



R.W - No, no, pero como creció mucho el PBI, la relación entre masa salarial y PBI se mantuvo más chica...



A.F - Si pero hubo un aumento del empleo significativo, un aumento de los salarios pagados, que es lo que explica el aumento del consumo, por otra parte...



R.W - No... de la relación masa salarial con renta empresaria



A.F - No, la relación entre salario y ganancias...



R.W - Sí



A.F - Si, no, forma parte del esquema de desigualdad que se impuso ahora en la Argentina, cuya causa fundamental fue la alta tasa de desempleo que provocó bueno, la baja de los salarios reales, no? Y después la concentración, la destrucción de buena parte del tejido de las PYMES, de las pequeñas y medianas empresas, constituyeron en el mismo sentido.



R.W - En los noventa como... obviamente era ensordecedor la publicidad neoliberal, el consenso Washington, la gente votaba eso... ¿usted acá cómo lo vivía eso? usted era mala palabra?



A.F - Yo escribí "Vivir con lo nuestro", mi libro... ese libro es del año 83 si, fue un período en el que el país quedó obnubilado por el pensamiento hegemónico, y entonces, no sólo yo...



R.W - Por qué, porque iban a Miami y compraban baratijas, por eso?



A.F - No, porque se impuso la visión de la apertura que empezó con el Golpe de Estado del '76, con el programa del 2 de abril del '76, la liberación financiera, la tablita cambiaria, la apreciación del tipo de cambio y desde luego toda la represión social para imponer el modelo neoliberal, y después en la década del 90 con un gobierno constitucional se aplicó el consenso de Washington hasta las últimas consecuencias, vendiendo el patrimonio nacional, abriendo indiscriminadamente el mercado financiero, y terminamos endeudados y finalmente en la crisis, así que... ese fue un período ... aquí y en el resto del mundo. Ahora esa experiencia acá colapsó hace seis años, esa forma de ver las cosas, y ahora colapsó en el mundo con la crisis financiera, por eso es que se abre una nueva etapa en la cual tenemos que reacomodarnos para tratar de reconstruir los ejes del desarrollo nacional.



R.W - Uno ve esta nueva etapa y uno dice "bueno, el tipo de cambio hace dos años que está en el mismo lugar, las tasas están muy altas en este momento" ¿cómo me cierra esto? ¿Si yo quiero vivir con el ahorro argentino digamos... hay una contradicción, o tocamos el tipo de cambio, o bajamos las tasas, o empezamos a comprar dólares, cómo...



A.F - Bueno, esto da para hablar bastante, yo tengo publicado en un medio especializado donde escribo una vez por semana varios trabajos sobre eso, no? Desde luego el tipo de cambio es un precio, es el que determina, el principal precio que determina la competitividad de la producción, si el dólar es barato lo que viene de afuera es más barato de lo que producimos acá, y por lo tanto pasa lo que pasó, entonces en los últimos dos años ha habido una apreciación significativa que le quitó impulso a la economía y a la inversión que tuvo en la fase inicial cuando la modificación de precios relativos, vía tipo de cambio, abrió espacio a la rentabilidad y estimuló la inversión, entonces ahora estamos viendo cómo se va a resolver este tema, y ahí hay un punto de interrogante fuerte de la política económica, pero en fin, esto nos lleva ya a otra área de la discusión, que es el de la estrategia económica en este contexto, que requiere en todo caso, que tengamos otra charla de esta duración, por lo menos.

miércoles, enero 29, 2014

"¿Cómo puede explicarse una crisis con un modelo que no tiene una crisis entre sus resultados posibles?"


¿Cómo puede explicarse una crisis con un modelo que no tiene una crisis entre sus resultados posibles?"

Hyman Minsky, dedicó gran parte de su carrera a explicar que los sistemas financieros son inherentemente susceptibles a crisis especulativas que, si duran lo suficiente, terminan en grandes crisis.

Aunque Minsky nació en Chicago, sus ideas no pueden ser más opuestas a las de la famosa escuela de esa ciudad, precisamente la promotora de la teoría de los mercados eficientes. Por el contrario, fue un seguidor de Keynes (el economista más relevante del Siglo XX, padre del new deal y de la explosión del gasto público que convirtió a la posguerra mundial en la mayor era de prosperidad de la Historia). Minsky murió en 1996, justo antes de una década de crisis financieras que han empezado a dar credibilidad a sus ideas: Asia, Rusia, las punto com, el crédito corporativo y, ahora, la sub prime.

¿Se imaginan a un médico que intente curar una enfermedad a partir de una teoría en la cuál la persona no se enferma nunca? No. Bueno, algunos economistas proponen que la economía no se enferma nunca. Y, cuando se enferma, no tienen receta. Así que en tiempos como estos hay que recurrir a aquellos que piensan que la economía se enferma, y mucho... Minsky es uno de esos economistas.

Uno de los libros clásicos en momentos de desastre en los mercados es Manias, Panics and Crashes: A History of Financial Crises , de Charles Kindleberger, que se apoya claramente en las tesis de Minsky. En esencia, esta tesis es muy directa: en los buenos tiempos, los inversores asumen riesgos, hasta que asumen demasiados. En algún momento, alcanzan un punto en el que la liquidez que generan sus activos ya no es suficiente para amortizar las montañas de deuda en que incurrieron para comprarlos. Las pérdidas en los activos especulativos motivan que los bancos que prestan el dinero reclamen los préstamos. Y eso provoca el colapso del valor de los activos, según Minsky.

Es decir, cuando los inversores se ven obligados a vender incluso sus activos más seguros para poder pagar sus préstamos, se inicia una espiral bajista en los mercados y se genera una enorme demanda de liquidez. Entonces es cuando se produce el momento Minsky. Algunos analistas, como Paul McCulley, de Pacific Investment Management –la mayor gestora de fondos de renta fija del mundo-, creen que ahora nos encontramos en uno de esos momentos.

El mercado inmobiliario es un ejemplo perfecto de esta situación. Cuando los compradores de casas tienen que pagar una entrada del 10% o el 20% para conseguir una hipoteca, y también tienen que aportar documentación que pruebe que pueden hacer frente a los pagos, el riesgo para los bancos es mínimo. Pero a medida que los precios de la vivienda suben, los especuladores entran en el mercado y los bancos relajan la guardia, y ofrecen préstamos sin entrada y con muy poca o ninguna documentación.

Y cuando los precios de la vivienda se estancan o incluso empiezan a bajar, llega el gran problema. Si un banco presta dinero a compradores que han puesto un 20% de entrada y los precios bajan en 25, no pasa nada; pero si la mayoría de la cartera de hipotecas está concentrada en compradores que no han dado nada de entrada y los precios bajan un 2%, el resultado es la quiebra.



Para Minsky existían 3 clases de empresas:
(1) La que tiene la capacidad de pagar puntualmente las obligaciones contraídas
(2) La que solo tiene la capacidad de pagar los intereses de la deuda contraída
(3) La que ni siquiera puede pagar los intereses, y necesita renovar el capital mas los intereses.
La constitución de un sistema financiero robusto requiere que las empresas que interactúan sean predominantemente del tipo (1). Según Minsky, todo sistema financiero robusto tiene la tendencia de convertirse en frágil, mientras el tipo de interés es muy inferior a la tasa de beneficio privado.
Por el contrario las empresas que requieran una refinanciación permanente de capital, o una renovación de capital e interés, establecen las bases de un sistema financiero frágil y vulnerable ante una situación financiera retadora.
Cuando un país como EE.UU., por temor a que se descontrole la inflación, baja la tasa de interés de 5,25% a 1% en unos pocos trimestres (2004), se generan los incentivos necesarios para estimular el endeudamiento creciente (apalancamiento) para invertir o hacer negocios de “compra venta” de alta rotación, o emitir bonos, títulos y derivados; con garantía de los bienes adquiridos creyendo que crecen de precio en forma permanente e inalterable, mientras las tasas permanecen fijas para siempre; todo esto guiado por “la codicia” irracional de hacer una operación más cada vez, sin solución de continuidad.
El crecimiento de la demanda de crédito, lleva inexorablemente a un aumento de la tasa de interés, que luego crecerá en forma inversamente proporcional (por aumento del riesgo) al rendimiento de los beneficios de las empresas. En ese contexto las empresas del tipo (1) podrán seguir honrando sus compromisos antes que llegue el contagio, pero las empresas del tipo (3), y luego las del tipo (2), en ese orden, no podrán hacerlo porque ya la rentabilidad de la inversión no alcanza para afrontar el costo financiero (efecto palanca negativo). Comienza a escasear el crédito y crece la tasa de interés como consecuencia del riesgo sistémico progresivo.
Obviamente los activos financieros entran en un periodo de volatilidad, incluyendo a las empresas mas destacadas y de mayor solvencia, independientemente de sus balances. Por esta razón los tenedores de activos financieros, productivos y fijos; comienzan a vender para hacerse de liquidez, luego el alto costo financiero comienza a trasladarse a los precios y se sigue reduciendo la tasa de rentabilidad, creándose un circulo vicioso que termina en colapso.
La sofisticación de los instrumentos financieros que ya existían desde mucho antes, crecieron en forma difícilmente cuantificable en los últimos años, sin racionalidad cuantificable, exacerbados a partir de la globalización de los mercados, sin las regulaciones y controles pertinentes; y han ido constituyendo un riesgo creciente para la estabilidad financiera alejándose de la teoría convencional actuarial (calculo de probabilidades asociadas de ocurrencia), sin que nadie se atreviera a intervenir para prevenirlo; por temor a ser clasificado como “izquierdista, estatista y dirigista” (Cuyo sentido real era desprestigiar).
Reventada que fue la burbuja, alguien difícil de estereotipar (Warren Buffett), en oposición al dogmatismo intolerante dijo: “estos (derivativos y estrategias de apalancamiento) son armas de destrucción masivas financieras”.
Obviamente un endeudamiento creciente ahora restringe las inversiones de riesgo del sector privado, y consecuentemente aleja la llave de crecimiento a largo plazo de la economía capitalista, conduciendo al mundo a la recesión y desempleo.
El comportamiento de la mayor economía monetaria con el mas alto grado de desarrollo financiero, creció en condiciones de incertidumbre, en forma imponderable, cambió el mejor ciclo económico mundial y compromete el liderazgo político hegemónico que gozó por 18 años la nación más poderosa del mundo, solo por la volatilidad de las expectativas, convirtiendo un sistema financiero fuerte, en otro al borde de la quiebra.

sábado, diciembre 14, 2013

Raúl Prebisch agosto de 1979


El progreso técnico en los EE.UU. fue explosivo después de la Segunda Guerra Mundial. Y este extraordinario desarrollo es frágil porque se basa en un recurso natural agotable. Lo que está ocurriendo en materia de precios de petróleo es serio y acentúa la inflación norteamericana, pero no es lo único responsable de ella. Hace unos días leí que Ford estaba desarrollando con éxito un motor que consume menos gasolina y contamina menos. Esto no se hizo antes por el bajo precio del petróleo mientras la tecnología producía automóviles más grandes y complejos. Así se distorsionaron la investigación tecnológica y las industrias. Lo que más me consterna es la trasposición de esa sociedad de consumo a nuestro país en detrimento del nivel de vida de una parte de la población.


¿Cuál es el problema de la inflación en el fondo? Los EE.UU., por su enorme potencial, se hicieron la ilusión de que podían hacer muchas cosas a la vez: aumento considerable de consumo, inversiones nacionales e internacionales de las empresas transnacionales y un pesado gasto en armamentos que absorbe el 7% del producto nacional. Los gastos de Vietnam, entre 100.000 y 120.000 millones de dólares, acentuaron una inflación relativamente suave hasta ese momento. Para financiar ese gasto no se recurrió, por razones políticas comprensibles, a otras fuentes financieras. Además, se ha desarrollado -en hora buena- el poder político y sindical de la fuerza del trabajo que quiere compartir el aumento de productividad y defender sus ingresos. Estamos en una inflación de tipo social que difiere de la anterior y no tiene corrección dentro del sistema. No hay política monetaria ni en el centro ni en la periferia que pueda contener una inflación de esa naturaleza. Estamos viviendo en un sistema de acumulación y distribución del ingreso que es el resultado de choques de fuerzas y relaciones de poder y no un plan racional de distribución de estos recursos en función de las necesidades colectivas. Lo cual no tiene por qué interferir en la libertad económica. Me horroriza el Estado que se ocupa de todo. Y se ocupa porque tiene que poner parches a todos aquellos aspectos en que el mal funcionamiento del sistema lo lleva a intervenir. ¿Por qué? Porque se abstiene de intervenir en los datos fundamentales: la acumulación y distribución de la que hablamos.


Aprendí la palabra inflación en la Universidad. Estando yo en el Banco Central no había inflación. La guerra nos trajo la inflación de origen externo por el alza del precio de las importaciones y la afluencia de los recursos. Se la contuvo dentro de ciertos límites pero faltó una política sabia y justa de reajuste de las remuneraciones. Esto fue aprovechado por el general Perón, pero no con prudencia sino con reajustes masivos que dieron lugar a la espiral inflacionaria.

No hay posibilidad de luchar contra la inflación sin la transformación del sistema.

Pero el gran problema es transformar el sistema, no solamente no vulnerando la libertad económica, que es base esencial de la libertad política, sino exaltando la iniciativa privada. Pero, sí, se necesita regular la acumulación y la distribución, cosa sumamente difícil, pero a mi juicio inevitable en la evolución del capitalismo. La otra solución es la de poner todos los medios productivos en manos del Estado para poder regular la acumulación y la distribución. Pero ya sabemos que económicamente no es una solución aceptable y sobre todo políticamente. Porque políticamente significa dar a una pequeña minoría la responsabilidad del funcionamiento de todo el sistema, y entonces la libertad del individuo desaparece por completo y es un totalitarismo. Mi conclusión es que hay que llegar a una gran síntesis entre el liberalismo económico y político y el socialismo. El socialismo, para determinar, en el conjunto de la economía, lo que se ha de acumular y cómo se ha de distribuir estructuralmente. Y el liberalismo, para dejar la libre iniciativa, porque si usted resuelve el problema de la acumulación y de la distribución y suprime las luchas de relaciones de poder el sistema va a funcionar mucho mejor, con mayor fluidez y no será necesario intervenir en la vida económica de los individuos como se está interviniendo en todas partes...

Subconsumo y ley de Say

Situación económica en la que la producción de bienes de consumo es superior a su demanda. En caso de continuar esta situación, los excedentes de producción se van acumulando en forma de stocks hasta alcanzar niveles que resultan insostenibles para las empresas.

Según la llamada teoría del subconsumo, en el sistema capitalista existe una tendencia crónica a la insuficiencia de la demanda a causa de las grandes acumulaciones del stocks de capital fijo y el consiguiente aumento del número de parados. La capacidad productiva del sistema aumenta al tiempo que el poder de compra o capacidad adquisitiva de la población disminuye. La crisis económica de 1929 fue una crisis de superproducción. Ésta fue una de las mayores caídas de la Bolsa estadounidense que degeneró en un exceso de oferta.

El subconsumo es una situación en donde la producción de artículos de consumo es superior a su demanda.

Asimismo, se observa que un nivel de demanda de bienes de consumo que se encuentra por debajo de la producción real o potencial de la economía, debido principalmente a la distribución desigual de la Renta, generando el estancamiento de determinados niveles de Renta, así como en la disminución del poder adquisitivo en los consumidores.

Los principales efectos del subconsumo son:

- El aumento de las existencias en stocks de las empresas,

- La reducción de los precios de los productos,

- Disminución de la producción,

- Aumento del desempleo.

martes, diciembre 22, 2009

Modelo de negocio del Cirque du Soleil

Los océanos azules, a difrencia de los ocenos rojos llenos de sangre competitiva, lo constituyen las empresas que crean espacios sin competencia en el mercado, captando y creando nuevos clientes, como los apasionados seguidores del Cirque du Soleil. La clave del éxito, según los autores, se basa en la innovación en el valor, es decir, crear valor al cliente al mismo tiempo que reducir los costos.


Su creador, Guy Laliberte tocaba el acordeón, caminaba en zancos y tragaba fuego; ahora es CEO de una de las exportaciones culturales
más grandes de Canadá: Cirque du Soleil. Fundado en 1984 por un grupo de artistas callejeros.
Cirque monto decenas de producciones que han sido vistas por unos 40 millones de personas en 90 ciudades alrededor del mundo.
En 20 años, Cirque ha alcanzado ingresos que a Ringling Bros. and Barnum & Bailey, el principal circo del mundo, le tomó más de un siglo alcanzar.
El rápido crecimiento de Cirque se produjo en un escenario improbable.
El negocio del circo estaba (y todavía está) en larga decadencia. Formas alternativas de entretenimiento, como eventos deportivos, TV y juegos de video, le estaban haciendo una sombra cada vez mayor. Los niños, principal sostén de la audiencia de un circo, preferían
los PlayStation a los actos circenses. También había un sentimiento creciente, impulsado por los grupos de derechos de los animales, contra el uso de éstos, tradicionalmente parte integral del circo. Por el lado de la oferta, los artistas estelares de los que Ringling y los otros circos dependían para atraer multitudes, muchas veces, podían fijar sus propios términos. Como resultado, el sector fue golpeado por audiencias en constante reducción y costos crecientes. Más aún, cualquier nuevo participante en este negocio estaría compitiendo contra un rival formidable que había fijado el estándar del sector durante gran parte del siglo pasado.
¿Cómo logro Cirque aumentar rentablemente sus ventas 22 veces durante los últimos diez años en un entorno tan poco atractivo?
El lema de una de las primeras producciones de Cirque es revelador: “Reinventamos el circo”. Cirque no obtuvo sus ganancias compitiendo dentro de los confines del sector existente o robándoles clientes a Ringling y a los otros. En lugar de eso, creó un espacio
de mercado no disputado que hizo irrelevante la competencia. Atrajo a un nuevo grupo de clientes que tradicionalmente no eran clientes del sector: adultos y clientes corporativos que se habían volcado al teatro, la ópera el ballet y que, por ende, estaban dispuestos a pagar varias
veces más que el precio de un boleto de circo convencional a cambio de una experiencia de entretenimiento sin precedentes
Dos años después de su fundación, estrenaron su primer espectáculo llamado "La Magie continue" (La Magia continúa), con el que hicieron una gira por Ontario y Vancouver, y en 1987 se trasladan a California, el éxito alcanzado ahí los alienta a hacer una gira por los Estados Unidos y tres años después se presentan en diversos escenarios a europeos.

Modelo de negocio del Cirque du Soleil

Los océanos azules, a difrencia de los ocenos rojos llenos de sangre competitiva, lo constituyen las empresas que crean espacios sin competencia en el mercado, captando y creando nuevos clientes, como los apasionados seguidores del Cirque du Soleil. La clave del éxito, según los autores, se basa en la innovación en el valor, es decir, crear valor al cliente al mismo tiempo que reducir los costos.


Su creador, Guy Laliberte tocaba el acordeón, caminaba en zancos y tragaba fuego; ahora es CEO de una de las exportaciones culturales
más grandes de Canadá: Cirque du Soleil. Fundado en 1984 por un grupo de artistas callejeros.
Cirque monto decenas de producciones que han sido vistas por unos 40 millones de personas en 90 ciudades alrededor del mundo.
En 20 años, Cirque ha alcanzado ingresos que a Ringling Bros. and Barnum & Bailey, el principal circo del mundo, le tomó más de un siglo alcanzar.
El rápido crecimiento de Cirque se produjo en un escenario improbable.
El negocio del circo estaba (y todavía está) en larga decadencia. Formas alternativas de entretenimiento, como eventos deportivos, TV y juegos de video, le estaban haciendo una sombra cada vez mayor. Los niños, principal sostén de la audiencia de un circo, preferían
los PlayStation a los actos circenses. También había un sentimiento creciente, impulsado por los grupos de derechos de los animales, contra el uso de éstos, tradicionalmente parte integral del circo. Por el lado de la oferta, los artistas estelares de los que Ringling y los otros circos dependían para atraer multitudes, muchas veces, podían fijar sus propios términos. Como resultado, el sector fue golpeado por audiencias en constante reducción y costos crecientes. Más aún, cualquier nuevo participante en este negocio estaría compitiendo contra un rival formidable que había fijado el estándar del sector durante gran parte del siglo pasado.
¿Cómo logro Cirque aumentar rentablemente sus ventas 22 veces durante los últimos diez años en un entorno tan poco atractivo?
El lema de una de las primeras producciones de Cirque es revelador: “Reinventamos el circo”. Cirque no obtuvo sus ganancias compitiendo dentro de los confines del sector existente o robándoles clientes a Ringling y a los otros. En lugar de eso, creó un espacio
de mercado no disputado que hizo irrelevante la competencia. Atrajo a un nuevo grupo de clientes que tradicionalmente no eran clientes del sector: adultos y clientes corporativos que se habían volcado al teatro, la ópera el ballet y que, por ende, estaban dispuestos a pagar varias
veces más que el precio de un boleto de circo convencional a cambio de una experiencia de entretenimiento sin precedentes
Dos años después de su fundación, estrenaron su primer espectáculo llamado "La Magie continue" (La Magia continúa), con el que hicieron una gira por Ontario y Vancouver, y en 1987 se trasladan a California, el éxito alcanzado ahí los alienta a hacer una gira por los Estados Unidos y tres años después se presentan en diversos escenarios a europeos.

Modelo de negocio del Cirque du Soleil

Los océanos azules, a difrencia de los ocenos rojos llenos de sangre competitiva, lo constituyen las empresas que crean espacios sin competencia en el mercado, captando y creando nuevos clientes, como los apasionados seguidores del Cirque du Soleil. La clave del éxito, según los autores, se basa en la innovación en el valor, es decir, crear valor al cliente al mismo tiempo que reducir los costos.


Su creador, Guy Laliberte tocaba el acordeón, caminaba en zancos y tragaba fuego; ahora es CEO de una de las exportaciones culturales
más grandes de Canadá: Cirque du Soleil. Fundado en 1984 por un grupo de artistas callejeros.
Cirque monto decenas de producciones que han sido vistas por unos 40 millones de personas en 90 ciudades alrededor del mundo.
En 20 años, Cirque ha alcanzado ingresos que a Ringling Bros. and Barnum & Bailey, el principal circo del mundo, le tomó más de un siglo alcanzar.
El rápido crecimiento de Cirque se produjo en un escenario improbable.
El negocio del circo estaba (y todavía está) en larga decadencia. Formas alternativas de entretenimiento, como eventos deportivos, TV y juegos de video, le estaban haciendo una sombra cada vez mayor. Los niños, principal sostén de la audiencia de un circo, preferían
los PlayStation a los actos circenses. También había un sentimiento creciente, impulsado por los grupos de derechos de los animales, contra el uso de éstos, tradicionalmente parte integral del circo. Por el lado de la oferta, los artistas estelares de los que Ringling y los otros circos dependían para atraer multitudes, muchas veces, podían fijar sus propios términos. Como resultado, el sector fue golpeado por audiencias en constante reducción y costos crecientes. Más aún, cualquier nuevo participante en este negocio estaría compitiendo contra un rival formidable que había fijado el estándar del sector durante gran parte del siglo pasado.
¿Cómo logro Cirque aumentar rentablemente sus ventas 22 veces durante los últimos diez años en un entorno tan poco atractivo?
El lema de una de las primeras producciones de Cirque es revelador: “Reinventamos el circo”. Cirque no obtuvo sus ganancias compitiendo dentro de los confines del sector existente o robándoles clientes a Ringling y a los otros. En lugar de eso, creó un espacio
de mercado no disputado que hizo irrelevante la competencia. Atrajo a un nuevo grupo de clientes que tradicionalmente no eran clientes del sector: adultos y clientes corporativos que se habían volcado al teatro, la ópera el ballet y que, por ende, estaban dispuestos a pagar varias
veces más que el precio de un boleto de circo convencional a cambio de una experiencia de entretenimiento sin precedentes
Dos años después de su fundación, estrenaron su primer espectáculo llamado "La Magie continue" (La Magia continúa), con el que hicieron una gira por Ontario y Vancouver, y en 1987 se trasladan a California, el éxito alcanzado ahí los alienta a hacer una gira por los Estados Unidos y tres años después se presentan en diversos escenarios a europeos.

martes, diciembre 08, 2009

Raúl Prebisch agosto de 1979


El progreso técnico en los EE.UU. fue explosivo después de la Segunda Guerra Mundial. Y este extraordinario desarrollo es frágil porque se basa en un recurso natural agotable. Lo que está ocurriendo en materia de precios de petróleo es serio y acentúa la inflación norteamericana, pero no es lo único responsable de ella. Hace unos días leí que Ford estaba desarrollando con éxito un motor que consume menos gasolina y contamina menos. Esto no se hizo antes por el bajo precio del petróleo mientras la tecnología producía automóviles más grandes y complejos. Así se distorsionaron la investigación tecnológica y las industrias. Lo que más me consterna es la trasposición de esa sociedad de consumo a nuestro país en detrimento del nivel de vida de una parte de la población.


¿Cuál es el problema de la inflación en el fondo? Los EE.UU., por su enorme potencial, se hicieron la ilusión de que podían hacer muchas cosas a la vez: aumento considerable de consumo, inversiones nacionales e internacionales de las empresas transnacionales y un pesado gasto en armamentos que absorbe el 7% del producto nacional. Los gastos de Vietnam, entre 100.000 y 120.000 millones de dólares, acentuaron una inflación relativamente suave hasta ese momento. Para financiar ese gasto no se recurrió, por razones políticas comprensibles, a otras fuentes financieras. Además, se ha desarrollado -en hora buena- el poder político y sindical de la fuerza del trabajo que quiere compartir el aumento de productividad y defender sus ingresos. Estamos en una inflación de tipo social que difiere de la anterior y no tiene corrección dentro del sistema. No hay política monetaria ni en el centro ni en la periferia que pueda contener una inflación de esa naturaleza. Estamos viviendo en un sistema de acumulación y distribución del ingreso que es el resultado de choques de fuerzas y relaciones de poder y no un plan racional de distribución de estos recursos en función de las necesidades colectivas. Lo cual no tiene por qué interferir en la libertad económica. Me horroriza el Estado que se ocupa de todo. Y se ocupa porque tiene que poner parches a todos aquellos aspectos en que el mal funcionamiento del sistema lo lleva a intervenir. ¿Por qué? Porque se abstiene de intervenir en los datos fundamentales: la acumulación y distribución de la que hablamos.


Aprendí la palabra inflación en la Universidad. Estando yo en el Banco Central no había inflación. La guerra nos trajo la inflación de origen externo por el alza del precio de las importaciones y la afluencia de los recursos. Se la contuvo dentro de ciertos límites pero faltó una política sabia y justa de reajuste de las remuneraciones. Esto fue aprovechado por el general Perón, pero no con prudencia sino con reajustes masivos que dieron lugar a la espiral inflacionaria.

No hay posibilidad de luchar contra la inflación sin la transformación del sistema.

Pero el gran problema es transformar el sistema, no solamente no vulnerando la libertad económica, que es base esencial de la libertad política, sino exaltando la iniciativa privada. Pero, sí, se necesita regular la acumulación y la distribución, cosa sumamente difícil, pero a mi juicio inevitable en la evolución del capitalismo. La otra solución es la de poner todos los medios productivos en manos del Estado para poder regular la acumulación y la distribución. Pero ya sabemos que económicamente no es una solución aceptable y sobre todo políticamente. Porque políticamente significa dar a una pequeña minoría la responsabilidad del funcionamiento de todo el sistema, y entonces la libertad del individuo desaparece por completo y es un totalitarismo. Mi conclusión es que hay que llegar a una gran síntesis entre el liberalismo económico y político y el socialismo. El socialismo, para determinar, en el conjunto de la economía, lo que se ha de acumular y cómo se ha de distribuir estructuralmente. Y el liberalismo, para dejar la libre iniciativa, porque si usted resuelve el problema de la acumulación y de la distribución y suprime las luchas de relaciones de poder el sistema va a funcionar mucho mejor, con mayor fluidez y no será necesario intervenir en la vida económica de los individuos como se está interviniendo en todas partes...

Raúl Prebisch agosto de 1979


El progreso técnico en los EE.UU. fue explosivo después de la Segunda Guerra Mundial. Y este extraordinario desarrollo es frágil porque se basa en un recurso natural agotable. Lo que está ocurriendo en materia de precios de petróleo es serio y acentúa la inflación norteamericana, pero no es lo único responsable de ella. Hace unos días leí que Ford estaba desarrollando con éxito un motor que consume menos gasolina y contamina menos. Esto no se hizo antes por el bajo precio del petróleo mientras la tecnología producía automóviles más grandes y complejos. Así se distorsionaron la investigación tecnológica y las industrias. Lo que más me consterna es la trasposición de esa sociedad de consumo a nuestro país en detrimento del nivel de vida de una parte de la población.


¿Cuál es el problema de la inflación en el fondo? Los EE.UU., por su enorme potencial, se hicieron la ilusión de que podían hacer muchas cosas a la vez: aumento considerable de consumo, inversiones nacionales e internacionales de las empresas transnacionales y un pesado gasto en armamentos que absorbe el 7% del producto nacional. Los gastos de Vietnam, entre 100.000 y 120.000 millones de dólares, acentuaron una inflación relativamente suave hasta ese momento. Para financiar ese gasto no se recurrió, por razones políticas comprensibles, a otras fuentes financieras. Además, se ha desarrollado -en hora buena- el poder político y sindical de la fuerza del trabajo que quiere compartir el aumento de productividad y defender sus ingresos. Estamos en una inflación de tipo social que difiere de la anterior y no tiene corrección dentro del sistema. No hay política monetaria ni en el centro ni en la periferia que pueda contener una inflación de esa naturaleza. Estamos viviendo en un sistema de acumulación y distribución del ingreso que es el resultado de choques de fuerzas y relaciones de poder y no un plan racional de distribución de estos recursos en función de las necesidades colectivas. Lo cual no tiene por qué interferir en la libertad económica. Me horroriza el Estado que se ocupa de todo. Y se ocupa porque tiene que poner parches a todos aquellos aspectos en que el mal funcionamiento del sistema lo lleva a intervenir. ¿Por qué? Porque se abstiene de intervenir en los datos fundamentales: la acumulación y distribución de la que hablamos.


Aprendí la palabra inflación en la Universidad. Estando yo en el Banco Central no había inflación. La guerra nos trajo la inflación de origen externo por el alza del precio de las importaciones y la afluencia de los recursos. Se la contuvo dentro de ciertos límites pero faltó una política sabia y justa de reajuste de las remuneraciones. Esto fue aprovechado por el general Perón, pero no con prudencia sino con reajustes masivos que dieron lugar a la espiral inflacionaria.

No hay posibilidad de luchar contra la inflación sin la transformación del sistema.

Pero el gran problema es transformar el sistema, no solamente no vulnerando la libertad económica, que es base esencial de la libertad política, sino exaltando la iniciativa privada. Pero, sí, se necesita regular la acumulación y la distribución, cosa sumamente difícil, pero a mi juicio inevitable en la evolución del capitalismo. La otra solución es la de poner todos los medios productivos en manos del Estado para poder regular la acumulación y la distribución. Pero ya sabemos que económicamente no es una solución aceptable y sobre todo políticamente. Porque políticamente significa dar a una pequeña minoría la responsabilidad del funcionamiento de todo el sistema, y entonces la libertad del individuo desaparece por completo y es un totalitarismo. Mi conclusión es que hay que llegar a una gran síntesis entre el liberalismo económico y político y el socialismo. El socialismo, para determinar, en el conjunto de la economía, lo que se ha de acumular y cómo se ha de distribuir estructuralmente. Y el liberalismo, para dejar la libre iniciativa, porque si usted resuelve el problema de la acumulación y de la distribución y suprime las luchas de relaciones de poder el sistema va a funcionar mucho mejor, con mayor fluidez y no será necesario intervenir en la vida económica de los individuos como se está interviniendo en todas partes...

Raúl Prebisch agosto de 1979


El progreso técnico en los EE.UU. fue explosivo después de la Segunda Guerra Mundial. Y este extraordinario desarrollo es frágil porque se basa en un recurso natural agotable. Lo que está ocurriendo en materia de precios de petróleo es serio y acentúa la inflación norteamericana, pero no es lo único responsable de ella. Hace unos días leí que Ford estaba desarrollando con éxito un motor que consume menos gasolina y contamina menos. Esto no se hizo antes por el bajo precio del petróleo mientras la tecnología producía automóviles más grandes y complejos. Así se distorsionaron la investigación tecnológica y las industrias. Lo que más me consterna es la trasposición de esa sociedad de consumo a nuestro país en detrimento del nivel de vida de una parte de la población.


¿Cuál es el problema de la inflación en el fondo? Los EE.UU., por su enorme potencial, se hicieron la ilusión de que podían hacer muchas cosas a la vez: aumento considerable de consumo, inversiones nacionales e internacionales de las empresas transnacionales y un pesado gasto en armamentos que absorbe el 7% del producto nacional. Los gastos de Vietnam, entre 100.000 y 120.000 millones de dólares, acentuaron una inflación relativamente suave hasta ese momento. Para financiar ese gasto no se recurrió, por razones políticas comprensibles, a otras fuentes financieras. Además, se ha desarrollado -en hora buena- el poder político y sindical de la fuerza del trabajo que quiere compartir el aumento de productividad y defender sus ingresos. Estamos en una inflación de tipo social que difiere de la anterior y no tiene corrección dentro del sistema. No hay política monetaria ni en el centro ni en la periferia que pueda contener una inflación de esa naturaleza. Estamos viviendo en un sistema de acumulación y distribución del ingreso que es el resultado de choques de fuerzas y relaciones de poder y no un plan racional de distribución de estos recursos en función de las necesidades colectivas. Lo cual no tiene por qué interferir en la libertad económica. Me horroriza el Estado que se ocupa de todo. Y se ocupa porque tiene que poner parches a todos aquellos aspectos en que el mal funcionamiento del sistema lo lleva a intervenir. ¿Por qué? Porque se abstiene de intervenir en los datos fundamentales: la acumulación y distribución de la que hablamos.


Aprendí la palabra inflación en la Universidad. Estando yo en el Banco Central no había inflación. La guerra nos trajo la inflación de origen externo por el alza del precio de las importaciones y la afluencia de los recursos. Se la contuvo dentro de ciertos límites pero faltó una política sabia y justa de reajuste de las remuneraciones. Esto fue aprovechado por el general Perón, pero no con prudencia sino con reajustes masivos que dieron lugar a la espiral inflacionaria.

No hay posibilidad de luchar contra la inflación sin la transformación del sistema.

Pero el gran problema es transformar el sistema, no solamente no vulnerando la libertad económica, que es base esencial de la libertad política, sino exaltando la iniciativa privada. Pero, sí, se necesita regular la acumulación y la distribución, cosa sumamente difícil, pero a mi juicio inevitable en la evolución del capitalismo. La otra solución es la de poner todos los medios productivos en manos del Estado para poder regular la acumulación y la distribución. Pero ya sabemos que económicamente no es una solución aceptable y sobre todo políticamente. Porque políticamente significa dar a una pequeña minoría la responsabilidad del funcionamiento de todo el sistema, y entonces la libertad del individuo desaparece por completo y es un totalitarismo. Mi conclusión es que hay que llegar a una gran síntesis entre el liberalismo económico y político y el socialismo. El socialismo, para determinar, en el conjunto de la economía, lo que se ha de acumular y cómo se ha de distribuir estructuralmente. Y el liberalismo, para dejar la libre iniciativa, porque si usted resuelve el problema de la acumulación y de la distribución y suprime las luchas de relaciones de poder el sistema va a funcionar mucho mejor, con mayor fluidez y no será necesario intervenir en la vida económica de los individuos como se está interviniendo en todas partes...

miércoles, noviembre 18, 2009

Subconsumo y ley de Say

Situación económica en la que la producción de bienes de consumo es superior a su demanda. En caso de continuar esta situación, los excedentes de producción se van acumulando en forma de stocks hasta alcanzar niveles que resultan insostenibles para las empresas.

Según la llamada teoría del subconsumo, en el sistema capitalista existe una tendencia crónica a la insuficiencia de la demanda a causa de las grandes acumulaciones del stocks de capital fijo y el consiguiente aumento del número de parados. La capacidad productiva del sistema aumenta al tiempo que el poder de compra o capacidad adquisitiva de la población disminuye. La crisis económica de 1929 fue una crisis de superproducción. Ésta fue una de las mayores caídas de la Bolsa estadounidense que degeneró en un exceso de oferta.

El subconsumo es una situación en donde la producción de artículos de consumo es superior a su demanda.

Asimismo, se observa que un nivel de demanda de bienes de consumo que se encuentra por debajo de la producción real o potencial de la economía, debido principalmente a la distribución desigual de la Renta, generando el estancamiento de determinados niveles de Renta, así como en la disminución del poder adquisitivo en los consumidores.

Los principales efectos del subconsumo son:

- El aumento de las existencias en stocks de las empresas,

- La reducción de los precios de los productos,

- Disminución de la producción,

- Aumento del desempleo.

Subconsumo y ley de Say

Situación económica en la que la producción de bienes de consumo es superior a su demanda. En caso de continuar esta situación, los excedentes de producción se van acumulando en forma de stocks hasta alcanzar niveles que resultan insostenibles para las empresas.

Según la llamada teoría del subconsumo, en el sistema capitalista existe una tendencia crónica a la insuficiencia de la demanda a causa de las grandes acumulaciones del stocks de capital fijo y el consiguiente aumento del número de parados. La capacidad productiva del sistema aumenta al tiempo que el poder de compra o capacidad adquisitiva de la población disminuye. La crisis económica de 1929 fue una crisis de superproducción. Ésta fue una de las mayores caídas de la Bolsa estadounidense que degeneró en un exceso de oferta.

El subconsumo es una situación en donde la producción de artículos de consumo es superior a su demanda.

Asimismo, se observa que un nivel de demanda de bienes de consumo que se encuentra por debajo de la producción real o potencial de la economía, debido principalmente a la distribución desigual de la Renta, generando el estancamiento de determinados niveles de Renta, así como en la disminución del poder adquisitivo en los consumidores.

Los principales efectos del subconsumo son:

- El aumento de las existencias en stocks de las empresas,

- La reducción de los precios de los productos,

- Disminución de la producción,

- Aumento del desempleo.

miércoles, marzo 25, 2009

En EE.UU., el ejército, los asesores laborales y las renegociadoras de créditos esquivan la crisis

Las fuerzas armadas tiene cada vez más candidatos y los altos ejecutivos de empresas piden consejos para reconducir sus carreras; también triunfan los abogados que ofrecen servicios a quienes corren el riesgo de perder su casa

En toda crisis siempre hay sectores que salen beneficiados o por lo menos que la llevan mejor. En los Estados Unidos, hay por lo menos tres áreas que parecen estar piloteando la crisis. Entre las primeras, figuran las Fuerzas Armadas.

Fuentes del Pentágno señalan que existe una "mayor corriente" de interesados en enrolarse, fenómeno que, en buena medida, atribuyen a una "mayor dificultad" para encontrar trabajo en el mundo civil.

Pero la mayor afluencia de candidatos no siempre implica garantías de éxito.
Ocurre que hasta el 75 por ciento de los aspirantes no tienen condiciones para ser aceptados. Obesidad y abuso de alcohol y de drogas están entre los motivos del rechazo castrense.

Quien también pesca en el río revuelto es el frente de los asesores laborales, quienes aumentan su cartera de clientes en forma proporcional a la profundización de la crisis. el futuro laboral se ha convertido en un terreno de incertimbre, aungustia y desconcierto.

También suben los estudios renegociadores de crédito y los abogados que ofrecen servicios a quienes corren el riesgo de perder su casa por atrasos en el pago de la hipoteca.

En EE.UU., el ejército, los asesores laborales y las renegociadoras de créditos esquivan la crisis

Las fuerzas armadas tiene cada vez más candidatos y los altos ejecutivos de empresas piden consejos para reconducir sus carreras; también triunfan los abogados que ofrecen servicios a quienes corren el riesgo de perder su casa

En toda crisis siempre hay sectores que salen beneficiados o por lo menos que la llevan mejor. En los Estados Unidos, hay por lo menos tres áreas que parecen estar piloteando la crisis. Entre las primeras, figuran las Fuerzas Armadas.

Fuentes del Pentágno señalan que existe una "mayor corriente" de interesados en enrolarse, fenómeno que, en buena medida, atribuyen a una "mayor dificultad" para encontrar trabajo en el mundo civil.

Pero la mayor afluencia de candidatos no siempre implica garantías de éxito.
Ocurre que hasta el 75 por ciento de los aspirantes no tienen condiciones para ser aceptados. Obesidad y abuso de alcohol y de drogas están entre los motivos del rechazo castrense.

Quien también pesca en el río revuelto es el frente de los asesores laborales, quienes aumentan su cartera de clientes en forma proporcional a la profundización de la crisis. el futuro laboral se ha convertido en un terreno de incertimbre, aungustia y desconcierto.

También suben los estudios renegociadores de crédito y los abogados que ofrecen servicios a quienes corren el riesgo de perder su casa por atrasos en el pago de la hipoteca.

lunes, febrero 23, 2009

El fín de la ilusión del decoupling

Cuando en 2008 estalló la crisis internacional que algunos gurúes llamaron financiera, con el epicentro situado en EEUU, se llegó a pensar que los emergentes no sólo se podrían mantener al margen del ajuste económico y financiero de los grandes países, sino que además podrían servir de contrapeso a la caída de la demanda en EEUU o la UE. Pero esta teoría del “decoupling” pronto se comprobó que era una ilusión, el consumo empezó a bajar en EEUU y en la UE, los efectos fueron fuertes sobre las exportaciones y la producción industrial de la mayoría de países en vías de desarrollo, sin una demanda interna suficientemente potente para compensar el descenso de las ventas externas.

En Asia, en estos momentos, la producción industrial está reduciéndose a ritmos del 20%, mientras la baja en las exportaciones se acerca al 40%. Todo esto se agrava por la liquidación de posiciones en este tipo de países por parte de los grandes inversores internacionales a partir de verano de 2008, lo que ha terminado presionando los tipos de cambios de aquellas economías más dependientes del ahorro externo. Y, la baja de los precios de las materias primas a partir de agosto de 2008 supuso otro duro golpe para los exportadores de petróleo, cobre, soja, etc.

El fín de la ilusión del decoupling

Cuando en 2008 estalló la crisis internacional que algunos gurúes llamaron financiera, con el epicentro situado en EEUU, se llegó a pensar que los emergentes no sólo se podrían mantener al margen del ajuste económico y financiero de los grandes países, sino que además podrían servir de contrapeso a la caída de la demanda en EEUU o la UE. Pero esta teoría del “decoupling” pronto se comprobó que era una ilusión, el consumo empezó a bajar en EEUU y en la UE, los efectos fueron fuertes sobre las exportaciones y la producción industrial de la mayoría de países en vías de desarrollo, sin una demanda interna suficientemente potente para compensar el descenso de las ventas externas.

En Asia, en estos momentos, la producción industrial está reduciéndose a ritmos del 20%, mientras la baja en las exportaciones se acerca al 40%. Todo esto se agrava por la liquidación de posiciones en este tipo de países por parte de los grandes inversores internacionales a partir de verano de 2008, lo que ha terminado presionando los tipos de cambios de aquellas economías más dependientes del ahorro externo. Y, la baja de los precios de las materias primas a partir de agosto de 2008 supuso otro duro golpe para los exportadores de petróleo, cobre, soja, etc.

lunes, febrero 16, 2009

Obama cede y concede pero gana con lo estrictamente propio


Según los parámetros políticos normales, la aceptación en el Congreso de un paquete de estímulo económico fue una gran victoria para el presidente Barack Obama.
Consiguió más o menos lo que había pedido: casi 800.000 millones de dólares para rescatar la economía, con la mayoría de ese dinero asignado a gastos más que a recortes impositivos. ¡Ya podemos destapar el champagne! O tal vez no. Estos no son tiempos normales, de manera que los parámetros políticos normales no se aplican: la victoria de Obama parece una derrota.
La ley de estímulo parece útil pero inadecuada, especialmente cuando se la combina con un decepcionante plan de rescate de los bancos. Y la política de la lucha sobre el estímulo ha convertido en una insensatez todos los sueños pospartidarios de Obama.
Empecemos con la política. Uno hubiera esperado que los republicanos actuaran al menos un poco como gente que ha recibido un escarmiento durante estos días, teniendo en cuenta las palizas que recibieron en las dos últimas elecciones y la debacle económica de los últimos ocho años.
Pero ahora queda claro que el compromiso del partido con el vudú profundo -impuesto en parte por los grupos de presión, dispuestos a producir retadores de las primarias contra los heréticos- es tan fuerte como nunca.
Tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, la mayoría de los republicanos apoyó la idea de que la respuesta apropiada para el abyecto fracaso de los recortes impositivos de la era Bush era más reducciones impositivas al estilo Bush.
Y la respuesta retórica de los conservadores al plan de estímulo -que costará considerablemente menos que lo que la administración Bush invirtió en recortes impositivos o que lo que gastó en Irak- ha sido casi desquiciada.
Es "un robo generacional", dijo el senador John McCain, sólo unos días después de votar a favor de recortes impositivos que hubieran costado cuatro veces más durante la próxima década.
Es "destruir el futuro de mis hijas. Es como sentarme aquí a ver cómo mi casa es saqueada por una banda de salvajes", dijo Arnold Kling, del Instituto Cato.
La suciedad del debate político importa porque suscita dudas acerca de la capacidad del gobierno de Obama de volver por más en el caso de que, como parece probable, la ley de estímulo resulte inadecuada.
Porque, aunque Obama consiguió más o menos lo que había pedido, casi con seguridad no pidió lo suficiente. Oficialmente, la administración no deja de repetir que el plan es adecuado para las necesidades de la economía.
Pero pocos economistas están de acuerdo. Y se cree en general que las consideraciones políticas llevaron a plantear un plan que era más débil y contiene más recortes impositivos de los que debería? que Obama hizo concesiones anticipadas con la esperanza de conseguir un amplio respaldo bipartidario. Y acabamos de ver lo bien que funcionó.
Ahora, las posibilidades de que el estímulo fiscal pueda llegar a ser adecuado serían mayores si se lo acompañara con un efectivo rescate financiero, un rescate que descongelara los mercados crediticios y volviera a impulsar la circulación de dinero.
Pero el muy esperado anuncio del plan de Obama en ese frente, que también se produjo esta semana, cayó con un golpe seco.
El plan esbozado por Tim Geithner, el secretario del Tesoro, no era exactamente malo. En cambio, era vago. Dejó a todo el mundo preguntándose adónde quería ir verdaderamente la administración.
¿Esas sociedades entre la esfera pública y la privada terminarán por ser una manera encubierta de rescatar a los banqueros a expensas de los contribuyentes? ¿O la "prueba con esfuerzo" requerida actuará como una salida hacia la nacionalización temporaria de los bancos (la solución favorecida por un creciente número de economistas, incluyéndome a mí)? Nadie lo sabe.
El efecto general fue el de patear la lata para que avanzara unos metros en la calle. Y eso no alcanza.
Reacción insuficiente
Hasta ahora, la respuesta de la administración Obama a la crisis económica se parece demasiado a la de Japón en la década de 1990: una expansión fiscal suficientemente importante como para evitar lo peor, pero no suficiente para impulsar la recuperación; apoyo al sistema bancario, pero reticencia a obligar a los bancos a enfrentar sus pérdidas.
Todavía es temprano, pero ya estamos descendiendo por la pendiente. Y no sé ustedes, pero yo tengo una fea sensación en la boca del estómago? la sensación de que los Estados Unidos no están a la altura del mayor desafío económico de los últimos 70 años.
Es posible que los mejores no carezcan de convicciones, pero parecen alarmantemente dispuestos a conformarse con medidas a medias.
Y los peores, como siempre, están colmados de apasionada intensidad, ajenos al grotesco fracaso que su doctrina experimentó en la práctica.
Todavía hay tiempo para revertir la situación. Pero Obama debe ser más fuerte de ahora en adelante.
De otra manera, el veredicto de esta crisis puede ser: "No, no podemos".

Obama cede y concede pero gana con lo estrictamente propio


Según los parámetros políticos normales, la aceptación en el Congreso de un paquete de estímulo económico fue una gran victoria para el presidente Barack Obama.
Consiguió más o menos lo que había pedido: casi 800.000 millones de dólares para rescatar la economía, con la mayoría de ese dinero asignado a gastos más que a recortes impositivos. ¡Ya podemos destapar el champagne! O tal vez no. Estos no son tiempos normales, de manera que los parámetros políticos normales no se aplican: la victoria de Obama parece una derrota.
La ley de estímulo parece útil pero inadecuada, especialmente cuando se la combina con un decepcionante plan de rescate de los bancos. Y la política de la lucha sobre el estímulo ha convertido en una insensatez todos los sueños pospartidarios de Obama.
Empecemos con la política. Uno hubiera esperado que los republicanos actuaran al menos un poco como gente que ha recibido un escarmiento durante estos días, teniendo en cuenta las palizas que recibieron en las dos últimas elecciones y la debacle económica de los últimos ocho años.
Pero ahora queda claro que el compromiso del partido con el vudú profundo -impuesto en parte por los grupos de presión, dispuestos a producir retadores de las primarias contra los heréticos- es tan fuerte como nunca.
Tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, la mayoría de los republicanos apoyó la idea de que la respuesta apropiada para el abyecto fracaso de los recortes impositivos de la era Bush era más reducciones impositivas al estilo Bush.
Y la respuesta retórica de los conservadores al plan de estímulo -que costará considerablemente menos que lo que la administración Bush invirtió en recortes impositivos o que lo que gastó en Irak- ha sido casi desquiciada.
Es "un robo generacional", dijo el senador John McCain, sólo unos días después de votar a favor de recortes impositivos que hubieran costado cuatro veces más durante la próxima década.
Es "destruir el futuro de mis hijas. Es como sentarme aquí a ver cómo mi casa es saqueada por una banda de salvajes", dijo Arnold Kling, del Instituto Cato.
La suciedad del debate político importa porque suscita dudas acerca de la capacidad del gobierno de Obama de volver por más en el caso de que, como parece probable, la ley de estímulo resulte inadecuada.
Porque, aunque Obama consiguió más o menos lo que había pedido, casi con seguridad no pidió lo suficiente. Oficialmente, la administración no deja de repetir que el plan es adecuado para las necesidades de la economía.
Pero pocos economistas están de acuerdo. Y se cree en general que las consideraciones políticas llevaron a plantear un plan que era más débil y contiene más recortes impositivos de los que debería? que Obama hizo concesiones anticipadas con la esperanza de conseguir un amplio respaldo bipartidario. Y acabamos de ver lo bien que funcionó.
Ahora, las posibilidades de que el estímulo fiscal pueda llegar a ser adecuado serían mayores si se lo acompañara con un efectivo rescate financiero, un rescate que descongelara los mercados crediticios y volviera a impulsar la circulación de dinero.
Pero el muy esperado anuncio del plan de Obama en ese frente, que también se produjo esta semana, cayó con un golpe seco.
El plan esbozado por Tim Geithner, el secretario del Tesoro, no era exactamente malo. En cambio, era vago. Dejó a todo el mundo preguntándose adónde quería ir verdaderamente la administración.
¿Esas sociedades entre la esfera pública y la privada terminarán por ser una manera encubierta de rescatar a los banqueros a expensas de los contribuyentes? ¿O la "prueba con esfuerzo" requerida actuará como una salida hacia la nacionalización temporaria de los bancos (la solución favorecida por un creciente número de economistas, incluyéndome a mí)? Nadie lo sabe.
El efecto general fue el de patear la lata para que avanzara unos metros en la calle. Y eso no alcanza.
Reacción insuficiente
Hasta ahora, la respuesta de la administración Obama a la crisis económica se parece demasiado a la de Japón en la década de 1990: una expansión fiscal suficientemente importante como para evitar lo peor, pero no suficiente para impulsar la recuperación; apoyo al sistema bancario, pero reticencia a obligar a los bancos a enfrentar sus pérdidas.
Todavía es temprano, pero ya estamos descendiendo por la pendiente. Y no sé ustedes, pero yo tengo una fea sensación en la boca del estómago? la sensación de que los Estados Unidos no están a la altura del mayor desafío económico de los últimos 70 años.
Es posible que los mejores no carezcan de convicciones, pero parecen alarmantemente dispuestos a conformarse con medidas a medias.
Y los peores, como siempre, están colmados de apasionada intensidad, ajenos al grotesco fracaso que su doctrina experimentó en la práctica.
Todavía hay tiempo para revertir la situación. Pero Obama debe ser más fuerte de ahora en adelante.
De otra manera, el veredicto de esta crisis puede ser: "No, no podemos".

jueves, diciembre 11, 2008

La carrera por el auto 2.0

Thomas L. Friedman

The New York Times

uando pienso en nuestro rescate de las Tres Grandes de Detroit, no puedo evitar reflexionar sobre aquello que, en mi opinión, es la regla comercial más importante en el mercado global integrado y digitalizado de hoy, en el que los instrumentos de conocimiento e innovación están tan difundidos.
Se trata de esto: lo que pueda hacerse se hará. La única pregunta es si lo harán ustedes o se lo harán a ustedes. Pero no hay que pensar que no se hará. Si alguien tiene una idea en Detroit o en Tennessee, debe prometerme que tratará de concretarla, porque alguien en Dinamarca o en Tel Aviv la pondrá en práctica un segundo más tarde.
¿Por qué saco el tema? Porque alguien en Dinamarca o en Tel Aviv ya está desarrollando una alternativa concreta al modelo comercial de Detroit. No sé si esa alternativa a los autos impulsados por combustible funcionará, pero sí sé que es posible ponerla en marcha? y Detroit no lo está haciendo. Y por lo tanto, alguien la pondrá en marcha y eventualmente, apuesto, traerá buenas ganancias.
Cuando eso ocurra, nuestro rescate de Detroit será recordado como el equivalente de poner miles de millones de dólares del dinero de los contribuyentes en el negocio de los catálogos por correo en la víspera de la creación de eBay. Será recordado como verter miles de millones de dólares en la industria del CD de música en la víspera del nacimiento del iPod y de iTunes.
Será recordado como poner miles de millones de dólares en una cadena de librerías en la víspera del nacimiento de Amazon.com y Kindle. Será recordado como invertir miles de millones en mejorar máquinas de escribir en la víspera del nacimiento de la PC.
¿De qué modelo comercial estoy hablando? De la empresa de autos eléctricos de Shai Agassi, llamada Better Place, con base en California, que anunció la semana pasada una sociedad con el estado de Hawai para probar su plan comercial allí después de haber firmado acuerdos con Israel, Australia, el área de la bahía de San Francisco y, sí, Dinamarca.
El sistema de carga de Better Place se basa en generar electrones de tanta energía renovable (eólica y solar) como sea posible y después alimentar con esos electrones limpios una infraestructura nacional de carga para autos eléctricos.
Esta infraestructura está formada por sitios de carga con puntos de venta -los primeros pilotos se inauguraron esta semana en Israel- más estaciones de recambio de baterías en cada uno de los países. Luego, todo el sistema es controlado por un centro de control de servicio que integra las prestaciones y hace la facturación.
Según el modelo de Better Place, los consumidores pueden comprar o alquilar un auto eléctrico de la planta automotriz francesa Renault o de empresas japonesas como Nissan (General Motors rechazó con desdén a Agassi) y después comprarle a Better Place kilometraje para las baterías de sus autos eléctricos de la misma manera que usted compra ahora un teléfono celular a Apple y los minutos a AT&T.
Así, Better Place, o cualquier empresa automotriz que se asocie con ella, se beneficia con cada kilómetro que usted recorra. GM vende autos. Better Place está vendiendo kilómetros de movilidad. Se prevé que los primeros autos eléctricos Renault y Nissan lleguen a Dinamarca e Israel en 2011, cuando todo el sistema ya esté establecido y en funcionamiento.
El martes, el Ministerio de Medio Ambiente de Japón invitó a Better Place a unirse al primer proyecto de automóviles eléctricos encabezado por el gobierno, junto con Honda, Mitsubishi y Subaru. Se prevé construir una estación de cambio de baterías de autos eléctricos en Yokohama, la Detroit de Japón.
Lo que me resulta interesante de Better Place es que se trata de una empresa automotriz construida a partir de la nueva plataforma industrial del siglo XXI, no de la plataforma del siglo XX? exactamente lo mismo que hizo Steve Jobs para revolucionar la industria de la música.
¿Qué fue lo que Apple entendió antes que nadie? Uno, que la plataforma tecnológica de hoy le posibilitaría a cualquiera grabar música con una computadora. Dos, que Internet y el MP3 le permitirían a cualquiera transferir música en formato digital a cualquier persona.
Lo que nos dice Agassi, el fundador de Better Place, es que hay una nueva manera de generar movilidad, no sólo música, usando esa misma plataforma. Sólo hacen falta el tipo adecuado de batería para autos -el iPod de esta historia- y una red nacional de recarga -la tienda de iTunes- para hacer que funcione el modelo para autos eléctricos a un precio de seis centavos la milla (1,6 km). El estadounidense promedio paga en este momento unos 12 centavos por milla de combustible, lo que, además, contribuye al recalentamiento global y fortalece a los petrodictadores.
No hay que esperar que esta innovación provenga de Detroit. Recordemos que en 1908 el Ford T tenía mejor rendimiento que muchos modelos de Ford, General Motors y Chrysler fabricados en 2008.
Pero no se sorprendan cuando esta idea venga de otro lado. Puede hacerse. Y se hará. Si perdemos la oportunidad de ganar la carrera del auto 2.0 porque nos dedicamos insensatamente a rescatar al auto 1.0, sólo habrá un responsable: los nuevos accionistas de Detroit.
Es decir, nosotros, los contribuyentes.