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domingo, junio 15, 2008

Bernardo Kliksberg: "La equidad no se consigue por decreto"


Reconocido por sus trabajos sobre la pobreza y por sus estudios de la ética en la gestión pública y privada, el economista Bernardo Kliksberg destaca la extraordinaria mejoría luego de la crisis y, más allá de la coyuntura, dice que ve con optimismo las perspectivas del país. Y aunque confía en el "inmenso potencial" del país destaca que es fundamental contar con estadísticas confiables


A lo largo 30 años, Bernardo Kliksberg ganó reconocimiento internacional por sus trabajos sobre la pobreza -especialmente en América latina-, se consolidó como un pionero de la ética para el desarrollo, el capital social y la responsabilidad social empresaria, y creó una nueva disciplina: la gerencia social.

Hijo de emigrantes judíos polacos muy humildes, es doctor en economía y en ciencias administrativas, contador público y licenciado en sociología y en administración, todos títulos de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente reside en Nueva York y es asesor de organismos y agencias internacionales como la ONU, el BID, UNICEF, UNESCO, la OEA y la OPS. En su rol de asesor de las Naciones Unidas colaboró con distintos países de la región, en las áreas vinculadas a la pobreza, y en el caso de la Argentina asesoró durante la gestión de Néstor Kirchner a los ministerios de Salud, de Desarrollo Social y de Educación.

Días atrás vino a la Argentina para presentar su último libro, Primero la gente , escrito en coautoría con el Premio Nobel de Economía 1998, Amartya Sen, considerado como uno de los economistas más influyentes de la actualidad. Entrevistado por LA NACION, Kliksberg fue renuente a las preguntas sobre la coyuntura local y en cambio prefirió mantener su discurso en el plano del análisis macro, en decir qué es lo que habría que hacer sin calificar lo que se está haciendo porque "no vivo en el país, y no sería serio".

"Prefiero las miradas de mediano y largo plazo", explicó al reinvindicar las mejoras que se lograron en el país en los índices de pobreza e indigencia respecto de 2002. En este plano, destacó las potencialidades de un país que emergió de una de sus peores crisis. En la única concesión que hizo a esta lógica, incursionó en el ríspido tema de las mediciones del Indec y dijo que "cuanto antes exista un índice confiable sería mejor para el conjunto de la sociedad".

-¿Haber escrito su libro número 47, Primero la gente , en coautoría con Amartya Sen, es un pináculo en su carrera?

-Sin duda. Compartir un libro con el Premio Nobel de Economía más leído del planeta, Amartya Sen, que es el economista con rostro humano por antonomasia y marcó totalmente el pensamiento económico del último siglo, es un honor inmenso.

-¿Qué plantea el libro?

-Este libro significa mucho en la medida en que aportamos nuestro grano de arena a una percepción de la realidad que puede conducir a cambios profundos. Y es una alianza ética, porque tenemos en común la preocupación por la gente, de ahí el título. Es compartir el haber tratado de instalar internacionalmente una nueva disciplina que se llama Etica para el desarrollo, y que significa hacer regresar la ética al comando de la economía. El pensamiento ortodoxo disoció profundamente la ética de la economía. Es muy importante que una economía tenga estabilidad, inflación baja, que haya competitividad y progreso tecnológico, pero todo eso tiene que servir para que los chicos terminen el colegio secundario y para que no haya exclusión social.

-¿Están teniendo éxito?

-La brecha entre ética y economía es muy profunda. Vivimos en un continente que produce alimentos para tres veces su población y sin embargo tiene un 16% de chicos desnutridos; 23.000 madres mueren por año y en el 50% de los casos es a raíz de la desnutrición. Este es el continente más desigual. Con las riquezas incontables que tiene el subsuelo, con la capacidad de producción agropecuaria, con las fuentes de energía baratas... América latina ha sido bendecida por la divinidad, pero tres de cada diez jóvenes pobres terminan el colegio secundario. Es una deficiencia seria desde el punto de vista de la ingeniería social y de la ética. Pero creo que vamos avanzando.

-Cuando los dirigentes elogian y premian sus trabajos, ¿no siente que es una forma de compensar otras cosas que hacen?

-Mi experiencia de más de 30 años de luchar contra la pobreza en toda América latina, y en contacto muy directo con la dirigencia, colaborando muy activamente con las democracias de la región, me induce a tener una mirada positiva. Gracias a Dios los seres humanos nacieron para la ética, nacieron con un conflicto ético permanente, con la necesidad de tener sus conciencias en paz, y eso no se lo pueden extirpar. Hay que medir lo que está sucediendo en las economías del mundo globalizado desde los parámetros de la ética. Y mostrar muchas experiencias en donde se asume la responsabilidad social en las políticas públicas, responsabilidad social en las empresas privadas, responsabilidad social en los medios de comunicación, responsabilidad social en la sociedad civil. Se puede construir una sociedad virtuosa.

-¿Por ejemplo?

-Noruega es número uno en el mundo en los últimos seis años en la tabla de desarrollo humano de la ONU y tiene la mayor esperanza de vida del planeta. La distancia entre el más rico y el más pobre es de seis veces; en América latina es de 50. En esa sociedad, como en todas las sociedades nórdicas, la ética está presente en la economía todos los días.

-¿Qué significa la ética empresarial que plantea en Primero la gente ?

-Tratar a los consumidores con juego limpio, productos de buena calidad, precios razonables, productos saludables, buen trato del personal, empresas amigables con el medio ambiente. Una empresa que ayude a las políticas públicas. Bill Gates y Warren Buffett aportaron 60.000 millones de dólares y crearon la mayor fundación del planeta para combatir la malaria, la tuberculosis, el paludismo y el sida. Generaron alianzas estratégicas que reactivaron la investigación científica. Hay un clamor mundial por un pacto ético que regule el funcionamiento de la economía internacional. Mientras más se demore esto, va a haber más tensión social y más fracturas. Se pagan costos por tener un mundo tan desigual.

-Asumiendo que la economía es una herramienta de la política y no al revés, ¿es imaginable un pacto social si no hay ética en la política?

-Debe haber ética en la política. El antiguo testamento dice categóricamente que el fin no justifica nunca los medios. Los medios tienen que ser éticos y la política es un medio que permite articular intereses en medio de una sociedad y sin eso no hay democracia. En el último período, al margen de todas las discusiones, la pobreza se redujo a menos de la mitad.

-¿Cómo encastra el concepto de equidad en este conflicto tan exacerbado entre el Gobierno y el campo, donde lo que se está discutiendo, en definitiva, es cómo se reparte la riqueza?

-... Yo trato de centrarme mucho en las ideas de largo plazo... porque las coyunturas pueden ser múltiples. Hay una coyuntura favorable evidente para los países productores de alimentos, no era ése el panorama pocos años atrás. Entonces uno trata de mirar un poco más allá de la coyuntura, y en este plano el tema de la equidad está planteado en toda América latina. El Banco Mundial acaba de publicar un trabajo en el que dice incluso que el modelo a alcanzar no es un modelo de crecimiento con equidad sino un modelo de crecimiento con construcción de equidad en todo el camino, porque sin esto el modelo está dejando de lado a una parte de la población, tanto en su capacidad de trabajo como en su capacidad potencial de consumo. La equidad no se consigue por decreto, sino dándoles a todos posibilidades educativas, de salud, agua potable, infraestructura de saneamiento, calificando a la mano de obra. La desigualdad es una traba fenomenal para el crecimiento económico.

-Noto que no quiere hablar de temas de coyuntura, que prefiere señalar lo que habría que hacer, pero evita pronunciarse sobre cómo se están haciendo las cosas, ¿por qué?

-Es que no estoy viviendo en el país ni involucrado con ninguna acción política, y no sería serio. Además de mi interés por la situación de la pobreza en América latina, yo me intereso mucho por la Argentina, pero uno trata de aportar en el rumbo general, y con datos estadísticos muy precisos, no con opiniones. No puedo abordar el detalle ni creo que corresponda en mi rol de asesor de la ONU.

-¿En qué medida incide el descrédito social que tienen las mediciones del Indec en la confianza necesaria para crecer, eso que usted llama el capital social?

-Desde ya que tener un índice confiable es un instrumento fundamental de manejo para las políticas públicas y para la ciudadanía en su conjunto. Creo que está planteado que se avance a través de un trabajo experto hacia un índice que pueda ser consensuado por sus bases técnicas. Cuanto antes exista un índice de este tipo será mejor para el conjunto de la sociedad. Ahora, uno tiene que comparar la Argentina del año 2002 con esta de ahora, que tiene muchos problemas y desafíos por delante, pero que no está hundida en la desesperación como en ese momento. La Argentina ha demostrado que, tanto en el campo público como en el de la sociedad civil y en el de la empresa privada, hay un potencial inmenso para hacer cosas bien hechas. La sociedad argentina, por ejemplo, es parte del éxito de los medicamentos genéricos en poco tiempo. Eso es casi una proeza. La Organización Panamericana de la Salud lo ve como una experiencia modelo. En muchos países de América latina se han tratado de introducir los genéricos y se ha fracasado frente a la maraña de intereses creados que hay alrededor de eso.

-Con todo este potencial, ¿por qué tenemos una sociedad tan crispada?

-Vuelvo a mirar el mediano y el largo plazo. Estábamos muchísimo más crispados en 2002. Ahora, la sociedad puede estar muchísimo menos crispada y a eso hay que apuntar. Yo soy optimista y creo que la Argentina tiene todos los potenciales, es cuestión de aplicar políticas apropiadas. Hay condiciones económicas internacionales y se ha reactivado el aparato productivo nacional. Pero vuelvo al tema central, para mí el perfil del mediano y largo plazo está determinado por el predominio de valores éticos positivos en la sociedad, en las prácticas de los actores sociales, no en la utopía ni en la declamación. Este es un país que tiene un fondo de solidaridad muy importante, lo demostró con sus niveles de voluntariado en la crisis, que salvó muchas vidas y mejoró la situación de muchísimas personas. Yo estoy absolutamente esperanzado, pero no soy iluso, me baso en que vi con mis ojos.

Por Daniel Casas

El perfil

Proyección internacional

Hijo de emigrantes judíos polacos humildes, Bernardo Kliksberg es asesor de más de 30 gobiernos y numerosos organismos internacionales como la ONU, el BID, Unesco y Unicef. Actualmente reside en Nueva York. Posee varios títulos universitarios, todos de la UBA.

Más de 40 libros

Escribió más de 40 libros. Su última obra se titula Primero la gente, y fue escrita en coautoría con el Premio Nobel de Economía Amartya Sen. La ONU y la Unesco han traducido varios de sus trabajos al inglés y al portugués.


Bernardo Kliksberg: "La equidad no se consigue por decreto"


Reconocido por sus trabajos sobre la pobreza y por sus estudios de la ética en la gestión pública y privada, el economista Bernardo Kliksberg destaca la extraordinaria mejoría luego de la crisis y, más allá de la coyuntura, dice que ve con optimismo las perspectivas del país. Y aunque confía en el "inmenso potencial" del país destaca que es fundamental contar con estadísticas confiables


A lo largo 30 años, Bernardo Kliksberg ganó reconocimiento internacional por sus trabajos sobre la pobreza -especialmente en América latina-, se consolidó como un pionero de la ética para el desarrollo, el capital social y la responsabilidad social empresaria, y creó una nueva disciplina: la gerencia social.

Hijo de emigrantes judíos polacos muy humildes, es doctor en economía y en ciencias administrativas, contador público y licenciado en sociología y en administración, todos títulos de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente reside en Nueva York y es asesor de organismos y agencias internacionales como la ONU, el BID, UNICEF, UNESCO, la OEA y la OPS. En su rol de asesor de las Naciones Unidas colaboró con distintos países de la región, en las áreas vinculadas a la pobreza, y en el caso de la Argentina asesoró durante la gestión de Néstor Kirchner a los ministerios de Salud, de Desarrollo Social y de Educación.

Días atrás vino a la Argentina para presentar su último libro, Primero la gente , escrito en coautoría con el Premio Nobel de Economía 1998, Amartya Sen, considerado como uno de los economistas más influyentes de la actualidad. Entrevistado por LA NACION, Kliksberg fue renuente a las preguntas sobre la coyuntura local y en cambio prefirió mantener su discurso en el plano del análisis macro, en decir qué es lo que habría que hacer sin calificar lo que se está haciendo porque "no vivo en el país, y no sería serio".

"Prefiero las miradas de mediano y largo plazo", explicó al reinvindicar las mejoras que se lograron en el país en los índices de pobreza e indigencia respecto de 2002. En este plano, destacó las potencialidades de un país que emergió de una de sus peores crisis. En la única concesión que hizo a esta lógica, incursionó en el ríspido tema de las mediciones del Indec y dijo que "cuanto antes exista un índice confiable sería mejor para el conjunto de la sociedad".

-¿Haber escrito su libro número 47, Primero la gente , en coautoría con Amartya Sen, es un pináculo en su carrera?

-Sin duda. Compartir un libro con el Premio Nobel de Economía más leído del planeta, Amartya Sen, que es el economista con rostro humano por antonomasia y marcó totalmente el pensamiento económico del último siglo, es un honor inmenso.

-¿Qué plantea el libro?

-Este libro significa mucho en la medida en que aportamos nuestro grano de arena a una percepción de la realidad que puede conducir a cambios profundos. Y es una alianza ética, porque tenemos en común la preocupación por la gente, de ahí el título. Es compartir el haber tratado de instalar internacionalmente una nueva disciplina que se llama Etica para el desarrollo, y que significa hacer regresar la ética al comando de la economía. El pensamiento ortodoxo disoció profundamente la ética de la economía. Es muy importante que una economía tenga estabilidad, inflación baja, que haya competitividad y progreso tecnológico, pero todo eso tiene que servir para que los chicos terminen el colegio secundario y para que no haya exclusión social.

-¿Están teniendo éxito?

-La brecha entre ética y economía es muy profunda. Vivimos en un continente que produce alimentos para tres veces su población y sin embargo tiene un 16% de chicos desnutridos; 23.000 madres mueren por año y en el 50% de los casos es a raíz de la desnutrición. Este es el continente más desigual. Con las riquezas incontables que tiene el subsuelo, con la capacidad de producción agropecuaria, con las fuentes de energía baratas... América latina ha sido bendecida por la divinidad, pero tres de cada diez jóvenes pobres terminan el colegio secundario. Es una deficiencia seria desde el punto de vista de la ingeniería social y de la ética. Pero creo que vamos avanzando.

-Cuando los dirigentes elogian y premian sus trabajos, ¿no siente que es una forma de compensar otras cosas que hacen?

-Mi experiencia de más de 30 años de luchar contra la pobreza en toda América latina, y en contacto muy directo con la dirigencia, colaborando muy activamente con las democracias de la región, me induce a tener una mirada positiva. Gracias a Dios los seres humanos nacieron para la ética, nacieron con un conflicto ético permanente, con la necesidad de tener sus conciencias en paz, y eso no se lo pueden extirpar. Hay que medir lo que está sucediendo en las economías del mundo globalizado desde los parámetros de la ética. Y mostrar muchas experiencias en donde se asume la responsabilidad social en las políticas públicas, responsabilidad social en las empresas privadas, responsabilidad social en los medios de comunicación, responsabilidad social en la sociedad civil. Se puede construir una sociedad virtuosa.

-¿Por ejemplo?

-Noruega es número uno en el mundo en los últimos seis años en la tabla de desarrollo humano de la ONU y tiene la mayor esperanza de vida del planeta. La distancia entre el más rico y el más pobre es de seis veces; en América latina es de 50. En esa sociedad, como en todas las sociedades nórdicas, la ética está presente en la economía todos los días.

-¿Qué significa la ética empresarial que plantea en Primero la gente ?

-Tratar a los consumidores con juego limpio, productos de buena calidad, precios razonables, productos saludables, buen trato del personal, empresas amigables con el medio ambiente. Una empresa que ayude a las políticas públicas. Bill Gates y Warren Buffett aportaron 60.000 millones de dólares y crearon la mayor fundación del planeta para combatir la malaria, la tuberculosis, el paludismo y el sida. Generaron alianzas estratégicas que reactivaron la investigación científica. Hay un clamor mundial por un pacto ético que regule el funcionamiento de la economía internacional. Mientras más se demore esto, va a haber más tensión social y más fracturas. Se pagan costos por tener un mundo tan desigual.

-Asumiendo que la economía es una herramienta de la política y no al revés, ¿es imaginable un pacto social si no hay ética en la política?

-Debe haber ética en la política. El antiguo testamento dice categóricamente que el fin no justifica nunca los medios. Los medios tienen que ser éticos y la política es un medio que permite articular intereses en medio de una sociedad y sin eso no hay democracia. En el último período, al margen de todas las discusiones, la pobreza se redujo a menos de la mitad.

-¿Cómo encastra el concepto de equidad en este conflicto tan exacerbado entre el Gobierno y el campo, donde lo que se está discutiendo, en definitiva, es cómo se reparte la riqueza?

-... Yo trato de centrarme mucho en las ideas de largo plazo... porque las coyunturas pueden ser múltiples. Hay una coyuntura favorable evidente para los países productores de alimentos, no era ése el panorama pocos años atrás. Entonces uno trata de mirar un poco más allá de la coyuntura, y en este plano el tema de la equidad está planteado en toda América latina. El Banco Mundial acaba de publicar un trabajo en el que dice incluso que el modelo a alcanzar no es un modelo de crecimiento con equidad sino un modelo de crecimiento con construcción de equidad en todo el camino, porque sin esto el modelo está dejando de lado a una parte de la población, tanto en su capacidad de trabajo como en su capacidad potencial de consumo. La equidad no se consigue por decreto, sino dándoles a todos posibilidades educativas, de salud, agua potable, infraestructura de saneamiento, calificando a la mano de obra. La desigualdad es una traba fenomenal para el crecimiento económico.

-Noto que no quiere hablar de temas de coyuntura, que prefiere señalar lo que habría que hacer, pero evita pronunciarse sobre cómo se están haciendo las cosas, ¿por qué?

-Es que no estoy viviendo en el país ni involucrado con ninguna acción política, y no sería serio. Además de mi interés por la situación de la pobreza en América latina, yo me intereso mucho por la Argentina, pero uno trata de aportar en el rumbo general, y con datos estadísticos muy precisos, no con opiniones. No puedo abordar el detalle ni creo que corresponda en mi rol de asesor de la ONU.

-¿En qué medida incide el descrédito social que tienen las mediciones del Indec en la confianza necesaria para crecer, eso que usted llama el capital social?

-Desde ya que tener un índice confiable es un instrumento fundamental de manejo para las políticas públicas y para la ciudadanía en su conjunto. Creo que está planteado que se avance a través de un trabajo experto hacia un índice que pueda ser consensuado por sus bases técnicas. Cuanto antes exista un índice de este tipo será mejor para el conjunto de la sociedad. Ahora, uno tiene que comparar la Argentina del año 2002 con esta de ahora, que tiene muchos problemas y desafíos por delante, pero que no está hundida en la desesperación como en ese momento. La Argentina ha demostrado que, tanto en el campo público como en el de la sociedad civil y en el de la empresa privada, hay un potencial inmenso para hacer cosas bien hechas. La sociedad argentina, por ejemplo, es parte del éxito de los medicamentos genéricos en poco tiempo. Eso es casi una proeza. La Organización Panamericana de la Salud lo ve como una experiencia modelo. En muchos países de América latina se han tratado de introducir los genéricos y se ha fracasado frente a la maraña de intereses creados que hay alrededor de eso.

-Con todo este potencial, ¿por qué tenemos una sociedad tan crispada?

-Vuelvo a mirar el mediano y el largo plazo. Estábamos muchísimo más crispados en 2002. Ahora, la sociedad puede estar muchísimo menos crispada y a eso hay que apuntar. Yo soy optimista y creo que la Argentina tiene todos los potenciales, es cuestión de aplicar políticas apropiadas. Hay condiciones económicas internacionales y se ha reactivado el aparato productivo nacional. Pero vuelvo al tema central, para mí el perfil del mediano y largo plazo está determinado por el predominio de valores éticos positivos en la sociedad, en las prácticas de los actores sociales, no en la utopía ni en la declamación. Este es un país que tiene un fondo de solidaridad muy importante, lo demostró con sus niveles de voluntariado en la crisis, que salvó muchas vidas y mejoró la situación de muchísimas personas. Yo estoy absolutamente esperanzado, pero no soy iluso, me baso en que vi con mis ojos.

Por Daniel Casas

El perfil

Proyección internacional

Hijo de emigrantes judíos polacos humildes, Bernardo Kliksberg es asesor de más de 30 gobiernos y numerosos organismos internacionales como la ONU, el BID, Unesco y Unicef. Actualmente reside en Nueva York. Posee varios títulos universitarios, todos de la UBA.

Más de 40 libros

Escribió más de 40 libros. Su última obra se titula Primero la gente, y fue escrita en coautoría con el Premio Nobel de Economía Amartya Sen. La ONU y la Unesco han traducido varios de sus trabajos al inglés y al portugués.


martes, junio 03, 2008

Cumbre FAO: comenzó el debate sobre la crisis alimentaria


El líder de la ONU, el de la FAO y el Presidente brasileño tomaron la posta durante el primer día del cónclave en Roma. En particular, fueron abordados los siguientes temas: producción de alimentos, biocombustibles, subsidios agrícolas, políticas comerciales y proteccionismo.

El Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, llamó hoy a los países a "no dejarse tentar por políticas alimentarias que empobrecen a sus vecinos". De esta manera, resumió uno de los objetivos fundamentales de la cumbre de la FAO, que comenzó hoy en Roma y culminará el jueves: eliminar las barreras proteccionistas a la exportación de productos básicos, cuyos precios han registrado una dramática escalada, la mayor de los últimos 30 años, sembrando un panorama de crisis alimentaria que amenaza con poner al borde del hambre a millones de personas.

Para contener el avance inflacionario, el titular de la ONU propuso aumentar un 50% la producción de alimentos de aquí a 2030, para lo que se necesitan inversiones de entre 15.000 y 20.000 millones de dólares anuales.

Las causas del fenómeno que asusta incluso a los países más ricos del mundo están identificadas, aunque hay discrepancias sobre el nivel de injerencia que cada una de ellas tiene en el espiral de precios. Las alzas del petróleo y de la demanda mundial, junto con una reducción de la oferta debida a malas cosechas, con la ayuda de la especulación con productos agrícolas y el aumento de cultivos para biocombustibles, conforman un cóctel explosivo que impacta directamente en los mercados.

Ante este preocupante escenario, más de 50 jefes de Estado y Gobierno, 150 ministros de Agricultura y decenas de representantes organizaciones internacionales se reunieron en Roma, sede de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en la búsqueda de una solución del problema.

El Presidente italiano, Giorgio Napolitano, fue el encargado de inaugurar el cónclave. Terminada su presentación, fue el turno del líder de la ONU, que hizo un llamado para eliminar las barreras proteccionistas y tomar medidas a largo plazo, de forma que no se repitan crisis como la actual. De esta manera, instó a las naciones a "no dejarse tentar por políticas alimentarias que empobrecen a los vecinos" y a "actuar en el largo plazo para reforzar la seguridad alimentaria mundial". Además. solicitó "compromisos firmes para avanzar" y "apoyos financieros" para los países pobres, no meros préstamos.

Ban destacó que en el mundo existen 850 millones de personas hambrientas y que el Banco Mundial ha previsto que en los próximos años aumente en otros 100 millones si no se toman medidas para paliar la crisis alimentaria. "Nada es más degradante que el hambre, especialmente cuando es producido por el hombre", arremetió el funcionario, quien se dirigió a los presentes al afirmar que "todos ustedes conocen la severidad y la escala de la actual crisis mundial". Frente a ello, la cumbre es "una oportunidad para revisar las políticas", para el corto y el largo plazo.

En concreto, el titular del organismo propuso "aumentar la asistencia a través de la ayuda en comida, vales o dinero" y "ajustar el comercio y las políticas de fiscalización para minimizar las restricciones y las tarifas a la importación", así como las "limitaciones impuestas a la exportación" por algunos países, que pueden "distorsionar los mercados y subir los precios".

Duplicar la producción

Ban se refirió también a la falta de alimentos, otra de las causas del alza de precios. La población mundial aumenta y el desarrollo de países como India o China incrementa el número de personas con capacidad de consumir. Sin embargo, la producción agrícola global está en niveles bajos. Por ello, el líder de la ONU remarcó la necesidad de incrementar la producción de alimentos un 50% de aquí al año 2030, algo que, según calcula, costará entre 15.000 y 20.000 millones de dólares anuales a los países en desarrollo y donantes. "Tenemos una oportunidad histórica para revitalizar la agricultura", sentenció.

No obstante, no todos coincidieron en que la producción agrícola sea el problema. La Presidenta de Argentina, Cristina Férnandez de Kirchner, dijo que la causa de esta crisis es más bien de distribución, debido al oligopolio en el sector y al proteccionismo agrícola de los países ricos. Siguiendo esta tendencia, el Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo que "la actual crisis mundial de alimentos es, antes que nada, una crisis de distribución y de proteccionismo”. “Uno de los factores decisivos es el intolerable proteccionismo con el que los países ricos circundan su agricultura, atrofiando y desorganizando la producción en otros países, especialmente los más pobres”, agregó el brasileño.

El Director General de la FAO, el senegalés Jacques Diouf, dijo que los países ricos gastan miles de millones de dólares en subsidios agrícolas, en derroche de comida y en armas. "El exceso de consumo por parte del mundo obeso cuesta anualmente 20.000 millones de dólares, a los que hay que agregar costes indirectos por valor de 100.000 millones resultantes de muertes prematuras y enfermedades relacionadas", estimó el africano, quien considera que “el problema de la inseguridad alimentaria es puramente político”. “Nadie entiende cómo subsidios anuales de entre 11.000 y 12.000 millones de dólares y políticas tarifarias restricitvas tienen el efecto de trasladar 100 millones de toneladas de cereales para consumo humano hacia un tercio de los combustibles para vehículos”, amplió. “Nadie entiende cómo los países ricos han creado una distorsión del mercado mundial mediante el gasto de 272.000 millones de dólares en concepto de subvenciones agrícolas”, concluyó.

El Primer Ministro japonés, Yasuo Fukuda, pidió que todos los países pongan a disposición del mercado internacional "sus reservas de alimentos" y aseguró que Japón está dispuesto a desbloquear "más de 300.000 toneladas de arroz importado".

Tampoco faltaron las palabras del Papa Benedicto XVI, quien indicó en un mensaje dirigido a la cumbre que el hambre y la malnutrición "son inaceptables" en un mundo que dispone de niveles de producción, recursos y conocimientos suficientes para poner final "a tal drama y a sus consecuencias".

Defensa y ataque a los biocombustibles

"Muchos de los que responsabilizan al etanol de los altos precios de los alimentos son los mismos que hace décadas mantienen políticas proteccionistas, en perjuicio de los agricultores de los países más pobres y de los consumidores de todo el mundo", dijo Lula.

En efecto, el etanol y el resto de los biocombustibles es una de las causas que algunos consideran clave en el alza de los precios en los alimentos. Entre ellos estuvo el Vicepresidente de Cuba, José Ramón Machado Ventura, que explicó que el "funesto consumismo" ha llevado a "la siniestra estrategia de convertir granos y cereales en combustibles".

El mandatario de Egipto, Hosni Mubarak, pidió por ese motivo la creación de un "código de conducta internacional", que "reconsidere la actual expansión de la producción de los biocombustibles" y "establezca las normas para el uso responsable de las cosechas, como alimento para los seres humanos, no como combustible para los motores".

Lula no estuvo de acuerdo con quienes ven en los biocombustibles una causa de la inflación en los precios de los alimentos y afirmó que "los biocombustibles no son el villano", algo en lo que coincidieron el Presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y el Primer Ministro español, José Luis Rodríguez Zapatero. El mandatario galo dijo que la prioridad en los biocarburantes debe ser el desarrollo de los de "segunda generación", que en la misma hectárea puede producir cinco veces más. El español, por su parte, señaló que su efecto en el alza de los precios es "limitado" y apostó por "un debate abierto y permanente".

Con respecto a las soluciones a la crisis, Francia y España comprometieron importantes cantidades de dinero en ayuda al desarrollo agrícola. Sarkozy dijo que en los próximos cinco años dedicará 1.000 millones de euros al África subsahariana, mientras Zapatero comprometió 500 en cuatro años para luchar contra la crisis alimentaria mundial. "No queremos que se quede en una Cumbre de meras palabras", señaló Zapatero.

Cumbre FAO: comenzó el debate sobre la crisis alimentaria


El líder de la ONU, el de la FAO y el Presidente brasileño tomaron la posta durante el primer día del cónclave en Roma. En particular, fueron abordados los siguientes temas: producción de alimentos, biocombustibles, subsidios agrícolas, políticas comerciales y proteccionismo.

El Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, llamó hoy a los países a "no dejarse tentar por políticas alimentarias que empobrecen a sus vecinos". De esta manera, resumió uno de los objetivos fundamentales de la cumbre de la FAO, que comenzó hoy en Roma y culminará el jueves: eliminar las barreras proteccionistas a la exportación de productos básicos, cuyos precios han registrado una dramática escalada, la mayor de los últimos 30 años, sembrando un panorama de crisis alimentaria que amenaza con poner al borde del hambre a millones de personas.

Para contener el avance inflacionario, el titular de la ONU propuso aumentar un 50% la producción de alimentos de aquí a 2030, para lo que se necesitan inversiones de entre 15.000 y 20.000 millones de dólares anuales.

Las causas del fenómeno que asusta incluso a los países más ricos del mundo están identificadas, aunque hay discrepancias sobre el nivel de injerencia que cada una de ellas tiene en el espiral de precios. Las alzas del petróleo y de la demanda mundial, junto con una reducción de la oferta debida a malas cosechas, con la ayuda de la especulación con productos agrícolas y el aumento de cultivos para biocombustibles, conforman un cóctel explosivo que impacta directamente en los mercados.

Ante este preocupante escenario, más de 50 jefes de Estado y Gobierno, 150 ministros de Agricultura y decenas de representantes organizaciones internacionales se reunieron en Roma, sede de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en la búsqueda de una solución del problema.

El Presidente italiano, Giorgio Napolitano, fue el encargado de inaugurar el cónclave. Terminada su presentación, fue el turno del líder de la ONU, que hizo un llamado para eliminar las barreras proteccionistas y tomar medidas a largo plazo, de forma que no se repitan crisis como la actual. De esta manera, instó a las naciones a "no dejarse tentar por políticas alimentarias que empobrecen a los vecinos" y a "actuar en el largo plazo para reforzar la seguridad alimentaria mundial". Además. solicitó "compromisos firmes para avanzar" y "apoyos financieros" para los países pobres, no meros préstamos.

Ban destacó que en el mundo existen 850 millones de personas hambrientas y que el Banco Mundial ha previsto que en los próximos años aumente en otros 100 millones si no se toman medidas para paliar la crisis alimentaria. "Nada es más degradante que el hambre, especialmente cuando es producido por el hombre", arremetió el funcionario, quien se dirigió a los presentes al afirmar que "todos ustedes conocen la severidad y la escala de la actual crisis mundial". Frente a ello, la cumbre es "una oportunidad para revisar las políticas", para el corto y el largo plazo.

En concreto, el titular del organismo propuso "aumentar la asistencia a través de la ayuda en comida, vales o dinero" y "ajustar el comercio y las políticas de fiscalización para minimizar las restricciones y las tarifas a la importación", así como las "limitaciones impuestas a la exportación" por algunos países, que pueden "distorsionar los mercados y subir los precios".

Duplicar la producción

Ban se refirió también a la falta de alimentos, otra de las causas del alza de precios. La población mundial aumenta y el desarrollo de países como India o China incrementa el número de personas con capacidad de consumir. Sin embargo, la producción agrícola global está en niveles bajos. Por ello, el líder de la ONU remarcó la necesidad de incrementar la producción de alimentos un 50% de aquí al año 2030, algo que, según calcula, costará entre 15.000 y 20.000 millones de dólares anuales a los países en desarrollo y donantes. "Tenemos una oportunidad histórica para revitalizar la agricultura", sentenció.

No obstante, no todos coincidieron en que la producción agrícola sea el problema. La Presidenta de Argentina, Cristina Férnandez de Kirchner, dijo que la causa de esta crisis es más bien de distribución, debido al oligopolio en el sector y al proteccionismo agrícola de los países ricos. Siguiendo esta tendencia, el Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo que "la actual crisis mundial de alimentos es, antes que nada, una crisis de distribución y de proteccionismo”. “Uno de los factores decisivos es el intolerable proteccionismo con el que los países ricos circundan su agricultura, atrofiando y desorganizando la producción en otros países, especialmente los más pobres”, agregó el brasileño.

El Director General de la FAO, el senegalés Jacques Diouf, dijo que los países ricos gastan miles de millones de dólares en subsidios agrícolas, en derroche de comida y en armas. "El exceso de consumo por parte del mundo obeso cuesta anualmente 20.000 millones de dólares, a los que hay que agregar costes indirectos por valor de 100.000 millones resultantes de muertes prematuras y enfermedades relacionadas", estimó el africano, quien considera que “el problema de la inseguridad alimentaria es puramente político”. “Nadie entiende cómo subsidios anuales de entre 11.000 y 12.000 millones de dólares y políticas tarifarias restricitvas tienen el efecto de trasladar 100 millones de toneladas de cereales para consumo humano hacia un tercio de los combustibles para vehículos”, amplió. “Nadie entiende cómo los países ricos han creado una distorsión del mercado mundial mediante el gasto de 272.000 millones de dólares en concepto de subvenciones agrícolas”, concluyó.

El Primer Ministro japonés, Yasuo Fukuda, pidió que todos los países pongan a disposición del mercado internacional "sus reservas de alimentos" y aseguró que Japón está dispuesto a desbloquear "más de 300.000 toneladas de arroz importado".

Tampoco faltaron las palabras del Papa Benedicto XVI, quien indicó en un mensaje dirigido a la cumbre que el hambre y la malnutrición "son inaceptables" en un mundo que dispone de niveles de producción, recursos y conocimientos suficientes para poner final "a tal drama y a sus consecuencias".

Defensa y ataque a los biocombustibles

"Muchos de los que responsabilizan al etanol de los altos precios de los alimentos son los mismos que hace décadas mantienen políticas proteccionistas, en perjuicio de los agricultores de los países más pobres y de los consumidores de todo el mundo", dijo Lula.

En efecto, el etanol y el resto de los biocombustibles es una de las causas que algunos consideran clave en el alza de los precios en los alimentos. Entre ellos estuvo el Vicepresidente de Cuba, José Ramón Machado Ventura, que explicó que el "funesto consumismo" ha llevado a "la siniestra estrategia de convertir granos y cereales en combustibles".

El mandatario de Egipto, Hosni Mubarak, pidió por ese motivo la creación de un "código de conducta internacional", que "reconsidere la actual expansión de la producción de los biocombustibles" y "establezca las normas para el uso responsable de las cosechas, como alimento para los seres humanos, no como combustible para los motores".

Lula no estuvo de acuerdo con quienes ven en los biocombustibles una causa de la inflación en los precios de los alimentos y afirmó que "los biocombustibles no son el villano", algo en lo que coincidieron el Presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y el Primer Ministro español, José Luis Rodríguez Zapatero. El mandatario galo dijo que la prioridad en los biocarburantes debe ser el desarrollo de los de "segunda generación", que en la misma hectárea puede producir cinco veces más. El español, por su parte, señaló que su efecto en el alza de los precios es "limitado" y apostó por "un debate abierto y permanente".

Con respecto a las soluciones a la crisis, Francia y España comprometieron importantes cantidades de dinero en ayuda al desarrollo agrícola. Sarkozy dijo que en los próximos cinco años dedicará 1.000 millones de euros al África subsahariana, mientras Zapatero comprometió 500 en cuatro años para luchar contra la crisis alimentaria mundial. "No queremos que se quede en una Cumbre de meras palabras", señaló Zapatero.

viernes, abril 18, 2008

Aumenta la cantidad de pobres con la suba de las commodities

Según un informe de Cepal, el fuerte avance de los precios de los alimentos "está castigando con especial dureza a los más pobres de América latina"; un alza del 15% en la inflación eleva tres puntos la indigencia


El fuerte avance en los precios internacionales de los alimentos está castigando con especial dureza a los más pobres de América latina y el Caribe, que podrían aumentar en número si los Gobiernos no toman medidas, advirtió hoy la Cepal.

El secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), José Luis Machinea, dijo que el aumento en los precios de alimentos se aceleró en los últimos 12 meses y es especialmente preocupante en el caso del maíz, el trigo, el arroz y las oleaginosas, que son la base de la dieta de millones de latinoamericanos.

Partiendo de las proyecciones de indigencia realizadas para el 2007, la Cepal calcula que un incremento del 15 por ciento en el precio de los alimentos eleva la incidencia de la indigencia en casi tres puntos, de 12,7 por ciento a 15,9 por ciento, dijo Machinea.

Lo anterior implica que esa alteración de los precios provocaría que 15,7 millones más de latinoamericanos caigan en la indigencia.

"Esto representa una situación dramática para un vasto contingente de personas", dijo Machinea.

Según una nota publicada en abril último por LA NACION, el aumento en los precios de los alimentos impactó con más fuerza en el costo de vida de los hogares más pobres, un fenómeno que puede arrastrar a más familias a la pobreza o a la indigencia y que empeorará aún más en los próximos meses si, tal como sugieren las últimas encuestas sobre las expectativas de la población, la inflación sube otro par de escalones este año.

La inflación para los de menores recursos llegará a 25% este año, contra un 15% para la población más rica, según cálculos privados.

Políticas públicas. Cepal recomendó que las políticas públicas debieran incluir acciones que disminuyan las alzas de los precios de los alimentos en los mercados internos y/o mejoren los ingresos de la población, especialmente de los sectores de bajos recursos.

Entre ellas, la institución destacó las reducciones de aranceles e impuestos al consumo, asi como subsidios focalizados a ciertos sectores.

Aumenta la cantidad de pobres con la suba de las commodities

Según un informe de Cepal, el fuerte avance de los precios de los alimentos "está castigando con especial dureza a los más pobres de América latina"; un alza del 15% en la inflación eleva tres puntos la indigencia


El fuerte avance en los precios internacionales de los alimentos está castigando con especial dureza a los más pobres de América latina y el Caribe, que podrían aumentar en número si los Gobiernos no toman medidas, advirtió hoy la Cepal.

El secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), José Luis Machinea, dijo que el aumento en los precios de alimentos se aceleró en los últimos 12 meses y es especialmente preocupante en el caso del maíz, el trigo, el arroz y las oleaginosas, que son la base de la dieta de millones de latinoamericanos.

Partiendo de las proyecciones de indigencia realizadas para el 2007, la Cepal calcula que un incremento del 15 por ciento en el precio de los alimentos eleva la incidencia de la indigencia en casi tres puntos, de 12,7 por ciento a 15,9 por ciento, dijo Machinea.

Lo anterior implica que esa alteración de los precios provocaría que 15,7 millones más de latinoamericanos caigan en la indigencia.

"Esto representa una situación dramática para un vasto contingente de personas", dijo Machinea.

Según una nota publicada en abril último por LA NACION, el aumento en los precios de los alimentos impactó con más fuerza en el costo de vida de los hogares más pobres, un fenómeno que puede arrastrar a más familias a la pobreza o a la indigencia y que empeorará aún más en los próximos meses si, tal como sugieren las últimas encuestas sobre las expectativas de la población, la inflación sube otro par de escalones este año.

La inflación para los de menores recursos llegará a 25% este año, contra un 15% para la población más rica, según cálculos privados.

Políticas públicas. Cepal recomendó que las políticas públicas debieran incluir acciones que disminuyan las alzas de los precios de los alimentos en los mercados internos y/o mejoren los ingresos de la población, especialmente de los sectores de bajos recursos.

Entre ellas, la institución destacó las reducciones de aranceles e impuestos al consumo, asi como subsidios focalizados a ciertos sectores.

jueves, marzo 13, 2008

Los excluidos incurables

Por Daniel Larriqueta


En la matrícula de las escuelas primarias de la provincia de Buenos Aires con que empieza el año lectivo, un 23 por ciento de los inscriptos corresponde a niños que son hijos de padres que no trabajaron nunca. Como está dicho: no trabajaron nunca. Es una masa impresionante de niños argentinos hijos de padres argentinos que conforman, de este modo, otra cultura, otro sistema de valores, otra sociedad. ¿Otro país?

Niños que, sin duda, llegan a la escuela sin patrones culturales ligados al esfuerzo o a la disciplina. Y detrás de ellos están esos padres que conforman un grupo social amplísimo y claramente excluido, no sólo en lo económico, sino, probablemente, también en lo sociopsicológico.

Hace algunas semanas, el diario Los Andes, de Mendoza, publicó una información ligada a los problemas de seguridad, y dijo que en esa provincia, con una población de alrededor de 1,8 millones de personas, había 40.000 jóvenes que no trabajaban ni estudiaban; y que el paso de algunos de ellos por los centros urbanos resultaba en problemas graves de seguridad.

El dato me sorprendió por el volumen, pero ya unos meses antes, en una rueda con médicos que actúan en los hospitales del Gran Mendoza, había escuchado la aflicción por el desamparo y la anomia con que llegaba la gente a los centros de salud, y los problemas sociales y familiares que se podían advertir.

Si las cifras de Mendoza son buen indicador, se debe calcular que, en el conjunto nacional, la cantidad de jóvenes en tal situación de exclusión absoluta llega al millón, o sea, un poco más del 2 por ciento de la población total.

No necesito subrayarlo, se trata de un verdadero ejército de jóvenes excluidos, autoexcluidos, desesperanzados o definitivamente desenganchados del sistema de valores sobre el que se asienta la identidad de la Argentina y nuestro sistema convivencial.

Porque el aspecto dramático de la cuestión no es tanto la insuficiencia de las políticas de inclusión clásicas –educación, trabajo, asistencia social–, que podría ser superada por una gestión pública eficaz, sino la duda de si esos compatriotas tienen voluntad de reinsertarse en el modo de vida y el sistema de valores del país. Tendemos a pensar que estando todos sumidos en una sociedad de consumo trepidante, ella ha de proveer los estímulos para que este grupo social emprenda el camino de la reinserción. Nada más incierto.

Durante el verano, un amigo abogado laboralista tropezó en Mar del Plata con un grupo de muchachos que se refugiaban de la lluvia sentados en una esquina. Les preguntó por qué no cruzaban al shopping que estaba a un paso y recibió una respuesta cabal: “No hay nada para nosotros allí adentro”. Y articulando esta respuesta con las experiencias que ya lleva hechas Mendoza con sus excluidos, se entienden los resultados: los programas mendocinos de inclusión han tenido hasta ahora un éxito de sólo el 4 por ciento.

Pareciera que estamos ahora ante la manifestación ácida de lo que hemos venido temiendo en los últimos años: la anomia, la ruptura del sistema de valores, la pérdida de sentido para la vida de muchos argentinos, ese millón de jóvenes y sus hijos y acaso también otros mayores que no detectamos con tanta facilidad. Este asunto es un vitriolo para la sociedad argentina, un daño capaz de descalzar no sólo el anhelo de seguridad, sino la pervivencia del modelo de esfuerzo con que se construyó nuestro país y que la mayoría considera, aún, virtuoso. Y es un tema de la sociedad argentina, porque en otras sociedades de la región hay formas de exclusión crónica que llenan las páginas policiales, pero no parecen desestabilizar el conjunto.

Lo dicho no es una afirmación de orgullo, sino de desafío. Habrá quienes piensen que la política del garrote puede permitir encapsular territorial y socialmente a tales personas. Aparte de las consideraciones morales, esa política compromete el desarrollo social y condena a los países a permanecer en una doble legitimidad incompatible con el progreso. Se deteriora la paz interior, se pierden energías creadoras y, antes o después, se puede asistir al estallido de esas cápsulas que parecían tan ingeniosas.

Se me ocurre que el desafío hay que asumirlo con libertad creadora y una fuerte dosis de humildad. No se trata de llegar a esos compatriotas con el conjunto de valores que a nosotros nos parecen “correctos” y proponerlos con una actitud docente y jerárquica. El camino puede ser colocarse en el conjunto de emociones, sentimientos y gustos que ellos tienen para construir desde allí una reaproximación a los valores consagrados. Esta sería la tarea completamente novedosa para lo mejor de la inteligencia argentina, de la dirigencia política y del ánimo solidario.

Algo de esto conversé en Mendoza con el reflexivo periodista Carlos La Rosa, pensando que esos 40.000 jóvenes probablemente se interesen por las prácticas deportivas y algunas formas de actividades artísticas, que pueden ser ofrecidas y sistematizadas desde los numerosos clubes y entidades vecinales con que cuenta la provincia. Es a partir de esos atractivos como después se podrá proponer, de modo pausado y sin presión, el agregado de formación laboral o de educación más completa. Lo esbozado implica, por cierto, que el Estado provincial, en ese caso, rompa sus compartimientos estancos para que los ministerios de seguridad, deportes, cultura, educación y salud inventen con los voluntarios y las entidades intermedias programas múltiples, ricos, atractivos.

Esa conversación la he repetido en Buenos Aires con el dirigente de River Plate Rodolfo D’Onofrio. D’Onofrio ha llegado a conclusiones parecidas acompañando al equipo a presentaciones en el interior y me relató su experiencia en Jujuy, donde la gente más pobre y de todas las localidades se movilizaba no sólo para los partidos sino para acompañar los desplazamientos de los jugadores. La anomia de los excluidos no es absoluta, hay otros gustos y valores por los que se puede entrar en su interés y proponer llamadores completamente iconoclastas pero que acaso funcionen.

No hay que dar vuelta la cara. Los argentinos tenemos un problema dramático con nuestros excluidos incurables, un problema que nos debe avergonzar y que, querámoslo o no, nos amenaza. Pero, ¿por qué no podemos tener el ingenio y el coraje para encontrar soluciones no convencionales? ¿Por qué no podemos inventar remedios nuevos para esta enfermedad incurable con los métodos clásicos? ¿Y por qué no empezar ya mismo?

La exclusión anómica masiva es una enfermedad nueva en la sociedad argentina, pero si no actuamos bien y con energía, se puede volver crónica.

¿No es eso lo que nos están anunciando los miles de niños que llegan a la escuela sin conocer la cultura del trabajo en su propio hogar?

El autor es economista e historiador

Los excluidos incurables

Por Daniel Larriqueta


En la matrícula de las escuelas primarias de la provincia de Buenos Aires con que empieza el año lectivo, un 23 por ciento de los inscriptos corresponde a niños que son hijos de padres que no trabajaron nunca. Como está dicho: no trabajaron nunca. Es una masa impresionante de niños argentinos hijos de padres argentinos que conforman, de este modo, otra cultura, otro sistema de valores, otra sociedad. ¿Otro país?

Niños que, sin duda, llegan a la escuela sin patrones culturales ligados al esfuerzo o a la disciplina. Y detrás de ellos están esos padres que conforman un grupo social amplísimo y claramente excluido, no sólo en lo económico, sino, probablemente, también en lo sociopsicológico.

Hace algunas semanas, el diario Los Andes, de Mendoza, publicó una información ligada a los problemas de seguridad, y dijo que en esa provincia, con una población de alrededor de 1,8 millones de personas, había 40.000 jóvenes que no trabajaban ni estudiaban; y que el paso de algunos de ellos por los centros urbanos resultaba en problemas graves de seguridad.

El dato me sorprendió por el volumen, pero ya unos meses antes, en una rueda con médicos que actúan en los hospitales del Gran Mendoza, había escuchado la aflicción por el desamparo y la anomia con que llegaba la gente a los centros de salud, y los problemas sociales y familiares que se podían advertir.

Si las cifras de Mendoza son buen indicador, se debe calcular que, en el conjunto nacional, la cantidad de jóvenes en tal situación de exclusión absoluta llega al millón, o sea, un poco más del 2 por ciento de la población total.

No necesito subrayarlo, se trata de un verdadero ejército de jóvenes excluidos, autoexcluidos, desesperanzados o definitivamente desenganchados del sistema de valores sobre el que se asienta la identidad de la Argentina y nuestro sistema convivencial.

Porque el aspecto dramático de la cuestión no es tanto la insuficiencia de las políticas de inclusión clásicas –educación, trabajo, asistencia social–, que podría ser superada por una gestión pública eficaz, sino la duda de si esos compatriotas tienen voluntad de reinsertarse en el modo de vida y el sistema de valores del país. Tendemos a pensar que estando todos sumidos en una sociedad de consumo trepidante, ella ha de proveer los estímulos para que este grupo social emprenda el camino de la reinserción. Nada más incierto.

Durante el verano, un amigo abogado laboralista tropezó en Mar del Plata con un grupo de muchachos que se refugiaban de la lluvia sentados en una esquina. Les preguntó por qué no cruzaban al shopping que estaba a un paso y recibió una respuesta cabal: “No hay nada para nosotros allí adentro”. Y articulando esta respuesta con las experiencias que ya lleva hechas Mendoza con sus excluidos, se entienden los resultados: los programas mendocinos de inclusión han tenido hasta ahora un éxito de sólo el 4 por ciento.

Pareciera que estamos ahora ante la manifestación ácida de lo que hemos venido temiendo en los últimos años: la anomia, la ruptura del sistema de valores, la pérdida de sentido para la vida de muchos argentinos, ese millón de jóvenes y sus hijos y acaso también otros mayores que no detectamos con tanta facilidad. Este asunto es un vitriolo para la sociedad argentina, un daño capaz de descalzar no sólo el anhelo de seguridad, sino la pervivencia del modelo de esfuerzo con que se construyó nuestro país y que la mayoría considera, aún, virtuoso. Y es un tema de la sociedad argentina, porque en otras sociedades de la región hay formas de exclusión crónica que llenan las páginas policiales, pero no parecen desestabilizar el conjunto.

Lo dicho no es una afirmación de orgullo, sino de desafío. Habrá quienes piensen que la política del garrote puede permitir encapsular territorial y socialmente a tales personas. Aparte de las consideraciones morales, esa política compromete el desarrollo social y condena a los países a permanecer en una doble legitimidad incompatible con el progreso. Se deteriora la paz interior, se pierden energías creadoras y, antes o después, se puede asistir al estallido de esas cápsulas que parecían tan ingeniosas.

Se me ocurre que el desafío hay que asumirlo con libertad creadora y una fuerte dosis de humildad. No se trata de llegar a esos compatriotas con el conjunto de valores que a nosotros nos parecen “correctos” y proponerlos con una actitud docente y jerárquica. El camino puede ser colocarse en el conjunto de emociones, sentimientos y gustos que ellos tienen para construir desde allí una reaproximación a los valores consagrados. Esta sería la tarea completamente novedosa para lo mejor de la inteligencia argentina, de la dirigencia política y del ánimo solidario.

Algo de esto conversé en Mendoza con el reflexivo periodista Carlos La Rosa, pensando que esos 40.000 jóvenes probablemente se interesen por las prácticas deportivas y algunas formas de actividades artísticas, que pueden ser ofrecidas y sistematizadas desde los numerosos clubes y entidades vecinales con que cuenta la provincia. Es a partir de esos atractivos como después se podrá proponer, de modo pausado y sin presión, el agregado de formación laboral o de educación más completa. Lo esbozado implica, por cierto, que el Estado provincial, en ese caso, rompa sus compartimientos estancos para que los ministerios de seguridad, deportes, cultura, educación y salud inventen con los voluntarios y las entidades intermedias programas múltiples, ricos, atractivos.

Esa conversación la he repetido en Buenos Aires con el dirigente de River Plate Rodolfo D’Onofrio. D’Onofrio ha llegado a conclusiones parecidas acompañando al equipo a presentaciones en el interior y me relató su experiencia en Jujuy, donde la gente más pobre y de todas las localidades se movilizaba no sólo para los partidos sino para acompañar los desplazamientos de los jugadores. La anomia de los excluidos no es absoluta, hay otros gustos y valores por los que se puede entrar en su interés y proponer llamadores completamente iconoclastas pero que acaso funcionen.

No hay que dar vuelta la cara. Los argentinos tenemos un problema dramático con nuestros excluidos incurables, un problema que nos debe avergonzar y que, querámoslo o no, nos amenaza. Pero, ¿por qué no podemos tener el ingenio y el coraje para encontrar soluciones no convencionales? ¿Por qué no podemos inventar remedios nuevos para esta enfermedad incurable con los métodos clásicos? ¿Y por qué no empezar ya mismo?

La exclusión anómica masiva es una enfermedad nueva en la sociedad argentina, pero si no actuamos bien y con energía, se puede volver crónica.

¿No es eso lo que nos están anunciando los miles de niños que llegan a la escuela sin conocer la cultura del trabajo en su propio hogar?

El autor es economista e historiador

domingo, enero 20, 2008

Se profundiza la brecha digital en la Argentina


Una computadora cada 51 alumnos. Ese es el promedio que se registra en los establecimientos educativos de la Argentina hasta 2005, según datos publicados en un reciente documento del Ministerio de Educación.

Mientras en las zonas urbanas, el 75,7% (17.265) de las escuelas públicas y privadas tiene, por lo menos, una computadora, en las zonas rurales la cifra se reduce a casi la mitad, dejando a casi el 60% de los establecimientos educativos rurales sin equipamiento informático.

La heterogeneidad de los resultados también se advierte dentro del propio ámbito urbano: en los colegios privados, el promedio es de 26 alumnos por computadora; en las escuelas públicas, el número asciende a 80. La brecha se intensifica en el nivel primario, donde los establecimientos públicos tienen, en promedio, 121 alumnos por computadora, mientras que en los privados ese número se reduce a 38. En el secundario, en tanto, el promedio en las aulas públicas es de 36 y en las privadas, de 14.

El contraste entre sectores se explica, según el informe, porque los colegios privados cuentan con mayores recursos informáticos. En las zonas rurales, en cambio, la dotación de equipamiento se desarrolló principalmente en los establecimientos de mayor tamaño, y persiste "una parte significativa de escuelas muy pequeñas, con organización multigrado, que carecen todavía de equipo informático".

Pero las cifras son más alarmantes si se considera que dentro el universo de los establecimientos educativos que poseen computadoras sólo el 37% (8529) dispone de conexión a Internet. Y considerando la totalidad de las escuelas, sólo el 23% tiene conectividad.

Particularmente en las zonas urbanas, un tercio de los establecimientos dispone de conexión a Internet, pero el número asciende al 50% (8632) si se toman sólo los colegios que cuentan con computadoras. En las zonas rurales, en cambio, sólo el 3,7% de las escuelas está conectado, lo que se transforma en menos de una décima parte si se calcula sólo entre los 5787 colegios que tienen por lo menos una computadora.

Las diferencias entre los colegios privados y públicos de zonas urbanas también son sustanciales: mientras que en los primeros uno de cada dos tiene conectividad, en los segundos el número desciende a uno de cada cuatro.

Según los especialistas en educación consultados por LA NACION, el acceso a Internet es fundamental para que las nuevas tecnologías, como las computadoras, se integren a los procesos de aprendizaje.

Estar conectados

"A estas alturas, tener computadoras sin conexión no sirve demasiado, ya que una de las potencialidades que ellas brindan es la conectividad, que permite vincularse con otros y lograr una diferencia cualitativa. Es esto lo que tiene impacto en el proceso educativo", explica a LA NACION la consultora para el área de proyectos TIC y Educación de la sede regional del Instituto Internacional de Planeamiento Educativo (IIPE), de la Unesco, Valeria Kelly. "La gran posibilidad de Internet es la colaboración en el aprendizaje, entendiendo que el conocimiento se construye con otros. Como fuente de información, es una especie de biblioteca, pero con un acceso más rápido. Esta dinámica es innovadora para la escuela", continúa.

Con ella coincide la profesora titular de tecnología educativa de la UBA, Edith Litwin: "El problema no es tanto la cantidad de alumnos por computadora, sino la conectividad, que es lo que permite que el docente se conecte, baje información actualizada y transforme la explicación en el salón de clase. La pregunta sustantiva es cómo se resuelve la conexión".

Eso es lo que se preguntan en algunas escuelas de Salta. El colegio primario Joaquín Durand, en San Ignacio, tiene 14 computadoras para 2000 alumnos, repartidos en tres turnos. Pero ninguna cuenta con Internet. "No tenemos los recursos económicos para pagar ese servicio", dice a LA NACION la ex vicerrectora de esa institución Marta Fernández.

Los 1200 alumnos de la escuela Mariano Cabezón, en cambio, directamente no disponen de computadoras. Sólo hay dos, sin conectividad, que se emplean para trabajos administrativos. "Estamos gestionando con Buenos Aires la provisión de equipos", señala a LA NACION la ex vicedirectora del colegio Angélica Gómez de Zerda.

Estos datos reafirman la opinión de Litwin, quien sostiene que hablar de promedios en la Argentina es muy difícil, porque las diferencias son muy fuertes según se mire hacia el norte o hacia el centro del país. "En algunos lugares hay mucho y en otros no hay nada. Lo que queda claro es que hay una profunda heterogeneidad", dice.

Para el coordinador del posgrado en educación y nuevas tecnologías de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Fabio Tarasow, debe destacarse que las empresas de comunicaciones son, en parte, responsables de facilitar la conectividad de las escuelas. "Para ellas no es un gasto grande y abre puertas increíbles en pequeñas comunidades. En la ciudad no nos damos cuenta lo importante que es el acceso a Internet", recalca.

Según informó a LA NACION el Ministerio de Educación, la Campaña Nacional de Alfabetización Digital distribuyó, entre el 2005 y el 2007, 100.000 equipos informáticos en 10.400 establecimientos educativos, abarcando la totalidad de las escuelas técnicas y de nivel medio del país, y los 682 Institutos de Formación Docente (IFD). De estos últimos, 247 tienen conectividad. Además, aseguraron que 2500 escuelas que integran el Programa Integral para la Igualdad Educativa (PIIE) recibieron computadoras, en tanto que 12.000 escuelas rurales recibirán equipamiento a partir de este ano con el Programa de Mejoramiento de la Educación Rural.

Pero Kelly observa que, si bien contar con recursos informáticos es importante, no se trata de equipar aulas con computadoras, sino de investigar en qué medida esas tecnologías facilitan el proceso educativo: "No tiene sentido equipar las escuelas si no hay una línea de trabajo con los docentes para que medien entre las tecnologías y los alumnos".

Con la capacitación docente concuerdan todos los especialistas consultados. "Debe disociarse la idea de que con más computadoras mejora la calidad. Es el docente el que, con una o con 15, enseña el buen uso: poder utilizarla para amplificar nuestras capacidades cognitivas y superarnos. Allí, el trabajo del docente es fundamental", opina Tarasow, Y advierte que en la distribución de computadoras falta planificación. "Regalar computadoras sin pensar en el mantenimiento no sirve. La informática debe estar acompañada de soporte humano y técnico", dice.

Por Nathalie Kantt

Se profundiza la brecha digital en la Argentina


Una computadora cada 51 alumnos. Ese es el promedio que se registra en los establecimientos educativos de la Argentina hasta 2005, según datos publicados en un reciente documento del Ministerio de Educación.

Mientras en las zonas urbanas, el 75,7% (17.265) de las escuelas públicas y privadas tiene, por lo menos, una computadora, en las zonas rurales la cifra se reduce a casi la mitad, dejando a casi el 60% de los establecimientos educativos rurales sin equipamiento informático.

La heterogeneidad de los resultados también se advierte dentro del propio ámbito urbano: en los colegios privados, el promedio es de 26 alumnos por computadora; en las escuelas públicas, el número asciende a 80. La brecha se intensifica en el nivel primario, donde los establecimientos públicos tienen, en promedio, 121 alumnos por computadora, mientras que en los privados ese número se reduce a 38. En el secundario, en tanto, el promedio en las aulas públicas es de 36 y en las privadas, de 14.

El contraste entre sectores se explica, según el informe, porque los colegios privados cuentan con mayores recursos informáticos. En las zonas rurales, en cambio, la dotación de equipamiento se desarrolló principalmente en los establecimientos de mayor tamaño, y persiste "una parte significativa de escuelas muy pequeñas, con organización multigrado, que carecen todavía de equipo informático".

Pero las cifras son más alarmantes si se considera que dentro el universo de los establecimientos educativos que poseen computadoras sólo el 37% (8529) dispone de conexión a Internet. Y considerando la totalidad de las escuelas, sólo el 23% tiene conectividad.

Particularmente en las zonas urbanas, un tercio de los establecimientos dispone de conexión a Internet, pero el número asciende al 50% (8632) si se toman sólo los colegios que cuentan con computadoras. En las zonas rurales, en cambio, sólo el 3,7% de las escuelas está conectado, lo que se transforma en menos de una décima parte si se calcula sólo entre los 5787 colegios que tienen por lo menos una computadora.

Las diferencias entre los colegios privados y públicos de zonas urbanas también son sustanciales: mientras que en los primeros uno de cada dos tiene conectividad, en los segundos el número desciende a uno de cada cuatro.

Según los especialistas en educación consultados por LA NACION, el acceso a Internet es fundamental para que las nuevas tecnologías, como las computadoras, se integren a los procesos de aprendizaje.

Estar conectados

"A estas alturas, tener computadoras sin conexión no sirve demasiado, ya que una de las potencialidades que ellas brindan es la conectividad, que permite vincularse con otros y lograr una diferencia cualitativa. Es esto lo que tiene impacto en el proceso educativo", explica a LA NACION la consultora para el área de proyectos TIC y Educación de la sede regional del Instituto Internacional de Planeamiento Educativo (IIPE), de la Unesco, Valeria Kelly. "La gran posibilidad de Internet es la colaboración en el aprendizaje, entendiendo que el conocimiento se construye con otros. Como fuente de información, es una especie de biblioteca, pero con un acceso más rápido. Esta dinámica es innovadora para la escuela", continúa.

Con ella coincide la profesora titular de tecnología educativa de la UBA, Edith Litwin: "El problema no es tanto la cantidad de alumnos por computadora, sino la conectividad, que es lo que permite que el docente se conecte, baje información actualizada y transforme la explicación en el salón de clase. La pregunta sustantiva es cómo se resuelve la conexión".

Eso es lo que se preguntan en algunas escuelas de Salta. El colegio primario Joaquín Durand, en San Ignacio, tiene 14 computadoras para 2000 alumnos, repartidos en tres turnos. Pero ninguna cuenta con Internet. "No tenemos los recursos económicos para pagar ese servicio", dice a LA NACION la ex vicerrectora de esa institución Marta Fernández.

Los 1200 alumnos de la escuela Mariano Cabezón, en cambio, directamente no disponen de computadoras. Sólo hay dos, sin conectividad, que se emplean para trabajos administrativos. "Estamos gestionando con Buenos Aires la provisión de equipos", señala a LA NACION la ex vicedirectora del colegio Angélica Gómez de Zerda.

Estos datos reafirman la opinión de Litwin, quien sostiene que hablar de promedios en la Argentina es muy difícil, porque las diferencias son muy fuertes según se mire hacia el norte o hacia el centro del país. "En algunos lugares hay mucho y en otros no hay nada. Lo que queda claro es que hay una profunda heterogeneidad", dice.

Para el coordinador del posgrado en educación y nuevas tecnologías de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Fabio Tarasow, debe destacarse que las empresas de comunicaciones son, en parte, responsables de facilitar la conectividad de las escuelas. "Para ellas no es un gasto grande y abre puertas increíbles en pequeñas comunidades. En la ciudad no nos damos cuenta lo importante que es el acceso a Internet", recalca.

Según informó a LA NACION el Ministerio de Educación, la Campaña Nacional de Alfabetización Digital distribuyó, entre el 2005 y el 2007, 100.000 equipos informáticos en 10.400 establecimientos educativos, abarcando la totalidad de las escuelas técnicas y de nivel medio del país, y los 682 Institutos de Formación Docente (IFD). De estos últimos, 247 tienen conectividad. Además, aseguraron que 2500 escuelas que integran el Programa Integral para la Igualdad Educativa (PIIE) recibieron computadoras, en tanto que 12.000 escuelas rurales recibirán equipamiento a partir de este ano con el Programa de Mejoramiento de la Educación Rural.

Pero Kelly observa que, si bien contar con recursos informáticos es importante, no se trata de equipar aulas con computadoras, sino de investigar en qué medida esas tecnologías facilitan el proceso educativo: "No tiene sentido equipar las escuelas si no hay una línea de trabajo con los docentes para que medien entre las tecnologías y los alumnos".

Con la capacitación docente concuerdan todos los especialistas consultados. "Debe disociarse la idea de que con más computadoras mejora la calidad. Es el docente el que, con una o con 15, enseña el buen uso: poder utilizarla para amplificar nuestras capacidades cognitivas y superarnos. Allí, el trabajo del docente es fundamental", opina Tarasow, Y advierte que en la distribución de computadoras falta planificación. "Regalar computadoras sin pensar en el mantenimiento no sirve. La informática debe estar acompañada de soporte humano y técnico", dice.

Por Nathalie Kantt

Se profundiza la brecha digital en la Argentina


Una computadora cada 51 alumnos. Ese es el promedio que se registra en los establecimientos educativos de la Argentina hasta 2005, según datos publicados en un reciente documento del Ministerio de Educación.

Mientras en las zonas urbanas, el 75,7% (17.265) de las escuelas públicas y privadas tiene, por lo menos, una computadora, en las zonas rurales la cifra se reduce a casi la mitad, dejando a casi el 60% de los establecimientos educativos rurales sin equipamiento informático.

La heterogeneidad de los resultados también se advierte dentro del propio ámbito urbano: en los colegios privados, el promedio es de 26 alumnos por computadora; en las escuelas públicas, el número asciende a 80. La brecha se intensifica en el nivel primario, donde los establecimientos públicos tienen, en promedio, 121 alumnos por computadora, mientras que en los privados ese número se reduce a 38. En el secundario, en tanto, el promedio en las aulas públicas es de 36 y en las privadas, de 14.

El contraste entre sectores se explica, según el informe, porque los colegios privados cuentan con mayores recursos informáticos. En las zonas rurales, en cambio, la dotación de equipamiento se desarrolló principalmente en los establecimientos de mayor tamaño, y persiste "una parte significativa de escuelas muy pequeñas, con organización multigrado, que carecen todavía de equipo informático".

Pero las cifras son más alarmantes si se considera que dentro el universo de los establecimientos educativos que poseen computadoras sólo el 37% (8529) dispone de conexión a Internet. Y considerando la totalidad de las escuelas, sólo el 23% tiene conectividad.

Particularmente en las zonas urbanas, un tercio de los establecimientos dispone de conexión a Internet, pero el número asciende al 50% (8632) si se toman sólo los colegios que cuentan con computadoras. En las zonas rurales, en cambio, sólo el 3,7% de las escuelas está conectado, lo que se transforma en menos de una décima parte si se calcula sólo entre los 5787 colegios que tienen por lo menos una computadora.

Las diferencias entre los colegios privados y públicos de zonas urbanas también son sustanciales: mientras que en los primeros uno de cada dos tiene conectividad, en los segundos el número desciende a uno de cada cuatro.

Según los especialistas en educación consultados por LA NACION, el acceso a Internet es fundamental para que las nuevas tecnologías, como las computadoras, se integren a los procesos de aprendizaje.

Estar conectados

"A estas alturas, tener computadoras sin conexión no sirve demasiado, ya que una de las potencialidades que ellas brindan es la conectividad, que permite vincularse con otros y lograr una diferencia cualitativa. Es esto lo que tiene impacto en el proceso educativo", explica a LA NACION la consultora para el área de proyectos TIC y Educación de la sede regional del Instituto Internacional de Planeamiento Educativo (IIPE), de la Unesco, Valeria Kelly. "La gran posibilidad de Internet es la colaboración en el aprendizaje, entendiendo que el conocimiento se construye con otros. Como fuente de información, es una especie de biblioteca, pero con un acceso más rápido. Esta dinámica es innovadora para la escuela", continúa.

Con ella coincide la profesora titular de tecnología educativa de la UBA, Edith Litwin: "El problema no es tanto la cantidad de alumnos por computadora, sino la conectividad, que es lo que permite que el docente se conecte, baje información actualizada y transforme la explicación en el salón de clase. La pregunta sustantiva es cómo se resuelve la conexión".

Eso es lo que se preguntan en algunas escuelas de Salta. El colegio primario Joaquín Durand, en San Ignacio, tiene 14 computadoras para 2000 alumnos, repartidos en tres turnos. Pero ninguna cuenta con Internet. "No tenemos los recursos económicos para pagar ese servicio", dice a LA NACION la ex vicerrectora de esa institución Marta Fernández.

Los 1200 alumnos de la escuela Mariano Cabezón, en cambio, directamente no disponen de computadoras. Sólo hay dos, sin conectividad, que se emplean para trabajos administrativos. "Estamos gestionando con Buenos Aires la provisión de equipos", señala a LA NACION la ex vicedirectora del colegio Angélica Gómez de Zerda.

Estos datos reafirman la opinión de Litwin, quien sostiene que hablar de promedios en la Argentina es muy difícil, porque las diferencias son muy fuertes según se mire hacia el norte o hacia el centro del país. "En algunos lugares hay mucho y en otros no hay nada. Lo que queda claro es que hay una profunda heterogeneidad", dice.

Para el coordinador del posgrado en educación y nuevas tecnologías de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Fabio Tarasow, debe destacarse que las empresas de comunicaciones son, en parte, responsables de facilitar la conectividad de las escuelas. "Para ellas no es un gasto grande y abre puertas increíbles en pequeñas comunidades. En la ciudad no nos damos cuenta lo importante que es el acceso a Internet", recalca.

Según informó a LA NACION el Ministerio de Educación, la Campaña Nacional de Alfabetización Digital distribuyó, entre el 2005 y el 2007, 100.000 equipos informáticos en 10.400 establecimientos educativos, abarcando la totalidad de las escuelas técnicas y de nivel medio del país, y los 682 Institutos de Formación Docente (IFD). De estos últimos, 247 tienen conectividad. Además, aseguraron que 2500 escuelas que integran el Programa Integral para la Igualdad Educativa (PIIE) recibieron computadoras, en tanto que 12.000 escuelas rurales recibirán equipamiento a partir de este ano con el Programa de Mejoramiento de la Educación Rural.

Pero Kelly observa que, si bien contar con recursos informáticos es importante, no se trata de equipar aulas con computadoras, sino de investigar en qué medida esas tecnologías facilitan el proceso educativo: "No tiene sentido equipar las escuelas si no hay una línea de trabajo con los docentes para que medien entre las tecnologías y los alumnos".

Con la capacitación docente concuerdan todos los especialistas consultados. "Debe disociarse la idea de que con más computadoras mejora la calidad. Es el docente el que, con una o con 15, enseña el buen uso: poder utilizarla para amplificar nuestras capacidades cognitivas y superarnos. Allí, el trabajo del docente es fundamental", opina Tarasow, Y advierte que en la distribución de computadoras falta planificación. "Regalar computadoras sin pensar en el mantenimiento no sirve. La informática debe estar acompañada de soporte humano y técnico", dice.

Por Nathalie Kantt

lunes, enero 07, 2008

La economía israelí crece, mas inversión, superavit,mas empleo, pero también mas brecha

El resumen preliminar de datos que publicó la Oficina Central de Estadísticas al finalizar el año confirma que las predicciones formuladas a lo largo de los últimos meses tenían una base firme. Mientras que la población ya llegó a 7.2 millones de habitantes, la economía continúa en proceso de expansión.

El Producto Bruto Interno creció en 5.3%, el PBI per capita en 3.5%. llegando a una cifra de 22.600 dólares y las inversiones del sector privado crecieron en más de 18%.

Sobre este punto cabe resaltar que el PBI per capita en los países miembros de la OCDE, entidad que agrupa a las naciones desarrolladas y al que Israel fue invitado a incorporarse, creció en 2%.

Si bien a lo largo del año se escucharon voces acerca de los perjuicios que provoca a los exportadores la caída de la cotización del dólar frente al shékel, el envío de mercaderías al exterior subió en 8.6%. En este renglón influye en forma decisiva el comportamiento de la demanda internacional que durante el año 2007 fue más que buena.

En materia social es destacable el hecho que volvió a descender el índice de desempleo, bajando por primera vez en mucho tiempo a 6.9%. La aprobación de la norma que implementa la jubilación obligatoria y la aprobación de la ley que resguarda los derechos de empleados por medio de contratistas son dos conquistas significativas para los trabajadores a pesar que despiertan determinadas críticas.

¿Si todo está tan bien, qué es lo que no funciona? Lo que está lejos de solucionarse es la problemática relacionada con la brecha social. El crecimiento económico es disfrutado por un determinado sector, minoritario y no alcanza ni por asomo a otro, mucho más numeroso.

Los empleos mejor remunerados, además, están en su gran mayoría en el centro del país mientras que en las zonas apartadas los puestos de trabajo ofrecen salarios bajos o apenas el mínimo.

Salud, educación y bienestar social son los rubros que requieren mayores recursos si el Gobierno pretende reducir, aunque sea en forma lenta, las diferencias que se ahondaron en los últimos años.

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