El comercio de cartones, papeles y desechos moviliza $500 millones al año, pero los cartoneros reciben una mínima parte. Los pasajeros del “tren blanco” son la mano de obra barata de un mercado marginal.
Los cartoneros generan rechazo y aceptación. Son bien vistos por quienes saben que la venta de cartón los ayuda a alimentar a sus hijos y a sobrevivir.Pero también son mal vistos por los usuarios del trenes.En una encuesta privada, 82 personas respondieron que no quieren viajar con los cartoneros.
Vecinos de Caballito se opusieron a que la empresa TBA construya una tren para cartoneros porque no quieren que se instalen en el barrio.Los cartoneros son la mano de obra barata de un negocio que moviliza 500 millones de pesos al año, lo mismo que el Gobierno destina a la Agencia Nacional de Ciencia y Tecnología.
Los cartoneros, hombres y adolescentes, pero, principalmente, mujeres y niños, reciben apenas 25 centavos por cada kilo de cartón que proveen a las empresas que lo procesan. Los intermediarios son los verdaderos beneficiarios de un negocio al margen de la legalidad.Cabe indicar que el tren blanco es un servicio gratuito, que funciona a la manera de un flete.
El más utilizado es el del Ferrocarril Sarmiento, que parte todas las noches de la estación Once de Septiembre.Cada noche este convoy es custodiado por diez efectivos policiales para evitar peleas y abusos sexuales en su interior.Uno de los puntos más críticos es el de la seguridad de los cartoneros, pues el material que manipulan es altamente inflamable, y una sola colilla de cigarrillo podría causar una nueva tragedia, de dimensiones similares a la de Cromañón.
El grueso de los cartoneros desciende en las estaciones de Paso del Rey y Moreno, donde esperan los camiones de las empresas que procesan el cartón.También se trasladan heladeras, botellas, lavarropas, y cualquier otro desecho que pueda ser de alguna utilidad a través de su reciclado.
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