El conflicto con Irán tiene un aspecto judicial y otro político. Néstor Kirchner se detuvo ayer, con palabras duras e inconfundibles, en el costado que enfrenta a los jueces argentinos con el régimen de los ayatollahs iraníes. La justicia argentina está pidiendo la declaración indagatoria de varios ex funcionarios de Irán por su presunta implicación en el atentado a la AMIA.
La pesquisa judicial no ha concluido ni existen condenas aún. Por eso, el gobierno argentino puede argumentar que la política no puede ir más allá de donde han llegado los jueces.
La pregunta, nunca contestada hasta ahora, tiene una singular importancia. Es la importancia que diferencia a criminales comunes de un Estado criminal. Si se tratara de este último caso, el atentado a la AMIA habría tenido la envergadura de un ataque armado extranjero sobre territorio soberano argentino. Debe señalarse, para destacar la gravedad del hecho, que los casi noventa muertos en ese atentado eran argentinos.
Ciertas corrientes de pensamiento en la Argentina (algunas de las cuales suelen estar cerca del Presidente) creen que presionar a Irán ahora es hacerle el juego al gobierno de Bush. Son los ideólogos que siempre preguntan dónde está Washington para colocarse en la vereda de enfrente.
Era hora de que Kirchner terminara con los cuidadosos circunloquios que usaba para hablar del gobierno de Ahmadinejad. Después de todo, un presidente que niega el Holocausto, llama a la desaparición del Estado de Israel y que amenaza al mundo con armas nucleares no merece tanta consideración.
La pesquisa judicial no ha concluido ni existen condenas aún. Por eso, el gobierno argentino puede argumentar que la política no puede ir más allá de donde han llegado los jueces.
La pregunta, nunca contestada hasta ahora, tiene una singular importancia. Es la importancia que diferencia a criminales comunes de un Estado criminal. Si se tratara de este último caso, el atentado a la AMIA habría tenido la envergadura de un ataque armado extranjero sobre territorio soberano argentino. Debe señalarse, para destacar la gravedad del hecho, que los casi noventa muertos en ese atentado eran argentinos.
Ciertas corrientes de pensamiento en la Argentina (algunas de las cuales suelen estar cerca del Presidente) creen que presionar a Irán ahora es hacerle el juego al gobierno de Bush. Son los ideólogos que siempre preguntan dónde está Washington para colocarse en la vereda de enfrente.
Era hora de que Kirchner terminara con los cuidadosos circunloquios que usaba para hablar del gobierno de Ahmadinejad. Después de todo, un presidente que niega el Holocausto, llama a la desaparición del Estado de Israel y que amenaza al mundo con armas nucleares no merece tanta consideración.
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