Un escenario ya transitado se recrea en el medio oriente, la sombra de Oslo. Ex perseguidos se abrazan con sus ex perseguidores y se toman fotografías juntos, sonrientes. Los palestinos nuevamente quieren creer que el estado palestino esta a la vuelta de la esquina. Todos los procesos están orientados a preparar el terreno para la conferencia regional que planifican los norteamericanos para noviembre, el fracaso de una conferencia se traduce en la renovación de la violencia.
Cuando la espada de la Comisión Winograd pende sobre su cabeza y las causas penales en su contra se acumulan, Olmert cuenta con un apoyo mínimo de la opinión pública. En esta situación no tiene posibilidades de hacer lo que Sharón hizo hace tan solo dos años, desmantelar asentamientos. Para eso hace falta consenso. Lo que los colonos debieron aceptar en el pasado como la decisión de un gobierno democrático que contaba con apoyo popular, se verá ahora como el intento de un político en problemas que intenta ganar apoyo y consolidarse en un poder que se le escurre de las manos.
Del lado palestino el panorama también se presenta difícil. La popularidad del presidente Abr Majen esta en su nivel mas bajo. La calle palestina le reclama mas determinación y lo percibe falto de carisma. A diferencia de Olmert, Abu Mazen ya anticipó que no se presentará en las próximas elecciones, y el gobierno que formó a cargo de Salam Fayad es un gobierno provisional, con autoridad limitada hasta la realización de próximos comicios.
Este gobierno tiene menos autoridad para hacer concesiones en cuanto al derecho de retorno y a territorios que el gobierno de Olmert. La opinión pública palestina rechazará cualquier acuerdo que no entre en los parámetros que estableció su antecesor, Yasser Arafat. Abu Mazen tiene conciencia de esto y sabe que con cualquier otro tipo de acuerdo coloca su cabeza en la mira de los francotiradores de las cientos de facciones opositoras, y por ello evitará firmar cualquier acuerdo con los parámetros que Israel propone y espera. Por eso insiste al menos una vez por semana en la necesidad de llegar a acuerdos claros antes de la reunión de la conferencia regional.
Pero incluso si se arma de mucho coraje y con el apoyo de los líderes árabes moderados, y firma un acuerdo estilo "Oslo mejorado" o "Camp David", hay que recordar que Abu Mazen no tiene ninguna posibilidad de imponer dicho acuerdo al menos en la mitad de sus territorios, ya que la Franja de Gaza no está bajo su mando y en algunas zonas de Cisjordania su mandato está en duda y depende de la buena voluntad de los "hombres fuertes" de cada lugar. Sumémosle a esto el boicot que planifican Irán y Siria.
Todo el proceso puede derrumbarse cuando fracase la conferencia regional de paz, cuando Olmert y Abu Mazen regresen con las manos vacías y se desencadene una nueva ola de violencia. Ambos líderes ya están inmersos en la dinámica de este proceso y no pueden frenarlo.
En esta situación, y con el objeto de evitar dicha ola de violencia, ambos líderes deben realizar actividades preparatorias. En primer lugar, definir para esta conferencia regional objetivos limitados, posibles de lograr, tales como la retirada del ejército israelí de la mayor parte de Cisjordania, construcción de infraestructura económica conjunta y entrega de nuevos símbolos de soberanía palestina, como por ejemplo moneda propia.
En segundo lugar, los líderes deberán operar para bajar las expectativas en ambas partes. Activar todos los canales para explicar claramente las dificultades a ambos pueblos y aclararles que no hay ninguna posibilidad de llegar a un acuerdo global en esta etapa. Y, por último, darle esperanzas de un futuro mejor al pueblo palestino mediante cambios positivos en su situación actual.
Cuando la espada de la Comisión Winograd pende sobre su cabeza y las causas penales en su contra se acumulan, Olmert cuenta con un apoyo mínimo de la opinión pública. En esta situación no tiene posibilidades de hacer lo que Sharón hizo hace tan solo dos años, desmantelar asentamientos. Para eso hace falta consenso. Lo que los colonos debieron aceptar en el pasado como la decisión de un gobierno democrático que contaba con apoyo popular, se verá ahora como el intento de un político en problemas que intenta ganar apoyo y consolidarse en un poder que se le escurre de las manos.
Del lado palestino el panorama también se presenta difícil. La popularidad del presidente Abr Majen esta en su nivel mas bajo. La calle palestina le reclama mas determinación y lo percibe falto de carisma. A diferencia de Olmert, Abu Mazen ya anticipó que no se presentará en las próximas elecciones, y el gobierno que formó a cargo de Salam Fayad es un gobierno provisional, con autoridad limitada hasta la realización de próximos comicios.
Este gobierno tiene menos autoridad para hacer concesiones en cuanto al derecho de retorno y a territorios que el gobierno de Olmert. La opinión pública palestina rechazará cualquier acuerdo que no entre en los parámetros que estableció su antecesor, Yasser Arafat. Abu Mazen tiene conciencia de esto y sabe que con cualquier otro tipo de acuerdo coloca su cabeza en la mira de los francotiradores de las cientos de facciones opositoras, y por ello evitará firmar cualquier acuerdo con los parámetros que Israel propone y espera. Por eso insiste al menos una vez por semana en la necesidad de llegar a acuerdos claros antes de la reunión de la conferencia regional.
Pero incluso si se arma de mucho coraje y con el apoyo de los líderes árabes moderados, y firma un acuerdo estilo "Oslo mejorado" o "Camp David", hay que recordar que Abu Mazen no tiene ninguna posibilidad de imponer dicho acuerdo al menos en la mitad de sus territorios, ya que la Franja de Gaza no está bajo su mando y en algunas zonas de Cisjordania su mandato está en duda y depende de la buena voluntad de los "hombres fuertes" de cada lugar. Sumémosle a esto el boicot que planifican Irán y Siria.
Todo el proceso puede derrumbarse cuando fracase la conferencia regional de paz, cuando Olmert y Abu Mazen regresen con las manos vacías y se desencadene una nueva ola de violencia. Ambos líderes ya están inmersos en la dinámica de este proceso y no pueden frenarlo.
En esta situación, y con el objeto de evitar dicha ola de violencia, ambos líderes deben realizar actividades preparatorias. En primer lugar, definir para esta conferencia regional objetivos limitados, posibles de lograr, tales como la retirada del ejército israelí de la mayor parte de Cisjordania, construcción de infraestructura económica conjunta y entrega de nuevos símbolos de soberanía palestina, como por ejemplo moneda propia.
En segundo lugar, los líderes deberán operar para bajar las expectativas en ambas partes. Activar todos los canales para explicar claramente las dificultades a ambos pueblos y aclararles que no hay ninguna posibilidad de llegar a un acuerdo global en esta etapa. Y, por último, darle esperanzas de un futuro mejor al pueblo palestino mediante cambios positivos en su situación actual.
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