La actividad creció 26,7% en el primer semestre y vendió por US$ 4511 millones
A algunas imágenes tradicionales del negocio exportador, como la de contenedores apilados esperando en un puerto o la bodega de un barco cargado de soja, habrá que agregarles otras más atípicas, como la de miles de argentinos con la mirada clavada en el monitor de una computadora.
La exportación de servicios no sólo ha crecido, desde la reactivación, y año tras año, más que la de bienes, sino que en el primer semestre de este año, a diferencia de éstas, se aceleró: aumentó un 26,7%, contra el 18% del mismo período del año pasado. El negocio generó ingresos por US$ 4511 millones entre enero y junio, según datos del Ministerio de Economía.
El fenómeno abarca desde la venta de un pasaje de avión o el viaje en taxi, entre otros gastos de un turista, hasta el transporte de mercaderías, una comisión cobrada por un operador por invertir fondos en la Bolsa o el desarrollo de software. Los sectores más dinámicos -fuera del turismo, que creció un 33,5% y genera casi la mitad de los ingresos- son los servicios empresariales y profesionales (23%), donde se computan, entre otros, los trabajos de consultoría y el offshoring (la atención o realización de tareas a distancia) y aquellos ligados al software (50 por ciento).
Tanto pymes como multinacionales tienen presencia en estos negocios, quizá los más novedosos dentro de la oferta exportable, y en ambos existe una visión común: si bien la devaluación generó oportunidades, sobre todo por la reducción del costo laboral en dólares, el país tiene otras ventajas, más sólidas y duraderas que, por ejemplo, los países asiáticos -los competidores naturales-, como el huso horario, la calidad y el talento del recurso humano y la afinidad cultural con Europa y Estados Unidos.
Por el aumento de los costos internos, estas variables juegan ahora un papel mucho más relevante. Y por ello muchos le restan importancia al impacto de la puja salarial en el negocio.
Globant es, quizás, uno de los casos más emblemáticos. Dedicada al desarrollo de software, la firma nació en plena crisis económica, en 2002, con sus cuatro socios como único staff. La empresa duplicó sus ingresos año tras año, cuenta ahora con más de 600 empleados y prevé facturar US$ 40 millones en el exterior el año próximo. Martín Migoya, CEO de la compañía, no ve limitaciones para crecer en el mercado y cree que la gran ventaja argentina es el talento del recurso humano. A diferencia de varias empresas del sector, no ve escasez allí. "La visión que tenemos no es sólo de Buenos Aires. Creemos que hay talento en toda la Argentina y queremos mantener ese talento donde está. No tenemos problemas para reclutar en Buenos Aires, pero estamos yendo a otras ciudades para dejar el talento allá", señaló.
Competitividad
Otro caso es el de IBM, que posee un delivery center donde 2500 personas -eran 1700 hace un año- proveen servicios de seguridad informática, entre otros, a clientes de Estados Unidos, España, Portugal, Turquía e Israel. Héctor Ortelli, director del área para la región, marcó dos diferencias con la India, uno de los competidores: "Todavía nosotros somos más caros, pero somos mejores. Nuestro nivel de excelencia, en cuanto a calidad, es mejor". Al igual que otros ejecutivos, relativizó el impacto de los aumentos salariales en el desarrollo del negocio. "Incide, pero no es todo", resumió.
Accenture es aquí un ejemplo de offshoring . El año próximo duplicará el personal de su centro de servicios -serán 1400 empleados; eran 300 el año anterior-, desde donde se realizará un 30% de las finanzas de toda la compañía, según indicó el ejecutivo a cargo del área, Daniel Colinas. ¿Qué hacen hoy desde ese centro? Tareas administrativas para la firma, análisis financiero y desarrollo y mantenimiento de software para clientes en el exterior. "Si un empleado tiene una duda en Europa o Estados Unidos sobre su recibo de sueldo o el plan de beneficios de tal o cual país, levanta el teléfono y alguien le contesta aquí en su idioma", ejemplifica Colinas, que coincidió en un punto con Ortelli: "A tasas tolerables de aumento salarial, la calidad va a empezar a jugar mucho más fuerte. Entonces la habilidad que tengamos para tener un servicio de alta calidad más eficiente nos puede dar lugar para ajustar algún costo".
Una hora de un consultor de Deloitte es más barata en la Argentina, y por eso el servicio que un cliente contrata en el exterior se termina prestando desde aquí. "Nuestras tarifas son bajas para la región y muy bajas para las de Estados Unidos y Europa", indicó Santiago Morgan, socio de la empresa, que señaló otra ventaja: el país fue uno de los primeros en la región en desarrollar los servicios de consultoría. Pese a que los márgenes se han achicado, Morgan consideró que las perspectivas de mediano plazo son "muy atractivas".
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