Asumió una pérdida de casi US$ 10.000 millones; más datos de posible recesión en EE.UU.
El pesimismo que muestran los inversores sobre el rumbo que tomó en los últimos meses la economía de los Estados Unidos se incrementó ayer, luego de que el Citigroup, el tercer grupo bancario del mundo, hizo público que, como consecuencia de sus malos negocios, perdió casi US$ 10.000 millones en apenas tres meses, una cifra 20% superior al quebranto que reconocieron el total de los bancos argentinos por la crisis de 2001 al cabo de tres años, en sus balances de 2002 a 2004.
Lo que preocupó a Wall Street, que ayer cayó el 2,2%, y al resto de las bolsas (incluida la de Buenos Aires, que se derrumbó un 3%), no fue que esa entidad presentó el peor resultado trimestral de sus 196 años de historia, ni que el monto del quebranto haya duplicado las previsiones.
Los asustó que haya tenido que constituir una reserva de US$ 4000 millones para hacer frente a la creciente irregularidad que espera en su cartera de créditos (hipotecarios, prendarios y de consumo). "El consumo privado se retrotrae", justificó la entidad, antes de vaticinar que los préstamos que quedarán impagos van a aumentar, algo que en el mercado tradujeron como "recesión en puerta".
Los reflejos de los inversores al respecto ya estaban condicionados. Apenas despertaron, encontraron que el ex jefe de la Reserva Federal Alan Greenspan (considerado un gurú) les advertía desde The Wall Street Jornal que "la economía de Estados Unidos probablemente ya esté en recesión o cerca de caer en ella".
Para peor, la posibilidad de que esa economía tenga un brusco freno se acrecentó al conocerse más tarde que durante diciembre las ventas minoristas en la principal economía del mundo cayeron el 0,4%, pese al estímulo que suelen dar las fiestas de fin de año, lo que marca que el principal motor que hasta ahora tenía esa economía comenzó a detenerse.
"Los inversionistas están cada día más convencidos de que el consumo va a disminuir, llevando a una recesión, puesto que representa dos tercios de la actividad económica de EE.UU.", explicó a la agencia AFP el analista Al Goldman.
El catastrófico escenario desvalorizó a las acciones y parece confirmar que, lo que se inició como una crisis sectorial (la del rubro inmobiliario), terminará contagiando a toda la economía. La cadena de transmisión parece ser la fuerte restricción crediticia, no menor en país en el que es común vivir "apalancado", es decir, endeudado, si se traduce el concepto a la idiosincrasia local.
Sin crédito
Con sus balances en "rabioso rojo" no hay bancos en condiciones de dar crédito. De hecho, aún deben conseguir los recursos necesarios que les permitan evitar una posible quiebra (por ejemplo, Merrill Lynch dijo ayer que tres grandes accionistas de Corea del Sur, Kuwait y Japón le inyectarán US$ 6600 millones).
Sin el sostén del consumo, lo único que puede ayudar a esa economía es el renacido dinamismo de sus exportaciones, un fenómeno apuntalado por el dólar débil.
El Citi fue el primer banco que cuantificó el costo de la denominada crisis subprime (hoy lo hará JP Morgan Chase y mañana, Merrill Lynch y Washington Mutual, lo que anticipa días muy movidos para los mercados): asumió que deberá amortizar US$ 18.100 millones como resultado de la pérdida de valor de la deuda respaldada con hipotecas, una cifra 65% superior a la que el propio Citi había calculado.
Ese concepto alude a los créditos hipotecarios que se concedieron con tasas fijas y bajas, pero que se transforman en variables y crecientes pocos años después. Esas carteras de crédito, con riesgo concreto de quedar impagas, son las que -a su vez- respaldan una serie de bonos que los estadounidenses vendieron a otros bancos y fondos de inversión del mundo, lo que hace temer que la crisis se extienda a otros mercados. Este miedo fue el que ayer causó pérdidas de hasta un 3,37% en las bolsas europeas, incluso Londres y Madrid.
"Los resultados del último trimestre son inaceptables y responden a amortizaciones significativas y pérdidas por nuestra exposición a las hipotecas de riesgo", dijo Vikram Pandit, consejero delegado del Citi, al presentar el histórico quebranto.
Para combatir la descapitalización que sufre el grupo busca desesperadamente inversores y vender unidades de negocios.
Ayer aseguró haberse garantizado otros US$ 12.500 millones entre fondos que aportarían el gobierno de Singapur, un fondo de Kuwait, el príncipe saudí Alwaleed bin Talal (actual máximo accionista, con el 5% del capital) y el ex presidente del banco Sanford Sandy Weill. Ese dinero se suma a los US$ 7500 millones, que en noviembre se comprometió a aportar el fondo de inversión oficial del emirato de Abu Dhabi, a cambio de otro 4,9% del capital. No deja de ser una señal de la crisis: uno de los bancos emblemáticos de los EE.UU. pasará a ser controlado por capitales árabes.
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