Lo indican estudios en cortezas de árboles
De pie, como incansables centinelas, los fresnos dan indicios de qué ocurre en el medio ambiente. Muestras de cortezas de estos ejemplares ubicados en los barrios porteños de Constitución y Flores, así como en la localidad bonaerense de Ezeiza fueron utilizadas para medir la contaminación entre 2003 y 2007 por investigadores de la Universidad de Buenos Aires y del Conicet.
Los resultados de esas mediciones indican que se registra un descenso del nivel de plomo. Cabe preguntarse qué lo explica: "Al empezar a utilizarse naftas sin plomo, los valores de este contaminante disminuyeron considerablemente", indica la doctora María Agueda Castro, investigadora del laboratorio de Anatomía Vegetal de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, que estuvo a cargo del estudio.
Biosensores
Pequeños cortes de apenas medio centímetro de lado les permitieron a los científicos reunir información sobre qué elementos acumulan pasivamente en sus cortezas los fresnos americanos.
Estos árboles los absorben desde la tierra o del propio medio ambiente y, de ese modo, hacen las veces de sensor o bioindicador de la contaminación atmosférica a que los vecinos están sometidos diariamente, aun sin notarlo.
"En la zona de Ezeiza se detectó por primera vez un pico de bario -dice Castro-. Estos valores podrían estar motivados por la actividad del aeropuerto internacional."
De aspecto agrietado y marrón parduzco, la corteza del Fraxinus pennsylvanica -como se conoce científicamente esta especie- retiene partículas de su alrededor.
Este gigante procedente de América de Norte, que puede llegar a medir hasta 20 metros de alto, no sólo es una especie ornamental, sino que permitió verificar que "la mayor contaminación es de origen geogénico, es decir -explica la investigadora-, originada en la propia tierra. La presencia de minerales constitutivos del suelo (silicatos de aluminio y magnesio, y otros minerales secundarios) se debe a la incidencia del viento".
Las muestras de los fresnos de los tres barrios fueron puestas bajo un microanalizador acoplado a un microscopio electrónico de barrido. Y también se sometió a otros estudios, como la espectroscopía de emisión óptica, que detectó la presencia de aluminio, bario, cadmio, cobre, hierro, magnesio, manganeso, níquel, plomo, zinc, sodio, calcio, potasio, silicio, fósforo y azufre.
"El tránsito, la incineración de residuos, la actividad de la construcción y las estaciones de servicio son algunas de las posibles fuentes de emisión de los contaminantes atmosféricos presentes en superficie y acumulados en los tejidos de estos árboles", afirma Castro.
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