A la vista de las elecciones en Gran Bretaña, ya sean anticipadas o regulares en el 2009, empiezan a delinearse las propuestas del Partido Conservador (Tories) en cuanto a Europa, política exterior, economía y defensa. El principal obstáculo sigue siendo el ataque a los valores tradicionales conservadores. La atención del partido de Cameron está focalizada en tres principios centrales: el refuerzo del poder decisorio de los ciudadanos, el punto focal de la familia y la atención a las problemáticas ambientales.
Los sondeos efectuados en el mes de diciembre coinciden en adjudicar al Partido conservador británico una incremento de dos puntos porcentuales que lo lleva al 45% de las preferencias, subrayando un sucesivo refuerzo frente al Partido laborista (estancado en el 32%) y al Partido liberal (establecido en un 14%). Tal distribución proyecta una posible victoria de los Tories guiados por Cameron ya sea en ocasión de elecciones anticipadas, ya sea en el caso de un normal desarrollo en junio de 2009 (en simultaneidad, por lo tanto, con el referéndum para el parlamento europeo). El programa conservador se centra en tres pilares principales que, si son respetados, conllevarían un cambio en las políticas británicas, que reforzaría el poder decisorio de los ciudadanos, mejoraría la gestión de la vida social y privada; y finalmente incrementaría las políticas ambientales y de seguridad. En el caso de respetar el tradicional calendario electoral, es predecible una incisiva influencia también a nivel europeo, dada las tradicionales políticas conservadoras menos propensas a la europeización de temáticas centrales como la defensa, la política exterior y la economía.
Europa: freno al Tratado de Lisboa
En el caso de una victoria por parte de los Conservadores, es predecible que la política británica relativa a la UE sufrirá un cambio sensible respecto a las actuales maniobras realizadas por el partido laborista conducido por Gordon Brown que, el pasado 13 de diciembre, firmó, aunque evitando a los retractores, el Tratado de Lisboa. Si el Partido conservador tuviese que convertirse en partido mayoritario, seria lícito esperarse una dura reacción por parte de Cameron, que probablemente convocaría un referéndum para tratar dicho texto. Las críticas más duras dirigidas por los Tories a tal tratado se vierten sobre su sustancial coincidencia, formal y conceptual, con un texto constitucional (el Tratado contiene referencias a la figura del presidente de la UE, a un cuerpo diplomático y al Ministro de Exteriores); la drástica reducción de las materias sometidas a la tutela del veto; y la fallida organización del anunciado referéndum para aprobar dicho tratado. De lo que se evidencia del programa y de las declaraciones de los pertenecientes al partido, sería plausible esperar el apoyo a una política europea que no se centre en las reformas institucionales, sino en concretas y actuales, tales como Balcanes, Darfur o Irán. Esto se ve acentuada claramente por la antipatía que los conservadores demuestran ante la centralización del poder decisorio: por lo tanto, es previsible una áspera oposición a los intentos que el Tratado de Lisboa demuestra al intentar transferir poder de Westminster a Bruselas.
Política exterior: entre el conservadurismo liberal y las problemáticas globales
El pilar del programa del Partido de los Conservadores, centrado en temáticas de seguridad y de tutela ambiental, autoriza proyectar una eventual política exterior intervencionista, dada la tendencia a subrayar una superposición entre políticas de seguridad interior y seguridad exterior. Al respecto, durante su visita a la Casa Blanca (Washington) el 4 de diciembre de 2007, Cameron subrayó la necesidad para Europa de intervenir, siempre en el marco de un declarado atlantismo, en zonas estratégicas para la seguridad no sólo regional si no también global. Dos son las características principales de su propuesta de política exterior: la centralidad de la seguridad nacional y el conservadurismo liberal. La primera se basa en el presupuesto que la seguridad internacional sólo se puede alcanzar a partir de una sólida seguridad interna (seguridad institucional, cultural, económica y física se convierten por lo tanto en elementos esenciales para su promoción); la segunda, el conservadurismo liberal, mira a fundir los principios liberales (derechos civiles, democracia, pluralismo) con los conservadores (rechazo de ideales utópicos para reconstruir el orden mundial, fuerte arraigamiento de los valores tradicionales) para afrontar mejor las nuevas amenazas derivadas del nuevo orden mundial. Es predecible que en este marco la intervención en los Balcanes asuma una importancia central para el partido de los Tories: las crisis entre Serbia y Kosovo, no habiendo sido resuelta ni por la resolución Ahtisaari ni por las negociaciones conducidas por la Toika (véase: Serbia-Kosovo: fracasadas las negociaciones, se busca la independencia a toda costa), necesita de una respuesta rápida y decisiva por parte de la Unión Europea. En cuanto a Irán y a la cuestión nuclear, Cameron subraya la importancia de sanciones más fuertes por parte de la UE y por una mayor implicación diplomática de EEUU. Los Conservadores también abogan por un mayor compromiso británico en cuanto a la misión de ayuda humanitaria en Darfur, apoyando la actual propuesta del Partido Laborista de desplegar un total de 20.000 hombres.
Economía: nuevos medios para el sistema de mercado
En lo concerniente al sector económico no se puede prever un cambio de rumbo respecto a las políticas ya liberalistas seguidas por el New Labur. Lo que probablemente sí cambiaría tras una victoria conservadora serían los medios para llevar a cabo esos principios económicos. En referencia a esto se pueden identificar tres intervenciones principales del proyecto de reforma apoyado por Cameron: 1) estimular el crecimiento económico en el nuevo contexto globalizado; 2) promover un crecimiento económico sostenible en relación al cambio climático; 3) apoyar el crecimiento social, enfrentándose a la desigualdad y a la disgregación del entramado social. En referencia al primer punto es lícito prever un progresivo abandono del sistema topdown al que los conservadores acusan de centralizar el poder, lo que conlleva que el poder decisorio se aleje de los ciudadanos, recayendo en los profesionales encargados de distribuir los servicios a la población. Para obviar la que, para los Tories, parece claramente ser una distorsión del sistema, es posible imaginar una triple acción: 1) una desregulación que promueva la competitividad comercial; 2) una descentralización que lleve a fomentar la productividad del sector público; 3) una división de los beneficios obtenidos entre el incremento de los servicios del sector publico por una parte y la reducción de las tasas por otra. En referencia al segundo punto, la estimulación de un crecimiento económico sostenible desde el punto de vista ambiental, las tres propuestas principales son: 1) un esquema comercial basado en las transacciones y fijado por el Gobierno; 2) un efectivo control por parte de los órganos gubernativos; 3) la convicción de que las tasas ambientales que, según el programa conservador, sustituirían a las tasas ya existentes, derivarán en una doble mejora económica desde el momento en que tendería también a abaratar los costes derivados de la contaminación. En relación al tercer punto, el estímulo del crecimiento social, parece aceptarse un claro cambio de rumbo respecto a las políticas de subsidios sostenidos por el actual Gobierno laborista. La atención de los conservadores podría centrarse en tres aspectos principales: 1) la revisión de las políticas regionales dirigidas a la redistribución que según los Tories se han demostrado altamente ineficaces; 2) una mayor atención en referencia a las diferencias sociales creadas entre diversos grupos de inmigrantes; 3) un drástica revisión de las políticas laboristas de transferencias administradas que, según los conservadores, no estimulan la recuperación económica.
Defensa: hacia la unificación del sistema de seguridad.
En referencia al tema de la defensa, las críticas de los conservadores hacia el Gobierno laborista son elevadas: el legado conservador, según su opinión, ha sido despilfarrado por el Gobierno de Blair-Brown debido a un empleo, no calibrado, del ejército en Afganistán o Irak y sus posibilidades. Para obviar tal actuación es predecible que una eventual victoria conservadora lleve a un cambio de estrategia en lo referente al ámbito de la seguridad. Según lo declarado por la ministra-sombra de la defensa Pauline Neville-Jones, Gran Bretaña necesitará unir los frentes exteriores e interiores de la seguridad a causa de la expansión global de las nuevas amenazas. Es aceptable que ese cambio suceda en el marco tradicional de la Commonwealth, por las buenas relaciones instauradas con otros países miembros de la UE y, sobre todo, en un clima de cooperación con el aliado de siempre: Estados Unidos. También la OTAN continuará seguramente revistiendo una importancia de primer orden, sobre todo en el ámbito de la misión afgana, con la que Cameron comparte los objetivos. En este punto, la unión de los dos frentes de seguridad, interno y externo, podría sucederse a través de dos acciones: la primera atañería al endurecimiento de las fronteras, también gracias a un incrementado esfuerzo tecnológico, la segunda implicaría una mayor colaboración internacional, sobre todo a nivel de los servicios de inteligencia. Lo que ha sido anunciado por los conservadores es que, en caso de victoria, se pondrá en marcha un órgano de seguridad que se encargará no sólo de gestionar las amenazas terroristas, si no también las desgracias naturales (como las inundaciones del verano de 2007). En cuanto al terrorismo, otro nudo fundamental, aún es importante la histórica relación que Gran Bretaña mantiene con los países de Oriente Medio, del que ha sido un interlocutor de primer orden. Según lo afirmado por Neville-Jones, es necesario que el Reino Unido impulse por una parte reformas en los países mediorientales (sistema político, reformas sociales) para erradicar los factores que hoy principalmente fomentan el fenómeno del terrorismo, y por otra, imponer sobre suelo británico un sistema de leyes más duro al respecto.
Conclusiones
En caso de victoria conservadora en las próximas elecciones británicas, es previsible un cambio de dirección en todos los sectores excepto en el económico, en el que los principios librecambistas permanecerían invariables aunque cambiase su aplicación. Con tal propósito, de hecho, no es posible percibir el cambio interno del partido que ha caracterizado al Gobierno Blair-Brown: la adhesión a los tradicionales principios conservadores (familia, seguridad, economía de mercado) permanecería invariable. Resulta interesante que si se produjera un relevo conservador en Reino Unido, éste coincidiría con el ascenso democrático en Estados Unidos, lo que supondría una nueva y compleja dialéctica en su especial relación. Aún en este caso, no cabría esperar una desvinculación de la política americana, ya que en múltiples ocasiones, el líder conservador ha mostrado su fidelidad a su aliado histórico. Tal acuerdo parecía indispensable para la aplicación de importantes puntos del programa de los Tories, como el incremento de recursos destinados a inteligencia, en cuanto a la seguridad; la devolución de poderes de nivel estatal a nivel local, que podría basarse en el ejemplo federal americano; derribar las reglamentaciones en el campo económico, que tiene sus raíces en el nuevo continente; y, sobre todo, el hecho de que Reino Unido podría encontrar en Estados Unidos el aliado perfecto para contrarrestar el proceso de centralización europeo.
Los sondeos efectuados en el mes de diciembre coinciden en adjudicar al Partido conservador británico una incremento de dos puntos porcentuales que lo lleva al 45% de las preferencias, subrayando un sucesivo refuerzo frente al Partido laborista (estancado en el 32%) y al Partido liberal (establecido en un 14%). Tal distribución proyecta una posible victoria de los Tories guiados por Cameron ya sea en ocasión de elecciones anticipadas, ya sea en el caso de un normal desarrollo en junio de 2009 (en simultaneidad, por lo tanto, con el referéndum para el parlamento europeo). El programa conservador se centra en tres pilares principales que, si son respetados, conllevarían un cambio en las políticas británicas, que reforzaría el poder decisorio de los ciudadanos, mejoraría la gestión de la vida social y privada; y finalmente incrementaría las políticas ambientales y de seguridad. En el caso de respetar el tradicional calendario electoral, es predecible una incisiva influencia también a nivel europeo, dada las tradicionales políticas conservadoras menos propensas a la europeización de temáticas centrales como la defensa, la política exterior y la economía.
Europa: freno al Tratado de Lisboa
En el caso de una victoria por parte de los Conservadores, es predecible que la política británica relativa a la UE sufrirá un cambio sensible respecto a las actuales maniobras realizadas por el partido laborista conducido por Gordon Brown que, el pasado 13 de diciembre, firmó, aunque evitando a los retractores, el Tratado de Lisboa. Si el Partido conservador tuviese que convertirse en partido mayoritario, seria lícito esperarse una dura reacción por parte de Cameron, que probablemente convocaría un referéndum para tratar dicho texto. Las críticas más duras dirigidas por los Tories a tal tratado se vierten sobre su sustancial coincidencia, formal y conceptual, con un texto constitucional (el Tratado contiene referencias a la figura del presidente de la UE, a un cuerpo diplomático y al Ministro de Exteriores); la drástica reducción de las materias sometidas a la tutela del veto; y la fallida organización del anunciado referéndum para aprobar dicho tratado. De lo que se evidencia del programa y de las declaraciones de los pertenecientes al partido, sería plausible esperar el apoyo a una política europea que no se centre en las reformas institucionales, sino en concretas y actuales, tales como Balcanes, Darfur o Irán. Esto se ve acentuada claramente por la antipatía que los conservadores demuestran ante la centralización del poder decisorio: por lo tanto, es previsible una áspera oposición a los intentos que el Tratado de Lisboa demuestra al intentar transferir poder de Westminster a Bruselas.
Política exterior: entre el conservadurismo liberal y las problemáticas globales
El pilar del programa del Partido de los Conservadores, centrado en temáticas de seguridad y de tutela ambiental, autoriza proyectar una eventual política exterior intervencionista, dada la tendencia a subrayar una superposición entre políticas de seguridad interior y seguridad exterior. Al respecto, durante su visita a la Casa Blanca (Washington) el 4 de diciembre de 2007, Cameron subrayó la necesidad para Europa de intervenir, siempre en el marco de un declarado atlantismo, en zonas estratégicas para la seguridad no sólo regional si no también global. Dos son las características principales de su propuesta de política exterior: la centralidad de la seguridad nacional y el conservadurismo liberal. La primera se basa en el presupuesto que la seguridad internacional sólo se puede alcanzar a partir de una sólida seguridad interna (seguridad institucional, cultural, económica y física se convierten por lo tanto en elementos esenciales para su promoción); la segunda, el conservadurismo liberal, mira a fundir los principios liberales (derechos civiles, democracia, pluralismo) con los conservadores (rechazo de ideales utópicos para reconstruir el orden mundial, fuerte arraigamiento de los valores tradicionales) para afrontar mejor las nuevas amenazas derivadas del nuevo orden mundial. Es predecible que en este marco la intervención en los Balcanes asuma una importancia central para el partido de los Tories: las crisis entre Serbia y Kosovo, no habiendo sido resuelta ni por la resolución Ahtisaari ni por las negociaciones conducidas por la Toika (véase: Serbia-Kosovo: fracasadas las negociaciones, se busca la independencia a toda costa), necesita de una respuesta rápida y decisiva por parte de la Unión Europea. En cuanto a Irán y a la cuestión nuclear, Cameron subraya la importancia de sanciones más fuertes por parte de la UE y por una mayor implicación diplomática de EEUU. Los Conservadores también abogan por un mayor compromiso británico en cuanto a la misión de ayuda humanitaria en Darfur, apoyando la actual propuesta del Partido Laborista de desplegar un total de 20.000 hombres.
Economía: nuevos medios para el sistema de mercado
En lo concerniente al sector económico no se puede prever un cambio de rumbo respecto a las políticas ya liberalistas seguidas por el New Labur. Lo que probablemente sí cambiaría tras una victoria conservadora serían los medios para llevar a cabo esos principios económicos. En referencia a esto se pueden identificar tres intervenciones principales del proyecto de reforma apoyado por Cameron: 1) estimular el crecimiento económico en el nuevo contexto globalizado; 2) promover un crecimiento económico sostenible en relación al cambio climático; 3) apoyar el crecimiento social, enfrentándose a la desigualdad y a la disgregación del entramado social. En referencia al primer punto es lícito prever un progresivo abandono del sistema topdown al que los conservadores acusan de centralizar el poder, lo que conlleva que el poder decisorio se aleje de los ciudadanos, recayendo en los profesionales encargados de distribuir los servicios a la población. Para obviar la que, para los Tories, parece claramente ser una distorsión del sistema, es posible imaginar una triple acción: 1) una desregulación que promueva la competitividad comercial; 2) una descentralización que lleve a fomentar la productividad del sector público; 3) una división de los beneficios obtenidos entre el incremento de los servicios del sector publico por una parte y la reducción de las tasas por otra. En referencia al segundo punto, la estimulación de un crecimiento económico sostenible desde el punto de vista ambiental, las tres propuestas principales son: 1) un esquema comercial basado en las transacciones y fijado por el Gobierno; 2) un efectivo control por parte de los órganos gubernativos; 3) la convicción de que las tasas ambientales que, según el programa conservador, sustituirían a las tasas ya existentes, derivarán en una doble mejora económica desde el momento en que tendería también a abaratar los costes derivados de la contaminación. En relación al tercer punto, el estímulo del crecimiento social, parece aceptarse un claro cambio de rumbo respecto a las políticas de subsidios sostenidos por el actual Gobierno laborista. La atención de los conservadores podría centrarse en tres aspectos principales: 1) la revisión de las políticas regionales dirigidas a la redistribución que según los Tories se han demostrado altamente ineficaces; 2) una mayor atención en referencia a las diferencias sociales creadas entre diversos grupos de inmigrantes; 3) un drástica revisión de las políticas laboristas de transferencias administradas que, según los conservadores, no estimulan la recuperación económica.
Defensa: hacia la unificación del sistema de seguridad.
En referencia al tema de la defensa, las críticas de los conservadores hacia el Gobierno laborista son elevadas: el legado conservador, según su opinión, ha sido despilfarrado por el Gobierno de Blair-Brown debido a un empleo, no calibrado, del ejército en Afganistán o Irak y sus posibilidades. Para obviar tal actuación es predecible que una eventual victoria conservadora lleve a un cambio de estrategia en lo referente al ámbito de la seguridad. Según lo declarado por la ministra-sombra de la defensa Pauline Neville-Jones, Gran Bretaña necesitará unir los frentes exteriores e interiores de la seguridad a causa de la expansión global de las nuevas amenazas. Es aceptable que ese cambio suceda en el marco tradicional de la Commonwealth, por las buenas relaciones instauradas con otros países miembros de la UE y, sobre todo, en un clima de cooperación con el aliado de siempre: Estados Unidos. También la OTAN continuará seguramente revistiendo una importancia de primer orden, sobre todo en el ámbito de la misión afgana, con la que Cameron comparte los objetivos. En este punto, la unión de los dos frentes de seguridad, interno y externo, podría sucederse a través de dos acciones: la primera atañería al endurecimiento de las fronteras, también gracias a un incrementado esfuerzo tecnológico, la segunda implicaría una mayor colaboración internacional, sobre todo a nivel de los servicios de inteligencia. Lo que ha sido anunciado por los conservadores es que, en caso de victoria, se pondrá en marcha un órgano de seguridad que se encargará no sólo de gestionar las amenazas terroristas, si no también las desgracias naturales (como las inundaciones del verano de 2007). En cuanto al terrorismo, otro nudo fundamental, aún es importante la histórica relación que Gran Bretaña mantiene con los países de Oriente Medio, del que ha sido un interlocutor de primer orden. Según lo afirmado por Neville-Jones, es necesario que el Reino Unido impulse por una parte reformas en los países mediorientales (sistema político, reformas sociales) para erradicar los factores que hoy principalmente fomentan el fenómeno del terrorismo, y por otra, imponer sobre suelo británico un sistema de leyes más duro al respecto.
Conclusiones
En caso de victoria conservadora en las próximas elecciones británicas, es previsible un cambio de dirección en todos los sectores excepto en el económico, en el que los principios librecambistas permanecerían invariables aunque cambiase su aplicación. Con tal propósito, de hecho, no es posible percibir el cambio interno del partido que ha caracterizado al Gobierno Blair-Brown: la adhesión a los tradicionales principios conservadores (familia, seguridad, economía de mercado) permanecería invariable. Resulta interesante que si se produjera un relevo conservador en Reino Unido, éste coincidiría con el ascenso democrático en Estados Unidos, lo que supondría una nueva y compleja dialéctica en su especial relación. Aún en este caso, no cabría esperar una desvinculación de la política americana, ya que en múltiples ocasiones, el líder conservador ha mostrado su fidelidad a su aliado histórico. Tal acuerdo parecía indispensable para la aplicación de importantes puntos del programa de los Tories, como el incremento de recursos destinados a inteligencia, en cuanto a la seguridad; la devolución de poderes de nivel estatal a nivel local, que podría basarse en el ejemplo federal americano; derribar las reglamentaciones en el campo económico, que tiene sus raíces en el nuevo continente; y, sobre todo, el hecho de que Reino Unido podría encontrar en Estados Unidos el aliado perfecto para contrarrestar el proceso de centralización europeo.
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