Por Daniel Gustavo Montamat
Para fundar las expectativas de alza sostenida en el precio de la producción agropecuaria se hace referencia a la demanda para alimentos de China y la India y a la nueva demanda creada por la producción de biocombustibles. En realidad, los precios del maíz, la soja y el trigo dependen más que nunca de los precios del petróleo, muy sensibles a un nuevo escenario mundial de vacas flacas.
El auge de la economía mundial, que no ha parado de crecer desde 2002, transforma, como siempre, a muchos analistas en racionalizadores de tendencias. Si la tendencia va para arriba, todo va a seguir para arriba. Cuando cambia el ciclo y la tendencia va para abajo, todo seguirá para abajo. Hace un año, ante las primeras señales de alerta del mercado bursátil sobre la salud de la economía americana y su posible impacto en el mundo, proliferaron los análisis que minimizaban las consecuencias de los desequilibrios de la economía del Norte y que, en todo caso, confiaban cualquier complicación a los anticipos oportunos de la política monetaria de la Reserva Federal.
Se subestimó la relación simbiótica entre los salarios chinos, que han permitido convivir a las vacas gordas con petróleo y alimentos caros, y la bulimia americana, que ha operado como consumidora de última instancia de los excedentes comerciales del planeta.
Si se resiente el consumo americano, se rompe una de las patas del entramado productivo que caracterizó esta etapa de la globalización. Hacia mediados del año pasado, los racionalizadores de las vacas gordas empezaron a preocuparse por los datos negativos del mercado de la construcción en EE.UU. atados a la crisis de los préstamos hipotecarios. No se podía soslayar la creciente debilidad de la economía americana. Pero si ésta se desaceleraba, empezó a argumentarse, Europa asumiría la posta para sostener con su renovada vitalidad el ciclo.
En este contexto, los altos precios de la energía y de la materia prima habían llegado para quedarse. Hoy nadie discute que la economía americana está en franca desaceleración y sólo se especula sobre el tiempo que llevará superar el bajón. Pero tampoco se puede negar que esa desaceleración está contagiando a la economía europea.
Las vacas gordas dependen ahora, desacople mediante, del bastión de los emergentes con China a la cabeza. ¿Y el precio de los commodities? Con vacas gordas, nadie duda de que sigan caros. Pero, aun con vacas flacas, muchos especuladores apuestan a que seguirán en alza. Argumentan que la demanda de China y la India no cederá y que la seguridad energética va a seguir apuntalando el auge de los biocombustibles (etanol de maíz y biodiésel de aceite de soja).
Con vacas flacas, otra historia
Nosotros opinamos que, con vacas flacas, la historia puede ser muy distinta. China no va a dejar de consumir alimentos, pero si es afectada por la crisis va a dejar de demandar petróleo al ritmo de los últimos años (dos quintas partes del alza de la demanda petrolera estuvieron asociadas al aumento de sus importaciones). Si, en vacas flacas, el precio del barril cae, muchos proyectos para producir etanol y biodiésel (que sustituyen nafta y gasoil) pierden rentabilidad, a menos que baje el precio de la materia prima.
No olvidemos que cuando el maíz sube para fabricar tortillas también sube para producir etanol. Si el precio de los derivados petroleros cae (un barril de 60 dólares no es improbable en un escenario de vacas flacas), muchos proyectos de biocombustibles se vuelven inviables, a menos que los subsidios públicos se hagan cargo de ellos (lo que es más factible en vacas gordas).
Si se reduce la demanda de materia prima agropecuaria para producir energía en una economía mundial deprimida, es posible que se repitan situaciones transitorias de sobreoferta con fuerte incidencia bajista en el precio de los granos. Si, hasta ahora, los salarios chinos permitieron la convivencia del petróleo caro con las vacas gordas, es muy probable que, con vacas flacas, vuelva el turno de ajustar el valor del petróleo.
Si baja el petróleo, la caída en las cotizaciones agrícolas será inevitable. La OPEP hará lo posible para mantener el precio, pero, como cartel productivo, influye en la oferta, no en la demanda, y tampoco gerencia los ciclos económicos.
El autor es economista y abogado. Fue presidente de YPF durante la gestión estatal y secretario de Energía de la Nación.
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