Los representantes comerciales ante la OMC habían comenzado el año con amplias expectativas. Pero el estancamiento en el diálogo provocado por la reticencia de países pobres y ricos a hacer concesiones parece haber desmoronado esa esperanza.
Los negociadores comerciales de la Ronda Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC) están ingresando a una etapa crítica en sus esfuerzos para cerrar un acuerdo comercial global a fin de año, un pacto que se enmarca en una economía internacional envuelta en una crisis financiera.
El optimismo que rondaba el ambiente multilateral a principios de 2008 ha dado un giro radical muy prontamente. El diálogo se ha estancado en detalles técnicos y las recriminaciones entre países ricos y pobres sobre quién debería demostrar más ambición en reducir las barreras arancelarias han sido moneda corriente.
Las reuniones de esta semana, que abordarán el tema agrícola y el de bienes industriales, determinarán si los mediadores de la OMC pueden llegar a un acuerdo sobre los textos borradores y dejar un rastro de progreso en el diálogo. Tales textos de negociación, en conjunto con una serie de conversaciones en torno al sector de servicios, están pensados para allanar el camino para una reunión entre los ministros comerciales, que acordarían los lineamientos finales del convenio.
Como resultado de los escasos avances logrados este año, la cumbre ministerial, que se anticipaba se realizaría antes de Pascua, en principio se llevaría a cabo a mediados de abril, como mínimo.
Los países ricos como Estados Unidos alegan que no pueden reducir los subsidios agrícolas si el pacto incluye cláusulas que permiten a los otros países diluir el acceso a su mercado para las exportaciones estadounidenses. Pero los países pobres, haciendo hincapié en que la Ronda Doha debería ayudarlos a ellos en particular, dicen que se les exige más a ellos que a las naciones desarrolladas.
En efecto, un convenio no es sencillo de alcanzar. Muchos estados en desarrollo tienen en la mira el incremento del comercio entre ellos, y los países ricos exportadores de alimentos como Australia y Canadá pretenden una mayor porción del mercado europeo y japonés.
El Comisario de Comercio de la Unión Europea (UE), Peter Mandelson, aseguró el mes pasado que existía un enorme riesgo de que la Ronda fracasara. David Woods, analista comercial y ex-portavoz de la OMC, señaló que las perspectivas eran desalentadoras. "En el fondo, la gente se ha rendido en lo que refiere a esperar una conclusión este año”, dijo Woods.
Susan Schwab, Representante de Comercio de Estados Unidos, declaró el miércoles pasado que el futuro del diálogo dependía de los países emergentes como India y Brasil. A cambio de eso, señaló, Estados Unidos está listo para reducir dramáticamente sus comercialmente distorsivos subsidios agrícolas.
Si bien Schwab afirmó que la voluntad de la Administración Bush es llegar a un acuerdo antes de fin de año, muchas naciones dudan de la habilidad de Bush de venderle un convenio al Congreso estadounidense y consideran que no está poniendo todas las cartas sobre la mesa, según explicó Woods. Además, la retórica proteccionista crece a medida que los senadores Barack Obama y Hillary Clinton luchan por la candidatura demócrata a la presidencia del país norteamericano
Los negociadores comerciales de la Ronda Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC) están ingresando a una etapa crítica en sus esfuerzos para cerrar un acuerdo comercial global a fin de año, un pacto que se enmarca en una economía internacional envuelta en una crisis financiera.
El optimismo que rondaba el ambiente multilateral a principios de 2008 ha dado un giro radical muy prontamente. El diálogo se ha estancado en detalles técnicos y las recriminaciones entre países ricos y pobres sobre quién debería demostrar más ambición en reducir las barreras arancelarias han sido moneda corriente.
Las reuniones de esta semana, que abordarán el tema agrícola y el de bienes industriales, determinarán si los mediadores de la OMC pueden llegar a un acuerdo sobre los textos borradores y dejar un rastro de progreso en el diálogo. Tales textos de negociación, en conjunto con una serie de conversaciones en torno al sector de servicios, están pensados para allanar el camino para una reunión entre los ministros comerciales, que acordarían los lineamientos finales del convenio.
Como resultado de los escasos avances logrados este año, la cumbre ministerial, que se anticipaba se realizaría antes de Pascua, en principio se llevaría a cabo a mediados de abril, como mínimo.
Los países ricos como Estados Unidos alegan que no pueden reducir los subsidios agrícolas si el pacto incluye cláusulas que permiten a los otros países diluir el acceso a su mercado para las exportaciones estadounidenses. Pero los países pobres, haciendo hincapié en que la Ronda Doha debería ayudarlos a ellos en particular, dicen que se les exige más a ellos que a las naciones desarrolladas.
En efecto, un convenio no es sencillo de alcanzar. Muchos estados en desarrollo tienen en la mira el incremento del comercio entre ellos, y los países ricos exportadores de alimentos como Australia y Canadá pretenden una mayor porción del mercado europeo y japonés.
El Comisario de Comercio de la Unión Europea (UE), Peter Mandelson, aseguró el mes pasado que existía un enorme riesgo de que la Ronda fracasara. David Woods, analista comercial y ex-portavoz de la OMC, señaló que las perspectivas eran desalentadoras. "En el fondo, la gente se ha rendido en lo que refiere a esperar una conclusión este año”, dijo Woods.
Susan Schwab, Representante de Comercio de Estados Unidos, declaró el miércoles pasado que el futuro del diálogo dependía de los países emergentes como India y Brasil. A cambio de eso, señaló, Estados Unidos está listo para reducir dramáticamente sus comercialmente distorsivos subsidios agrícolas.
Si bien Schwab afirmó que la voluntad de la Administración Bush es llegar a un acuerdo antes de fin de año, muchas naciones dudan de la habilidad de Bush de venderle un convenio al Congreso estadounidense y consideran que no está poniendo todas las cartas sobre la mesa, según explicó Woods. Además, la retórica proteccionista crece a medida que los senadores Barack Obama y Hillary Clinton luchan por la candidatura demócrata a la presidencia del país norteamericano
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