En los 90, estaba claro, de un lado un gobierno indefendible, sin ideología, la familia del presidente llevaba las samsonite cargadas de narcodólares, Al Kassar entraba en casa de gobierno como en su casa, Ibrahim Al Ibrahim manejaba la aduana, y Maria Julia, Alderete, Matilde Menéndez y muchos mas hacían negocios.
Se planteó que se vendían las empresas del estado para pagar la deuda externa, las empresas se vendieron, la deuda se triplicó, las empresas privatizadas cobraban tarifas caras y daban mal servicio, los trenes se redujeron a un 10% de su expresión y siguieron recibiendo subsidios como cuando eran del estado.
En esa época los intelectuales estaban de un lado y el gobierno del otro, en esa época los que estaban en frente me caían bien, luego me dí cuenta que no alcanza con eso, Chacho y Graciela, encantaban multitudes pero no servían para gestionar.
En este conflicto, el gobierno y el campo, la sociedad en general revelaron pobreza en calidad insitucional para transar los conflictos. La puja es normal, el deseo de lucro y acumulación es positivo, el egoismo también, el estado debe recortar ese egoismo de forma ordenada y positiva a favor de la inclusión y el crecimiento horizontal.
Se que hay razón de las dos partes, me molesta cierta violencia del gobierno para plantear propuestas y manejar los conflictos, no estoy de acuerdo con el tope que cancela la incertidumbre de lucro hoy en la barrera de los 750 dólares, sin embargo estoy de acuerdo conlas retenciones, y con cierta movilidad en las mismas, valoro la lucha del campo, sin embargo hoy a diferencia de los 90, los que se oponen y lo que oponen no me atraen.
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