Quizás todo haya empezado en la fragmentación social del voto que hizo presidenta a Cristina, expresión de una sociedad que, aún en proceso de fuerte recuperación después de la gran crisis, no lograba achicar la brecha entre ricos y pobres. Al lado del kirchnerismo, al momento del voto en octubre, sólo quedaron masivamente los más humildes, los más necesitados del auxilio del Estado, los más permeables a la acción de los aparatos políticos. Los Kirchner,a juzgar por sus acciones, leyeron mal esa elección: creyeron haber ganado un plebiscito, atravesando todas las capas sociales.
Planteado el conflicto con el campo, construyeron una antinomia forzada, que profundizó los enconos políticos y sociales. Y que le ofreció a la clase media, que ya se había expresado antikirchnerista en el voto de las grandes ciudades del país, la posibilidad de montarse en el reclamo del campo, potenciándolo. El resultado de esa táctica equivocada fue el constante retroceso en la imagen y el respaldo social del Gobierno.
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