Carolina, Ester, Elisa y Mónica están sentadas en un despacho del colegio Lourdes de Madrid. Tienen 17 años, menos Elisa, de 16. Utilizan Internet desde los 11.
-Mi padre está obsesionado con las palabras, mira todo el rato enciclopedias.
-¡Buf!, pues mi madre se enteró ayer de que el móvil tiene cámara.
-Pues yo he cambiado siete veces de móvil desde los 12 años. Si seguimos a este ritmo, para cuando yo tenga hijos, los coches van a volar.
Carolina, Ester, Elisa y Mónica pertenecen a la llamada generación de nativos digitales, un término que acuñó el tecnólogo Marc Prensky en 2001 y que agrupa a aquellos para los que Internet existe desde que tienen uso de razón. Dicen los estudiosos y muchos de los profesores que los educan que esta generación que ha crecido con un móvil en la mano izquierda y un mouse en la derecha es muy distinta de las anteriores.
Los primeros nativos digitales españoles tienen ahora entre 15 y 18 años. Huyen de la secuencia lineal de información, quieren intervenir en el proceso, hacer clic para ir adonde les interesa. No son consumidores pasivos de contenidos, los crean, se mandan videos, fotos que retocan, que editan, son muy creativos; por eso la tele les empieza a parecer una cosa antigua, aunque sea en pantalla plana.
Llegan a casa, se sientan frente al ordenador y, mientras se conectan con su red de amigos, ven un video en YouTube, chatean con amigos mientras se descargan una canción o un capítulo de su serie favorita. Es decir, prestan atención parcial a varias cosas a la vez. "Su atención se divide mejor, su cerebro tiene un procesador más complejo", explica Enrique Dans, profesor de Sistemas de Información del Instituto de Empresa. El que se educa desde pequeño con los idiomas, aprende muy rápido otros idiomas. Lo mismo pasa con la tecnología.
Siendo adolescentes, los nativos digitales manejan dispositivos que hasta hace poco sólo estaban al alcance de una persona de 30 años. El 96% de los jóvenes tiene móvil, según el último estudio del Instituto de la Juventud (frente a un 88,4% de 2004). Y como dice Soledad González, profesora de Economía e Historia del colegio Lourdes, de 57 años, lo que ella enseña a chicos y chicas de 17 años es lo que aprendió en la universidad.
Los primeros nativos digitales, personas nacidas desde los 90, ya están llegando a la universidad. Es allí, y en las enseñanzas medias, donde se pone de manifiesto la conveniencia de adaptar los sistemas educativos a unas nuevas necesidades.
"El profesor deja de ser el poseedor del conocimiento", explica Fernando García, profesor de Química del colegio Irabia de Pamplona y autor del libro Educar hijos interactivos .
"Hay una pérdida de autoridad de los padres y profesores, ya no le preguntas a papá o al profe las dudas, porque a lo mejor son ellos los que no saben." Las respuestas se buscan en Google y en YouTube.
Nuevos roles
"El profesor no puede ser un poseedor de conocimiento", sostiene García, "tiene que ser un guía que ayude a distinguir la información veraz de la no veraz".
Angel León, de 56 años, responde al perfil de lo que se llama un inmigrante digital. Es decir, una persona que no ha nacido en ese entorno pero que se adapta a él. Como profesor de Historia del colegio Lourdes, ya no utiliza nunca la pizarra.
"Hace años que no me mancho las manos con tiza", dice sentado frente a su ordenador. "Mi tiza es esto". Y extrae de debajo de la camisa una llave USB de ocho gigas que llevaba colgada al cuello. Ahí están sus lecciones, que actualiza por la noche.
Son precisamente las redes de amigos, como Facebook, Tuenti y MySpace, las que están introduciendo los últimos cambios en las pautas de conducta de los nativos digitales. En ellas, el usuario da datos como su nombre, edad, la ciudad donde vive, los sitios por donde sale. Las marcas pueden dirigirse directamente a su potencial cliente. "A los jóvenes y a las empresas hay que prepararlos para la incertidumbre permanente", declara Rafael López Castejón, autor del blog Nativos digitales.
Joseba Elola
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