Por Rubén Weinsteiner para EL PAÍS
El discurso 3.0 se emite desde actores políticos y
corporativos hacia sujetos jóvenes de elección, consenso y consumo; y se despliega ante audiencias de audiencias.
Twitter, facebook, los SMS, el e-mail, son lugares
conceptuales de expresión, que modificaron disruptivamente el discurso por formato, extensión, recorrido y definición del
mismo, transformando los discursos sociales, creando nuevos géneros que implican diferentes
estrategias de intercambio de información, producción, comprensión y lectura de
textos, y profundizando la brecha con
los adultos inmigrantes digitales.
La comunicación 3.0, última forma de comunicación humana, se
ha desarrollado en todas los esferas sociales, sustituyendo a géneros
tradicionales como la carta, el diálogo, la conversación o el debate, y ha modificado los géneros del discurso de
transmisión de conocimientos, como los diccionarios y los métodos de enseñanza,
muy especialmente en los sub 25.
Para algunos este cambio abrupto y profundo, representa una
amenaza. Teniendo en cuenta que las palabras son el órgano constitutivo del
pensamiento, para los que exploramos
nuevas formas de comunicar, las innovaciones representan más que una amenaza, la oportunidad de explorar las posibilidades a
las que nos conduce el lenguaje, que son en definitiva las de la mente humana.
Googlear o cliquear son verbos que no vienen a reemplazar
palabras, sino a dotar de representación lingüística a posibilidades nuevas. Escribir
2b or nt 2b no priva a alguien de leer y apropiarse intelectualmente de la
literatura de Shakespeare, sino de construir un puente (una traducción, si se
quiere) entre los usuarios de esas expresiones y los de otras prácticas
comunicativas.
La narrativa y el discurso 3.0 construyen y acumulan en el campo de las emociones, donde la
cognitividad fundamenta y la emocionalidad define.
Junto con las palabras nuevas y las abreviaturas 2.0 y 3.0, aparecen los emoticones como signos que
denotan y comunican emociones como sonrisa, tristeza, llanto, asombro, duda,
apoyo, indignación, deseo, coquetería etc. Los emoticones y la acotación icónica, son
estrategias que operan como pistas perceptivas. Estos elementos suprasegmentales del discurso, favorecen la comprensión del mensaje, al
posibilitar la metarepresentación de la emocionalidad y las intenciones
verdaderas.
Esa emocionalidad exprés, como factor constitutivo central
del discurso 3.0, determina la credibilidad del mismo y su viralidad potencial.
El discurso 3.0 de los nativos digitales, tiene una
funcionalidad primordial lúdica, donde
la comunicación presenta aspectos muy personales, al ser los jugadores “amigos” y “seguidores”.
Vemos dos rasgos emocionales muy marcados en esta forma de comunicación, el
humor y la identidad. Por eso los jóvenes necesitan establecer en su discurso
3.0, con vehemencia los rasgos emocionales principales de su persona. En esta
tarea, el humor y la protesta juegan un papel importante: ser gracioso y ser
mordaz son formas rápidas y efectivas de
conseguir ser conocido, valorado y viralizado
en este entorno (aunque, por supuesto, no las únicas).
La narrativa y el discurso 3.0 de una marca política, para
desarrollar una propuesta de valor, dotada de emocionalidad y verdad, deberán revelar el grado de aptitud de la marca, para
satisfacer demandas y proponer nuevas perspectivas.
El discurso 3.0, emocional
y directo, se caracteriza por articular oraciones cortas, de cómo máximo siete palabras, donde cada
palabra debe luchar por su supervivencia, y donde la percepción del valor de verdad y
potencia de emocionalidad de una oración, resultan inversamente proporcional a su
extensión.
Oraciones cortas, emoción y valor de verdad
Volviendo a Shakespeare, en Macbeth escribía: “La Reina, mi Lord, murió” una oración emocional,
directa y perfectamente twitteable.
Un lugar efectivo, para que una
oración corta construya emocionalidad e instale
percepción de verdad, es al final de un largo párrafo. Esa oración corta le da
sentido y a la vez resuelve la función de ese párrafo.
Una buena estrategia de pinzas, para que dos oraciones cortas se constituya
en “anillo de la verdad y emoción” de un párrafo largo, es ubicar a la primera
como una especie de subtitulo y a la segunda como oración final despegada del
párrafo más largo, pausa mediante y rodeando el párrafo.
George Orwell lo utiliza en
“Animal farm”
It was a pig walking on his hind
legs.
Yes, it was Squealer … And finally
there was a tremendous baying of dogs and a shrill crowing from the black
cockerel, and out came Napoleon himself, majestically upright, casting haughty
glances from side to side, and with his dogs gambolling round him.
He carried a whip in his trotter.
El subtitulo que abre, construye sentido, el
párrafo largo puede ser tedioso, pero prepara al auditorio y empodera a la
oración final, con la que se define emocionalmente el tramo del discurso.
Otro ejemplo interesante lo vemos en Anthony
Burgess, autor de “La naranja mecánica” cuando en la escena final y con la
música de la novena sinfonía de Beethoven, el personaje dice:
Oh, it was gorgeosity and yumyumyum.
When it came to the Scherzo I could viddy myself very clear running and running
on like very light and mysterious nogas, carving the whole litso of the
creeching world with my cut-throat britva. And there was the slow movement and
the lovely last singing movement still to come. I was cured all right.
Burgess nos
presenta aquí una última oración con cinco palabras muy cortas, que no solo
define un párrafo importante, resuelve, construye sentido y cierra el libro,
luego devenido en película.
Lo que
define el carácter corto de una oración corta, es el conjunto de oraciones que
rodean a esa oración. En un mundo de oraciones de 25 palabras, las oraciones de
7 adquieren un poder especial.
Las
oraciones cortas, se constituyen en atajos cognitivos en la construcción del sistema de
preferencias del voto joven. El discurso 3.0, con sus oraciones cortas debe plantear
el “para qué”, el candidato quiere llegar al poder, y por otra parte, generar identificación.
Los sujetos
de elección jóvenes, necesitan para
relacionarse emocionalmente e identificarse con una marca política, atribuirles a estas, voluntades,
particularidades, valores, obligaciones, promesas, diferencias y capacidades
subjetivas.
Ese es el
eje de la racionalidad instrumental del voto joven. Para los adultos, identificación es solo empatía, para el
joven, identificación, es amor.
Rubén
Weinsteiner
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