La maratón más compleja del planeta se realiza una vez por año, incluye a 40 participantes y sobresale por su trayecto plagado de obstáculos. Los detalles de la prueba que en toda su historia sólo 17 personas pudieron terminarla
Calor extremo, niebla densa, lluvia, inundaciones o hasta nieve decoraron la carrera desde su primera vez en 1986 (Cary Norton)
En 1977, James Earl Ray, el asesino de Martin Luther King, escapó de la penitenciaría de Brushy Mountain State, pero su plan de librarse de la ley no dio frutos, ya que 54 horas después de la evasión fue recapturado. Las características inhóspitas del parque Frozen Head, que rodea la actual clausurada cárcel, al este de Tennessee, fueron su perdición. Un laberinto del que no pudo salir y del que pudo alejarse 14 kilómetros.
La frustrada fuga fue el hecho que despertó el ingenio del maratonista Gary Cantrell para moldear una idea que hace tiempo rondaba por su cabeza: crear la carrera más peligrosa y compleja del mundo. El atleta sabía que para lograr la prueba más difícil era necesario un terreno acorde a tal eslogan. Por ello, el escenario imposible para Ray, con sus interminables colinas cubiertas de una frondosa vegetación, resultó el ideal. Así nació la Barkley Marathons.
Los tramos empinados caracterizan la prueba que en el mundo del running se considera la más difícil
En la extensión reside la principal dificultad. Se trata de un recorrido de 100 millas -más específicamente, 161 kilómetros– que se deben cubrir en menos de 60 horas, el tiempo límite. Son cinco vueltas al Frozen Head, donde no existe ningún sendero y el camino consta de puras subidas y bajadas. El desglose de todo el tramo data de 16.200 metros de desnivel, siendo cada vuelta de 32 kilómetros y con 12 horas de tiempo máximo para cada una.
La competición dura un fin de semana. En general, comienza el sábado por la mañana y termina el lunes por la madrugada. Por el apremio por cumplir con el periodo temporal disponible, el sueño queda casi relegado. Los fondistas descansan solamente una hora o poco más. No hay asistencia, solo dos puntos de hidratación líquida en cada vuelta. La resistencia, la fortaleza son los principales requerimientos para participar.
Los competidores están expuestos a distintos tipos de lesiones
Para los cientos de postulantes que se registran cada año, el desafío no implica solo correr. Hay otra serie de requisitos. Cada uno cuenta con la ayuda de una brújula y un mapa, con los que tratará de encontrar nueve libros repartidos por el circuito de los que deben arrancar una página, con el fin de que demuestren que pasaron por todos los puntos del recorrido.
La cárcel Brushy Mountain State es el punto de partida de la carrera
Los cupos son limitados. Por edición, salen 40 personas al bosque, elegidas al azar. La forma de inscripción es curiosa: se debe enviar un mail al organizador explicando los motivos para ser admitido. Solo los invitados, reciben la respuesta en la que se detalla la fecha exacta de la prueba, siempre estipulada para principios de abril. Ya en la "pista" la carrera comienza cuando Cantrell enciende un cigarrillo.
En los últimos años, aumentaron las cifras de mujeres inscritas. El récord actual de las féminas lo ostenta Sue Johnston, que en 2001 logró completar tres vueltas antes de retirarse. Algo enorme al tener en cuenta que cada año aproximadamente cinco de los 40 competidores llegan a la cuarta vuelta.
Cada año, participan entre 35 y 40 corredores de todo el mundo
Sólo 17 personas desde la primera edición pudieron terminarla. El último que lo logró fue Jared Campbell, considerado la leyenda de la disciplina, tras superar la prueba en tres ocasiones (2012, 2014 y 2016). Lo hizo en 59 horas, 32 minutos y 30 segundos, a pocos minutos de culminar el plazo establecido. Durante ese lapso durmió apenas poco más de una hora.
"En la misma carrera un corredor puede experimentar una combinación de calor extremo, niebla tan densa que apenas pueden ver sus pies, lluvia, inundaciones y nieve. Porque los seres humanos están hechos para soportar desafíos físicos. Y la verdadera alegría es ver a las personas que encuentran algo en sí mismas que no sabían que tenían", dice Cantrell.
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