Según un informe reservado preparado por el MI6 (Servicio de Inteligencia Exterior de Gran Bretaña), los esfuerzos británicos y estadounidenses para terminar con la industria del opio en Afganistán genera considerables resistencias entre la población, creciendo el apoyo, sobretodo en sectores bajos esencialmente menos politizados, hacia los talibanes.
Por Rubén Weinsteiner
El informe, un estudio muy crítico de los cinco años desde la invasión liderada por los Estados Unidos, revela va creciendo el hambre entre los afganos, a pesar del compromiso de los donantes internacionales y que la presencia militar extranjera está “alimentando el resentimiento y el temor”. El informe afirma que, la comunidad internacional, con los Estados Unidos a la cabeza, había “•fracasado en su intento de lograr estabilidad y seguridad” en el país, destruido por la guerra, y que los ataques se producían diariamente.
Según el informe, “Los Estados Unidos y el Reino Unido dan prioridad a la seguridad basada en criterios militares y se concentran en iniciativas de contra terrorismo y respuestas militaristas a la crisis del opio de Afganistán, lo cual ha debilitado la capacidad de la comunidad local e internacional de responder a los múltiples problemas relacionados con la pobreza que aqueja a este país”. “Al desviar los fondos de ayuda de su finalidad de asistir en el desarrollo y aliviar la pobreza, las fracasadas políticas anti-narcóticos se han apropiado de los esfuerzos de la comunidad internacional de construir la nación y han debilitado el gobierno democráticamente elegido de Afganistán.
El cultivo de amapolas es una estrategia de subsistencia para millones de afganos que de esta forma pueden al menos alimentarse, y las políticas de erradicación de cultivos de los Estados Unidos y del Reino Unido están exacerbando la violencia y la inseguridad”. La conclusión del informe es que la pobreza estaba empujando a la gente a apoyar a los talibanes, que ahora tenían un “control psicológico y militar de facto” sobre la mitad de Afganistán. En él también se afirma que las coaliciones militares internacionales en Afganistán –la Operación Libertad Duradera, al mando de los Estados, y la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF, por sus siglas en inglés) al mando de la OTÁN– estaban alimentando el resentimiento y el temor. Las distinciones entre ellas son extremadamente borrosas, y la ISAF, bajo el mando de la OTÁN está constantemente envuelta en operaciones de guerra.
Los afganos tienen la impresión de que las coaliciones militares internacionales toman partido en una situación de guerra civil, y mientras las tropas de OTÁN-ISAF se retiran a sus barracas en el sur de Afganistán, los habitantes locales perciben que los insurgentes, guiados por talibanes, están derrotando una vez más a las potencias militares internacionales. El informe, titulado Afganistán Cinco Años Después: el Regreso de los Talibanes, se publica luego de que las fuerzas británicas experimentaron sus días más sangrientos en el país, con 15 militares muertos en un accidente aéreo cerca de Kandahar y un ataque suicida en Kabul.
El nuevo Jefe de Estado Mayor, General Sir Richard Dannatt, también dijo que el ejército apenas puede hacer frente a las demandas que el gobierno le impone. El informe también expresó los temores acerca del “escepticismo cada vez mayor” con que los afganos ven su gobierno, y perciben que su deber es responder a los donantes internacionales y no a los votantes locales.
El Consejo afirmó que el gasto militar dejó atrás el gasto de desarrollo y reconstrucción por una diferencia de 900% y que, debido a que no se ha dado prioridad a la lucha contra la pobreza, “los esfuerzos de la comunidad internacional para construir la democracia están colapsando mientras los afganos se mueren de hambre”. Tres factores contribuyeron a la situación actual, según el informe.
La presencia militar internacional, que se percibe como una fuerza invasora más que como una fuerza de estabilización, la “fracasada” política anti-opio, y la falta de una “agenda de reconstrucción artificial” para abordar las necesidades reales de los habitantes del lugar. En el informe, que consta de 248 páginas, se hacen tres recomendaciones, especialmente que se dé alta prioridad al alivio de emergencia de la pobreza, que se proceda a una “completa revisión” de las estrategias antinarcóticos y que las operaciones militares se pongan en segundo plano y brinden apoyo a intervenciones en el desarrollo.
Por Rubén Weinsteiner
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