Lech Walesa y Desmond Tutu hablan de solidaridad. Vaclav Havel espera una nueva "Revolución de Terciopelo". Wei Jingsheng advierte acerca de una sangrienta nueva versión de lo ocurrido en la plaza china de Tiananmen.
Algunos de los más prominentes ex disidentes del mundo -plenamente conscientes de lo que puede resultar bien o salir mal cuando una sociedad reprimida trata de librarse de una tiranía- ven sombras de sus propias luchas pasadas en el drama que se cierne sobre Myanmar.
Entrevistados esta semana por la agencia de noticias Associated Press y otros medios, estos ex disidentes opinaron en forma clara y profunda, y dieron sus recomendaciones a los monjes budistas y a los manifestantes pro democráticos que desafían el régimen militar de Myanmar. Y también a los líderes mundiales y a la gente común y corriente que observa el desarrollo de los acontecimientos.
"Si no hay una suficiente presión internacional, y si China ofrece apoyo al régimen tras bambalinas, entonces muy probablemente habrá en Myanmar algo parecido a lo que pasó en la plaza de Tiananmen: una masacre atroz", expresó Wei, el más conocido ex disidente chino, desde su casa en los Estados Unidos, donde vive exiliado. Cientos de personas fueron asesinadas en 1989 cuando el ejército chino aplastó las protestas pro democráticas en esa plaza de Pekín.
Wei, que pasó 17 años en prisiones chinas por promover reformas en su sistema comunista, exhortó a ejercer más presión internacional contra la junta de Myanmar y contra China por su notorio apoyo al régimen.
Walesa, que fundó en Polonia el sindicato pro democrático Solidaridad y se convirtió en el primer presidente del país tras la caída del comunismo, dijo que la única esperanza para los monjes y activistas de Myanmar es permanecer unidos y que el mundo entero apoye su causa.
"Mi consejo es que forjen su propia solidaridad interna y hagan esfuerzos para lograr que el mundo se solidarice con ellos", dijo.
Pero el Myanmar de 2007 es considerablemente distinto de la Europa del Este de hace dos décadas.
Aislado por un "régimen de gatillo fácil" que aplasta disidencias desde hace 45 años, Myanmar perdió completamente la oportunidad de sumarse a la incontenible ola reformista y revolucionaria que se extendió por el mundo hacia fines de los años 80.
En 1989, cuando los "peaceniks" (activistas en favor de la paz) de Havel colmaron la plaza de Wenceslao, en Praga, para denunciar un régimen al que Havel ridiculizó y definió con el célebre nombre de "Absurdistán", su gran número y su firme voluntad se sobrepusieron a los bastones largos y al gas lacrimógeno de la policía.
Cuando las marchas de protesta trataron de hacer lo propio en Myanmar en 1988, miles fueron ametrallados en las calles.
"Si no tienen solidaridad hoy, perderán y tendrán que intentarlo muchas veces más. Sin embargo, aunque fracasen, el precio que paguen acelerará el proceso de liberación", dijo Walesa.
El ganador del premio Nobel de la Paz, que lideró a decenas de miles de obreros en exaltadas huelgas durante los años 80 en los astilleros de Gdansk, admite que el enfrentamiento en Myanmar reavivó un tanto su anterior brío.
"Quizá me sume a ellos también. Ciertamente haré algo porque no puedo permanecer indiferente. Me gusta ganar", advirtió.
Su laureado colega, Desmond Tutu, que ganó el Nobel por su participación en el movimiento contra el apartheid en Sudáfrica, fue entrevistado mientras se preparaba para marchar en Suecia contra los acontecimientos en Myanmar.
"En Sudáfrica habíamos desarrollado una acción en masa. También tuvimos una alianza de organizaciones sustentadas en la fe. Que los monjes en Myanmar estén en la línea de vanguardia refleja la situación que nosotros experimentamos. Aunque en la ex Birmania no hay diversidad religiosa, ya que la mayoría es budista, lo importante es que los guías espirituales y religiosos han puesto el pecho. Los admiro por eso", comentó.
Tutu añadió que instaría a China a ejercer "su poderosa influencia" sobre el régimen militar de Myanmar. Si China no responde, Tutu agregó que se sumará al pedido de boicot de los Juegos Olímpicos de Pekín.
Una mujer "valiente"
Otro ganador del premio Nobel, Vaclav Havel, el dramaturgo convertido en presidente cuyo movimiento pacifista derrocó al régimen totalitario de Checoslovaquia en 1989, dijo que también está dispuesto a ir a Myanmar si la líder opositora Aung San Suu Kyi deja su arresto domiciliario y asume el poder.
"No se imaginan qué feliz sería de viajar allí lo antes posible", dijo Havel, de 70 años, al diario checo Mlada Fronta Dnes, elogiando a Suu Kyi como "una mujer culta y valiente". Por su parte, Tutu dijo de ella: "Espero que sepa cuánto la apoya el mundo. Es una mujer extraordinaria".
La ganadora del Nobel de Literatura Nadine Gordimer -conocida por su obra acerca del carácter inhumano del apartheid en Sudáfrica- apeló al secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, para hacer algo "en nombre de una humanidad compartida".
"Nadie que en nuestro mundo respete la santidad de la vida, la justicia y la libertad de las personas por la vía pacífica puede permanecer ajeno a los acontecimientos de Myanmar", expresó.Traducción: Luis Hugo Pressenda
Algunos de los más prominentes ex disidentes del mundo -plenamente conscientes de lo que puede resultar bien o salir mal cuando una sociedad reprimida trata de librarse de una tiranía- ven sombras de sus propias luchas pasadas en el drama que se cierne sobre Myanmar.
Entrevistados esta semana por la agencia de noticias Associated Press y otros medios, estos ex disidentes opinaron en forma clara y profunda, y dieron sus recomendaciones a los monjes budistas y a los manifestantes pro democráticos que desafían el régimen militar de Myanmar. Y también a los líderes mundiales y a la gente común y corriente que observa el desarrollo de los acontecimientos.
"Si no hay una suficiente presión internacional, y si China ofrece apoyo al régimen tras bambalinas, entonces muy probablemente habrá en Myanmar algo parecido a lo que pasó en la plaza de Tiananmen: una masacre atroz", expresó Wei, el más conocido ex disidente chino, desde su casa en los Estados Unidos, donde vive exiliado. Cientos de personas fueron asesinadas en 1989 cuando el ejército chino aplastó las protestas pro democráticas en esa plaza de Pekín.
Wei, que pasó 17 años en prisiones chinas por promover reformas en su sistema comunista, exhortó a ejercer más presión internacional contra la junta de Myanmar y contra China por su notorio apoyo al régimen.
Walesa, que fundó en Polonia el sindicato pro democrático Solidaridad y se convirtió en el primer presidente del país tras la caída del comunismo, dijo que la única esperanza para los monjes y activistas de Myanmar es permanecer unidos y que el mundo entero apoye su causa.
"Mi consejo es que forjen su propia solidaridad interna y hagan esfuerzos para lograr que el mundo se solidarice con ellos", dijo.
Pero el Myanmar de 2007 es considerablemente distinto de la Europa del Este de hace dos décadas.
Aislado por un "régimen de gatillo fácil" que aplasta disidencias desde hace 45 años, Myanmar perdió completamente la oportunidad de sumarse a la incontenible ola reformista y revolucionaria que se extendió por el mundo hacia fines de los años 80.
En 1989, cuando los "peaceniks" (activistas en favor de la paz) de Havel colmaron la plaza de Wenceslao, en Praga, para denunciar un régimen al que Havel ridiculizó y definió con el célebre nombre de "Absurdistán", su gran número y su firme voluntad se sobrepusieron a los bastones largos y al gas lacrimógeno de la policía.
Cuando las marchas de protesta trataron de hacer lo propio en Myanmar en 1988, miles fueron ametrallados en las calles.
"Si no tienen solidaridad hoy, perderán y tendrán que intentarlo muchas veces más. Sin embargo, aunque fracasen, el precio que paguen acelerará el proceso de liberación", dijo Walesa.
El ganador del premio Nobel de la Paz, que lideró a decenas de miles de obreros en exaltadas huelgas durante los años 80 en los astilleros de Gdansk, admite que el enfrentamiento en Myanmar reavivó un tanto su anterior brío.
"Quizá me sume a ellos también. Ciertamente haré algo porque no puedo permanecer indiferente. Me gusta ganar", advirtió.
Su laureado colega, Desmond Tutu, que ganó el Nobel por su participación en el movimiento contra el apartheid en Sudáfrica, fue entrevistado mientras se preparaba para marchar en Suecia contra los acontecimientos en Myanmar.
"En Sudáfrica habíamos desarrollado una acción en masa. También tuvimos una alianza de organizaciones sustentadas en la fe. Que los monjes en Myanmar estén en la línea de vanguardia refleja la situación que nosotros experimentamos. Aunque en la ex Birmania no hay diversidad religiosa, ya que la mayoría es budista, lo importante es que los guías espirituales y religiosos han puesto el pecho. Los admiro por eso", comentó.
Tutu añadió que instaría a China a ejercer "su poderosa influencia" sobre el régimen militar de Myanmar. Si China no responde, Tutu agregó que se sumará al pedido de boicot de los Juegos Olímpicos de Pekín.
Una mujer "valiente"
Otro ganador del premio Nobel, Vaclav Havel, el dramaturgo convertido en presidente cuyo movimiento pacifista derrocó al régimen totalitario de Checoslovaquia en 1989, dijo que también está dispuesto a ir a Myanmar si la líder opositora Aung San Suu Kyi deja su arresto domiciliario y asume el poder.
"No se imaginan qué feliz sería de viajar allí lo antes posible", dijo Havel, de 70 años, al diario checo Mlada Fronta Dnes, elogiando a Suu Kyi como "una mujer culta y valiente". Por su parte, Tutu dijo de ella: "Espero que sepa cuánto la apoya el mundo. Es una mujer extraordinaria".
La ganadora del Nobel de Literatura Nadine Gordimer -conocida por su obra acerca del carácter inhumano del apartheid en Sudáfrica- apeló al secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, para hacer algo "en nombre de una humanidad compartida".
"Nadie que en nuestro mundo respete la santidad de la vida, la justicia y la libertad de las personas por la vía pacífica puede permanecer ajeno a los acontecimientos de Myanmar", expresó.Traducción: Luis Hugo Pressenda
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