Algo está sucediendo en Irán. Esta semana renunció el ministro de Relaciones Exteriores y enseguida volvió. Ayer se hablaba de la renuncia del ministro de Vivienda, pero la información fue desmentida. El jefe de las negociaciones en materia nuclear fue despedido, pero debió quedarse. Ahmadinejad asegura que todo está en orden, pero varios especialistas aseguran/esperan que el "jefe máximo" Hamenei decida muy pronto despedir a Ahmadinejad para llegar a un entendimiento con occidente
La intempestiva renuncia del ministro de Relaciones Exteriores iraní, Manucher Mottaki, duró menos de un día. Mottaki, diplomático veterano y experimentado, ex embajador en Turquía y Japón, que parece un personaje gris y carente de fuerza política, dejó ver de pronto su otra cara: se hartó de las "trampas" que le pone últimamente el presidente Mahmoud Ahmadinejad y decidió renunciar.
Durante la noche del lunes al martes, Mottaki se ocupó de filtrar la información a dos miembros destacados del parlamento de Teherán, haciéndoles saber que en la mañana hará estallar una verdadera bomba. Los diputados reaccionaron, y Ahmadinejad recibió un informe sobre la bomba que estaba por estallarle en la cara, en medio de su reciente visita a Armenia.
Ahmadinejad volvió rápidamente a Teherán y más rápidamente aún emitió un comunicado anunciando que Mottaki no renunció. Pero no se sorprendió. Él sabía que su canciller estaba ofuscado, debido a los desacuerdos y algunos malos tratos o desprecios que había recibido. Por ejemplo puede mencionarse que, después que Mottaki preparó y coordinó la visita presidencial a Armenia, Ahmadinejad decidió que Mottaki no viajaría.
"Con toda intención él me convirtió en un empleado de última categoría", le dijo el ministro a los parlamentarios refiriéndose a Ahmadinejad. Pero, un día después se quebró y volvió, por temor a que Ahmadinejad le inventara alguna causa judicial y lo mandara a la cárcel.
El canciller renuncia
Mottaki realmente no está solo. Ayer, una vez más, volvieron a escucharse rumores sobre la renuncia del ministro de Vivienda, Muhamad Saidi. El presidente, una vez más, lo negó: "Yo soy como un entrenador de fútbol, si la selección fracasa hay que cambiar a los jugadores", aseguró.
A pesar de las declaraciones de Ahmadinejad, no cabe duda de que algo está sacudiendo al gobierno en Teherán. Los expertos y analistas no se ponen de acuerdo acerca de si todo esto hará caer a Ahmadinejad o no.
Tres días antes de la renuncia de Mottaki, fue desplazado de su cargo un amigo de Ahmadinejad, Alí Larijani, que era secretario de la Comisión de Energía Atómica y encargado del diálogo con la Unión Europea. Su lugar fue ocupado por uno de los vices del ministro de Relaciones Exteriores, Hasan Jalili, un empleado anónimo que fue colocado en ese puesto pasando por encima de la autoridad de Motaki y pasó a ser su jefe. Jalili logró sumar puntos con Ahmadinejad gracias a su trabajo como "informante" del presidente sobre todo lo que hacía el ministro Mottaki y su gente. Dado que el tema nuclear es el más delicado e importante de la política iraní, Larijani recibió la orden de Hamenei de pasar por alto a Ahmadinejad e informarle a él en forma directa. Por tanto, Larijani solía hablar a solas con el jefe máximo bastante seguido. Pero Ahmadinejad no se quedó de brazos cruzados: el "topo" que metió en la cancillería se ocupaba de mantenerlo informado de todo. Incluso le informó que "Mottaki y Larijani son demasiado suaves y débiles frente a sus interlocutores europeos".
De todos modos, lo último que le hace falta al gobierno iraní es la renuncia de un canciller. Especialmente después de una serie de renuncias en la cúpula de gobierno, del ministro de Combustible, de Economía, de Educación y hasta del gobernador del Banco Central. Después de dos años de gobierno, Ahmadinejad no puede permitirse otro terremoto, que pueda dar señales hacia el mundo exterior - especialmente el occidental - de que algo se está derrumbando.
Los estudiantes luchan
Durante el año pasado, Irán ganó 60 mil millones de dólares gracias al petróleo. Sólo un quinto de esta suma fue destinado a programas de acción social y desarrollo. La mayor parte de estas ganacias fueron destinadas al programa nuclear, a la adquisición de insumos militares, de armas, como así también a los subsidios que permanentemente entrega el gobierno iraní a Hezbollah, Hamás, los Hermanos Musulmanes y al palacio presidencial en Damasco.
Menashe Amir, periodista de Kol Israel en persa, explica que Ahmadinejad "también se adjudicó el manejo de la economía del país, y en a partir de allí quedó en evidencia como un pésimo director, atropellado, poco cauto y agresivo, indiferente a las necesidades del ciudadano común. Además, quedó clarísimo ante todo el mundo que es mentiroso".
Desde el escondite adonde, un disidente iraní también realiza un análisis personal de la situación interna de su país y hacia dónde se dirige: siete ministros renunciaron, protestas estudiantiles contra el presidente, malestar debido al aumento - el doble - de los precios de la carne y productos básicos. Inflación, desocupación, miseria, disgusto y malestar. De todos modos, Askari no se hace ilusiones, y no cree que Ahmadinejad vaya a caer muy pronto, si bien observa que hay oposición a su gobierno.
Un profesor iraní, que reparte su tiempo entre Teherán y Londres y que - por algún motivo - no puede dar a conocer su nombre, le da mucha importancia al malestar y los sentimientos de rebeldía que empiezan a manifestarse entre los intelectuales, los jóvenes y los empleados de gobierno, como el comienzo de un camino que podría terminar con la carrera de Ahmadinejad y con su gobierno. "Lean lo que escriben los jóvenes, los estudiantes, las mujeres, en los blogs en Internet, y se darán cuenta que el gobierno iraní de hoy en día se está enfrentando a problemas graves", dice el profesor.
A los ojos de los occidentales, Ahmadinejad no es más que un delincuente puesto en el gobierno por los ayatolas. Para los especialistas en Irán en el ámbito de inteligencia se transformó en un problema, debido a la fuerza que acumuló gracias a su estrecha relación con la Guardia de la Revolución, la unidad de elite militar y de seguridad de Irán. Una pequeña parte de los expertos analistas siguen sosteniendo que los ayatolas pueden permitirse deshacerse de Ahmadinejad en el momento en que no sirva más a sus intereses. Pero la mayoría piensa que Irán se va convirtiendo paulatinamente en un país aislado y que, mientras se siga manejando sólo con quienes le son favorables y cercanos, Ahmadinejad podrá conservar su fuerza y su poder, y llegará rápidamente al sillón de jefe máximo.
En una caricatura que se publicó recientemente en una revista iraní, en ocasión de la polémica visita de Ahmadinejad a Estados Unidos, se ve al presidente iraní rogando que lo dejen visitar el lugar donde estuvieron las Torres Gemelas y colocar una ofrenda floral en memoria de los mártires, los secuestradores de aviones. Según un analista iraní que no rebela su nombre, una caricatura como ésa no puede ser publicada en Irán, "pero no creo que Ahmadinejad esté enojado. Desde su punto de vista, mientras él provoca, saca de quicio, desafía y ataca, suma más puntos a su favor, en Irán y en el mundo entero".
La carta de protesta que enviaron los miembros del parlamento al despacho de Hamenei después del alejamiento de Larijani, deja en evidencia la discusión encubierta que existe en Irán acerca del tema nuclear, y de la que no se publica ni una sola palabra en los periódicos. Están los que recomiendan frenar el proceso de enriquecimiento de uranio para evitar las sanciones económicas y el aislamiento de Irán del resto del mundo. Ellos son los que señalan que la crisis económica empeorará y advierten sobre una posible rebelión interna de pobres y desocupados.
También advierten sobre un posible ataque militar norteamericano. "Hay que calmar los ánimos de occidente", asegura el ex presidente Rafsanjani y otro ex presidente, Hatami, critica duramente el fracaso de la política económica de Ahmadinejad. Incluso el presidente ruso, Vladimir Putin, recomendó en su última visita a Irán un cambio de política. Si ustedes congelan el proceso de enrquecimiento de uranio, nosotros nos ocuparemos de congelar la decisión del Consejo de Seguridad de agregar nuevas sanciones. Pero, dos días después, Ahmadinejad aclaró que él está decidido a continuar en su senda. Putin - dijo el presidente iraní - no nos presentó ninguna nueva opción. Nadie le dictará a Irán cómo manejarse y comportarse respecto del tema nuclear, es el mensaje de Irán. O, en otras palabras: no se apresuren a despedirse de Ahmadinejad.
Informe: Smadar Peri. Yediot Ajaronot
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