En un mundo en el que sobra un 10 por ciento de los alimentos, más de un 10 por ciento de la población de América latina (es decir, 54 millones de personas) come mal y salteado o, en algunos casos, no come, según las Naciones Unidas.
La confianza alimenta la esperanza. Sin ella, ni las naciones ni las personas podrían proyectarse. La falta de confianza, usual en América latina, suele ser tan perniciosa como el exceso de confianza.
En América Latina, un continente incontinente, las compañías apelan a la responsabilidad social empresaria para mejorar su imagen y paliar la ausencia de los Estados, devaluados por su parálisis. En América Latina, como en el resto del planeta, algunos ejecutivos cobran por cabeza retribuciones hasta 500 veces superiores al sueldo medio de sus empleados.
Son prácticas conformes al derecho y la ley, no a la moral y la decencia, según el ex canciller alemán Gerhard Schröder. Son prácticas que provocan depresión, el cuarto problema de la humanidad a los ojos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El cuarto y en ascenso: en 2020, la depresión ocupará el segundo lugar después de las enfermedades cardíacas. Su tratamiento cuesta fortunas a las arcas públicas. En China, segunda cuna de multimillonarios (1000 millones de dólares o más por cabeza) después de los Estados Unidos, el Estado gasta fortunas en terapias.
Esa visión, lejana, ceñida a estadísticas contradictorias sobre el crecimiento de la economía y el anclaje de la pobreza como consecuencia de la elevada tasa de natalidad, encapsulada en los discursos estridentes de Hugo Chávez y las descalificaciones contra Evo Morales, poco y nada cambió. Poco y nada cambió en una sociedad como la española, rebosante en móviles y plasmas, así como en deudas, cuyos inmigrantes disfrutan de más facilidad para acceder al mercado laboral que en cualquier otro país de Europa, excepto en Suecia, pero, a la vez, son blancos aislados de ataques xenófobos por el delito de portar caras andinas.
la democracia es algo más que elecciones libres y limpias. Es reforma estructural, es seguridad jurídica Es la receta ponderada, no aplicada. Nunca aplicada. En América latina, una de cada cinco personas sobrevive con poco más de dos dólares diarios. La tasa de la pobreza decayó en forma progresiva en una década, pero no tanto como hubiera sido digno. A diferencia de los países desarrollados, los impuestos son regresivos y están destinados, en algunos casos, a sostener clanes políticos con prebendas propias del populismo de los años cincuenta.
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