El 2 y 3 de diciembre se celebró en Doha, Qatar, la cumbre anual del Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico (GCC en sus siglas en inglés), organización que agrupa a los países del Golfo y que, desde un punto de vista multilateral, tiene una importancia significativa. En primer lugar, los miembros del GCC han reafirmado su voluntad de mantener la paridad con el dólar, a pesar de las fuertes presiones inflacionistas y de la posibilidad de un recorte de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal estadounidense; recordar que sólo Kuwait decidió, a principios del 2007, equiparar el Dinar a una cesta de valores, abandonando la paridad con el dólar.
En segundo lugar, la cumbre ha confirmado las líneas guía del Consejo para los próximos años. Se trata de objetivos ambiciosos, entre los que destacan la creación de una moneda única para 2010 y la progresiva abolición de las barreras aduaneras, comerciales y financieras entre los países miembros; los ciudadanos de Barein, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos podrán además, en un futuro, moverse libremente dentro del área y beneficiarse de derechos comunes en materia de salud, educación e inversión. Para tener una idea aproximada del alcance del proyecto, el producto interior bruto del área Gcc se estima en torno a los 800.000 millones de dólares (un valor cercano al PIB de la India), mientras que en términos de capacidad de inversión, se sitúa en torno a los 4 billones de dólares, el equivalente al producto interior bruto de Francia y Gran Bretaña, y el doble de las inversiones disponibles en China.
Por último, resaltar que en la cumbre de Doha estuvo presente el presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad, lo que representa un hecho histórico, ya que ningún líder de Irán había participado hasta ahora en una cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo. En realidad, según las fuentes, la presencia de Ahmadineyad no fue bien vista por los participantes, particularmente por parte de la delegación saudita. Un comunicado no oficial de la cumbre explicó que el presidente iraní fue invitado expresamente por el Primer Ministro de Qatar, Hamad bin Jassem al-Thani, sin consultar previamente a las delegaciones de los demás países. La presencia de un Irán chiíta en la cumbre de un GCC eminentemente sunita y liderado por Arabia Saudí no pasó inadvertida: ¿se puede hablar de un movimiento estratégico O, por el contrario, se ha tratado de una “simple” cumbre económica? Durante la cumbre se habló también de las relaciones comerciales entre la zona GCC y el resto de la región sobre todo en lo relativo a la creación de las estrategias de inversión.Sin embargo, no se puede ignorar la coincidencia de la cumbre de Doha con la publicación de la National Intelligence Estimate (NIE, Estimaciones de la Inteligencia Nacional norteamericana) sobre la cuestión nuclear iraní. Ésta podría tener, a corto plazo, repercusiones importantes sobre la competición regional entre Riad y Teherán, y de manera más global, entre el mundo sunita y el mundo chiíta.
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