El resultado del referéndum del domingo en Venezuela es un hecho muy positivo que puede disminuir la polarización interna en ese país y permitir que temas más sustantivos definan la relación entre Estados Unidos y América latina. En realidad, hubo muchos ganadores con el no a la reforma del presidente Hugo Chávez.
Primero, él mismo. Chávez revalidó sus triunfos previos retroactivamente al ser derrotado en esta instancia. Hoy no cabe duda de que todas las elecciones realizadas en el país han sido legítimas.
Segundo, los sectores opositores. Mostraron una eficaz capacidad de movilización popular y de regeneración de nuevos liderazgos.
Tercero, la sociedad venezolana. Se impuso la lógica de que la mejor contención a las tentaciones antidemocráticas proviene del mismo país y no del exterior.
Cuarto, América del Sur. Chávez habrá comprendido que sus mejores socios están en la región y que debe autorrestringirse para no perder el apoyo de contrapartes pacientes, como la Argentina, Brasil y Chile.
Quinto, el sistema interamericano. Posiblemente Washington no necesite obsesionarse más con el chavismo y pueda dedicarse a recrear una agenda positiva con América latina.
Todos los actores domésticos e internacionales vinculados al caso venezolano se han manifestado con prudencia y nobleza.
Se asoma, por primera vez en casi una década, la posibilidad de desactivar la polarización sociopolítica que amenazaba a Venezuela. Están dadas las condiciones para reestructurar un nuevo pacto institucional que afiance la democracia en el país.
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