Debido a sus pésimas relaciones con Estados Unidos y a sus relaciones cada vez más difíciles con la Unión Europea, Irán ha dado un cambio de orientación decisivo en su política exterior y económica. El pasado mes de octubre, los representantes diplomáticos de los cinco países con salida al mar Caspio (Azerbaiyán, Irán, Kazajistán, Rusia y Turkmenistán) se reunieron en Teherán para discutir de energía y asuntos internacionales. El hecho de que Irán haya acogido esta cumbre en su propio país en un momento de creciente tensión con EE.UU. no es casual. La diplomacia iraní ha querido enviar una señal a la Casa Blanca: la república islámica no está aislada, al contrario, está estableciendo alianzas con las potencias de la zona, en particular con la Rusia de Putin. El documento final aprobado por todos los países presentes es todo un éxito para Irán. En sus líneas, los líderes presentes en la reunión aseguran que “no permitirán bajo ninguna circunstancia el uso de su territorio para lanzar una agresión u otro tipo de acción militar contra cualquiera de los otros estados miembros”.
Irán - Rusia
En los últimos meses el Kremlin ha intensificado sus relaciones con Teherán. La histórica visita de Putin del pasado 16 de octubre, con motivo de la apertura de la citada cumbre, fue el paso decisivo hacia una colaboración cada vez más estrecha entre los dos países, como muestra la posición rusa respecto al programa de proliferación nuclear iraní. En 2006, Moscú se mostró categóricamente contraria a cualquier posibilidad de intervención militar externa para resolver la crisis. El mismo año, la diplomacia rusa rechazó una resolución, presentada por Francia y Reino Unido, que proponía someter a embargo a la República Islámica. En 2007, el Ministro de Exteriores ruso, Sergey Lavrov, se opuso a un endurecimiento excesivo de las sanciones de la ONU.
Rusia, de hecho, dice estar convencida de que el programa iraní sólo tiene fines pacíficos. Además de las declaraciones oficiales, los dos países ya han empezado a colaborar en este campo. Sergey Kiriyenko, director del ente ruso para la energía atómica Rosatom, ha subrayado en varias ocasiones el legítimo derecho iraní a utilizar energía nuclear para fines exclusivamente pacíficos. Por este motivo, Rusia ha ayudado a Irán, mediante apoyo logístico y técnico, en la construcción de un reactor en la ciudad de Bushehr, en la costa del golfo Pérsico. Sin embargo, las obras de estas instalaciones proceden a un ritmo muy lento, debido muy probablemente a las dudas por parte de Rusia. De hecho, todavía no ha quedado claro si se desbloqueará el suministro de uranio enriquecido que permitiría el comienzo de la fase final para la central iraní.
Se han producido, en cambio, progresos más concretos en el suministro de armamento por parte de Rusia a Irán. Este es un sector en el que ambos países vienen colaborando ya desde 1992. A partir de entonces, la República Islámica ha ido adquiriendo centenares de armas y vehículos militares: tanques T-72, misiles aire-aire o aviones de combate como el MiG-29. Sólo en 2006, se alcanzó un volumen de negocios de 700 millones de dólares, con la compra de sistemas de los defensa balísticos tierra-aire SA-15 Gauntlet y de treinta TOR M-1, estos últimos pensados para defender precisamente al futuro reactor de Bushehr. Irán también ha solicitado misiles S-300, que permiten interceptar aviones hasta una distancia de 180 millas.
Otros sectores también han experimentado un crecimiento de la importación y la exportación. En 2005 Rusia fue el séptimo socio comercial de Teherán, y durante el mismo año el volumen comercial entre los dos países superó los 1.000 millones de dólares. Esta relación preferencial entre el Kremlin y la República Islámica ha tenido muchas repercusiones. En primer lugar, irrita notablemente a la diplomacia norteamericana, pero sobre todo, ha tenido una influencia decisiva en Azerbaiyán, Kazajistán y Turkmenistán, cuya alineación con Irán no ha sido en absoluto casual. En parte, se ha derivado del trabajo diplomático del Gobierno iraní, pero creemos que el factor decisivo ha sido la promesa rusa de llegar a un acuerdo para el reparto de los recursos de las aguas del Mar Caspio, algo que responde mucho mejor a las necesidades de esos países.
Irán - Azerbaiyán
Tras años caracterizados por desencuentros, principalmente los vinculados al problema de Armenia, Azerbaiyán e Irán han experimentado una importante mejora en sus relaciones desde 2005, año en que ambos países firmaron un tratado de no agresión recíproca por el que se comprometían a impedir que terceros países usaran el territorio de alguno de ellos como base para atacar al otro. En ese mismo año, se inauguraba un gaseoducto que conectaba Irán y Azerbaiyán atravesando la región autónoma de Najicheván, en territorio armenio. Se calcula que el volumen de gas iraní exportado hacia territorio azerí alcanzó los 250 millones de metros cúbicos en 2006 y que en 2007 aumentará, por lo menos en otros 100 millones. El año del cambio radical, sin embargo, fue 2006. Una serie de visitas diplomáticas iraníes a Bakú reforzaron las sinergias en el campo militar mediante un intercambio de tecnología avanzada. El ministro de Defensa iraní, Mostafa Mohammad-Najjar, ha declarado en diversas ocasiones que “ampliar la colaboración en todos los sectores posibles con el vecino Azerbaiyán es una de las prioridades del Gobierno”. Precisamente el pasado 20 de enero, el embajador iraní en Bakú, Afshar Soleymani, apuntó cuáles serían los temas sobre los que basar una futura cooperación bilateral: gas, electricidad, nuevas carreteras y facilidades para el comercio. Estos temas propuestos por Irán se discutieron en el marco de la séptima “Iran-Azerbaijan Joint Economic Commission”, encuentro destinado a estabilizar las relaciones económicas entre los dos países, para crear una base sólida para construir futuros acuerdos.
Irán - Kazajistán
Para estos dos países 2006 también fue el año de la consagración definitiva de sus relaciones. El ministro de Asuntos Exteriores iraní, Manouchehr Mottaki, se reunió en diversas ocasiones con su homólogo kazajo, invitándolo cada vez con mayor insistencia a consolidar sus relaciones mutuas. El petróleo, el gas natural, la cooperación en el sector de los transportes marítimos y terrestres y el aumento del número de joint ventures en cada vez más proyectos comunes fueron los temas principales expuestos por Irán para vincular la política exterior kazaja a la suya propia y para aumentar aún más el volumen comercial, que a finales de 2006 era de 1.500 millones de dólares. Para mejorar la exportación de petróleo hacia Irán, que a día de hoy corresponde a 1.200 millones de barriles anuales, se ha proyectado la construcción de una nueva refinería en Mazandaran.
El objetivo declarado de Teherán es hacer de Astaná un socio estratégico en la región. Como es habitual, el interés del Gobierno iraní se dirige al sector defensa. Por ello, el 27 de noviembre de 207 ambos Estados firmaron un acuerdo de extradición para los delincuentes que hayan cometido delitos en alguno de los dos países.
Irán - Turkmenistán
Los dos países mantienen muy buenas relaciones desde 1991, año de la independencia de Turkmenistán de la Unión Soviética. Se trata de unas relaciones duraderas que, también en este caso, han encontrado su consolidación definitiva en 2006. El proprio presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad, durante una de sus estancias en el país centroasiático, declaró que “las relaciones entre Turkmenistán e Irán son muy positivas para la seguridad de la región” y que “las relaciones fraternales” entre los dos países “no hacen sino crecer”. Esta afirmación está apoyada por los datos económicos: Irán es el segundo mayor cliente, despues de Rusia, de productos turkmenos como gas natural licuado, electricidad y derivados del petróleo (como el polipropileno), y está tendiendo a incrementar sus adquisiciones de gas, preveyendo llegar a los 13 mil millones de metros cúbicos en un futuro próximo. Joint ventures comunes de empresas de ambos países han proyectado y construido dos gaseoductos: el primero es el “Korpeje-Kurt”, que ha costado 139 millones de dólares y que conecta Irán y el este de Turkmenistán; el segundo es el “Dostluk Dam”, que ha costado 167 millones de dólares y que llega hasta el sur del país. En 2005, el intercambio económico entre Irán y Turkmenistán fue equivalente a 1.000 millones de dólares.
Conclusiones
La declaración final suscrita por los cinco países al acabar la cumbre de octubre ha representado la conclusión de un hábil entramado diplomático. Ligando económicamente a los futuros aliados y jugando con la fuerte influencia rusa, Teherán se ha asegurado apoyos fundamentales en la región. Países próximos a Estados Unidos y a la Unión Europea, como por ejemplo Azerbayán y Kazajistán han preferido aliarse con el eje ruso-iraní, demostrando el fracaso de la diplomacia americana y europea en la región. No debe sorprender este éxito iraní, que llega después de una larga serie de reuniones y acuerdos. Era previsible que una vez cerradas las puertas de Occidente, la República Islámica mirase a otro lugar. Si hoy ha encontrado aliados fieles en las naciones vecinas, no habría que descartar que los horizontes de Teherán se amplíen aún más, incluyendo a varios emiratos del Golfo y a Turquía. Y quizás se pueda ampliar aún más hacia Oriente, llegando a China e India.
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