jueves, enero 10, 2008

Carbón limpio para diversificar la matriz enérgetica mundial

En el curso de los últimos años, numerosos países han puesto en marcha políticas de diversificación energética. Cada vez hay más naciones que intentan conseguir para el futuro una menor dependencia del combustible por excelencia: el petróleo. En este sentido, el “carbón limpio” representa mucho más que una simple alternativa. El carbón en general tiene un bajo coste de extracción, elaboración y producción, y, sobre todo, sus reservas son mucho mayores a las del oro negro. Sin embargo, mientras que precio y cantidad son sus puntos fuertes, son menos atractivas sus repercusiones medioambientales y su compatibilidad con tecnologías capaces de reconvertir el dióxido de carbono.

Marco Di Donato

El porqué de su uso cada vez más extendido

En base a las estimaciones del World Coal Institute, se sabe que hoy aún quedan por extraer 909 mil millones de toneladas de carbón, cifra con la que se podría cubrir la totalidad de las necesidades energéticas mundiales de los próximos 155 años. Sus reservas se encuentran dispersas por todo el mundo, en todos los continentes y en más de 70 países, siendo EE.UU., Rusia, China e India los que lo poseen en mayor cantidad. A día de hoy, el carbón constituye una de las fuentes de energía de mayor importancia a nivel mundial, ya que satisface una cuota superior a la cuarta parte del total de la demanda mundial de energía primaria. En particular, el carbón cubre el 45% de la demanda energética de toda Asia, porcentaje que llega al 50% en algunos países. El siguiente gráfico proporcionado por BP (British Petroleum) confirma estas cifras.

Según algunos expertos, quedan todavía muchos otros yacimientos aún por descubrir, debido a que la tecnología actual no los ha podido localizar. Otro factor que contribuye al uso cada vez mayor de este recurso es su precio, muy inferior al del petróleo. Las estimaciones del WETO (World Energy, Technology and climate policy Outlook) prevén que el precio del carbón por barril equivalente llegará a los 10 euros en 2030, alrededor de diez veces menos que el actual valor del petróleo. Este precio tan bajo se explica gracias a dos factores. La ya citada gran disponibilidad de reservas y una tecnología que, gracias a la investigación científica, permita extraer una cantidad cada vez mayor de energía a partir de una cantidad cada vez menor de materia prima. El “carbón limpio” va en esta dirección, con la diferencia de que también pretende hacer cada vez menos nocivas las emisiones de dióxido de carbono que se producen en el procesamiento del carbón. El almacenaje de este material produce, de hecho, CO2 y una consiguiente emisión del mismo a la atmósfera. Las últimas investigaciones en este campo buscan una reducción drástica de estas emisiones, en cuanto este combustible fósil, una vez quemado, es el más contaminante de los que se utilizan. Se intenta, pues, limpiar los residuos resultantes del procesamiento del carbón para hacerlos lo menos nocivos posible.
El “carbón limpio” en el mundo

Para poder explotar lo antes posible los recursos carboníferos es necesario, pues, reducir su toxicidad. Las grandes potencias económicas mundiales, EE.UU., China e India, están entre los primeros, junto a Australia y Canadá en ir en esta dirección. La Australian Coal Association anunció en 2006 que destinaría 300 millones de dólares para la investigación en el desarrollo de nuevas tecnologías para la mejora de la calidad de las emisiones resultantes del procesamiento del carbón. Se han previsto nuevas centrales que permitirán almacenar en el subsuelo el dióxido de carbono que se produzca. La creación del programa COAL21, destinado a reducir los efectos nocivos del carbón, es una demostración clara de la voluntad del gobierno australiano de hacerse con el liderazgo en este sector, pero sobre todo de querer encontrar un suministro energético seguro, fiable y duradero.

El gobierno indio ha aprobado recientemente un proyecto de ley que prevé una mayor explotación de los recursos de carbón del país y la creación para ese fin de plantas de gasificación y licuefacción. Para ello, India ha solicitado ayuda técnica a EE.UU. La colaboración entre ambos países ha llevado a la creación de un auténtico equipo conformado por industrias indias y universidades americanas, subvencionado en parte por el propio Departamento de Estado norteamericano. Nueva Delhi prevé la construcción de centrales energéticas de emisiones cero en los próximos cinco años, gracias a estas nuevas investigaciones.

China, por su parte, ha creado un programa conjunto con Gran Bretaña para la reducción de las emisiones de CO2: la Near Zero Emissions Coal Initiative (NZEC). Se prevén 18 meses de trabajo, financiados con 5 millones de dólares que saldrán del DEFRA (English Department for Environment, Food and Rural Affairs) y del BERR (English Department for Business, Enterprise & Regulatory Reform). El objetivo final es el de permitir que China y Gran Bretaña compartan sus conocimientos en la materia, pero sobre todo se quiere potenciar la colaboración industrial en ese campo. El proyecto prevé, de hecho, la creación de consorcios formados por unas 24 empresas de ambos países. El plan de trabajo debería estar concluido para 2014. Este es un paso más que China da en esta dirección, ya que Pekín parece estar particularmente interesada en las nuevas tecnologías que proporcionan energía limpia. Sólo en 2007, ha destinado 600 millones de euros para investigación y se espera que para 2008 esa cifra supere los 700 millones. Un gasto que parece destinado a seguir creciendo hasta 2010, cuando se cree que llegará a los 2.000 millones de euros.

Tampoco EE.UU., como ya se ha comentado, quiere quedarse fuera. Tras un acuerdo entre American Electric Power, BHP Billiton, Peabody Energy y el gobierno estadounidense se creará FuturGen, un prototipo de central de carbón para producir energía e hidrógeno de emisiones cero. Las instalaciones, que se localizarán entre Texas y Ohio, tendrán un coste total de 1.300 millones de dólares y se espera que empiecen a funcionar a partir de 2012-2015.
Las desventajas del “carbón limpio”

A pesar de que muchos países estén implicados en la carrera por las nuevas tecnologías que permitan una drástica reducción del impacto ambiental de las emisiones de carbón, estudios paralelos demuestran que esta fuente de energía a pesar de ser “limpia” continúa siendo nociva. Aunque su precio es claramente bajo y su procesamiento no presenta los riesgos de la tecnología nuclear, hay otros elementos que lo hacen también peligroso. Para convertirlo en carbón limpio, el método más empleado es la desulfurización, que elimina el dióxido de azufre de los humos, pero que por el contrario conlleva el riesgo de lluvia ácida. Otra vía posible es la de las centrales de gasificación integrada de ciclo combinado, que transforman el carbón en gas antes de quemarlo. Este tipo de instalaciones garantizan un carbón más concentrado y que puede almacenarse bajo tierra a un coste menor. Sin embargo, continúan siendo muy altos los costes de construcción y, además, no se tiene aún la experiencia de proyección necesaria.

Ecologistas y expertos contrarios al “carbón limpio” acusan abiertamente a los grandes colosos energéticos de querer utilizar una materia prima poco costosa, y a su vez, muy contaminante. Tomando como ejemplo el plan industrial de Enel (Ente de energía eléctrica italiana) y valorando la ventaja económica de utilizar carbón en detrimento del gas entre, aproximadamente, 3 y 5 milésimas de euro, las ganancias de la empresa sumarían entre 119 y 194 millones de euros al año. Según otros expertos, el “carbón limpio” no existe, o al menos no podrá ser llamado así hasta que no se demuestre la fiabilidad de la separación del anhídrido carbónico en los procesos de combustión. Este es un proceso muy costoso.
Conclusiones

Según nos aproximamos a los años en los que el petróleo se acabará, el mundo se ha puesto a buscar frenéticamente nuevas fuentes energéticas. El “carbón limpio” jugará un papel fundamental en el futuro energético mundial. Siguen quedando, sin embargo, muchas dudas y problemas por resolver. Pero existe un hecho ineludible. El carbón es un recurso decididamente más democrático que el petróleo. Como ya hemos visto, se encuentra presente en grandes cantidades prácticamente a lo largo de todo el planeta, lo que podría evitar guerras similares a las que se han desarrollado para controlar el petróleo. La gran disponibilidad de reservas puede, sin embargo, presentar un segundo aspecto seguramente menos positivo. El disponer de combustibles fósiles en grandes cantidades podría acabar con la investigación científica de fuentes renovables, como la energía eólica y la solar.

Traducción de Mauro Sturlese.

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