Las gestiones de Anote Tong, presidente de la pequeña nación de Oceanía, Kiribati, por encontrar un país que acepte a sus ciudadanos, hasta ahora solo fue respondida favorablemente por Nueva Zelanda. Hasta el momento, dos de los 33 islotes que la conforman, 22 de ellos deshabitados, se han hundido producto del aumento del nivel del mar.
Son 105 mil personas que buscan un lugar para vivir después de que los efectos del cambio climático, amenazaran con arrasar sus islas, lo que finalmente sucedió en dos de ellas. La pequeña nación de Kiribati, en el continente de Oceanía, se debate entre la supervivencia o la desaparición.
Para encontrar un lugar para estos futuros refugiados ambientales, el Presidente de ese país, Anote Tong, inició una gira internacional para solicitar a sus vecinos que adopten a los ciudadanos de Kiribati. Hasta el momento, sólo respondió favorablemente Nueva Zelanda, según informó Adnmundo.
El Presidente denunció en todos los ámbitos internacionales que los archipiélagos del Pacífico Sur son los que más sufren los efectos del cambio climático, con la amenaza latente de desaparición, cuando solo producen el 0,6 por ciento de la contaminación mundial.
En 1989, un informe de las Naciones Unidas había advertido que los islotes que conforman Kiribati - once que están habitados; 22 deshabitados y una isla volcánica -, desaparecerían bajo las aguas. El hundimiento de los dos islotes confirmó lo peor.
Como si fuera una jugarreta del destino, Tebua y Abanuea, tal el nombre de los dos islotes perdidos, significan en lengua nativa, “la playa que más tiempo permanece”.
La superficie de los 33 islotes que conforman el país de Kiribati no supera en total la de cualquier municipio de una gran ciudad occidental, sin embargo, la petición de asilo de las 105 mil personas que necesitan encontrar una nueva patria, no ha sido atendida por la mayoría de las naciones vecinas.
De esos poco más de cien mil habitantes que tiene Kirabati, la mayoría se aloja en las islas Gilbert, que fueron magistralmente reflejadas por el escritor escocés, Robert Louis Stevenson, en su novela de fines del 1800; “Los Mares del Sur”.
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