miércoles, octubre 15, 2008

Gordon Brown nos mostró el camino

Por Paul Krugman


¿El primer ministro británico Gordon Brown ha salvado el sistema financiero mundial?

Es cierto que esa pregunta es prematura: aún no conocemos todos los detalles sobre los rescates financieros de Europa y Estados Unidos; mucho menos, si realmente funcionarán. Lo que sí sabemos, sin embargo, es que Brown y Alistair Darling, su ministro de Finanzas, fueron los que definieron el carácter del plan de rescate global, mientras los otros países ricos apenas intentaban seguirles los pasos.

Este es un giro inesperado. Después de todo, el gobierno británico es prácticamente un socio menor en lo referido a los asuntos económicos mundiales. Es cierto que Londres es uno de los grandes centros financieros, pero la economía británica es mucho más pequeña que la norteamericana, y el Banco de Inglaterra no tiene una influencia que pueda compararse con la de la Reserva Federal o la del Banco Central Europeo. Por eso es que nadie esperaba que Gran Bretaña desempeñara el papel de líder.

Pero el gobierno de Brown se ha mostrado dispuesto a pensar con claridad en medio de la crisis financiera, y a actuar rápidamente a partir de sus conclusiones. Y esta combinación de claridad y capacidad de decisión no ha sido igualada por ningún otro gobierno occidental, mucho menos el de Estados Unidos.

¿Cuál es la naturaleza de la crisis? Los detalles pueden ser demencialmente complejos, pero los rasgos básicos son bastante sencillos. El estallido de la burbuja inmobiliaria ha producido grandes pérdidas para todos los que compraron activos respaldados por hipotecas; estas pérdidas han dejado a muchas instituciones financieras con demasiada deuda y muy poco capital para proporcionar el crédito que necesita la economía. Las instituciones financieras en problemas han intentado saldar sus deudas e incrementar su capital por medio de la venta de activos, pero esto ha hecho bajar el precio de los activos, lo que redujo aún más su capital.

¿Qué se puede hacer para frenar la crisis? La ayuda a los propietarios, aunque es deseable, no puede impedir las grandes pérdidas ocasionadas por los préstamos fallidos, y en cualquier caso, sus efectos serán demasiado lentos para mitigar el pánico existente. Lo natural, sería, entonces, buscar la solución adoptada en muchas crisis anteriores, que es enfrentar el problema del inadecuado capital financiero haciendo que los gobiernos proporcionen a las instituciones financieros más capital a cambio de una parte de esas empresas.

Esta suerte de temporaria nacionalización parcial, a la que suele denominarse ?inyección de patrimonio?, es la solución que defienden muchos economistas? y algunas fuentes le revelaron a The New York Times que también es la solución que en privado impulsa Ben Bernanke, el director de la Reserva Federal. Pero cuando Henry Paulson, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, anunció su plan de rescate financiero de 700.000 millones, rechazó ese camino obvio y dijo: ?Eso es lo que se hace ante un fracaso?. En cambio, pidió que el gobierno comprara los securities respaldados por las hipotecas tóxicas, basándose en la teoría de que? Bueno, en realidad, nunca quedó en claro cuál era su teoría.

El núcleo del problema
Mientras tanto, el gobierno británico identificó directamente el núcleo del problema, y actuó para resolverlo con asombrosa velocidad. El miércoles pasado, los funcionarios de Brown anunciaron un plan de inyecciones de patrimonio de gran envergadura en los bancos británicos, respaldadas por garantías de las deudas bancarias, algo que debería lograr que los préstamos entre bancos, parte crucial del mecanismo financiero, empezaran a funcionar nuevamente.

En la cumbre europea del domingo, las principales economías de Europa continental se mostraron dispuestas a seguir los pasos de Gran Bretaña, inyectando cientos de miles de millones de dólares en los bancos y actuando como garantías de sus deudas. ¿Y qué me dicen? El propio Paulson, después de haber desperdiciado varias semanas, también ha dado marcha atrás y ahora planea comprar acciones, aunque todavía sigue actuando con penosa lentitud.

Como dije, aún no sabemos si estas medidas funcionarán. Pero, finalmente, hay una visión clara de lo que hay que hacer. Y eso plantea la pregunta: ¿por qué esa visión clara tuvo que venir de Londres y no de Washington?

Es difícil no pensar que la respuesta inicial de Paulson estuvo distorsionada por la ideología. Recordemos que trabaja para un gobierno cuya filosofía puede resumirse como ?bien privado, mal público?, algo que debe haber dificultado enfrentar la necesidad de que el gobierno se convirtiera en propietario parcial del sector financiero.

También me pregunto en qué medida la ?femaficación? [en referencia a la agencia federal de manejo de emergencias) del gobierno de Bush puede haber contribuido a las vacilaciones y errores de Paulson. Todos los buenos profesionales han sido desplazados de la rama ejecutiva del gobierno, y posiblemente no haya quedado ninguno en el Tesoro con la formación y la estatura necesarias para decirle a Paulson que sus actos no tenían sentido.

Sin embargo, por suerte para la economía mundial, Gordon Brown y sus funcionarios han tomado decisiones sensatas. Y tal vez nos hayan mostrado el camino para salir de esta crisis.

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