Es el lugar donde viven más experiencias de marginación y violencia, reveló una encuesta
Cynthia Palacios
Para muchos chicos, la escuela es, a la vez, un lugar de pertenencia y de conflicto. Es, por ejemplo, el espacio en el que más experiencias de discriminación y violencia sufren. También, el lugar en el que aprenden más sobre su salud y sus derechos. Y cuando tienen un problema no recurren a sus padres ni a docentes, sino a sus compañeros.
Así lo refleja un estudio entre más de 1800 chicos de 13 a 18 años hecho por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) en cinco ciudades muy distintas del país, que reflejó las preocupaciones que hoy enfrentan los adolescentes.
La mitad de los encuestados dijeron haberse sentido discriminados alguna vez y, según los resultados, la escuela es el espacio principal en el que los jóvenes manifiestan sufrir discriminación.
Los rasgos físicos fueron señalados como la causa principal de discriminación (53%), seguida por la posición económica (19%), el color de la piel y la edad (17%, respectivamente). Otros jóvenes también mencionaron la calle y, en menor medida, los bares, discotecas, restaurantes y espectáculos, como lugares donde se sintieron discriminados.
La encuesta comprendió a alumnos de escuelas públicas de Zárate y Quilmes, en la provincia de Buenos Aires; Godoy Cruz, en Mendoza; Monteros, en Tucumán, y la ciudad de Corrientes. El objetivo fue identificar las percepciones de los adolescentes sobre el conocimiento de sus derechos y sus problemáticas de salud.
Más de la mitad de los encuestados (55%) dijo haber sido víctima de violencia verbal y el 28% se reconoció como víctima de violencia física. Esta fue más expresada por los varones, mientras que la violencia verbal fue más mencionada por las mujeres.
Al igual que ocurre con las experiencias de discriminación, las situaciones de violencia se percibieron fundamentalmente en la escuela. Les sigue la calle, donde muchos jóvenes señalan haber sido agredidos.
"Cuando los adolescentes llegan a los medios, lo hacen por otros temas, pero cuando les preguntás, ves que entre ellos hay consenso sobre cuáles son sus problemas", explicó el director del Programa de Salud del Cippec, Daniel Maceira.
A Maceira lo sorprendió el interés de los jóvenes por participar y encontrar mecanismos de interacción. "No hay una estrategia de relación de las instituciones con los adolescentes. Si bien hay una política para los niños, para los ancianos, para las mujeres embarazadas, no hay política para adolescentes... El estudio muestra que hay lugar para hacerlo; hay un espacio que requiere discusión de política pública", opinó Maceira.
"Los jóvenes interactúan cotidianamente en instituciones de diversa índole, principalmente en la escuela y la familia, que configuran una red de contención fundamental en la socialización de los adolescentes. Estas instituciones actúan como canales de información respecto de diversas temáticas que les preocupan y son espacios de referencia a los cuales acuden ante algún problema", dice la investigación, financiada por la Cervecería y Maltería Quilmes.
El 73% de los jóvenes recibieron información sobre temáticas vinculadas al cuidado de la salud, pero no fueron los centros sanitarios los principales canales de difusión: aprendieron de salud en la escuela (61%) y a través de la televisión (29%). La familia ocupó el 28% como fuente de información, seguida por la vía pública, con el 21%.
Sin embargo, ante problemáticas vinculadas con su salud, no recurren a la escuela ni a las instituciones sanitarias, sino a sus amigos y familiares. "Consultan con sus pares cuando se trata de temas asociados a la sexualidad, la relación con sus padres y en momentos de depresión", señaló Cintia Cejas, una de las coordinadoras del proyecto. Explicó que los padres u otros familiares son el principal referente ante problemas de adicción, la violencia y la discriminación y ante trastornos alimenticios."
Según su propia voz, los temas que preocupan a los jóvenes son la salud sexual y reproductiva (embarazos adolescentes no deseados y enfermedades de transmisión sexual, con énfasis en el sida), las adicciones, la violencia y la discriminación, y los trastornos alimenticios, en este orden de importancia.
La encuesta hacía hincapié en la salud: en todas las localidades, más de la mitad de los encuestados tuvieron dificultades para acceder a los servicios de salud.
Sólo el comienzo
La encuesta fue el diagnóstico inicial. Una vez que se identificaron los problemas que los preocupaban, el Cippec organizó charlas sobre los tres asuntos centrales: salud sexual y reproductiva, violencia y discriminación, y adicciones.
"Después dimos un taller sobre formulación de proyectos, en el que los chicos aprendieron a armar actividades planificadas, con objetivos, cronograma y presupuesto", contó Cejas. Así nacieron 30 proyectos en los que participaron 200 chicos, pero que llegaron a 2500.
"Se nos invitó a participar y a difundir un tema de mucha preocupación, ya que la violencia está muy difundida en todos los ámbitos: en la calle, en la familia y en las escuelas", contó Melyna Schivalochi, de 17 años, de la escuela Leloir, de Corrientes.
"El proyecto fue muy bueno, por la experiencia que me dejó y porque pude devolver algo", dijo Christopher Silva, de 16 años de la escuela García Lorca, de Mendoza. El primero de los talleres fue sobre valores y en el segundo eligieron hablar de violencia. "Vamos al colegio en una zona hostil, y es un tema que nos toca a todos -destacó-. Si la vivimos nosotros mismos, ¿qué mejor que hacer algo para mejorarlo?"
El sistema educativo tiene, según el trabajo del Cippec, una deuda acuciante con los adolescentes: las encuestas muestran que los jóvenes sufren discriminación en las aulas. La escuela es el espacio principal en el que manifiestan sufrir estas experiencias. Un fenómeno similar experimentan con las situaciones de violencia. ¿Qué puede hacer la escuela por ellos?
En primer lugar, es necesario alentar una reforma del secundario. Debemos reconocer que los planes de estudio dejan poco tiempo libre para educar en temas que no hacen a la vida académica. Extender la jornada es una tarea necesaria y urgente.
A ello hay que sumarle la necesidad de un seguimiento integral de los jóvenes. La vieja figura del profesor tutor, con tiempo y disponibilidad, puede resultar de gran ayuda. Sin embargo, los cambios deben acompañarse de políticas sociales más integrales.
Los problemas de acceso a la salud, entre otros, no son menores. ¿Qué puede hacer la escuela? Algunos piensan que debería cumplir un papel más activo en este terreno. ¿Es posible?
Las políticas para el cuidado de la salud podrían tener en el sistema educativo un aliado muy útil, no como centro asistencial, sino como centro de articulación de políticas destinadas a la adolescencia. Habría que diseñar estrategias que no fueran de aislamiento o superposición, sino que implicaran trabajo conjunto, que permitieran a la escuela derivar a los jóvenes con problemas, en diálogo con los responsables de los centros; diseñar menos políticas sectoriales y más políticas integrales.
El informe del Cippec plantea interesantes preguntas, como la que pretende revisar el lugar de la escuela en las políticas de salud para adolescentes, que deben considerar tres dimensiones: la promoción de la salud, la prevención y la conservación.
Las áreas de salud, educación y desarrollo social deberían trabajar articuladamente centrándose en el adolescente para garantizar el cumplimiento de sus derechos.
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