Por Umberto Mazzei *
La negociación en la Organización Mundial de Comercio (OMC) tiene otros dos temas importantes, además de los bienes agrícolas e industriales. Se trata del Comercio de Servicios y de la protección de Propiedad Intelectual. En el primero se trata de liberar la circulación de los servicios y en el segundo, de impedir la circulación de los conocimientos. El primero mira a privatizar los monopolios de servicios públicos y el segundo busca ampliar monopolios privados de la ciencia.
Los servicios
La apertura al comercio de servicios puede ser riesgosa. Quien lo dude, que mire el resultado de la apertura financiera a los falsos “productos” de Wall Street. En la economía clásica, los servicios son casi ignorados. Ahora se les da tal importancia que se los considera actores de una supuesta “economía post industrial”. Las barreras al comercio de servicios no son aranceles, son normas y reglamentos de alguna legislación: nacional, regional, municipal o gremial.
Los servicios públicos tienen una importancia estratégica. Curzio Malaparte, en La técnica del Golpe de Estado, lo revela cuando recomienda ocupar primero los centros distribuidores de electricidad, agua, transporte, combustible y telecomunicaciones. Centros que también persiguen los bombarderos. Por eso, es peligroso para la seguridad nacional dejar servicios públicos en manos de empresas extranjeras. Un ejemplo son los Estados Unidos, que impidieron a una empresa de Dubai licitar para manejar la terminal de un puerto o, a una petrolera china, la compra de una petrolera norteamericana que prohíbe el cabotaje marítimo extranjero.
Los servicios públicos son de máxima importancia, porque encausan al país. Una desigualdad en cobertura y calidad aumenta el desajuste entre tejido social y desarrollo económico, eso incrementa la inseguridad pública. También inciden tanto en la calidad del desarrollo intelectual y técnico como en la producción y circulación de bienes y servicios privados.
Es muy comentada la ineficacia de los servicios administrados por el sector público de países en desarrollo y también en alguno desarrollado. Es cierto que hay mucha ineficiencia y corrupción en servicios esenciales como salud, sanidad, electricidad, ambientales, agua, educación, pero eso no lo resuelve su privatización. Quien lo dude, que mire el caso Enron.
En el servicio público, cobertura y calidad son la medida del éxito. Eso implica atender todos los lugares poblados, aunque no sean rentables; algo poco atractivo para una empresa privada. La calidad se mejora con una buena supervisión pública, en que las comunidades atendidas participen y puedan señalar las fallas. Hay ejemplos exitosos en Europa y algunos en América latina. Los servicios públicos suelen ser monopolios y eso atrae a las empresas privadas, para fijar los precios de mayor ganancia; precios que no son accesibles para los pobres.
Los servicios privados en OMC
El comercio de servicios ha sido clasificado en cuatro modos de prestación. Modo 1, llamado Comercio Transfronterizo, por ejemplo acceso a Internet. Modo 2, llamado Consumo en el Extranjero, como el turismo. Modo 3, Presencia Comercial que autoriza la presencia de personas jurídicas, como bancos. Modo 4, Presencia de Personas Naturales, que es la presencia temporal de personas para una prestación, como consultorías o construcción.
Los dos primeros se mencionan poco en la negociación. La polémica gira en torno de las dos presencias. Los países desarrollados –agentes de las transnacionales– piden Presencia Comercial en todo, en especial en servicios públicos y para compras de los gobiernos. Los países en desarrollo –abundantes en mano de obra– piden acceso temporal a Presencia de Personas Naturales.
Por ahora, la negociación en la OMC se circunscribe a cuanto interesa a las grandes empresas transnacionales. Estas no quieren contratar servicios de apoyo con empresas o profesionales “nativos”, quieren apertura para su séquito; que son las empresas que apoyan a la casa matriz en contabilidad, publicidad, distribución o apoyo legal. La transnacional, en Bogotá o en Lima, quiere seguir con la Arthur Andersen que da fe pública a sus cuentas en Nueva York, más aún (caso Enron) cuando practica una contabilidad creativa.
El interés de los países en desarrollo en abrir la presencia temporal de personas físicas en la OMC sólo se propone, pero aún no se discute.
El punto de la negociación
En estos días, el debate sobre servicios se centra sobre la reglamentación nacional. Un grupo de países que incluye Australia, Chile, India y Nueva Zelanda quieren conversar primero sobre normas nacionales antes de negociar el acceso al mercado. Los países ricos, sobre todo los proveedores de servicios financieros, no muestran interés. Lo de siempre, quieren apertura ajena sin alterar nada que les concierna. Ron Kirk, Representante Comercial de Estados Unidos, dijo, hablando de la Ronda Doha: “No habrá acuerdo sin un buen resultado en los servicios que abra nuevas oportunidades de mercado”. Asumimos que se refiere a un mercado también para los bancos de los derivatives fraudulentos.
El punto es que, desde la explosión de la crisis financiera, muchos países –desarrollados y en desarrollo– son conscientes de la necesidad de regulaciones nacionales y ponen más atención a los temas tratados por el Comité sobre Comercio de Servicios Financieros. Allí se discuten propuestas para mejorar el marco normativo en todos los países.
Hay tres propuestas sobre servicios financieros.
- La de Estados Unidos, para mayor intercambio de información sobre seguros de vida.
- La de Pakistán, sobre un reglamento para la banca y el comercio electrónicos, por los problemas para manejar el aumento del tráfico.
- La de Argentina, Ecuador, India y Sudáfrica sobre reglas para controlar servicios financieros.
No hay consenso sobre ninguna.
Propiedad Intelectual
El tema que más se trabaja es la protección de los vinos y bebidas espirituosas, con un sistema multilateral de notificación y registro de indicaciones geográficas. El propósito es segmentar los mercados para obtener monopolios artificiales. La discusión gira sobre cuándo notificar, cómo notificar y cómo registrar. Hay tres posiciones que giran desde la Ministerial de Hong Kong. Una híbrida de Hong Kong (anfitrión). Una amplia y estricta de los europeos, que además de vinos quiere abarcar agroalimentarios. Una “propuesta conjunta”, que se atiene al mandato de Hong Kong, de otros países que también producen vino y alcohol: Australia, Argentina, Chile, USA, etc. (¡Salud!)
Recomendaciones
En la OMC se atan políticas económicas con acuerdos sobre el comercio, pero hay vínculos también en otras entidades multilaterales. En Propiedad Intelectual, por ejemplo, las ideas se avanzan primero en la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI). Esos vínculos pueden aprovecharse para mejorar el equilibrio entre lo económico, lo laboral y lo social. Es bueno defender los intereses nacionales en la OMC y mejor aún si también se hace en las otras entidades asediadas por la ambición apátrida.
Una muy importante es la Organización Internacional de Trabajo (OIT), organización dividida en tres ramas: oficial, patronal y sindical. La rama sindical quiere armonizar las leyes laborales, para evitar que las empresas transnacionales muden puestos de trabajo a países con leyes débiles y complacientes. En eso coinciden con los gobiernos que desean políticas, democráticas y normales, de mayor empleo y en buenas condiciones laborales.
Otra es la Organización Mundial de la Salud (OMS) para evitar la complicidad con las farmacéuticas. Es notoria la histeria de la OMS con la “Gripe Porcina” (H1N1), que declaró pandemia mundial con pocas muertes (141) relativas y una diagnosis dudosa, mientras que necesitó millones de muertos para declarar pandemia al SIDA. Claro que, con el SIDA, los gobiernos africanos no estaban comprando por adelantado vacunas aún por probar.
Un ejemplo exitoso a seguir es la presidencia de la asamblea general de la ONU por Miguel Escoto. Su presencia allí fue determinante para organizar un equipo con expertos serios que estudiase las causas de la crisis financiera. Las recomendaciones del equipo son un contrapeso eficaz a la frivolidad emanada del G-20, cuya solución es más de lo mismo. Un G-20 que usurpa una autoridad sobre la OMC que nadie le ha dado, imponiendo informes y decisiones que el Director General, Pascal Lamy, obedece alegremente.
Obedece Lamy porque el G-20 le manda lo que él pide. Ningún miembro ha reclamado. Será bueno que los representantes de algunos países le recuerden a Lamy que la voluntad de la OMC es sólo la de sus 153 miembros y que hay voluntad sólo cuando hay consenso.
* Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Florencia. Director del Instituto de Relaciones Económicas Internacionales en Ginebra. http://www.ventanaglobal.info
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