Por Rubén Weinsteiner para Brecha
Los lectores de un diario establecen un contrato de lectura con el mismo, contrato que es asumido por las partes, lector y medio. Todas las mañanas el lector de "La Nación" sabe mas o menos bajo que tamiz analizará el diario lo que pasó.
El contrato propone un discurso y un relato en el recorte , un formato, un uso de la imagen, un estilo de titulación y tipografía que es aceptado, de entrada o como parte del paquete, por el medio-emisor y el lector. A través del análisis del contrato podemos ver como un mismo hecho relatado casi de la misma manera plantea diferencias enunciativas que dejan ver claramente las clausulas del contrato de lectura.
Este contrato le tranquilidad al lector de "La Nación", ya que le garantiza un "look and feel" familiar, algo que ya conoce, una digestión amigable de los hechos, una construcción de la noticia que legitimará la indignación, la alegría o la tristeza del lector ante cualquier acontecimiento.
Además de tomar como elemento de análisis el sesgo en la oferta de noticias, para estudiar los contratos hace falta analizar los sesgos en la demanda de noticias.
El lector de "La Nación" espera que le digan que las retenciones deben bajar, y que la institucionalidad es mucho mas importante que la justicia social, o los oyentes de "Radio 10" esperan que González Oro y Feinmann, critiquen a los piqueteros y exijan medidas para sacarlos de las calles , asi como los lectores de Página 12, esperan que se disimulen las violaciones a los derechos humanos en Cuba y que se ponga el acento, en los éxitos en materia de salud o alfabetización en la Isla. Cualquier ruptura del contrato de lectura implica el fin de la relación de determinado sub segmento con el medio.
El poder del lector en la fijación de reglas contractuales es importante, tanto que si aparecieran tres radios que quisieran hacerle la competencia a Radio 10, lejos de abrir el espectro en materia de abanico ideológico, cada una de las tres radios intentaría profundizar el sesgo para quedarse con mas porciones del mercado, moviendo las líneas editoriales del punto original, en dirección al extremo señalado por el sesgo.
El contrato en tanto vínculo entre dos partes, tiene que convivir con la realidad y con la competencia, y sufre de una natural entropía. El éxito de un medio se mide por su capacidad de proponer un contrato que articule eficazmente con las ideas, sentimientos motivaciones e intereses de su mercado; y fundamentalmente en poder hacer evolucionar su contrato de lectura, adaptándolo, modificándolo y preservando el vínculo.
¿Que pasa cuando un medio “se enoja” y ”lo sacan del partido”, como ese jugador que en lugar de ir a la pelota quiere quebrar al rival, cuando ese medio entra en una guerra contra una corporación o el gobierno, estableciendo un conflicto que no puede saldarse rápidamente?
¿Se mueven los lectores de su posición anterior manteniendo el contrato y acompañando al medio en su guerra? ¿Pierde el medio lectores?
Seguramente la respuesta no es a o b, lo interesante es saber cuanto de a y cuanto de b y cuales son los factores que determinarán los porcentajes.
Rubén Weinsteiner
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