Rubén Weinsteiner para NEWSWEEK
Los dos componentes fundamentales para el diseño de la arquitectura de un discurso de poder, hacia el interior de lo que llamamos voto joven (16 a 30 años), un voto con una fuerte complejidad emocional en términos de las demandas, son el “reason why”, el “para qué”, y la vocación constructiva de sujetos políticos.
Los dos componentes fundamentales para el diseño de la arquitectura de un discurso de poder, hacia el interior de lo que llamamos voto joven (16 a 30 años), un voto con una fuerte complejidad emocional en términos de las demandas, son el “reason why”, el “para qué”, y la vocación constructiva de sujetos políticos.
El “para qué”, hay que votar determinada oferta política, debe expresar una promesa emocional afirmativa y concreta. Resulta imposible construir un “reason why” desde la negación y el odio a la otredad política. Así como el Kirchnerismo será superado solo por una construcción posterior, no en términos temporales, sino en términos estructurales, es decir por una propuesta que lo reconozca, incluya y lo supere; el macrismo no será superado en la ciudad, demonizando a Macri, burlándose de él, ergo de todos los que lo votaron y que son muchos. El “reason why” debe expresar no un listado de medidas a implementar, sino una perspectiva emocional positiva. Construir un “para qué” no tiene nada que ver con construir malestar.
Durante la segunda presidencia de Perón, los antiperonistas fueron adquiriendo un odio hacia Perón, el peronismo y los peronistas que llegaba al “viva el cáncer” cuando la muerte de Eva Perón o a apoyar y justificar bombardeos masivos a la plaza de mayo, que dejaban cientos de muertos como saldo. El antiperonismo con Perón en el poder y durante la proscripción, no pudo construir un “reason why”, aun cuando construyó el soporte en términos de fuerza, para dar el golpe y sostener la proscripción. Porque no consiguieron construir en su cabeza, un país diferente al que tanto les disgustaba, para constituirlo en “reason why” y que le diera una identidad propia a su marca política, más allá de adversar al peronismo.
El voto joven siempre demanda un “para qué”, y por eso muchos jóvenes de entre 16 y 30 años hijos de antiperonistas se hicieron peronistas durante el período de la proscripción del peronismo. El antiperonismo no proponía un “reason why”, Perón desde España, si.
Durante los 18 años de la proscripción del peronismo, liderazgos no peronistas, hubo, agenda y despliegue territorial también. Pero el segmento 16-30 durante esos 18 años, que por evolución dinámica llegó hasta los que tenían 48 en el 73, demandaba ese “para qué” que el peronismo producía y que constituía en sujetos políticos.
El voto joven es más flexible, eso explica los de los jóvenes de fervientes antiperonistas se hicieran peronistas y flexibilizador de otros segmentos, muchos hijos de antiperonistas que se hicieron peronistas, peronizaron a sus padres. Porqué el segmento 16-30 no ancla el sistema de preferencias en su historia y en las emociones construidas a través de esa historia. El voto joven está despojado de los dolores, pasiones, frustraciones, alegrías, inseguridades y certezas que no sean las de su propio recorrido. Los mandatos familiares no solo no garantizan continuidad en el voto, sino que la rebeldía muchas veces lleva a los jóvenes a adversar la tradición familiar. Esto le otorga elasticidad, soltura, y cierta labilidad en la construcción de su sistema de preferencias.
El segmento 16-30 valora como insumo de producción del “para qué” la autenticidad legitimada en el clivaje gato-careta, lo real y sólido, aquello que reconoce y asume las imperfecciones, limitaciones, las zonas oscuras y las brutalidades del discurso, a favor de una propuesta superadora.
Rubén Weinsteiner
Rubén Weinsteiner
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