Para obtener información equilibrada y rigurosa del tema, y no sólo propaganda, que mejor que leer lo que dicen los mismos músicos y algunos expertos que estudiaron el tema con detenimiento, en varias universidades.
Por favor, pirateen mis canciones
Ignacio Escolar es periodista, blogger y músico español. Su nombre se hizo especialmente conocido en el ambiente copyfight allá por 2001, luego de publicado su post —a esta altura todo un clásico— “Por favor, pirateen mis canciones”. En el artículo, con claridad memorable, relata el punto de vista de un músico real sobre “el problema” del intercambio de archivos:Mi grupo ha vendido, por los pelos, más de 10.000 copias de su primer LPy
Cada año salen 32.000 discos nuevos al mercado en todo el mundo y sólo 250 convencen a más de 10.000 compradores. Apenas el 0,7% de los músicos que han presentado disco el año pasado (la gran mayoría no llega siquiera a grabar) es más afortunado que yo,
se pensarán que nado en dinero. O que, por lo menos, vivo dignamente de mis habilidades musicales. ¿Cuánto cobra el 0,7% con más suerte de su profesión?. Escolar confiesa, el ingreso de un músico que ha vendido 10.000 discos —y está entre el 0.7% más privilegiado de los que han grabado disco— asciende a… ¡77 dólares por mes!, cifra que surge de dividir el total de 2.800 dólares ganados por los tres años de esfuerzos en poner su LP en las tiendas. Sin embargo, otra es la historia cuando se sacan las cuentas con las presentaciones en vivo: en ese negocio, el músico tiene una oportunidad de ganar mucho más dinero que con los discos. En un rango de 100 a 300 dólares por presentación, según precisa Escolar, está claro que con un sólo concierto al mes, el músico puede ganar más del doble de lo que recibe por los discos
Como todos los músicos que hayan hecho las cuentas, sé que son más rentables 100.000 fans piratas que llenen mis conciertos a 10.000 originales.
Este lamentable panorama económico que la industria discográfica reserva para los músicos, no es la excepción, es la norma en todo el mundo. Según el informe de 2009 de Nielsen Report citado por Billboard sólo el 2% de los albumes editados en Estados Unidos vendieron más de 5000 unidades. Una investigación difundida en techdirt.com indica que de cada $1000 dólares ganados, el músico se queda con… $23!.
Debe agregarse además, que frecuentemente el músico deberá destinar su porcentaje a cubrir ciertos costos de los cuales la discográfica se desentiende. Y esto corre también para las bandas que venden muchos discos y tienen más fuerza para negociar: como describió Courtney Love en su famoso discurso dado hace ya más de 10 años, en la “Digital Hollywood Online Entertainment Conference”: de los dos millones de dólares ganados por las regalías de la venta un millón discos, la banda deberá gastarlos en pagar la grabación del disco, las deudas por promoción, y un sinnumero de gastos, de tal forma que su ganacia neta termina siendo… ¡cero!, aunque la industria, lógicamente, se lleva varios millones…
Courtney arrancaba su conferencia así:
Hoy voy a hablar sobre piratería y música. ¿Que es la piratería? Piratería es el acto de robar el trabajo de artista sin ninguna intención de pagar por él. No estoy hablando acerca de un software al estilo Napster. Estoy hablando sobre los contratos de grabación de los principales sellos discográficos. Es por esto que estrellas como Lyle Lovett, que vendió 4.6 millones de copias, o la banda “30 Seconds to Mars” que ganó un disco de platino… nunca vieron un centavo por la venta de sus discos. ¿Qué queda para los que no son famosos? Evidentemente la razón por la cual los músicos acceden a condiciones tan poco convenientes, es la posibilidad de cubrir los costos de grabación de un disco, y obtener difusión. El dinero, como todos saben, proviene de los conciertos, no es una novedad del P2P.
(Sin embargo, nadie parece rasgarse las vestiduras por esta forma de ganar dinero a costa de no dejarle nada de ganancia a los músicos, por el contrario, servilmente muchos artistas sólo se dedican a defender un negocio del que no reciben prácticamente paticipación.)
¿Reemplazo o promoción?
Hasta la aparición de internet, el valor estratégico de la industria discográfica para el músico no era sólo la posibilidad de grabar un disco y (quizá) ganar dinero con el contrato y los derechos. Firmar con un sello importante significaba promoción: entrar a rotar en las radios, aparecer en publicidades por TV, ingresar al circuito de las notas y entrevistas pautadas en medios especializados, etc. En definitiva, excepto para algunos géneros musicales que dependen del mecenazgo, la posibilidad de ganar dinero con la música está relacionada directamente con lo conocida que sea la obra del músico entre el público, y los únicos que podían conseguir eso eran las discográficas. Hasta que llegó internet…Lo que Nacho Escolar ha observado en su artículo, sobre la conveniencica de la difusión “pirata”, no es otra cosa que el llamado “efecto promocional” del file sharing, es decir, cuando los usuarios gratuitamente se encargan de hacer lo que antes hacia la publicidad de la discográfica, y a través de la copia y recomendación, por p2p o descarga directa, difunden a su artista favorito y lo hacen más conocido. Sin embargo, en el discurso de la industria, dicho efecto nunca es mencionado. Sólo se insiste sobre el “efecto reemplazo”, que es cuando un usuario no compra un disco que si habría adquirido, si no lo hubiera podido descargar de la red.
Sin embargo ¿qué es más fuerte? el “efecto reemplazo” o el “efecto promoción”. Ahi está el corazon del problema. Lo estudiaron en la universidad de Harvard, pero paciencia, ya llegaremos.
Del vinilo al CD
En pleno apogeo de Napster, en verdad, los números de las discográficas eran desastrosos. Lógicamente el “culpable” para la industria era el nuevo actor de la “distribución musical” que había emergido de la red, y los negligentes usuarios que ripeaban los CDs al formato mp3.
Seung-Hyun Hong es un egresado de Stanford, y en 2004 publicó un paper titulado “The Effect of Napster on Recorded Music Sales: Evidence from the Consumer Expenditure Survey” (que luego se convirtió en su tesis de doctorado). Después de estudiar los datos relevados por el “Consumer Expenditure Survey” —un organismo gubernamental que releva datos sobre consumo en Estados Unidos— concluyó que el “efecto Napster” sólo podría explicar un 20% de la caída de ventas, pero no el 80% restante. ¿Qué estaba pasando entonces? Aquí la explicación que encontró Seung-Hyun Hong: desde los ‘90, con la popularización del “Compact Disc”, los consumidores —durante varios años— se empeñaron en reemplazar sus viejas colecciones de discos de vinilo, por el nuevo formato. La época de la aparición de Napster coincidió con el agotamiento de ese período de ventas extraordinarias del CD, entonces ya no quedaban LP para reemplazar y eso explicaba lo pronunciado del descenso.
Algo parecido nos recuerda este diálogo entre Casciari y “el Chiri” en la última orsai:
—Yo me compré Piano Bar en disco de vinilo en el 85. Piano Bar en casete en el 89. Piano Bar en compact disc en el 98. Es decir, lo compre tres veces. Hace cuatro años, cuando el compact disc murió, me descargué Piano Bar de internet.
—Sos un maldito pirata hijo de puta —me dice el chiri— ojalá te metan preso a vos y a toda tu familia ¡le estás sacando la comida de la boca a mucha gente de la industria!
Promoción gratis… o pagada por los usuarios
Hong concluyó que la llamada piratería tenía una influencia 80% menor de lo que decía la industria, sin embargo, para hacer un juicio económico más amplio, hay más factores beneficiosos a considerar.Según la investigación a cargo de David Blackburn, de la Universidad de Harvard “On-line Piracy and Recorded Music Sales” para su tesis de doctorado, hay dos efectos del file sharing sobre el consumo de música. Se trata de lo que adelantábamos al comienzo: por un lado, un “efecto reemplazo” que provoca una baja de ventas, pero por otro, un “efecto promocional” que las aumenta. Según investigó Blackburn, el primero es más notable para los artistas populares, y el segundo para los menos. Luego de realizar sus estimaciones Blackburn concluye que el efecto global del intercambio de archivos es beneficioso para el 75% de los artistas, que ven incrementadas sus ventas, aunque negativo para la gran industria discográfica, porque afecta negativamente las ventas de los artistas más populares que son quienes más ganancias le generan. Como puede verse, los intereses economicos de la industria y los artistas (si los tomamos en cuenta a todos) no necesariamente coinciden.
Este hecho es particularmente evidente en este otro estudio realizado por el diario británico The Times. Para analizar los efectos reales del intercambio de archivos en el negocio de la música Times tomó datos de la “British Recording Industry Association” (Asociación de la Industria Fonográfica, BPI) y “PRS For Music”, una gestora colectiva de derechos británica. Como se ve en el siguiente gráfico, publicado en el sitio de Vía Libre, los ingresos de las discográficas disminuyen (naranja), pero aumentan los de los músicos (azul claro). El público gasta más dinero en música en vivo que en comprar discos, lo que beneficia económicamente a los músicos.
Una segunda conclusión que nosotros sacamos de este estudio, y que habría que recalcar, es que si el efecto promocional de las redes P2P es beneficioso para la mayoría de los músicos, ¿quién se encarga de financiar el funcionamiento de esas redes? La respuesta no es complicada: vos. Los usuarios pagan religiosamente su factura de internet todos los meses, ese dinero hace posible la existencia de la red, y hace posible esa estructura de promoción y distribución, que los autores de las obras pueden aprovechar gratis.
Indistinguible de cero
Unos años después que Blackburn, se publicó otro conocido estudio en “Journal of Political Economy” por el profesor Felix Oberholzer-Gee, también de Harvard y Koleman Strumpf de la Universidad de Kansas. Concluyeron que el efecto del file sharing sobre la ventas era “estadísticamente indistinguible de cero”. Este estudio, ampliamente citado, ya en 2004 fue reseñado en el New York Times al difundirse el primer borrador. Entrevistado por el diario el Profesor Oberholzer-Gee daba un ejemplo elocuente de por qué una descarga no implica necesariamente una venta perdida:Digamos que le ofrezco un vuelo gratuito a la Florida, ¿Qué tan probable es que usted decida ir a la Florida?, bueno, es muy probable, porque el precio es cero. Si no hubiera pasaje gratuito, el viaje a la Florida sería muy poco probable, y concluye en el estudio
Mientras que las descargas se produzcan a gran escala, la mayoría de usuarios son personas que probablemente no habrían comprado el álbum, incluso en la ausencia de intercambio de archivos.
Recientemente los mismos autores presentaron sus investigaciones en una conferencia en Viena, donde afirman más contundentemente que las redes P2P incluso estimulan el trabajo creativo:
Compartir archivos no ha desanimado a autores y editores. La publicación de nuevos libros a aumentado un 66% en el período de 2002-2007. Desde 2000, la publicación de nuevos álbumes se ha más que duplicado, y la producción de películas a nivel mundial desde 2003 ha crecido más del 30%. Afirma que
Las descargas y el P2P incrementan el consumo y el precio de bienes complementarios como los conciertos, que generan ingresos directos para los artistasy que
En muchas industrias, los incentivos económicos directos juegan un papel muy reducido a la hora de motivar la creatividad.
Cambio de modelo
Debido a los datos aportados por investigaciones como las citadas, es que legisladores y funcionarios del área de cultura de algunos países ya han empezado a considerar positivamente el efecto de las redes P2P como generadoras de riqueza, y a pensarlo dos veces antes de hacer caso únicamente a las voces agoreras que hablan en representación de las discográficas (cuyos datos fueron puestos en duda hasta por la auditoría del Gobierno Norteamericano). El caso de Brasil, es un ejemplo de este cambio de dirección, a partir del proceso iniciado en 2003 con la gestión de Gilberto Gil como Ministro de Cultura (aunque actualmente este proceso quedó bastante estancado, hay mucho interés en que continúe).En definitiva, si se mide el efecto globalmente, el file sharing es beneficioso para los usuarios, para los músicos, quizás no tanto para las superestrellas (que no son justamente, el eslabón más débil) y beneficioso para “el negocio” en general —si se lo mide integralmente, no sólo el de la venta masiva de discos, también forman parte otros actores como: los fabricantes y vendedores de instrumentos musicales, los institutos de enseñanza, las salas de ensayo, los vendedores de equipos, los locales para presentaciones en vivo, e incluso (según un estudio noruego) los sistemas de descargas comerciales, entre otros.
Uniformidad vs. Diversidad
Como mencionaba el estudio de David Blackburn, el intercambio de archivos beneficia especialmente a los artistas menos conocidos y por tanto favorece la diversidad cultural. ¿Por qué la gran industria en cambio, tiende a la homogeneización? Porque la naturaleza misma del negocio de distribución de música sobre sustrato material (vinilo, casete, cd) es lo que promueve la uniformidad del gusto del público: el negocio de las discográficas es un negocio de escala. La uniformidad permite mayores volúmenes de producción e incrementa lo ganado por cada unidad vendida: un millón de discos vendidos por un sólo artista, generan una ganancia por unidad muchísimo mayor que un millón de discos, pero de mil artistas diferentes, con una tirada de mil discos cada uno (que incluso generan pérdida). Por esta razón, es que el dinero destinado a promoción va directo a las figuras que más venden y no a las que más promoción necesitan.Lamentablemente esta dinamica económica que enriquece a la industria, empobrece la oferta cultural. Hasta antes de internet y las redes P2P no había muchas alternativas a este modelo de distribución de música, ahora las hay, y no son incompatibles con la diversidad. ¿No merecen tener su oportunidad, y el apoyo de la sociedad y sus representantes?.
El 31 de mayo, Mario Pergolini, Eduardo de la Puente, y Gustavo Olmedo le dedicaron a esta entrada un bloque del programa “Cual es?”, que sale por la mañana de Rock And Pop.
En “Impactos de las nuevas tecnologías en la Industria Musical” de Nicolás Cohnheim, Damián Geisinger y Ernesto Pienika se trazan algunas ideas, de hacia dónde debería evolucionar el modelo de negocio de la industria discográfica:
[…] Como se plantea en el libro ‘The Future of Music’, con Internet el problema no es más la falta de acceso a los bienes y servicios, sino que el problema es ahora cómo organizar toda esa información que se encuentra libre y a nuestra disposición. En este sentido Varian y Shapiro señalan: «El problema que tenemos hoy en día no es de acceso a la información, sino de sobrecarga de información».
Al reducirse las barreras a la entrada, se abre la posibilidad para que un mayor número de artistas de los más diversos estilos participen de la oferta musical. El problema es que toda esa información que está a nuestro alcance de forma gratuita, no se encuentra lo suficientemente ordenada en la Web, ni cuenta con adecuados sistemas de seguridad, lo cual genera al consumidor algunos costos en materia de costo de oportunidad del tiempo perdido para obtener lo que se desea.
Entonces tal como se plantea en el libro «El Dominio de la Información», la Industria Musical debe apuntar, a la hora de generar mayor valor, a encontrar, filtrar y comunicar la información al consumidor. Esta nueva característica es un pilar fundamental hacia donde deben apuntar los nuevos modelos de negocios, ya que agentes especializados en organizar y clasificar la información pueden ser la salida al problema de cómo generar los ingresos para el desarrollo y la viabilidad de la industria. […]
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