Un organismo de transparencia financiera dio el visto bueno a las reformas ordenadas por el Papa
El año 2013 será recordado como el "annus horribilis" para el Instituto para las Obras de Religión (IOR), también llamado el banco del Vaticano o el banco del Papa. A principios de año, en lo que significó un verdadero bochorno, los cajeros automáticos del Vaticano dejaron de funcionar por un mes: no tenían autorizaciones clave para operar.
Lo peor, sin embargo, vino a fines de junio, cuando un alto prelado del Vaticano, Nunzio Scarano, hasta hacía poco funcionario de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), fue arrestado y llevado a la cárcel romana de Regina Coeli, acusado de corrupción, fraude y calumnia.El arresto de Scarano -también llamado "monseñor 500" por su pasión por los billetes de 500 euros- fue la gota que rebasó el vaso para el IOR. Consciente de que la credibilidad de la Iglesia Católica también pasa por un manejo transparente de sus finanzas, Francisco le puso el acelerador a una reforma que, ahora, empieza a dar sus frutos.
El lunes pasado, MoneyVal, el organismo de la Unión Europea (UE) que supervisa la adecuación a las normas financieras internacionales para combatir el lavado, dio su visto bueno a los cambios económicos puestos en marcha por el Papa y a su voluntad de limpieza.
La publicación del Progress Report es un paso adelante fundamental para el IOR, que está desde hace décadas bajo sospecha de ilícitos. La institución incluso estuvo vinculada a las muertes de personajes como Roberto Calvi, responsable de la quiebra del Banco Ambrosiano, y del financista mafioso Michele Sindona, ambos miembros de la logia masónica P2.
El banco, que controla un patrimonio de 7100 millones de euros y 19.000 cuentas bancarias, de hecho, tiene ahora más posibilidades de lograr el gran objetivo de ingresar en la "lista blanca" de países financieramente transparentes.
Pero volvamos atrás. El arresto de Scarano, ocurrido dos días después de la creación de una comisión especial para investigar el IOR, determinó que casi de inmediato rodaran las cabezas de dos piezas clave: su director, Paolo Cipriani, y su vice, Massimo Tulli. Ambos se habían enfrentado duramente a Ettore Gotti Tedeschi, ex presidente del banco del Vaticano defenestrado brutalmente en mayo de 2012.
Ambos estaban siendo indagados por la fiscalía de Roma por una transferencia de 23 millones de euros desde el IOR a otros bancos, bajo sospecha de lavado de dinero.
Los tiempos ahora cambiaron. Y el "annus horribilis" está terminando un poco mejor. Más allá de decapitar a la cúpula del IOR -presidido ahora por el aristócrata alemán Ernst von Freyeberg, de 52 años y designado en febrero, durante los últimos días de pontificado de Benedicto XVI-, y a los directivos de la APSA, Francisco creó tres comisiones.
Una, ya mencionada, evalúa al IOR; la segunda analiza toda la estructura económica del Vaticano; la tercera intensifica la vigilancia en las finanzas vaticanas. Además, les encargó al Promontory Group y a Ernst&Young el control de todas las cuentas del IOR, que ahora hasta tiene una página web donde por primera vez publicó su balance, y de la APSA.
Hace unos días, trascendió que el IOR, a lo largo del año, descubrió 100 transacciones sospechosas. Por otra parte, el 19 de septiembre les envió a 1200 clientes una carta en la que anunciaba el cierre de 1200 cuentas por un valor estimado de 300 millones de euros. Se trata de las denominadas "cuentas laicas", según el Corriere della Sera.
El IOR, en efecto, decidió limitar sus cuentas a instituciones católicas, eclesiásticos, empleados y ex empleados del Vaticano que son titulares de cuentas para sueldos o jubilaciones, así como a diplomáticos acreditados ante la Santa Sede. En este marco, según el Corriere, hay preocupación en cuanto a la identidad de los titulares de estas 1200 cuentas por cerrarse. "Si algunos nombres son de personas totalmente normales, como la secretaria de un viejo cardenal o de un sobrino del papa Pacelli, otras pertenecerían a importantes personalidades italianas", indicó el diario.
"El proceso de cierre de cuentas durará unos meses", explicó René Bruelhart, director de la Autoridad de Información Financiera, creada por Benedicto XVI, que monitorea todas las actividades financieras del Vaticano y apodado el "James Bond" del Vaticano. "Esto no debe confundirse con el cierre o la suspensión de relaciones con clientes bajo sospecha de violación de normas contra el reciclaje internacional", aclaró..
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