Antes de convertirse en
el autor más leído de todos los tiempos, John Grisham peregrinó por 26
editoriales que descartaron su ópera prima, Tiempo para matar,
con todo tipo de argumentos, desde los más amables hasta los más crueles
y humillantes. Grisham, que en 1989 era un joven abogado del sur de los
Estados Unidos, no se descorazonó, y consiguió que Wynwood Press
aceptara pagarle 5000 dólares por los derechos del libro que fue el
primero de una larga lista de best sellers . Al día de hoy,
lleva vendidos más de 250 millones de unidades. J.K. Rowling sobrellevó
nueve rechazos antes de lograr la primera edición de Harry Potter
. En su momento, un editor se negó a publicar Rebelión en la granja, de
George Orwell, con la excusa de que era "imposible vender una historia
de animales en los Estados Unidos".
El mundo de los economistas más renombrados está lleno
de trayectorias de este tipo. En un estudio publicado en el Journal of
Economic Perspectives (que luego se convirtió en un libro corto) los
académicos Joshua Gans y George Shepherd se pusieron a indagar en
rechazos sufridos por estrellas de la ciencia maldita en sus años de
juventud (y no tanto), y se encontraron con todo tipo de sorpresas. Para
empezar, la mayor parte de los 140 consultados (todos los premios Nobel
y los ganadores de la medalla John Bates Clark) se mostraron muy
entusiasmados por "vengarse" de los editores que les negaron espacio a
muchas investigaciones que más adelante se convirtieron en clásicos.
"Tocamos un nervio muy poderoso", dijeron Gans y Shepherd. El motor del
rencor hizo que varios entrevistados respondieran con decenas de
páginas. Paul Krugman expresó un resumen del tono de los testimonios
recogidos: "Gracias por darnos la posibilidad de recuperar algo de
autoestima".Los artículos clásicos rechazados abundan. En 2014 se cumplen 60 años del estudio que introdujo a los modelos de equilibrio general como herramienta analítica, Proteccionismo y s alarios reales, de Paul Samuelson y Wolfgang Stolper, que fue descartado por el American Economic Review. El referí consideró que se trataba de "una curiosidad teórica". Econométrica le dijo que no al artículo más famoso y citado de Franco Modigliani, el que introdujo la función de consumo Duesenberry-Modigliani. Gary Becker, Krugman, Robert Lucas, Jagdish Bhagwati y James Buchanan reconocieron decenas de rechazos.
La contribución seminal de George Akerlof al fenómeno de la información asimétrica en los mercados (el famoso El mercado de limones: calidad, incertidumbre y mecanismos de mercado ) fue considerado también un "limón" por el American Economic Reviewen 1967, cuando la revista especializada se negó a publicarlo. Dos journals prefirieron no darle espacio al artículo de Fischer Black y Myron Scholes que sentó las bases de la valuación de derivados financieros, inspirado en una ecuación física de propagación del calor.
"El proceso de selección de estudios en las revistas más prestigiosas tiene una personalidad de doctor Jekyll y Mr. Hyde", apuntan Gans y Shepherd. Por un lado, contribuyen a crear prestigio y a asegurar -en teoría- que los mejores trabajos lleguen a las mejores publicaciones. Pero, por otra parte, se trata de una dinámica con problemas de incentivos, con editores y referís aburridos, descuidados, que a menudo derivan la tarea de revisar las investigaciones propuestas en alumnos de posgrado "que creen que su misión es hacer lo más miserable posible la vida de los autores". "Cuanto más innovador e interesante es el paper , más probabilidades de que sea rechazado", opinó la economista Graciela Chichilnisky en el trabajo de Gans y Shepherd.
Los autores recuerdan en un apartado del libro que hubo pocos referís más despiadados para rebotar contribuciones ajenas que John Maynard Keynes, el padre de la economía moderna. Keynes editaba el Economic Journal, que en la primera mitad del siglo XX era la publicación especializada más prestigiosa en esta disciplina. Muchos economistas que luego fueron célebres guardaron cartas de rechazo firmadas por Keynes. Uno de ellos fue Bertil Ohlin, que en 1923 envió un artículo que contenía la idea original por la que décadas más tarde ganaría el Nobel, y a vuelta de correo recibió una nota lacónica: "Esto equivale a nada y debe ser rechazado. J.M.K".
Predecir el éxito de un libro, una película o de un estudio económico puede ser enormemente elusivo, según explica el físico-matemático Leonard Mlodinow en su libro El a ndar del borracho, de donde están extraídos los ejemplos de Grisham y de Rowling mencionados en el inicio de este artículo. Mlodinow asegura que en este tipo de sistemas complejos, el azar juega un rol más importante del que pensamos; y la supuesta pericia de expertos está sobrevalorada.
En el ámbito de los estudios académicos de economía, esta cuestión no es trivial: las publicaciones en revistas de renombre son hoy la principal vara para medir prestigio académico, y por lo tanto asignar salarios altos y posiciones de rango elevado en universidades y otros centros.
De acuerdo con una reciente y original investigación, citada en abril pasado en "Álter Eco", los economistas estarían dispuestos, en promedio, a ceder medio dedo de su mano a cambio de ver su nombre en letras de molde en el American Economic Review. Lo determinaron apelando a una metodología muy usada en economía de la salud los profesores de la Universidad de Rotterdam, en los Países Bajos, Arthur Attema, Werner Brouwer y Job Van Exel.
¿Cuál es la estrategia correcta, según los estudiosos de la dinámica de los rechazos? Si se trata, como dice Mlodinow, de un "sistema complejo", la decisión conveniente es la de comprar el máximo de billetes de lotería posibles. Es probable que el estudio enviado a un determinado journal haya llegado con mal timing , haya agarrado al referí mal dormido o alguna otra cuestión que no tiene que ver con los méritos del envío. De hecho, las 140 entrevistas de Gans y Shepherd muestran exactamente eso: cómo ideas postergadas de entrada se convirtieron luego en clásicos.
Como le dice Eliot Ness (Kevin Costner) a Al Capone (Robert De Niro) en el final de la película de Brian De Palma Los i ntocables: "Nunca dejes de pelear hasta que la pelea haya terminado". Por cada publicación rechazada, hay que enviar otras cinco. "A seguir los pasos de Scarlett O'Hara en Lo que el viento se llevó , cuando anuncia con entusiasmo: «Escribiré otra propuesta mañana»", recomienda como actitud a imitar la profesora de computación escocesa Judy Robertson en su estudio Cómo lidiar con el rechazo académico.
Si seguimos con casos de las estrellas de Hollywood, en esta literatura de la resiliencia uno de los casos icónicos es el del actor Brad Pitt, quien experimentó 84 rechazos antes de conseguir su primer trabajo en un comercial para televisión. Y estamos hablando del tipo al que hace dos semanas Angelina Jolie le regaló una isla en forma de corazón para su cumpleaños número 50. ¿Cuántos referís de journals económicos, para quienes su principal problema es que se rompa la máquina de café, podrán decir lo mismo?.
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