Manual de construcción y gestión de poder de un Barón del conurbano
Hace algunos años, un Intendente del conurbano con quien
trabajé durante un tiempo, me reveló mientras caminaba e interactuaba con él, su
modelo de construcción y gestión de poder.
A los líderes territoriales les decía:
“Si te encuentro en la cama con mi esposa, quizás te perdono,
pero si perdés una elección en tu territorio, te voy a buscar hasta la concha
de tu hermana y te mato”
Este Intendente frente a una elección que se presentaba
difícil y que de hecho lo fue, se presentó en la puerta de un puntero
importante, clavó un clavo en la fachada de su casa, colgó de ese clavo las llaves
de su camioneta 0km, le tocó el timbre y le dijo al puntero: “si no ganamos en
tu barrio, estas llaves son para que el te mate”
Este hombre fuerte del conurbano decía que su método de
construcción de poder se basa en 3 puntos, a, b y c, que graficaba con pulgar,
índice y mayor.
a)
miedo
b)
respeto
c)
plata
Miedo: “me tienen que tener miedo antes que nada, me tienen
que tener mucho miedo” “todo lo demás viene después”
Respeto: siempre iba a los cumpleaños, casamientos,
velorios, llamaba para saludar, escuchaba reclamos, entendía y aceptaba excusas
hasta cierto límite.
Plata: “el sol tiene que salir para todos”, mucho o poco,
todos deberían ganar algo siempre.
“El poder, hay que ejercerlo todos los días, sino lo ejercés
lo perdés, y ejercer el poder es mostrar el poder”.
Una vez recorrimos un barrio y un puntero muy enojado, de
mala manera, le gritó e insultó, reclamándole por las dificultades y carencias
en la salita de primeros auxilios del barrio. Fue tan agresiva la forma en la
que este puntero se dirigió al Intendente, que algunos de sus ayudantes
reaccionaron de manera violenta. El Intendente los contuvo, y les dijo que
dejaran que el puntero se acercara. El puntero sorprendido le detalló una lista
de problemas, como la falta de una ambulancia e insumos varios. El Intendente
siguió su camino, sus lugartenientes le proponían una amplia gama de medidas
punitivas contra el puntero que lo había ofendido y en público. El Intendente
los atajó: “olvídense, nadie hace nada”.
Durante los días subsiguientes el Intendente se metió en el
tema de la salita de primeros auxilios, destinó tiempo y recursos y siguió con
el tema en su agenda por unos días. Al mes volvió, y pidió hablar con el
puntero que lo había abordado de manera violenta hacía 30 días. Le preguntó por
la ambulancia que había mandado y fondos para compra de insumos. El puntero le
respondió “que la cosa pintaba
mejor”. El Intendente se retiró del lugar y en ya en la camioneta, dio orden a su gente de, ahora sí,
entrarle con todo al “insolente”. La lección era clara, las demandas hay que
satisfacerlas para sostener el poder, a los demandantes hay que cortarles las
piernas.
Sus frases, cuasi maradonianas, quedaron grabadas en mi
memoria, hay una que en especial que era “su frase”, y en las reuniones largas,
sabía que en algún momento la diría: “hay una sola cosa peor que la traición,
el llano”.
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