viernes, enero 24, 2014

Entender la desigualdad, para transformar la realidad





Entender cómo funciona la economía no es
un lujo o un privilegio: es algo que debería preocuparnos a todos para
no ser esclavos de la ideología que ciegamente nos impulsa a valorar la
acumulación de capital económico a costa de la explotación de los menos
favorecidos. Este esquema no es accidental: sitios como Inequality.is muestran
de qué manera la ignorancia de la población respecto a sus propios
derechos ha permitido que la inequidad en la riqueza crezca a niveles de
desproporción que sobrepasan los de cualquier otra etapa histórica.
Al menos en Estados Unidos, entre 1983 y
el 2010, el top 5% de inversionistas y millonarios han visto su riqueza
crecer 74.2%, mientras que los dos tercios de la escala más baja de
ingresos vieron su riqueza contraerse. La diferencia entre inequidad en
el ingreso y en la riqueza se explica en que la primera es volátil (pues
depende del trabajo, el cual puede desaparecer de un momento a otro
dadas las condiciones volátiles de los medios de producción y la cada
vez mayor dificultad para que los trabajadores de bajos o medianos
ingresos se organicen en esquemas de sindicatos, admitiendo el uso de
mano de obra por outsourcing, sin ningún tipo de prestaciones
laborales), y la segunda es el capital estable que está sujeto a
fluctuaciones, pero que tiende a acumularse y a afectar la brecha del
ingreso macroeconómicamente.
Si esto parece rebuscado, pensemos simplemente que en Estados Unidos el 10% de la población tiene el 48% de la riqueza.
Esta inequidad no apareció por accidente: existe en función de las
políticas públicas de los gobiernos, de los impuestos y del comercio.
Esta situación puede arreglarse teóricamente cambiando las variables
anteriores, pero el primer punto es comprender y compartir la
información a la mano: nuestra única arma contra la explotación es la
información.

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