viernes, enero 24, 2014

Moverte puede modificar tus neuronas y salvarte la vida

Los hábitos y rutinas afectan la estructura de nuestro cerebro a nivel neuronal. Si nuestro cerebro no se ejercita, nuestro cuerpo sufrirá las consecuencias.


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A diferencia de una muy difundida leyenda urbana, hoy sabemos que el cerebro y las neuronas son capaces de producir nuevas células y modificar su fisiología mucho más allá de la edad adolescente. Y según un estudio publicado en la Journal of Comparative Neurology, el cerebro también se modifica a nivel celular a causa de los periodos de actividad e inactividad.
A pesar de que el estudio fue realizado con ratones, los investigadores de la Wayne State University creen que la zona analizada (la médula rostral ventrolateral, encargada de los movimientos de la respiración y la constricción de las venas en el sistema circulatorio) presenta similaridades en su funcionamiento con la de los cerebros humanos.
A un grupo de ratones se les permitió correr durante tres meses en ruedas, con lo que pronto corrían distancias mayores y mayores; a otro grupo de ratones, por otro lado, se les mantuvo aislados durante el mismo periodo, sin que tuvieran mayor actividad motriz que caminar sin obstáculos.
A todos los animales se les inyectó una sustancia que tiñe ciertas neuronas, la resonancia electromagnética reveló notorias diferencias en la médula rostral ventolateral de ambos grupos. Esta médula regula el sistema nervioso simpático, que entre otras cosa controla minuto a minuto el flujo sanguíneo según lo requiera el cuerpo, de manera que pudiéramos hacer esfuerzos considerables en poco tiempo (como escapar de un depredador) sin desmayarnos por la súbita subida de pulso.  Pero si no se estimula, dicha médula comenzará a presentar curiosas modificaciones.
Las neuronas de un cerebro sedentario comienzan a desarrollar pequeñas ramificaciones, muchas más de las que presentaron las neuronas del grupo de ratones “activos”; estas ramificaciones vuelven a la neurona más sensible a los estímulos, como si se esforzara por recibir un estímulo que cree que falta. Como resultado ocurre una sobreestimulación del sistema nervioso simpático, que potencialmente podría incrementar la presión sanguínea y contribuir al desarrollo de enfermedades en el corazón. 
El profesor de fisiología Patrick Mueller cree que su estudio demostrará que la inactividad puede cambiar la estructura y funcionamiento del cerebro de los individuos, y que del mismo modo, la actividad física puede ayudar a mantener el cerebro en forma.

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