Por Diego Schurman
El gobierno nacional trabaja contrarreloj para desacreditar la
huelga general convocada para el próximo jueves. Las acciones y
discursos de los funcionarios se asientan en la respuesta a dos
preguntas elementales: ¿Quién convoca? ¿Qué se reclama?
Jorge Capitanich hizo punta con la estrategia al sostener que el
paro es "político" ya que sus impulsores están encolumnados detrás de
Sergio Massa.
El jefe de Gabinete sugirió así que bajo una demanda gremial se
esconde el verdadero objetivo de la medida: esmerilar al gobierno en
beneficio de la candidatura presidencial del ex intendente de Tigre.
Luis Barrionuevo, uno de los fogoneros de la huelga, efectivamente
trabaja en el armado de la "Mesa Sindical Massa 2015". Y el último
verano llevó al diputado a la inauguración del casino del Hotel Sasso,
que regentea el gremio gastronómico en la Costa Atlántica.
Hugo Moyano, el otro motor de la protesta, aún no termina de cerrar
trato con el diputado pese a que su hijo Facundo milita activamente en
la campaña del Frente Renovador y aspira llegar bajo ese sello a la
intendencia de Mar del Plata.
El titular de la CGT opositora fue kirchnerista durante gran parte
de la última década y mutó, con un pragmatismo asombroso, en
denarvaísta, un sector que –tras el duro revés electoral sufrido el año
pasado– fue absorbido por el sciolismo.
Se puede decir que el camionero se divorció en malos términos del
gobierno y por lo tanto augura como nadie el final del actual ciclo.
Pero su lugar en el universo –siempre hablando del universo
justicialista– aún es algo difuso.
Distinta es la situación de Pablo Micheli, el tercero en cuestión,
cuyo juego político es ajeno a la interna del PJ. El líder de la CTA
coqueteó en su momento con el Frente Amplio Progresista, el espacio que
convirtió en diputado a Víctor De Gennaro, emblema de la central
sindical combativa.
De todas estas batallas que libra el gobierno para
atenuar el impacto de la huelga, la más difícil es la de lograr que el
jueves haya transporte público.
Para decirlo con otras palabras, Barrionuevo, Moyano y Micheli
claramente disputan política con la Casa Rosada pero, al mismo tiempo,
ponen en juego la representación de los trabajadores en el ámbito
sindical.
El trío considera que el paro es la mejor herramienta para
plantarse frente a la pérdida del poder adquisitivo que significó el mix
de inflación con devaluación. En cambio, la dirigencia gremial
oficialista entiende que hay resortes institucionales por fuera de la
lógica del conflicto para evitar el golpe de bolsillo. El principal es
la negociación paritaria, el ámbito donde empresarios y sindicalistas
acuerdan las mejoras salariales para el año en curso.
"Una huelga general como la que proponen no es legítima porque
tenemos paritarias libres. Lo puedo decir porque soy parte de un gremio,
el de los docentes, que tuvo varios días de pulseada sectorial
discutiendo paritarias hasta que llegó a un acuerdo. ¿Por qué el resto
de los gremios no podría llegar a un entendimiento?", evaluó Hugo Yasky,
líder de la CTA oficialista.
Tras el cierre con los maestros bonaerenses, el gobierno apura
ahora un efecto cascada para dejar huérfano de argumentos a los mentores
del paro general de 24 horas.
El jefe y el integrante de la CGT oficialista, Antonio Caló y
Gerardo Martínez, fueron de los primeros en acompañar la estrategia
kirchnerista. En efecto, los nuevos convenios colectivos de la UOM y la
UOCRA no contemplan mejoras salariales –aún con sumas fijas e
incorporaciones de adicionales no remunerativos al básico– por encima
del 30 por ciento.
No es casual. Ese porcentaje, al que se accede en dos o más cuotas
pero nunca en un solo pago, devela cuál es el techo que el gobierno
busca imponer ya no sólo en las paritarias del sector privado sino
también del estatal, que mantiene un sinnúmero de negociaciones
abiertas.
El esquema de acción oficial, una vez denostada la huelga por su
"carácter político" y expuesta la sucesión de acuerdos paritarios
existentes, continuaría con el anuncio de una revisión del mínimo no
imponible en Ganancias.
Sin una actualización del esquema tributario cada vez más
trabajadores deberán afrontar ese impuesto. Así, parte de lo que
obtienen en las paritarias para no perder la carrera contra la inflación
terminará en manos del fisco.
En su paso por el Congreso, Capitanich no dio detalles de cuánto
será el nuevo mínimo no imponible pero se apuró en informar que habrá
cambios para no aparecer yendo detrás de Massa, quien agitó un proyecto
para llevar a 19 mil pesos el actual corte de 15 mil pesos brutos de
ingresos.
De todas estas batallas que libra el gobierno para atenuar el
impacto de la huelga, la más difícil es la de lograr que el jueves haya
transporte público, clave para garantizar el traslado de aquellos que no
comulgan con la medida.
Curiosamente, el problema reside en que dos gremios clave, como el
de los choferes de colectivos y el de los trenes, dejaron de lado su
militancia en la CGT oficialista para sumarse a los díscolos.
El titular de la UTA, Roberto Fernández, ya demostró su
intransigencia con el paro sorpresivo desarrollado entre el mediodía y
la medianoche del viernes 14 de marzo, complicando el regreso de
trabajadores y estudiantes a sus hogares.
En cambio, el pase de equipo de Omar Maturano parece responder a un
encono personal con Florencio Randazzo. Hace rato que el ministro de
Interior y Transporte encuentra resistencia del líder de La Fraternidad a
los cambios que se propone implementar en el sistema ferroviario. "Me
tiene harto, a mí no me va a joder", atacó al dirigente, tras pedirle
explicaciones de la adhesión a la protesta cuando los maquinistas –dijo–
perciben salarios de 22 mil pesos.
Desde hace días el funcionario tiene mano a mano con otros
sindicatos del área –como la Unión Ferroviaria– para aislar a Maturano y
lograr que el servicio de trenes funcione ese día, aunque sea de manera
irregular. Sabe, de todos modos, que se trata de una misión imposible.
Finalmente habrá que ver qué sucede en el transporte aéreo, donde
tres de los seis gremios adhirieron al paro, entre ellos el de los
pilotos, y cómo se posicionan los trabajadores del subte. En principio
se verá afectada únicamente la línea B, cuyo referente es el
metrodelegado Claudio Dellacarbonara, integrante del Frente de
Izquierda, que se plegará a la medida de fuerza.
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