Los gigantes de la tecnología son cada vez más grandes.
Las cinco están entre las empresas más valiosas del planeta, con un valor colectivo de bilones de dólares (Apple alcanzó los 800.000 millones de dólares en su capitalización bursátil , la primera sociedad mercantil pública en lograrlo, y las otras podrían no estar tan lejos). Y a pesar de la imagen que se proyecta de Silicon Valley como un mar turbio y disruptivo, estas cinco empresas solo se han vuelto más fuertes y ricas con el tiempo.
Este crecimiento ha dado pie a que se pida mayor regulación e intervención antimonopólica. También ha aumentado la preocupación respecto de su influencia en la cultura y la información —por ejemplo, el temor de que Facebook pudiera afectar las democracias—, así como la amenaza implícita que significan para las jurisdicciones de los gobiernos del mundo.
Amazon, Apple,
Facebook, Microsoft y Google han
experimentado un crecimiento sorprendente en los últimos años, lo cual
las ha convertido en las cinco empresas más valiosas del mundo
que cotizan en bolsa. Gracias a que poseen la tecnología que dominará
una gran parte de la vida en el futuro próximo, también están obteniendo
un enorme poder político y social sobre una buena porción del mundo más
allá de la industria tecnológica.
En
la actualidad, ese mundo está luchando por vislumbrar qué debe hacer
con ellas y está descubriendo que los cambios que están desatando —en la
economía, la vida política y cívica, las artes y el entretenimiento.
Industrias culturales
Existe una preocupación de
que las cinco grande un control social absoluto. Muchas personas temen
que las empresas puedan traducir el poder que tienen sobre algunas
plataformas digitales clave en una propiedad indiscriminada de las
industrias adyacentes que dependan de esas plataformas, lo cual les
daría mayor poder económico y social.
La
industria del entretenimiento es un buen lugar para evaluar estas
aseveraciones porque, de distintas maneras, las cinco han pasado años
construyendo plataformas cuyo objetivo es distribuir el arte, la cultura
y los medios. Facebook dirige las noticias; YouTube, de Google, tiene
videos y música; la consola Xbox de Microsoft tiene juegos; Amazon opera
libros, películas y televisión (y, por medio de su servicio de
alojamiento web —AWS, por su sigla en inglés—, alberga mucho más,
incluido Netflix); y Apple tiene básicamente lo mismo, más todas sus
aplicaciones.
Sin
embargo, en el mundo del entretenimiento, también vemos los límites a
los que se han enfrentado para entrar en un territorio nuevo. Aunque sus
tecnologías han alterado casi todo lo que conocemos respecto de nuestra
manera de comprar y la forma en que vivimos la cultura popular, las
cinco no han sido los más grandes beneficiarios de los cambios.
Están
inundando de dinero a la industria del entretenimiento, pero los han
arrinconado empresas más astutas como Netflix y Spotify. Amazon ha
tenido problemas para producir un programa exitoso, mientras que Apple
siempre tiene planes de hacer un programa original de televisión a la
vuelta de la esquina (actualmente cerró un trato para revivir Amazing Stories,
la serie de Steven Spielberg de la década de los ochenta; no se sabe
cuándo saldrá al aire). Cada uno de los Cinco ha tenido como meta crear
un sitio genial dentro de los tumultuosos mercados nuevos que han
habilitado sus plataformas.
Muchos se refieren a la gente de la industria
tecnológica como “dinero fácil”: el tipo de outsiders (en el pasado,
gente del petróleo, después gente de las finanzas) que desfilan por la
ciudad buscando dónde dar órdenes. Pero Hollywood no parece tenerles miedo.
Hace
no mucho tiempo, esta historia lucía mucho más sencilla. Con el iPod y
iTunes, Apple adquirió dominio sobre una industria de la música que
estaba teniendo dificultades para responder a la era digital. Amazon
eclipsó a Barnes & Noble como el rival más fuerte de las librerías
independientes; durante años, el gigante tuvo combates violentos con la
industria editorial por los contratos de las ventas que las casas
editoras acusaban de ser demasiado onerosos. Por medio de YouTube,
Google ganó control no solo sobre los graciosos videos de gatos, sino
también sobre el remplazo moderno de la radio (la gente ve muchos videos
musicales en YouTube). Facebook se ha convertido en la fuente de
noticias más popular del mundo, un puesto que ha consumido a sus líderes
durante la mayor parte del último año.
No
cabe la menor duda de que la tecnología ha derrocado la economía de los
negocios culturales modernos. En una polémica reciente, Move Fast and Break Things,
Jonathan Taplin, el director emérito del Laboratorio de Innovación de
Annenberg en la Universidad del Sur de California (y un exrepresentante
de bandas de rock y productor de cine), señala que en algún momento los
músicos pudieron tener una vida decente gracias a los cheques de las
regalías.
En
la actualidad, la tecnología digital ha debilitado ese negocio por
completo. YouTube ha logrado que todas las canciones estén disponibles
en línea y, aunque muchos artistas reciben un pago por la publicidad que
pasan en YouTube (la empresa afirmó que pagó 1000 millones de dólares
el año pasado), el dinero no se compara en lo más mínimo a lo que
ganaban los artistas por vender discos.
Taplin
ve lo que ha sucedido en la industria musical como un presagio de lo
que podría suceder con una gran parte del resto de la cultura. “El
ascenso de los gigantes digitales está directamente conectado con la
caída de las industrias creativas de nuestro país”, escribió.
No
obstante, hay otro lado de la historia,
mientras los músicos se han visto obligados a encontrar nuevas fuentes
de ingresos, el ascenso de las suscripciones en línea y la nueva
disposición de los consumidores por pagar han provocado una explosión de
nuevas voces culturales.
Al
mismo tiempo, parte del pesimismo primigenio no se ha convertido en
realidad: las librerías independientes y los libros impresos están de
regreso, mientras que las editoriales están disfrutando de ganancias
récord. Además, el entusiasmo que tienen los gigantes tecnológicos por
crear mercados de entretenimiento ha generado bonanzas para algunos
artistas. Para competir por nuevos miembros, Apple, Tidal y otros
servicios de emisión en continuo de música están ofreciendo bonos
generosos: Apple pagó 500.000 dólares a Chance the Rapper por dos
semanas de acceso exclusivo a su último álbum.
El
tren del dinero de la industria tecnológica está haciendo sus
recorridos más largos en Hollywood. “Hay muchos mercados nuevos a los
que pueden ir los escritores y el talento, y a los creadores de aquí les
encanta eso”, señaló Marty Kaplan, un profesor de Entretenimiento,
Medios y Sociedad de la Escuela Annenberg de Comunicaciones y Periodismo
de la Universidad del Sur de California. “En vez de tener siete
compradores para tu idea, ahora hay más bien como veinte… y eso tiene
contentos a todos”.
Los gigantes de la tecnología son las
empresas más sofisticadas de medios que hay en el mundo; entonces, ¿por
qué después de haber abierto sus billeteras a la fuerza, han tenido
problemas para capturar a Hollywood?
Se
debe a que la tecnología no es lo único que importa. Las cinco
obtuvieron su poder gracias a que dominaron la industria tecnológica.
Lograron hacerlo en un campo que se gana con información, datos y
precisión. Sin embargo, aunque en este momento controlan plataformas
valiosas, a medida que se mueven a zonas donde se requiere que amplíen
sus habilidades, se están percatando de que no podrán llegar y
encargarse de todo.
Facebook quedó con la guardia abajo al momento
en que lo utilizaron durante las elecciones o YouTube cuando algunas de las estrellas más grandes expresaron
ideas llenas de odio en su plataforma.
Los
gigantes de la tecnología han transformado gran parte de la sociedad,
pero incluso ellos tienen dificultades para entender y navegar el caos
de las plataformas nuevas que han construido. No queda muy claro, aún,
que tengan el futuro completamente asegurado.
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