Peligroso, antisemita, demagogo... Pero también muy inteligente. El presidente iraní, Mahmoud Ahmadineyad, ha dado una lección a Reino Unido de cómo gestionar una crisis en su favor. Si el enfrentamiento por el programa nuclear continúa, la jugada maestra de Ahmadineyad habrá de ser tenida en cuenta para las negociaciones. Con su anuncio de "perdonar" y "liberar" a los 15 soldados británicos apresados por Teherán en aguas del Golfo Pérsico como "regalo al pueblo británico", ha dejado al primer ministro británico, Tony Blair, a contrapié y ha recuperado las riendas del poder en Irán, donde era cuestionado y había perdido popularidad.
La política de Irán es clave para el mercado petrolífero dado que el país es el segundo mayor socio de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y contra la orilla norte del estrecho de Ormuz, el cuello de botella por el que pasa la mayoría del petróleo de Oriente Medio y el 20% de la producción mundial de crudo.
Blair, horas antes, había dicho que las próximas 48 horas eran críticas y, aunque apostaba por la diplomacia, no descartaba tomar medidas "más duras". Y, lo peor, Blair ha mostrado una falta de línea: ha oscilado entre la dureza y la debilidad.
Si la liberación se produce tras un pacto secreto (hay algunas razones que aputan a ellos, como que la liberazación hace dos días de un diplomático iraní retenido en Irak y cierta flexibilidad estadounidense con cinco iraníes también detenidos en Irak), la forma en la que Ahmadineyad ha presentado en escena la situación, eludiendo un pacto, y escenificando la liberación como "un regalo", es una jugada maestra.
El presidente iraní con su maniobra ha recuperado buena parte del apoyo social doméstico que había perdido. Hoy Ahmadineyad, que se ha encargado de que las televisiones iraníes difundiesen a todas horas las "confesiones" de los británicos, es más popular en su país que el 23 de marzo, cuando fueron apresados los soldados en aguas del Golfo Pérsico.
Ahmadineyad ha estirado la crisis todo lo necesario para reafirmar dentro de Irán el poder de los ultra-conservadores frente a los moderados pragmáticos y, a la vez, evitar un conflicto o sanciones. Una jugada que demuestra que sabe dónde están los límites en el enfrentamiento y cómo explotar las debilidades de Occidente.
¿Cuáles son las lecciones para la crisis núclear? Que Irán probablemente estirará el chicle hasta el máximo, pero que al final sabe donde esta el límite y, probablemente, buscará una salida airosa que suponga una victoria doméstica y, en cierta medida, deje a Occidente en el peor de los papeles posibles.
El riesgo, obviamente, es que Irán no mida bien lo que está haciendo y una de esas crisis-gestionadas se le escape de las manos.
fuente expansion.com
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