sábado, septiembre 08, 2007

America latina; desigual, pobre e insegura

América latina es muy desigual, es la región más desigual del planeta. No la más pobre; sí la más desigual.
Los datos son muy claros. La distancia entre el diez por ciento de mayores ingresos y el diez por ciento de menores ingresos es de 50 a 1. En España es de 10 a 1, y en Noruega de 6 a 1. Eso significa que un porcentaje vive como en Europa, tiene las mejores condiciones de acceso a la salud, las mejores universidades, tiene todo, y un porcentaje no tiene agua potable, ni alcantarillas, no come y se muere. Y no es sólo una cuestión de distribución del ingreso.

América latina tiene la tercera parte del agua limpia del planeta y en este momento hay 128 millones de personas sin instalaciones sanitarias. Esto significa la muerte de niños por falta de condiciones de salud. Y es un costo sobre la política de salud, una irracionalidad económica total.
Lo que se "ahorra" por no poner una instalación sanitaria se gasta por el otro lado. Hay además 60 millones de personas sin agua potable y 210 millones que reciben aguas servidas. La diarrea infantil en estas zonas es un factor de riesgo de salud tremendo. Y eso ocurre en el continente más rico del mundo en agua limpia. Otra contradicción: América latina produce alimentos para alimentar tres veces a su población, y en este momento el 16 por ciento de todos los chicos de América latina sufre de desnutrición crónica y hay 53 millones de personas con hambre.
Esas son desigualdades profundas, que no son solo las desigualdades de ingreso: la falta de acceso a agua, a alimentación, a educación.
El Coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, es el más alto del mundo: 0,56. Pero si se toma el Coeficiente de Gini de distribución de la tierra, de acceso a la salud, de acceso a la educación, de acceso a Internet, los valores son aún peores.

Argentina, igual que la mayoría de los países de la región, crece a buen ritmo. El crecimiento económico no alcanza para combatir la pobreza.
El crecimiento del PBI incide en la pobreza, pero de forma muy limitada si persisten grandes desigualdades. La desigualdad permea todo. En cambio, una mejora en los índices de desigualdad, aunque sea leve, tiene un enorme impacto sobre la pobreza, mucho más que el crecimiento.

Un chico que nace en una villa, en una favela, en un pueblo joven de Perú, está virtualmente condenado si no hay políticas públicas agresivas que lo saquen de esa trampa. No va a terminar la primaria, no va a conseguir un empleo estable y va a sobrevivir toda la vida haciendo changuitas. Uno de los grandes desafíos de los nuevos gobiernos, que tienen apoyo popular, un mandato social claro y líderes con una trayectoria de preocupación por estos temas, donde no se han logrado avances hasta ahora, es el de los jóvenes. Es hoy una de mis grandes preocupaciones. Hoy en América latina hay un 25 por ciento de jóvenes que está fuera del mercado de trabajo y del sistema educativo, totalmente excluidos. Son más de 50 millones. Si quieren saber de dónde viene la inseguridad, hay que mirar en esa dirección.
La población carcelaria creció geométricamente. Y las tasas de criminalidad siguen creciendo. No hay correlación estadística entre llenar las cárceles de gente y bajar la criminalidad. El foco tiene que estar puesto en ese 25 por ciento de jóvenes que no trabaja ni estudia. La desocupación juvenil en América latina es el doble que la general: 8,5 contra 20 por ciento.
De cada 10 jóvenes, solo 4 terminan la secundaria. Y hoy, sin secundaria, no hay posibilidad entrar al mercado laboral, incluso para trabajos no calificados. Y luego el tema de la familia desarticulada. No me refiero a la familia nuclear, o las nuevas formas de familia, en esa discusión no me meto. Hablo de tener un entorno familiar, que es el mejor tutor para que los jóvenes no caigan en la delincuencia. Una investigación indica que el 67 por ciento de los jóvenes delincuentes de Uruguay vienen de familias desarticuladas.
La alternativa es un enfoque integral, porque es el sistema social el que genera inclusión. Los países nórdicos tienen la tasa de delincuencia más baja del planeta y también la proporción más baja de policías por habitante.



En El Salvador, una investigación llegó a la conclusión de que el único contacto que tienen los jóvenes de las maras con el Estado es la policía. Ni la escuela, ni el hospital, ni el maestro. La policía. Es lo único que conocen del Estado. Entonces, una de las prioridades de las políticas sociales debería ser ésta.

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