Inventor y protector de las palabras, con una obra vigorosa e inteligente. Así definió el profesor Leopoldo Sánchez al escritor israelí Amos Oz, ponente de lujo ayer en la Biblioteca del Milán de la Universidad de Oviedo.
Ante un público compuesto por estudiantes universitarios, profesores y simplemente curiosos con ganas de escuchar al Príncipe de Asturias de las Letras, Oz fue convincente y claro con la palabra como instrumento desde el primer minuto hasta el último de su intervención.
Empezó hablando de lo que hace, que es escribir, y de cómo se implica en dicha labor. Lo hizo empleando una comparación con un curioso cartero de su niñez, que siempre escribía mensajes en las sobres de los destinatarios de las cartas del tipo «usted es demasiado permisivo con sus hijos». «Yo llevo una carta de los muertos a los vivos», detalló Oz.
«Sólo después de muchos años descubrí que la curiosidad se sobrepone a la ira y pude escribir sobre mis padres como si fueran mis hijos», reconoció al repasar su duro tránsito hacia la madurez, un camino marcado por el suicidio de su madre cuando tenía doce años. Al mencionar su obra 'Una historia de amor y oscuridad' aprovechó para dar su particular visión sobre la literatura. «No hay una línea divisoria entre la ficción y la no ficción», sentenció con seguridad, la misma que utilizó para decir que tampoco hay una partición entre «la tragedia y la comedia», a las que definió como «dos ventanas para ver el jardín de nuestra vida».
Amos Oz fue más allá según el el tiempo de su intervención se agotaba y desveló su preferencia «por los conflictos trágicos entre el bien y el bien», contrapuesto al del bien y el mal por ser «demasiado simplista».
Sin ocultar su posición en ningún momento, el escritor indicó que «la mayoría de los judíos y palestinos saben que esa tierra se repartirá» y mencionó que una de las claves para la resolución del conflicto radica en los líderes de ambos bandos. «El problema es que a los políticos les falta coraje, la necesidad de líderes valientes es un factor clave». Una visión que reforzó con una concluyente metáfora: «El paciente está preparado para la cirugía y los doctores son unos cobardes». Durante la ronda de preguntas, Oz recalcó que «la traducción es el invento más importante de la civilización. Si no conoces otro idioma es difícil conocer el propio».
Ante un público compuesto por estudiantes universitarios, profesores y simplemente curiosos con ganas de escuchar al Príncipe de Asturias de las Letras, Oz fue convincente y claro con la palabra como instrumento desde el primer minuto hasta el último de su intervención.
Empezó hablando de lo que hace, que es escribir, y de cómo se implica en dicha labor. Lo hizo empleando una comparación con un curioso cartero de su niñez, que siempre escribía mensajes en las sobres de los destinatarios de las cartas del tipo «usted es demasiado permisivo con sus hijos». «Yo llevo una carta de los muertos a los vivos», detalló Oz.
«Sólo después de muchos años descubrí que la curiosidad se sobrepone a la ira y pude escribir sobre mis padres como si fueran mis hijos», reconoció al repasar su duro tránsito hacia la madurez, un camino marcado por el suicidio de su madre cuando tenía doce años. Al mencionar su obra 'Una historia de amor y oscuridad' aprovechó para dar su particular visión sobre la literatura. «No hay una línea divisoria entre la ficción y la no ficción», sentenció con seguridad, la misma que utilizó para decir que tampoco hay una partición entre «la tragedia y la comedia», a las que definió como «dos ventanas para ver el jardín de nuestra vida».
Amos Oz fue más allá según el el tiempo de su intervención se agotaba y desveló su preferencia «por los conflictos trágicos entre el bien y el bien», contrapuesto al del bien y el mal por ser «demasiado simplista».
Sin ocultar su posición en ningún momento, el escritor indicó que «la mayoría de los judíos y palestinos saben que esa tierra se repartirá» y mencionó que una de las claves para la resolución del conflicto radica en los líderes de ambos bandos. «El problema es que a los políticos les falta coraje, la necesidad de líderes valientes es un factor clave». Una visión que reforzó con una concluyente metáfora: «El paciente está preparado para la cirugía y los doctores son unos cobardes». Durante la ronda de preguntas, Oz recalcó que «la traducción es el invento más importante de la civilización. Si no conoces otro idioma es difícil conocer el propio».
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