Por Rubén Weinsteiner
En los últimos 30 años tuvieron lugar dos cambios dramáticos de paradigmas en el territorio de la comunicación, que imponen modificaciones en el mapa, sin los cuales los que intenten mapa en mano recorrer el territorio modificado, se golpearán duramente contra las nuevas construcciones.
En el año 89 tuvo lugar en Rumania, la primera revolución televisada en directo de la historia. Tanto los opositores a Ceaucescu, como sus partidarios y los miembros de la Securitate, tomaban estaciones de radio y canales de televisión, desde donde articulaban el relato del momento. Desde los revolucionarios haciéndole un agujero en el medio a la bandera, sacándole el emblema comunista, el juicio de campo al presidente y su esposa, y hasta el golpe de knock out que puso fin a la resistencia, que fue mostrar los cuerpos sin vida de Nicolae y Elena Ceausescu tirados en un camino de tierra, todo se vio por Televisión.
En agosto del 90, Irak invade Kuwait y en enero del 91, Los EE.UU atacan y con la experiencia de Vietnam, donde las imágenes televisadas de las muertes y los muertos definieron el conflicto y forzaron la retirada, producen esta vez una guerra televisada, pero con el guión en la mano, no dejando ver ni muertos ni heridos, tan solo recreaciones con la gráfica de los video juegos, que presentan el relato del Ejército de los EE.UU, una guerra sin víctimas, errores ni daños colaterales, donde la realidad se constituyó en aquello que se televisó, rendiciones de soldados iraquíes, animaciones sobre misiles y movimientos de tropas, soldados jugando con chicos Kuwaitíes y los personajes claro está: Bush, Saddam, Shwartzkopf, el locutor de la TV Iraquí, para finalmente llegar al The end, con la rendición de Saddam, el discurso de Bush y el desfile de la victoria por las calles de New York.
Estos acontecimientos estaban enmarcados en la explosión mundial del cable, la mundialización de la TV incluso tras la ex cortina de hierro, y en lo que se dio en llamar, a partir del salto cualitativo en las comunicaciones, y de la uniformidad de contenidos en todo el mundo, la aldea global.
A partir allí en el mundo y en la Argentina, plazas como las del 83 ya no se vieron, lo que pasaba, era lo que se veía en la pantalla, los candidatos comenzaron a cerrar sus campañas por TV, en espacios de propaganda política, en programas periodísticos o en shows de alto rating como Tinelli.
Los 90 se sumergieron en el paradigma de la pantalla unidireccional, donde el sujeto siempre estaba del otro lado de la misma, y le resultaba muy difícil al que estaba de este lado, del lado del televidente, escapar del rol de objeto para pasar a ser sujeto aunque sea un instante.
Todo pasó a ser televisado, para los políticos ser , se convirtió en aparecer, y para el público ser , se transformó en parecerse. Todos querían tener un programa de cable o 15 minutos de fama aun al costo de hacer el ridículo. Para la construcción del discurso había cambiado la herramienta, pero no la polaridad, en lugar hablarle a las plazas o de caminar incesantemente por los pueblos, los candidatos, le hablaban a las cámaras y caminaban entre los canales. Pero se le seguía hablando a un mudo y la imagen se constituía en el todo, el proyecto político y el relato eran accesorios y el receptor seguía siendo un consumidor.
Estamos en este momento en una etapa de transición, ya que el paradigma volvió a cambiar en 2001, allí se produce la explosión de la sociedad civil, no solo en Argentina sino a nivel global, la gente busca protagonismo, quiere que se la escuche y se hace escuchar. El “que se vayan todos” en Argentina, reflejaba la bronca, no solo contra el corralito y la pobre calidad de la corporación política, sino que era un grito pidiendo lugar, para dejar de ser objeto y poder transformarse en sujeto.
Mientras tanto explota la burbuja de Internet, llena de negocios que no lo fueron, como la venta del portal Patagon.com, por casi 1000 millones de dólares en Argentina, que luego desapareció sin dar ni un centavo de ganancia. La web 1.0, la Web unidireccional, donde la pantalla les hablaba a los navegantes fracasó, ya que no era negocio y con ella explotó el Nasdaq en 2001. La gente se hizo cargo del negocio de la Web y esta se hizo 3.0., una web interactiva, donde cualquiera puede tener un blog o comunicar a través de las redes sociales ideas, para discutirlas, instalar con ellas agenda, y hasta tocar vacas sagradas y ser políticamente incorrecto.
En la web 3..0 el “boca a boca” del café incluye a miles y puede llegar a millones,si cada uno tiene por lo menos cien contactos y cada uno de esos cien tiene otros cien, cualquier información, idea o hasta un link de you tube vía e-mail llega a 10.000 personas en dos minutos. Lo que se dice en esos “boca a boca” queda para siempre en Google, al alcance de todos.
Así como la imprenta representó un cambio dramático y revolucionario, ya que antes de Gutenberg se escribía poco y era muy caro hacerlo, siendo pocos los que sabían leer, con la web social son muchos los que escriben además de leer y nunca publicar un medio fue tan barato, alcanza con tener una computadora y una conexión de Internet.
En este cambio de paradigma la imagen sin proyecto, sin ideas y sin relato no puede sostenerse, ya que no se puede esgrimir indefinidamente una foto vacía de ideas y proyecto, por mas sonriente y fotoshopeada que este, ante el reclamo desatado de respuestas, propuestas, ideas, contenidos y diálogo continuo como se da en la Web 2.0.
El 30 % del electorado en la Argentina tiene en 2010 menos de 30 años, son nativos digitales en su mayoría, para ellos “en Google esta todo”, los que nacieron en los noventa nunca vivieron sin internet, pasan 4 horas del día en la Web, frente al monitor, la notebook o navegan desde el celular. A la TV la miran en You Tube mientras abren una ventana para leer los diarios, otra para el Facebook, otra para el Flickr, twitter, el chat y chequear los e-mails. Para este grupo la TV es aburrida, no los deja interactuar y no permite plasmar su dinámica multi-tasking. Estos jóvenes desarrollaron un grado de cognitividad superior a los de la generaciones que crecieron en los 50, 60 o 70, que les impone la decodificación de series como Lost, Los Soprano o Lie to me, cuando aquellas generaciones se medían con la linealidad de Chips, El Santo o Ladrón sin destino.
El brodcasting, donde el emisor es el sujeto y programa y el público inmóvil solo objeto, dejó lugar al pullcasting, donde el receptor-emisor “tira” y produce su propia programación.
La web social le marca la agenda a los grandes medios, las radios ya no leen los diarios, leen la web, es que el diario de la mañana queda viejo a las 11, y al otro día sirve para envolver huevos, lo escrito en la web queda para siempre y esta a Google de cualquiera.
En la web 3.0 se puede hablar con todos y llegar a cada uno en particular. Una de las fortalezas del nuevo paradigma 3.0, es la segmentación. Mientras que en los ochentas Michael Jackson o Madonna vendían millones de discos, hoy en la era 3.0, nadie vende millones, porque a través de este nuevo paradigma, la uniformidad deja paso a la diversidad, hoy son decenas o centenas de miles los artistas que pueden dar a conocer su arte, y son cientos de millones los que pueden tener acceso a conocerlos, esta larga cola de la economía llego a su fin, hoy son muchos los que venden mucho, por eso hay que “taylorizar” las propuestas para poder llegar a segmentos diferentes y “conversar” con ellos, proponerles y escucharlos.
En la web social la gente se organiza, discute, cambia de ideas y pasa de consumidor a prosumidor, es decir un productor y consumidor de información.
Todos nos estamos sumando a esta inteligencia colectiva, cuando conocemos a alguien lo googleamos, cuando buscamos cambiar el auto entramos a los foros, cuando nos entró un virus, buscamos a ver que dicen otros a quienes les pasó algo parecido, cuando tenemos alguna mala experiencia con algún producto o servicio podemos testimoniarlo en la Web, cuando queremos opinar sobre una noticia posteamos un comentario, y los más comprometidos, abren un blog, están en Facebook y habitan literalmente la web 3.0
Esta inteligencia colectiva produce un salto cualitativo enorme en materia de propuestas políticas, debate y demanda de transparencia e institucionalidad, tanto en la campaña 3.0 como en la gestión 3.0. El concepto clásico de campaña de construcción y gestión de imagen, está dejando paso a la idea de comunicación permanente.
Rubén Weinsteiner
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