Ireland is asking its citizens to leave the country if they can't find a job in a desperate bid to slash welfare costs.
The Irish government has sent letters to approximately 6,000 unemployed people suggesting they should take jobs in other European countries in an effort to reduce unemployment benefits, the Financial Times has reported.
Some of the jobs were poorly paid but came with a "Mediterranean" climate.
Alan Douglas, an unemployed electrician, was encouraged to move to Coventry, while another jobseeker was offered work as a bus driver in Malta.
Dublin defended the move insisting that the positions are voluntary and no one is being forced to leave the country if they don't want to.
Ireland is close to becoming the first euro zone nation to make a successful exit from its international bailout programme after the country's finances collapsed in the 2008 financial crisis.
Unemployment has eased in recent months, falling to its lowest level in four years in November at 12.5 per cent, but youth unemployment remains a problem.
Overall, one in four Irish under 25 are still unemployed.
http://www.independent.co.uk/news/business/news/unemployed-told-to-leave-ireland-in-desperate-move-to-slash-welfare-costs-9002720.html
Hay, en irlandés, pocas palabras cuyo significado pueda deducirse. El gaélico no se parece a ninguna otra lengua indoeuropea. En ese idioma, "nuestra Presidenta" se dice "ár Uachtarán". Y "programa de desarrollo económico", "clár forbraíochta don eacnamaíocht".
Nuestra Presidenta no necesita estudiar gaélico para saber que Irlanda llevó a cabo, entre 1987 y 2007, un espectacular programa de desarrollo económico. Con un territorio 196 veces más chico que la Provincia de Buenos Aires y apenas un tercio de la población bonaerense, los irlandeses -cuyos recursos naturales son escasos- alcanzaron, en tal período, un récord mundial de crecimiento. Un país que estaba desahuciado, hoy es el cuarto más rico del mundo.
Para alcanzar ese puesto en 20 años debió quintuplicar su PIB nominal per cápita. Lo hizo sin inflación. Un irlandés goza, en promedio, de un ingreso ocho veces superior al de un argentino. Y vive en una sociedad más justa.
Según Naciones Unidas, la diferencia entre el 10 por ciento más rico y el 10 por ciento más pobre es, en Irlanda, de 9,4 veces. En la Argentina, llega a 40,9. O a 28,1, si en vez de creer en la ONU -cuyo índice puede estar desactualizado- creemos en el INDEC. En cualquier caso, la brecha entre opulencia y miseria es, entre nosotros, escabrosa.
¿Por qué no analizar la hazaña irlandesa? ¿No se podrá extraer, de ella, alguna lección aplicable a la Argentina?
Es cierto que, desde septiembre de 2008, Irlanda se halla en la fase depresiva del ciclo económico: padece de recesión, desempleo y crisis fiscal.
Un seguro anticrisis no lo ha tenido, no lo tiene y no lo tendrá ninguna economía; ni la más poderosa del mundo.
El francés Clement Juglar y el estadounidense Wesley Mitchell demostraron, separadamente, que los países desarrollados están sujetos a fluctuaciones cíclicas: tras un período de prosperidad, viene uno de dificultades; y viceversa. La diferencia con los países subdesarrollados es que éstos van de crisis en crisis, sin pasar nunca por la prosperidad.
Karl Marx ya había anticipado que economías como la de Inglaterra estaban condenadas a los ciclos. Para él, la alternancia entre holgura y estrechez obedecía a que la rentabilidad, principal motor del capitalismo, era variable. Marx -fundador junto con Friedrich Engels del "socialismo científico"- creía que, tarde o temprano, la caída de rentabilidad se volvería irrefrenable y haría colapsar al sistema.
Hay muchos voluntaristas, nada "científicos", que aún esperan ese colapso y -cada vez que hay crisis en Estados Unidos, Europa o Japón- se apresuran a firmar la partida de defunción del capitalismo. Lord Keynes -desmintiendo a los clásicos- demostró que la demanda crea la producción; no al revés. Eso le permitió diagnosticar con acierto las crisis periódicas, resultado de demandas menguadas, que se traducen en recesión y traen consigo el desempleo. Para tales males, el maestro prescribió una cura: la reactivación mediante estímulos estatales.
En Irlanda, que exporta 25.000 dólares por habitante (la Argentina no llega a 1.500), la reducción de la demanda global, en 2008, fue muy dañina. Sobre todo porque 82% de sus exportaciones van a los mercados más azotados por esa crisis: Estados Unidos y Europa.
Además, la euforia económica y el crédito barato habían creado, en los irlandeses, una desorbitada demanda inmobiliaria: el metro cuadrado podía costar más en Dublin que en París, Londres o Nueva York. La burbuja estalló cuando Irlanda fue alcanzada por el tsunami financiero que se originó en los Estados Unidos.
Interesada en la crisis irlandesa, nuestra Presidenta hizo una investigación somera. En sus palabras: "Le pedí al ministro de Economía: ¿Por qué no me tirás los números de Irlanda, ché?" (http://www.youtube.com/watch?v=MXKpsJVeCUg).
Los números que le "tiró" Amado Boudou son correctos, pero reflejan sólo una realidad coyuntural. Nadie puede concluir, observando esa fotografía, que el "modelo irlandés" fue un fracaso. Mucho menos puede deducir la "superioridad" del presunto "modelo argentino".
A partir de 2002, la Argentina creció, redujo el desempleo y acumuló divisas gracias a hechos aislados, que no pueden recibir el suntuoso nombre de "modelo":
1. La megadevaluación. Aun cuando fue cruenta, permitió que el exportador recibiera 3 pesos (en vez de 1) por dólar liquidado; e impidió que el importador siguiera inundando el mercado interno con mercadería que pasó a valer el triple. Fue entonces cuando el PIB comenzó a subir y el desempleo a bajar.
2. El default y la consiguiente renegociación de la deuda. La Argentina primero dejó de pagar y luego les dijo a los acreedores: "¿Qué prefieren: cobrar 35% o seguir como hasta ahora?" Por ese procedimiento extremo, logró que 7 de cada 10 acreedores transaran. Los otros tres fueron eliminados del presupuesto, como si no se les debiese nada.
3. El alza de los commodities. La irrupción de China en el mercado mundial hizo que productos como la soja -de la cual la Argentina es gran productora- multiplicasen su precio internacional por tres.
¿Quiere decir esto que los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner no han hecho nada por la recuperación del país? No. La firme renegociación de la deuda y la administración del tipo de cambio -que permitió mantener un dólar relativamente alto- fueron contribuciones apreciables.
Lo que no cabe es pretender que la combinación de herencia, buena fortuna y algunas decisiones adecuadas constituya un "modelo".
Mucho menos se puede comparar la situación de la Argentina con la de un país que, pese a sus problemas actuales, nos ha demostrado que es posible pasar de la indigencia a la abundancia, sin inflación y con una ejemplar distribución del ingreso.
http://www.independent.co.uk/news/business/news/unemployed-told-to-leave-ireland-in-desperate-move-to-slash-welfare-costs-9002720.html
Nuestra Presidenta no sabe hablar irlandés
Por: Rodolfo Terragno
Hay, en irlandés, pocas palabras cuyo significado pueda deducirse. El gaélico no se parece a ninguna otra lengua indoeuropea. En ese idioma, "nuestra Presidenta" se dice "ár Uachtarán". Y "programa de desarrollo económico", "clár forbraíochta don eacnamaíocht".
Nuestra Presidenta no necesita estudiar gaélico para saber que Irlanda llevó a cabo, entre 1987 y 2007, un espectacular programa de desarrollo económico. Con un territorio 196 veces más chico que la Provincia de Buenos Aires y apenas un tercio de la población bonaerense, los irlandeses -cuyos recursos naturales son escasos- alcanzaron, en tal período, un récord mundial de crecimiento. Un país que estaba desahuciado, hoy es el cuarto más rico del mundo.
Para alcanzar ese puesto en 20 años debió quintuplicar su PIB nominal per cápita. Lo hizo sin inflación. Un irlandés goza, en promedio, de un ingreso ocho veces superior al de un argentino. Y vive en una sociedad más justa.
Según Naciones Unidas, la diferencia entre el 10 por ciento más rico y el 10 por ciento más pobre es, en Irlanda, de 9,4 veces. En la Argentina, llega a 40,9. O a 28,1, si en vez de creer en la ONU -cuyo índice puede estar desactualizado- creemos en el INDEC. En cualquier caso, la brecha entre opulencia y miseria es, entre nosotros, escabrosa.
¿Por qué no analizar la hazaña irlandesa? ¿No se podrá extraer, de ella, alguna lección aplicable a la Argentina?
Es cierto que, desde septiembre de 2008, Irlanda se halla en la fase depresiva del ciclo económico: padece de recesión, desempleo y crisis fiscal.
Un seguro anticrisis no lo ha tenido, no lo tiene y no lo tendrá ninguna economía; ni la más poderosa del mundo.
El francés Clement Juglar y el estadounidense Wesley Mitchell demostraron, separadamente, que los países desarrollados están sujetos a fluctuaciones cíclicas: tras un período de prosperidad, viene uno de dificultades; y viceversa. La diferencia con los países subdesarrollados es que éstos van de crisis en crisis, sin pasar nunca por la prosperidad.
Karl Marx ya había anticipado que economías como la de Inglaterra estaban condenadas a los ciclos. Para él, la alternancia entre holgura y estrechez obedecía a que la rentabilidad, principal motor del capitalismo, era variable. Marx -fundador junto con Friedrich Engels del "socialismo científico"- creía que, tarde o temprano, la caída de rentabilidad se volvería irrefrenable y haría colapsar al sistema.
Hay muchos voluntaristas, nada "científicos", que aún esperan ese colapso y -cada vez que hay crisis en Estados Unidos, Europa o Japón- se apresuran a firmar la partida de defunción del capitalismo. Lord Keynes -desmintiendo a los clásicos- demostró que la demanda crea la producción; no al revés. Eso le permitió diagnosticar con acierto las crisis periódicas, resultado de demandas menguadas, que se traducen en recesión y traen consigo el desempleo. Para tales males, el maestro prescribió una cura: la reactivación mediante estímulos estatales.
En Irlanda, que exporta 25.000 dólares por habitante (la Argentina no llega a 1.500), la reducción de la demanda global, en 2008, fue muy dañina. Sobre todo porque 82% de sus exportaciones van a los mercados más azotados por esa crisis: Estados Unidos y Europa.
Además, la euforia económica y el crédito barato habían creado, en los irlandeses, una desorbitada demanda inmobiliaria: el metro cuadrado podía costar más en Dublin que en París, Londres o Nueva York. La burbuja estalló cuando Irlanda fue alcanzada por el tsunami financiero que se originó en los Estados Unidos.
Interesada en la crisis irlandesa, nuestra Presidenta hizo una investigación somera. En sus palabras: "Le pedí al ministro de Economía: ¿Por qué no me tirás los números de Irlanda, ché?" (http://www.youtube.com/watch?v=MXKpsJVeCUg).
Los números que le "tiró" Amado Boudou son correctos, pero reflejan sólo una realidad coyuntural. Nadie puede concluir, observando esa fotografía, que el "modelo irlandés" fue un fracaso. Mucho menos puede deducir la "superioridad" del presunto "modelo argentino".
A partir de 2002, la Argentina creció, redujo el desempleo y acumuló divisas gracias a hechos aislados, que no pueden recibir el suntuoso nombre de "modelo":
1. La megadevaluación. Aun cuando fue cruenta, permitió que el exportador recibiera 3 pesos (en vez de 1) por dólar liquidado; e impidió que el importador siguiera inundando el mercado interno con mercadería que pasó a valer el triple. Fue entonces cuando el PIB comenzó a subir y el desempleo a bajar.
2. El default y la consiguiente renegociación de la deuda. La Argentina primero dejó de pagar y luego les dijo a los acreedores: "¿Qué prefieren: cobrar 35% o seguir como hasta ahora?" Por ese procedimiento extremo, logró que 7 de cada 10 acreedores transaran. Los otros tres fueron eliminados del presupuesto, como si no se les debiese nada.
3. El alza de los commodities. La irrupción de China en el mercado mundial hizo que productos como la soja -de la cual la Argentina es gran productora- multiplicasen su precio internacional por tres.
¿Quiere decir esto que los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner no han hecho nada por la recuperación del país? No. La firme renegociación de la deuda y la administración del tipo de cambio -que permitió mantener un dólar relativamente alto- fueron contribuciones apreciables.
Lo que no cabe es pretender que la combinación de herencia, buena fortuna y algunas decisiones adecuadas constituya un "modelo".
Mucho menos se puede comparar la situación de la Argentina con la de un país que, pese a sus problemas actuales, nos ha demostrado que es posible pasar de la indigencia a la abundancia, sin inflación y con una ejemplar distribución del ingreso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario