El mundo de los sueños, ese fino tejido de símbolos y
meta-emociones, guarda aún intrigantes misterios; por ejemplo, el de
tener encuentros sexuales con personas inesperadas.
Por: Javier Barros Del Villar
Por: Javier Barros Del Villar
Los sueños constituyen una de las
facetas de nuestra mente que mayor intriga nos generan. Su elegante
falta de respeto a las leyes que rigen la realidad ordinaria, la
implacable sutileza que pueden alcanzar, combinada con una etérea
flexibilidad, son solo algunas de las virtudes de este apasionante
fenómeno que han detonado millones de reflexiones cuasi-hipnóticas.
Una de las interrogantes más curiosas en
torno al universo onírico es la siguiente: ¿Por qué si al soñar
entramos a un reino plenamente moldeable, en lugar de dedicarnos
exclusivamente a vivir inenarrables fantasías, visitar lugares
paradisiacos y gozar de extasiantes emociones, en realidad pasamos buena
parte de nuestra vida onírica experimentando bizarras situaciones,
presenciando absurdos y angustiantes escenarios o recorriendo parajes
inhóspitos? O incluso, llevando la curiosidad un paso más allá ¿por qué
en lugar de copular con cuerpos angelicales o generar encuentros con los
seres carnalmente más deseados, terminamos por dar vida a contactos
sexuales con gente completamente inesperada, con la que muchas veces al
parecer ni siquiera nos sentimos atraídos mientras estamos “despiertos”?
¿Por qué fornicamos apasionadamente en sueños con personas frente a
quienes nos sentimos absolutamente neutrales en un plano sexual?
Abundan teorías que tratan de explicar
el por qué nos encontramos con ciertas personas, lugares o situaciones
durante los sueños. La postura de Freud al respecto, desde una
perspectiva simplista, afirma que los sueños son mecanismos a través se
los cuales saciamos nuestros deseos ocultos o reprimidos. Jung, en
cambio, enfatizaba más en una red de información meta-compartida que
llamaba el inconsciente colectivo, afirmando que nuestros sueños emanan
de patrones compartidos de símbolos, que a su vez están asociados con
arquetipos originales. Fritz Perls, psicólogo y psiquiatra, vio en los
sueños una especie de extensión, inmaterial pero directa, de nosotros
mismos.
Pero
independientemente de las posibles interpretaciones, lo cierto es que
en los sueños, como en la vida, los contenidos sexuales tienen un lugar
especial debido a la enorme relevancia biológica, cultural, emocional y
química que el sexo tiene entre los seres humanos. Para algunos el soñar
un encuentro sexual con alguien simplemente quiere decir que, en algún
plano de nuestra conciencia, en realidad desearíamos consagrar ese
encuentro dentro de la vida ordinaria. En su libro The Sex of Your Dreams: Erotic Dreams and Their Hidden Meanings,
la autora Carol L. Cummings postula que los sueños eróticos “tienden a
basarse, como afirma Freud, en el saciar de un deseo” y añade que a fin
de cuentas son un saludable mecanismo para liberar la energía sexual que
en la vida cotidiana tenemos que reprimir, pues materializar esos
encuentros sería “inapropiado”.
Contrario a la opinión de Cummings, Gillian Holloway, PhD y autora de The Complete Dream Book,
cree que existen diversas explicaciones para entender los sueños
sexuales: una posibilidad es que la persona con la cual copulamos en
sueños representa ciertas características de personalidad que nosotros
deseamos incluir en nuestra propia identidad. En este sentido tal vez no
te estás acostando con tu colega del trabajo sino con alguna de las
virtudes que percibes en su personalidad, y que en la tuya consideras
que hacen falta. Otra posibilidad es que aprovechas los sueños para
encontrarte eróticamente con alguien que en el fondo sabes que en la
vida real no te hará bien y por lo tanto quieres desgastar la
posibilidad de que cuando estés despierto puedas tener un encuentro
similar. Finalmente, otra posibilidad es que la cópula onírica
represente el hecho de que estas forjando un nuevo proyecto con esa
persona y el acto sexual que mantienes con ella simplemente representa,
de una manera bastante coqueta, el hecho de que asumes un compromiso
para crear, en conjunto, algo todavía inexistente.
Así que por un lado tenemos la
posibilidad de que en realidad te encantaría “sexualizar” tu relación
con aquellas personas con quienes co-protagonizas sueños eróticos, a
pesar de que sea algo que tu consciente niegue rotundamente. Por otro
lado parece importante enfatizar que los encuentros sexuales no
necesariamente tienen una alusión directa al acto sexual, sino que se
usa la carga simbólica de esta actividad para representar, en tu propio
teatro onírico, otras facetas de tu relación con esa misma persona o
incluso contigo mismo.
Al parecer lo que realmente importa es
cultivar la comprensión de que los sueños representan una especie de
herramienta evolutiva íntimamente relacionada con el auto-conocimiento,
con la aceptación de nuestras circunstancias individuales y con la
noción de que a fin de cuentas cada uno de nosotros está “diseñado para
diseñar” nuestras respectivas realidades, sean oníricas o “reales”. Y
bueno, si después de leer este artículo ninguna de las posibles
interpretaciones te convence, lo único que me restaría es recomendarte
que al menos trates de disfrutar al máximo esos despliegues eróticos que
inevitablemente todos vivimos dentro de las estepas oníricas.
Twitter del autor: @paradoxeparadis
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