Por: Javier Barros Del Villar 1
En la última media década, Twitter se
ha convertido en una arena de particular interés para actores de la vida
pública. Candidatos, periodistas, y funcionarios, entre muchos otros,
apuestan a esta red como una herramienta para fortalecer su presencia y
mantenerse en “la jugada” –ese intercambio cotidiano de opiniones,
críticas y propuestas. Y aparentemente no se equivocan al contemplar
esta red como un recurso de particular relevancia.
Investigadores de la Universidad de Indiana presentaron un estudio
que sugiere que se podrían predecir los resultados de una elección
considerando el porcentaje de tuits que mencionan a cada contendiente en
relación con sus rivales. A partir de una muestra obtenida alrededor de
las elecciones legislativas de 2010, en Estados Unidos – periodo que
arrojó más de cinco millones de tuits mencionando a los distintos
candidatos–, los investigadores fueron capaces de predecir acertadamente
404 de 406 casos. Además, entre más competida fuese la contienda, mayor
la correlaciónn del método.
Independientemente del impacto que esto pueda tener en el futuro del ‘arte’ de las encuestas políticas, un campo para el cual este tipo de ‘hallazgos’ resulta de particular interés, el estudio sugiere premisas bastante interesantes, por ejemplo este par:
Por un lado, parece confirmar que
aquellas figuras públicas que logren pulsar con mayor frecuencia dentro
del imaginario colectivo, terminan obteniendo de esto beneficios
concretos. El estudio comprobó que el porcentaje (no el número)
menciones en Twitter correspondían, con relativa precisión, a los votos
obtenidos, sin distinguir si estas eran negativas o positivas
–aparentemente lo importante es, simplemente, mantenerte ahí, en la
escena del momento.
Lo anterior me recuerda a un proyecto de la escritora Sheila Heiti, el cual compiló los sueños de decenas de personas en los que aparecían los candidatos presidenciales de EU, en 2008.
De forma similar a esta reciente investigación, el aspirante que
apareció con más frecuencia en los sueños de los votantes, finalmente
obtendría el triunfo.
El segundo aspecto se refiere a la
potencial relevancia de Twitter en el juego de lo público, especialmente
en lo que respecta a política. Indudablemente esta red se ha convertido
en un pulso fundamental para medir la percepción de un cierto sector de
la población, tal vez el más influyente, frente a un determinado
personaje político.
Si bien en países como México, en donde
el acceso a Internet es aún relativamente limitado, y la
“twitterizacion” de su sociedad es todavía un fenómeno muy de nicho –lo
cual no evita que triunfen candidatos que durante las elecciones son
vapuleados en Twitter–, lo cierto es que conforme aumenté la penetración
de Internet, los flujos tuiteros se corresponderán en mayor medida con
la realidad política o electoral.
Tomando en cuenta lo anterior y si, como
evidencia la actual tendencia, se materializa la enfática injerencia de
Twitter en el rumbo público, entonces tendremos a nuestra disposición
una herramienta que, de emplearla con inteligencia, nos permitirá a los
ciudadanos ejercer mayor presión y vigilancia alrededor de los
funcionarios. Sobra decir que este virtual empoderamiento conlleva una
responsabilidad proporcional por parte de los tuiteros, quienes
tendremos que tendremos que demostrar madurez, y no visceralidad, e
intentar ser propositivos, sin caer en la frivolidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario