Estoy leyendo el libro "Amor líquido" del sociólogo Zygmunt Bauman. Acá va un párrafo muuyy interesante...." En su versión ortodoxa, el deseo necesita atención y preparativos, ya que involucra largos cuidados, complejas negociaciones sin resolución definitiva, algunas elecciones difíciles y algunos compromisos penosos, pero peor aún, implica también una demora de la satisfacción, que es sin duda el sacrificio más aborrecido en nuestro mundo entregado a la velocidad y a la aceleración.
En su radicalizada, reducida, y sobre todo compacta encarnación en las ganas, el deseo ha perdido casi todos esos atributos desalentadores, concentrándose más exclusivamente en el objetivo. Como lo expresaban algunas publicidades, ahora es posible concretar el "deseo sin demoras".
Cuando la relación está inspirada por las ganas sigue la pauta del consumo y sólo requiere la destreza de un consumidor promedio, moderadamente experimentado. Al igual que otros productos, la relación es para consumo inmediato (no requiere una preparación adicional ni prolongada) y para uso único, "sin perjuicios".
Primordial y fundamentalmente es descartable.Si resultan defectuosos o no son "plenamente satisfactorios" los productos pueden cambiarse por otros, que se suponen más satisfactorios, aún cuando no se haya ofrecido un servicio de posventa y la transacción no haya incluido la garantía de devolución del dinero. Pero aun en el caso de que el producto cumpla con lo prometido, ningún producto es de uso extendido: después de todo, autos, computadoras, teléfonos celulares perfectamente usables y que funcionan relativamente bien van a engrosar la pila de desechos en el momento en que sus "versiones nuevas y mejoradas" aparecen en el mercado. ¿Acaso hay una razón para que las relaciones de pareja sean una excepción a la regla? "
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